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Juan

Juan 4

Jesús y la samaritana

1 Jesússe enteró de que losfariseossabían que él estaba haciendo y bautizando más discípulos que Juan

2 (aunque en realidad no era Jesús quien bautizaba, sino sus discípulos).

3 Por eso se fue de Judea y volvió otra vez a Galilea.

4 Como tenía que pasar por Samaria,

5 llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José.

6 Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía.

7-8 Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida.

En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo:

―Dame un poco de agua.

9 Pero, como los judíos no se tratancon los samaritanos, la mujer le respondió:

―¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres judío y yo soy samaritana?

10 ―Si supieras lo que Dios puede dar, y conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua que da vida.

11 ―Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua, y el pozo es muy hondo; ¿de dónde, pues, vas a sacar esa agua que da vida?

12 ¿Acaso eres tú superior a nuestro padre Jacob, que nos dejó este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y su ganado?

13 ―Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—,

14 pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.

15 ―Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla.

16 ―Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá —le dijo Jesús.

17 ―No tengo esposo —respondió la mujer.

―Bien has dicho que no tienes esposo.

18 Es cierto que has tenido cinco, y el que ahora tienes no es tu esposo. En esto has dicho la verdad.

19 ―Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta.

20 Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero vosotros los judíos decís que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén.

21 ―Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

22 Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos.

23 Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad,porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.

24 Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

25 ―Sé que viene el Mesías, al que llaman elCristo—respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas.

26 ―Ese soy yo, el que habla contigo —le dijo Jesús.

Los discípulos vuelven a reunirse con Jesús

27 En esto llegaron sus discípulos y se sorprendieron de verlo hablando con una mujer, aunque ninguno le preguntó: «¿Qué pretendes?» o «¿De qué hablas con ella?»

28 La mujer dejó su cántaro, volvió al pueblo y le decía a la gente:

29 ―Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este elCristo?

30 Salieron del pueblo y fueron a ver a Jesús.

31 Mientras tanto, sus discípulos le insistían:

―Rabí, come algo.

32 ―Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis —replicó él.

33 «¿Le habrán traído algo de comer?», comentaban entre sí los discípulos.

34 ―Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —les dijo Jesús—.

35 ¿No decís vosotros: “Todavía faltan cuatro meses para la cosecha”? Yo os digo: ¡Abrid los ojos y mirad los campos sembrados! Ya la cosecha está madura;

36 ya el segador recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el sembrador como el segador se alegran juntos.

37 Porque, como dice el refrán: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha”.

38 Yo os he enviado a cosechar lo que no os costó ningún trabajo. Otros se han fatigado trabajando, y vosotros habéis cosechado el fruto de ese trabajo.

Muchos samaritanos creen en Jesús

39 Muchos de los samaritanos que vivían en aquel pueblo creyeron en él por el testimonio que daba la mujer: «Me dijo todo lo que he hecho».

40 Así que cuando los samaritanos fueron a su encuentro le insistieron en que se quedara con ellos. Jesús permaneció allí dos días,

41 y muchos más llegaron a creer por lo que él mismo decía.

42 ―Ya no creemos solo por lo que tú dijiste —le decían a la mujer—; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo.

Jesús sana al hijo de un funcionario

43 Después de esos dos días, Jesús salió de allí rumbo a Galilea

44 (pues, como él mismo había dicho, a ningún profeta se le honra en su propia tierra).

45 Cuando llegó a Galilea, fue bien recibido por los galileos, pues estos habían visto personalmente todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, ya que ellos habían estado también allí.

46 Y volvió otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaún.

47 Cuando este hombre se enteró de que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar a su hijo, pues estaba a punto de morir.

48 ―Nunca vais a creer a menos que veáis señales y prodigios —le dijo Jesús.

49 ―Señor —rogó el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo.

50 ―Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús.

El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se fue.

51 Cuando se dirigía a su casa, sus siervos salieron a su encuentro y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo.

52 Cuando les preguntó a qué hora había comenzado su hijo a sentirse mejor, le contestaron:

―Ayer a la una de la tardese le quitó la fiebre.

53 Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Así que creyó él con toda su familia.

54 Esta fue la segunda señal que hizo Jesús tras volver de Judea a Galilea.

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Juan 5

Jesús sana a un inválido

1 Algún tiempo después, se celebraba una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.

2 Había allí, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque rodeado de cinco pórticos, cuyo nombre en arameo es Betzatá.

3 En esos pórticos se hallaban tendidos muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos.

5 Entre ellos se encontraba un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años.

6 Cuando Jesús lo vio allí, tirado en el suelo, y se enteró de que ya llevaba mucho tiempo en esa condición, le preguntó:

―¿Quieres quedar sano?

7 ―Señor —respondió—, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua y, cuando trato de hacerlo, otro se mete antes.

8 ―Levántate, recoge tu camilla y anda —le contestó Jesús.

9 Al instante aquel hombre quedó sano, así que tomó su camilla y echó a andar. Pero ese día erasábado.

10 Por eso los judíos le dijeron al que había sido sanado:

―Hoy es sábado; no te está permitido cargar tu camilla.

11 ―El que me sanó me dijo: “Recoge tu camilla y anda” —les respondió.

12 ―¿Quién es ese hombre que te dijo: “Recógela y anda”? —le interpelaron.

13 El que había sido sanado no tenía idea de quién era, porque Jesús se había escabullido entre la mucha gente que había en el lugar.

14 Después de esto Jesús, lo encontró en eltemploy le dijo:

―Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor.

15 El hombre se fue e informó a los judíos que Jesús era quien lo había sanado.

Vida mediante el Hijo

16 Precisamente por esto los judíos perseguían a Jesús, pues hacía tales cosas ensábado.

17 Pero Jesús les respondía:

―Mi Padre aún hoy está trabajando, y yo también trabajo.

18 Así que los judíos redoblaban sus esfuerzos para matarlo, pues no solo quebrantaba el sábado, sino que incluso llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios.

19 Entonces Jesús afirmó:

―Ciertamente os aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la hace también el Hijo.

20 Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y aun cosas más grandes que estas le mostrará, de modo que os dejará asombrados.

21 Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes le place.

22 Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo,

23 para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió.

24 »Ciertamente os aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.

25 Ciertamente os aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.

26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo,

27 y le ha dado autoridad para juzgar, puesto que es el Hijo del hombre.

28 »No os asombréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz

29 y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados.

30 Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo solo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad, sino cumplir la voluntad del que me envió.

Los testimonios a favor del Hijo

31 »Si yo testifico en mi favor, ese testimonio no es válido.

32 Otro es el que testifica en mi favor, y me consta que es válido el testimonio que él da de mí.

33 »Vosotros enviasteis una delegación a preguntar a Juan, y él dio un testimonio válido.

34 Y no es que acepte yo el testimonio de un hombre; más bien lo menciono para que seáis salvos.

35 Juan era una lámpara encendida y brillante, y vosotros decidisteis disfrutar de su luz por algún tiempo.

36 »El testimonio con que yo cuento tiene más peso que el de Juan. Porque esa misma tarea que el Padre me ha encomendado que lleve a cabo, y que estoy haciendo, es la que testifica que el Padre me ha enviado.

37 Y el Padre mismo que me envió ha testificado en mi favor. Nunca habéis oído su voz, ni visto su figura,

38 ni vive su palabra en vosotros, porque no creéis en aquel a quien él envió.

39 Estudiáiscon diligencia las Escrituras porque pensáis hallar en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!

40 Sin embargo, no queréis venir a mí para tener esa vida.

41 »La gloriahumanano la acepto,

42 pero a vosotros os conozco, y sé que no amáis realmente a Dios.

43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me aceptáis; pero, si otro viniera por su propia cuenta, a ese sí lo aceptaríais.

44 ¿Cómo va a ser posible que creáis vosotros si buscáis la gloria los unos de los otros, pero no buscáis la gloria que viene del Dios único?

45 »Pero no penséis que yo voy a acusaros delante del Padre. Quien os va a acusar es Moisés, en quien tenéis puesta vuestra esperanza.

46 Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

47 Pero, si no creéis lo que él escribió, ¿cómo vais a creer mis palabras?»

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Juan 6

Jesús alimenta a los cinco mil

1 Algún tiempo después, Jesús se fue a la otra orilla del mar de Galilea (o de Tiberíades).

2 Y mucha gente lo seguía, porque veían las señales milagrosas que hacía en los enfermos.

3 Entonces subió Jesús a una colina y se sentó con sus discípulos.

4 Faltaba muy poco tiempo para la fiesta judía de la Pascua.

5 Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él, dijo a Felipe:

―¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente?

6 Esto lo dijo solo para ponerlo aprueba, porque él ya sabía lo que iba a hacer.

7 ―Ni con el salario de ocho mesespodríamos comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno —respondió Felipe.

8 Otro de sus discípulos, Andrés, que era hermano de Simón Pedro, le dijo:

9 ―Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?

10 ―Haced que se sienten todos —ordenó Jesús.

En ese lugar había mucha hierba. Así que se sentaron, y los varones adultos eran como cinco mil.

11 Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.

12 Una vez quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos:

―Recoged los pedazos que han sobrado, para que no se desperdicie nada.

13 Así lo hicieron y, con los pedazos de los cinco panes de cebada que les sobraron a los que habían comido, llenaron doce canastas.

14 Al ver la señal que Jesús había realizado, la gente comenzó a decir: «En verdad este es el profeta, el que ha de venir al mundo».

15 Pero Jesús, dándose cuenta de que querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la montaña él solo.

Jesús camina sobre el agua

16 Cuando ya anochecía, sus discípulos bajaron al lago

17 y subieron a una barca, y comenzaron a cruzar el lago en dirección a Capernaún. Para entonces ya había oscurecido, y Jesús todavía no se había unido a ellos.

18 Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado.

19 Habrían remado unos cinco o seis kilómetroscuando vieron que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron.

20 Pero él les dijo: «No tengáis miedo, que soy yo».

21 Así que se dispusieron a subirlo a bordo, y en seguida la barca llegó a la orilla adonde se dirigían.

22 Al día siguiente, la multitud que se había quedado en el otro lado del lago se dio cuenta de que los discípulos se habían embarcado solos. Allí solo había una barca, y Jesús no había entrado en ella con sus discípulos.

23 Sin embargo, algunas barcas de Tiberíades se aproximaron al lugar donde la gente había comido el pan después de haber dado gracias el Señor.

24 En cuanto la multitud se dio cuenta de que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y se fueron a Capernaún a buscar a Jesús.

Jesús, el pan de vida

25 Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron:

―Rabí, ¿cuándo llegaste aquí?

26 ―Ciertamente os aseguro que me buscáis no porque habéis visto señales, sino porque comisteis pan hasta llenaros.

27 Trabajad, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual os dará el Hijo del hombre. Sobre este ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.

28 ―¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige? —le preguntaron.

29 ―Esta es la obra de Dios: que creáis en aquel a quien él envió —respondió Jesús.

30 ―¿Y qué señal harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer? —insistieron ellos—.

31 Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”.

32 ―Ciertamente os aseguro que no fue Moisés el que os dio el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre.

33 El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.

34 ―Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan.

35 ―Yo soy el pan de vida —declaró Jesús—. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.

36 Pero, como ya os dije, a pesar de que me habéis visto, no creéis.

37 Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo.

38 Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió.

39 Y esta es la voluntad del que me envió: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final.

40 Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

41 Entonces los judíos comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó del cielo».

42 Y se decían: «¿Acaso no es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que sale diciendo: “Yo bajé del cielo”?»

43 ―Dejad de murmurar —replicó Jesús—.

44 Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.

45 En los profetas está escrito: “A todos los instruirá Dios”.En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende de él viene a mí.

46 Al Padre nadie lo ha visto, excepto el que viene de Dios; solo él ha visto al Padre.

47 Ciertamente os aseguro que el que cree tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de vida.

49 Vuestros antepasados comieron el maná en el desierto, y sin embargo murieron.

50 Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él no muere.

51 Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.

52 Los judíos comenzaron a disputar acaloradamente entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?»

53 ―Ciertamente os aseguro —afirmó Jesús— que, si no coméis la carne del Hijo del hombre ni bebéis su sangre, no tenéis realmente vida.

54 El que comemi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.

55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.

56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

57 Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí.

58 Este es el pan que bajó del cielo. Vuestros antepasados comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre.

59 Todo esto lo dijo Jesús mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaún.

Muchos discípulos abandonan a Jesús

60 Al escucharlo, muchos de sus discípulos exclamaron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?»

61 Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó:

―¿Esto os es causa detropiezo?

62 ¿Y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?

63 El Espíritu da vida; lacarneno vale para nada. Las palabras que os he hablado son espíritu y son vida.

64 Sin embargo, hay algunos de vosotros que no creen.

Es que Jesús conocía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que iba a traicionarlo. Así que añadió:

65 ―Por esto os dije que nadie puede venir a mí, a menos que se lo haya concedido el Padre.

66 Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él. Así que Jesús preguntó a los doce:

67 ―¿También vosotros queréis marcharos?

68 ―Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

69 Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

70 ―¿No os he escogido yo a vosotros doce? —repuso Jesús—. No obstante, uno de vosotros es un diablo.

71 Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, que iba a traicionarlo.

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Juan 7

Jesús va a la fiesta de los Tabernáculos

1 Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo.

2 Faltaba poco tiempo para la fiesta judía de los Tabernáculos,

3 así que los hermanos de Jesús le dijeron:

―Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que realizas,

4 porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca.

5 Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él.

6 Por eso Jesús les dijo:

―Para vosotros cualquier tiempo es bueno, pero mi tiempo aún no ha llegado.

7 El mundo no tiene motivos para aborreceros; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas.

8 Subid vosotros a la fiesta. Yo no voy todavíaa esta fiesta porque mi tiempo aún no ha llegado.

9 Dicho esto, se quedó en Galilea.

10 Sin embargo, cuando sus hermanos hubieron subido a la fiesta, fue también él, no públicamente, sino en secreto.

11 Por eso las autoridades judías lo buscaban durante la fiesta, y decían: «¿Dónde se habrá metido?»

12 Entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona». Otros alegaban: «No, lo que pasa es que engaña a la gente».

13 Sin embargo, por temor a los judíos, nadie hablaba de él abiertamente.

Jesús enseña en la fiesta

14 Jesús esperó hasta la mitad de la fiesta para subir altemploy comenzar a enseñar.

15 Los judíos se admiraban y decían: «¿De dónde sacó este tantos conocimientos sin haber estudiado?»

16 ―Mi enseñanza no es mía —replicó Jesús—, sino del que me envió.

17 El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.

18 El que habla por cuenta propia busca su vanagloria; en cambio, el que busca glorificar al que lo envió es una persona íntegra y sin doblez.

19 ¿No os ha dado Moisés la ley a vosotros? Sin embargo, ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué tratáis entonces de matarme?

20 ―Estás endemoniado —contestó la multitud—. ¿Quién quiere matarte?

21 ―Hice un milagro y todos vosotros os asombrasteis.

22 Por eso Moisés os dio la circuncisión, que en realidad no proviene de Moisés, sino de los patriarcas, y aun ensábadola practicáis.

23 Ahora bien, si para cumplir la ley de Moisés circuncidáis a un varón incluso en sábado, ¿por qué os enfurecéis conmigo si en sábado lo sano por completo?

24 No juzguéis por las apariencias; juzgad con justicia.

¿Es este el Cristo?

25 Algunos de los que vivían en Jerusalén comentaban: «¿No es este al que quieren matar?

26 Ahí está, hablando abiertamente, y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades se han convencido de que es elCristo?

27 Nosotros sabemos de dónde viene este hombre, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá su procedencia».

28 Por eso Jesús, que seguía enseñando en eltemplo, exclamó:

―¡Con que me conocéis y sabéis de dónde vengo! No he venido por mi propia cuenta, sino que me envió uno que es digno de confianza. Vosotros no lo conocéis,

29 pero yo sí lo conozco porque vengo de parte suya, y él mismo me ha enviado.

30 Entonces quisieron arrestarlo, pero nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora.

31 Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?»

32 Losfariseosoyeron a la multitud que murmuraba estas cosas acerca de él, y junto con los jefes de los sacerdotes mandaron unos guardias del templo para arrestarlo.

33 ―Estaré con vosotros un poco más de tiempo —afirmó Jesús—, y luego volveré al que me envió.

34 Me buscaréis, pero no me encontraréis, porque adonde yo esté no podréis llegar vosotros.

35 «¿Dónde piensa irse este para que no podamos encontrarlo? —comentaban entre sí los judíos—. ¿Será que piensa ir a nuestra gente dispersa entre las naciones,para enseñar a losgriegos?

36 ¿Qué quiso decir con eso de que “me buscaréis, pero no me encontraréis”, y “adonde yo esté no podréis llegar vosotros”?»

Jesús en el último día de la fiesta

37 En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó:

―¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba!

38 De aquel que cree en mí, como dicela Escritura, brotarán ríos de agua viva.

39 Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.

40 Al oír sus palabras, algunos de entre la multitud decían: «Verdaderamente este es el profeta».

41 Otros afirmaban: «¡Es elCristo!» Pero otros objetaban: «¿Cómo puede el Cristo venir de Galilea?

42 ¿Acaso no dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David, y de Belén, el pueblo de donde era David?»

43 Por causa de Jesús la gente estaba dividida.

44 Algunos querían arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima.

Incredulidad de los dirigentes judíos

45 Los guardias deltemplovolvieron a los jefes de los sacerdotes y a losfariseos, quienes los interrogaron:

―¿Se puede saber por qué no lo habéis traído?

46 ―¡Nunca nadie ha hablado como ese hombre! —declararon los guardias.

47 ―¿Así que también vosotros os habéis dejado engañar? —replicaron los fariseos—.

48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos?

49 ¡No! Pero esta gente, que no sabe nada de la ley, está bajo maldición.

50 Nicodemo, que era uno de ellos y que antes había ido a ver a Jesús, les interpeló:

51 ―¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace?

52 ―¿No eres tú también de Galilea? —protestaron—. Investiga y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.

53 Entonces todos se fueron a casa.

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Juan 8

La mujer sorprendida en adulterio

1 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos.

2 Al amanecer se presentó de nuevo en eltemplo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles.

3 Losmaestros de la leyy losfariseosllevaron entonces a una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio del grupo,

4 dijeron a Jesús:

―Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio.

5 En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?

6 Con esta pregunta le estaban tendiendo unatrampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo.

7 Y, como ellos lo acosaran con preguntas, Jesús se incorporó y les dijo:

―Aquel de vosotros que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

8 E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo.

9 Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí.

10 Entonces se incorporó Jesús y le preguntó:

―Mujer, ¿dónde están?¿Ya nadie te condena?

11 ―Nadie, Señor.

―Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.

Validez del testimonio de Jesús

12 Una vez más, Jesús se dirigió a la gente, y les dijo:

―Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

13 ―Tú te presentas como tu propio testigo —alegaron losfariseos—, así que tu testimonio no es válido.

14 ―Aunque yo sea mi propio testigo —repuso Jesús—, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy.

15 Vosotros juzgáis según criterioshumanos; yo, en cambio, no juzgo a nadie.

16 Y, si lo hago, mis juicios son válidos porque no los emito por mi cuenta, sino en unión con el Padre que me envió.

17 En vuestra ley está escrito que el testimonio de dos personas es válido.

18 Yo soy testigo de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.

19 ―¿Dónde está tu padre?

―Si supierais quién soy yo, sabríais también quién es mi Padre.

20 Estas palabras las dijo Jesús en el lugar donde se depositaban las ofrendas, mientras enseñaba en eltemplo. Pero nadie le echó mano, porque aún no había llegado su tiempo.

Yo no soy de este mundo

21 De nuevo Jesús les dijo:

―Yo me voy, y vosotros me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.

22 Comentaban, por tanto, los judíos: «¿Acaso piensa suicidarse? ¿Será por eso que dice: “Adonde yo voy, vosotros no podéis ir”?»

23 ―Vosotros sois de aquí abajo —continuó Jesús—; yo soy de allá arriba. Vosotros sois de este mundo; yo no soy de este mundo.

24 Por eso os he dicho que moriréis en vuestros pecados, pues, si no creéis que yo soy quien afirmo ser,en vuestros pecados moriréis.

25 ―¿Quién eres tú? —le preguntaron.

―En primer lugar, ¿qué tengo que explicaros?—contestó Jesús—.

26 Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de vosotros. Pero el que me envió es veraz, y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo.

27 Ellos no entendieron que les hablaba de su Padre.

28 Por eso Jesús añadió:

―Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado.

29 El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque siempre hago lo que le agrada.

30 Mientras aún hablaba, muchos creyeron en él.

Los hijos de Abraham

31 Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo:

―Si os mantenéis fieles a mis enseñanzas, seréis realmente mis discípulos;

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

33 ―Nosotros somos descendientes de Abraham —le contestaron—, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados?

34 ―Ciertamente os aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado —respondió Jesús—.

35 Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre.

36 Así que, si el Hijo os libera, seréis verdaderamente libres.

37 Yo sé que sois descendientes de Abraham. Sin embargo, procuráis matarme porque no está en vuestros planes aceptar mi palabra.

38 Yo hablo de lo que he visto en presencia del Padre; así también vosotros, haced lo que habéis escuchado del Padre.

39 ―Nuestro padre es Abraham —replicaron.

―Si fuerais hijos de Abraham, haríais lo mismo que él hizo.

40 Vosotros, en cambio, queréis matarme, ¡a mí, que os he expuesto la verdad que he recibido de parte de Dios! Abraham jamás haría tal cosa.

41 Vuestras obras son como las de vuestro padre.

―Nosotros no somos hijos nacidos de prostitución —le reclamaron—. Un solo Padre tenemos, y es Dios mismo.

Los hijos del diablo

42 ―Si Dios fuera vuestro Padre —les contestó Jesús—, vosotros me amaríais, porque yo he venido de Dios y aquí me tenéis. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió.

43 ¿Por qué no entendéis mi modo de hablar? Porque no podéis aceptar mi palabra.

44 Vosotros sois de vuestro padre, el diablo, cuyos deseos queréis cumplir. Desde el principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!

45 Y sin embargo a mí, que os digo la verdad, no me creéis.

46 ¿Quién de vosotros puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?

47 El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero vosotros no escucháis, porque no sois de Dios.

Declaración de Jesús acerca de sí mismo

48 ―¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano, y que estás endemoniado? —replicaron los judíos.

49 ―No estoy poseído por ningún demonio —contestó Jesús—. Tan solo honro a mi Padre; pero vosotros me deshonráis a mí.

50 Yo no busco mi propia gloria; pero hay uno que la busca, y él es el juez.

51 Ciertamente os aseguro que el que cumple mi palabra nunca morirá.

52 ―¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! —exclamaron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas, pero tú sales diciendo que, si alguno guarda tu palabra, nunca morirá.

53 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham? Él murió, y también murieron los profetas. ¿Quién te crees tú?

54 ―Si yo me glorifico a mí mismo —les respondió Jesús—, mi gloria no significa nada. Pero quien me glorifica es mi Padre, el que vosotros decís que es vuestro Dios,

55 aunque no lo conocéis. Yo, en cambio, sí lo conozco. Si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como vosotros; pero lo conozco y cumplo su palabra.

56 Abraham, vuestro padre, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró.

57 ―Ni a los cincuenta años llegas —le dijeron los judíos—, ¿y has visto a Abraham?

58 ―Ciertamente os aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy!

59 Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió inadvertido del templo.

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Juan 9

Jesús sana a un ciego de nacimiento

1 A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.

2 Y sus discípulos le preguntaron:

―Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres?

3 ―Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.

4 Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche, cuando nadie puede trabajar.

5 Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo.

6 Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y lo untó en los ojos del ciego, diciéndole:

7 ―Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado).

El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía.

8 Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es este el que se sienta a mendigar?»

9 Unos aseguraban: «Sí, es él». Otros decían: «No es él, sino que se le parece». Pero él insistía: «Soy yo».

10 ―¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron.

11 ―Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé”. Así que fui, me lavé, y entonces pude ver.

12 ―¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron.

―No lo sé —respondió.

Las autoridades investigan la sanidad del ciego

13 Llevaron ante losfariseosal que había sido ciego.

14 Erasábadocuando Jesús hizo el barro y le abrió los ojos al ciego.

15 Por eso los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había recibido la vista.

―Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo —respondió.

16 Algunos de los fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado». Otros objetaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales?» Y había desacuerdo entre ellos.

17 Por eso interrogaron de nuevo al ciego:

―¿Y qué opinas tú de él? Fue a ti a quien te abrió los ojos.

―Yo digo que es profeta —contestó.

18 Pero los judíos no creían que el hombre hubiera sido ciego y que ahora viera, y hasta llamaron a sus padres

19 y les preguntaron:

―¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?

20 ―Sabemos que este es nuestro hijo —contestaron los padres—, y sabemos también que nació ciego.

21 Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Preguntádselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.

22 Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya estos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era elCristo.

23 Por eso dijeron sus padres: «Preguntádselo a él, que ya es mayor de edad».

24 Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego, y le dijeron:

―¡Da gloria a Dios! A nosotros nos consta que ese hombre especador.

25 ―Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo.

26 Pero ellos le insistieron:

―¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?

27 ―Ya os lo dije y no me hicisteis caso. ¿Por qué queréis oírlo de nuevo? ¿Es que también vosotros queréis haceros sus discípulos?

28 Entonces lo insultaron y le dijeron:

―¡Discípulo de ese lo serás tú! ¡Nosotros somos discípulos de Moisés!

29 Y sabemos que a Moisés le habló Dios; pero de este no sabemos ni de dónde salió.

30 ―¡Ahí está lo sorprendente! —respondió el hombre—: que vosotros no sepáis de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos.

31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a los piadosos y a quienes hacen su voluntad.

32 Jamás se ha sabido que alguien le haya abierto los ojos a uno que naciera ciego.

33 Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada.

34 Ellos replicaron:

―Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones?

Y lo expulsaron.

La ceguera espiritual

35 Jesús se enteró de que habían expulsado a aquel hombre, y al encontrarlo le preguntó:

―¿Crees en el Hijo del hombre?

36 ―¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él.

37 ―Pues ya lo has visto —le contestó Jesús—; es el que está hablando contigo.

38 ―Creo, Señor —declaró el hombre.

Y, postrándose, lo adoró.

39 Entonces Jesús dijo:

―Yo he venido a este mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos.

40 Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron:

―¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?

41 Jesús les contestó:

―Si fuerais ciegos, no seríais culpables de pecado, pero, como afirmáis ver, vuestro pecado permanece.

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Juan 10

Jesús, el buen pastor

1 »Ciertamente os aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado, es un ladrón y un bandido.

2 El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

3 El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil.

4 Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.

5 Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas».

6 Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no captaron el sentido de sus palabras.

7 Por eso volvió a decirles: «Ciertamente os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

8 Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso.

9 Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo.Se moverá con entera libertad,y hallará pastos.

10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.

11 »Yo soy el buen pastor. El buen pastor da suvidapor las ovejas.

12 El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa.

13 Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan las ovejas.

14 »Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí,

15 así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas.

16 Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traer. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

17 Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla.

18 Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla y tengo también autoridad para volver a recibirla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre».

19 De nuevo las palabras de Jesús fueron motivo de disensión entre los judíos.

20 Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?»

21 Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos a los ciegos?»

Jesús y la fiesta de la Dedicación

22 Por aquel entonces se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación.Era invierno,

23 y Jesús andaba en eltemplo, por el pórtico de Salomón.

24 Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron:

―¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres elCristo, dínoslo con franqueza.

25 ―Ya os lo he dicho, y no lo creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan,

26 pero vosotros no creéis porque no sois de mi rebaño.

27 Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.

28 Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.

29 Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos;y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.

30 El Padre y yo somos uno.

31 Una vez más, los judíos tomaron piedras para arrojárselas,

32 pero Jesús les dijo:

―Os he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me queréis apedrear?

33 ―No te apedreamos por ninguna de ellas, sino porblasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios.

34 ―¿Y acaso —respondió Jesús— no está escrito en vuestra ley: “Yo he dicho que sois dioses”?

35 Si Dios llamó “dioses” a aquellos a quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada),

36 ¿por qué acusáis de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Tan solo porque dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?

37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis.

38 Pero, si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a mis obras, para que sepáis y entendáis que el Padre está en mí, y que yo estoy en el Padre.

39 Nuevamente intentaron arrestarlo, pero él se les escapó de las manos.

40 Volvió Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado bautizando antes; y allí se quedó.

41 Mucha gente acudía a él, y decía: «Aunque Juan nunca hizo ninguna señal milagrosa, todo lo que dijo acerca de este hombre era verdad».

42 Y muchos en aquel lugar creyeron en Jesús.

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Juan 11

Muerte de Lázaro

1 Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas.

2 María era la misma que ungió con perfume al Señor y le secó los pies con sus cabellos.

3 Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».

4 Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado».

5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.

6 A pesar de eso, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más donde se encontraba.

7 Después dijo a sus discípulos:

―Volvamos a Judea.

8 ―Rabí —objetaron ellos—, hace muy poco los judíos intentaron apedrearte, ¿y todavía quieres volver allá?

9 ―¿Acaso no tiene el día doce horas? —respondió Jesús—. El que anda de día no tropieza, porque tiene la luz de este mundo.

10 Pero el que anda de noche sí tropieza, porque no tiene luz.

11 Dicho esto, añadió:

―Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.

12 ―Señor —respondieron sus discípulos—, si duerme, es que va a recuperarse.

13 Jesús les hablaba de la muerte de Lázaro, pero sus discípulos pensaron que se refería al sueño natural.

14 Por eso les dijo claramente:

―Lázaro ha muerto,

15 y por causa vuestra me alegro de no haber estado allí, para que creáis. Pero vamos a verlo.

16 Entonces Tomás, apodado el Gemelo,dijo a los otros discípulos:

―Vayamos también nosotros, para morir con él.

Jesús consuela a las hermanas de Lázaro

17 A su llegada, Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetrosde distancia,

19 y muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María, a darles el pésame por la muerte de su hermano.

20 Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro; pero María se quedó en la casa.

21 ―Señor —dijo Marta a Jesús—, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

22 Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.

23 ―Tu hermano resucitará —le dijo Jesús.

24 ―Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final —respondió Marta.

25 Entonces Jesús le dijo:

―Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera;

26 y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?

27 ―Sí, Señor; yo creo que tú eres elCristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.

28 Dicho esto, Marta regresó a la casa y, llamando a su hermana María, le dijo en privado:

―El Maestro está aquí y te llama.

29 Cuando María oyó esto, se levantó rápidamente y fue a su encuentro.

30 Jesús aún no había entrado en el pueblo, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él.

31 Los judíos que habían estado con María en la casa, dándole el pésame, al ver que se había levantado y había salido de prisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar.

32 Cuando María llegó adonde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo:

―Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

33 Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente.

34 ―¿Dónde lo habéis puesto? —preguntó.

―Ven a verlo, Señor —le respondieron.

35 Jesús lloró.

36 ―¡Mirad cuánto lo quería! —dijeron los judíos.

37 Pero algunos de ellos comentaban:

―Este, que abrió los ojos al ciego, ¿no podría haber impedido que Lázaro muriera?

Jesús resucita a Lázaro

38 Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.

39 ―Quitad la piedra —ordenó Jesús.

Marta, la hermana del difunto, objetó:

―Señor, ya debe de oler mal, pues lleva cuatro días allí.

40 ―¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —contestó Jesús.

41 Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo:

―Padre, te doy gracias porque me has escuchado.

42 Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste.

43 Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas:

―¡Lázaro, sal fuera!

44 El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario.

―Quitadle las vendas y dejad que se vaya —les dijo Jesús.

La conspiración para matar a Jesús

45 Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y que habían presenciado lo hecho por Jesús creyeron en él.

46 Pero algunos de ellos fueron a ver a losfariseosy les contaron lo que Jesús había hecho.

47 Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión delConsejo.

―¿Qué vamos a hacer? —dijeron—. Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas.

48 Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, y vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar sagrado, e incluso con nuestra nación.

49 Uno de ellos, llamado Caifás, que ese año era el sumo sacerdote, les dijo:

―¡No sabéis nada en absoluto!

50 No entendéis que os conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación.

51 Pero esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús moriría por la nación judía,

52 y no solo por esa nación, sino también por los hijos de Dios que estaban dispersos, para congregarlos y unificarlos.

53 Así que desde ese día convinieron en quitarle la vida.

54 Por eso Jesús ya no andaba en público entre los judíos. Se retiró más bien a una región cercana al desierto, a un pueblo llamado Efraín, donde se quedó con sus discípulos.

55 Faltaba poco para la Pascua judía, así que muchos subieron del campo a Jerusalén para supurificaciónceremonial antes de la Pascua.

56 Andaban buscando a Jesús, y mientras estaban en eltemplocomentaban entre sí: «¿Qué os parece? ¿Acaso no vendrá a la fiesta?»

57 Por su parte, los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado la orden de que, si alguien llegaba a saber dónde estaba Jesús, debía denunciarlo para que lo arrestaran.

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Juan 12

María unge a Jesús en Betania

1 Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús habíaresucitado.

2 Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él.

3 María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

4 Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó:

5 ―¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero,para dárselo a los pobres?

6 Dijo esto no porque se interesara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba a robar lo que echaban en ella.

7 ―Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura.

8 A los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.

9 Mientras tanto, muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí, y fueron a ver no solo a Jesús, sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado.

10 Entonces los jefes de los sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,

11 pues por su causa muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús.

La entrada triunfal

12 Al día siguiente muchos de los que habían ido a la fiesta se enteraron de que Jesús se dirigía a Jerusalén;

13 tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, diciendo a voz en grito:

―¡Hosanna!

―¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

―¡Bendito el Rey de Israel!

14 Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura:

15 «No temas, oh hija de Sión;

mira, que aquí viene tu rey,

montado sobre un burrito».

16 Al principio, sus discípulos no entendieron lo que sucedía. Solo después de que Jesús fuera glorificado se dieron cuenta de que se había cumplido en él lo que de él ya estaba escrito.

17 La gente que había estado con Jesús cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos seguía difundiendo la noticia.

18 Muchos que se habían enterado de la señal realizada por Jesús salían a su encuentro.

19 Por eso losfariseoscomentaban entre sí: «Como podéis ver, así no vamos a lograr nada. ¡Mirad cómo lo sigue todo el mundo!»

Jesús predice su muerte

20 Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunosgriegos.

21 Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron:

―Señor, queremos ver a Jesús.

22 Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron a decírselo a Jesús.

23 ―Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado —les contestó Jesús—.

24 Ciertamente os aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto.

25 El que se apega a suvidala pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la vida eterna.

26 Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará.

27 »Ahora todo mi ser está angustiado, ¿y acaso voy a decir: “Padre, sálvame de esta hora difícil”? ¡Si precisamente para afrontarla he venido!

28 ¡Padre, glorifica tu nombre!»

Se oyó entonces, desde el cielo, una voz que decía: «Ya lo he glorificado, y volveré a glorificarlo».

29 La multitud que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían que un ángel le había hablado.

30 ―Esa voz no vino por mí, sino por vosotros —dijo Jesús—.

31 El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado.

32 Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.

33 Con esto daba Jesús a entender de qué manera iba a morir.

34 ―De la ley hemos sabido —le respondió la gente— que elCristopermanecerá para siempre; ¿cómo, pues, dices que el Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?

35 ―Solo tendréis la luz un poco más de tiempo —les dijo Jesús—. Caminad mientras tengáis la luz, antes de que os envuelvan las tinieblas. El que camina en las tinieblas no sabe a dónde va.

36 Mientras tengáis la luz, creed en ella, para que seáis hijos de la luz.

Cuando terminó de hablar, Jesús se fue y se escondió de ellos.

Los judíos siguen en su incredulidad

37 A pesar de haber hecho Jesús todas estas señales en presencia de ellos, todavía no creían en él.

38 Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías:

«Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje,

y a quién se le ha revelado el poder del Señor?»

39 Por eso no podían creer, pues también había dicho Isaías:

40 «Les ha cegado los ojos

y endurecido el corazón,

para que no vean con los ojos,

ni entiendan con el corazón

ni se conviertan; y yo los sane».

41 Esto lo dijo Isaías porque vio la gloria de Jesús y habló de él.

42 Sin embargo, muchos de ellos, incluso muchos de los jefes, creyeron en él, pero no lo confesaban porque temían que losfariseoslos expulsaran de la sinagoga.

43 Preferían recibir honores de los hombres antes que de parte de Dios.

44 «El que cree en mí —clamó Jesús con voz fuerte—, cree no solo en mí, sino en el que me envió.

45 Y el que me ve a mí ve al que me envió.

46 Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas.

47 »Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue; pues no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.

48 El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he proclamado lo condenará en el día final.

49 Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió me encargó qué decir y cómo decirlo.

50 Y sé muy bien que su mandato es vida eterna. Así que todo lo que digo es lo que el Padre me ha ordenado decir».

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Juan 13

Jesús lava los pies a sus discípulos

1 Estaba cerca la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Y, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

2 Llegó la hora de la cena. El diablo ya había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús.

3 Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía;

4 así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura.

5 Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura.

6 Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo:

―¿Y tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?

7 ―Ahora no entiendes lo que estoy haciendo —respondió Jesús—, pero lo entenderás más tarde.

8 ―¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!

―Si no te los lavo,no tendrás parte conmigo.

9 ―Entonces, Señor, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza!

10 ―El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies —le contestó Jesús—; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos.

11 Jesús sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.

12 Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo:

―¿Entendéis lo que he hecho con vosotros?

13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy.

14 Pues, si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.

15 Os he dado ejemplo, para que hagáis lo mismo que yo he hecho con vosotros.

16 Ciertamente os aseguro que ningúnsiervoes más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió.

17 ¿Entendéis esto?Dichososseréis si lo ponéis en práctica.

Jesús predice la traición de Judas

18 »No me refiero a todos vosotros; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla”.

19 »Os digo esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.

20 Ciertamente os aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me envió».

21 Dicho esto, Jesús se angustió profundamente y declaró:

―Ciertamente os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.

22 Los discípulos se miraban unos a otros sin saber a cuál de ellos se refería.

23 Uno de ellos, el discípulo a quien Jesús amaba, estaba a su lado.

24 Simón Pedro le hizo señas a ese discípulo y le dijo:

―Pregúntale a quién se refiere.

25 ―Señor, ¿quién es? —preguntó él, reclinándose sobre Jesús.

26 ―Aquel a quien yo le dé este pedazo de pan que voy a mojar en el plato —le contestó Jesús.

Acto seguido, mojó el pedazo de pan y se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón.

27 Tan pronto como Judas tomó el pan, Satanás entró en él.

―Lo que vas a hacer, hazlo pronto —le dijo Jesús.

28 Ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo eso Jesús.

29 Como Judas era el encargado del dinero, algunos pensaron que Jesús le estaba diciendo que comprara lo necesario para la fiesta, o que diera algo a los pobres.

30 En cuanto Judas tomó el pan, salió de allí. Ya era de noche.

Jesús predice la negación de Pedro

31 Cuando Judas hubo salido, Jesús dijo:

―Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.

32 Si Dios es glorificado en él,Dios glorificará al Hijo en sí mismo, y lo hará muy pronto.

33 »Mis queridos hijos, poco tiempo me queda para estar con vosotros. Me buscaréis, y lo que antes dije a los judíos, ahora os lo digo a vosotros: Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.

34 »Este mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Así como yo os he amado, también vosotros debéis amaros unos a otros.

35 De este modo todos sabrán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros».

36 ―¿Y a dónde vas, Señor? —preguntó Simón Pedro.

―Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde.

37 ―Señor —insistió Pedro—, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Por ti daré hasta lavida.

38 ―¿Darás tú la vida por mí? ¡De veras te aseguro que, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces!