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Juan 14

Jesús consuela a sus discípulos

1 »No os angustiéis. Confiad en Dios, confiad también en mí.

2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya os lo habría dicho. Voy a prepararos un lugar.

3 Y, si me voy y os lo preparo, vendré para llevaros conmigo. Así estaréis donde yo esté.

4 Vosotros ya conocéis el camino para ir a donde yo voy».

Jesús, el camino al Padre

5 Dijo entonces Tomás:

―Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?

6 ―Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.

7 Si realmente me conocierais, conoceríaistambién a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocéis y lo habéis visto.

8 ―Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta.

9 ―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre vosotros, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?

10 ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo os comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras.

11 Creedme cuando os digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí; o al menos creedme por las mismas obras.

12 Ciertamente os aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.

13 Cualquier cosa que pidáis en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo.

14 Lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré.

Jesús promete el Espíritu Santo

15 »Si me amáis, obedeceríais mis mandamientos.

16 Y yo pediré al Padre, y os dará otroConsoladorpara que os acompañe siempre:

17 el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero vosotros sí lo conocéis, porque vive con vosotros y estaráen vosotros.

18 No os voy a dejar huérfanos; volveré a vosotros.

19 Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero vosotros sí me veréis. Y porque yo vivo, también vosotros viviréis.

20 En aquel día os daréis cuenta de que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

21 ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

22 Judas (no el Iscariote) le dijo:

―¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo?

23 Le contestó Jesús:

―El que me ama obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él.

24 El que no me ama no obedece mis palabras. Pero estas palabras que oís no son mías, sino del Padre, que me envió.

25 »Todo esto lo digo ahora que estoy con vosotros.

26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que os he dicho.

27 La paz os dejo; mi paz os doy. Yo no os la doy como la da el mundo. No os angustiéis ni os acobardéis.

28 »Ya me habéis oído deciros: “Me voy, pero vuelvo a vosotros”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo.

29 Y os he dicho esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis.

30 Ya no hablaré más con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí,

31 pero el mundo tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga.

»¡Levantaos, vámonos de aquí!

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Juan 15

Jesús, la vid verdadera

1 »Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

2 Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la podapara que dé más fruto todavía.

3 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he comunicado.

4 Permaneced en mí, y yo permaneceré en vosotros. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco vosotros podéis dar fruto si no permanecéis en mí.

5 »Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada.

6 El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman.

7 Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y se os concederá.

8 Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto, mostrando así que sois mis discípulos.

9 »Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a vosotros. Permaneced en mi amor.

10 Si obedecéis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

11 Os he dicho esto para que tengáis mi alegría y vuestra alegría sea completa.

12 Y este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado.

13 Nadie tiene amor más grande que el dar lavidapor sus amigos.

14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

15 Ya no os llamosiervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; os he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir os lo he dado a conocer.

16 No me escogisteis vosotros a mí, sino que yo os escogí a vosotros y os comisioné para que vayáis y deis fruto, un fruto que perdure. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.

17 Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros.

Jesús y sus discípulos aborrecidos por el mundo

18 »Si el mundo os aborrece, tened presente que, antes que a vosotros, me aborreció a mí.

19 Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como a los suyos. Pero vosotros no sois del mundo, sino que yo os he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo os aborrece.

20 Recordad lo que os dije: “Ningúnsiervoes más que su amo”.Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Si han obedecido mis enseñanzas, también obedecerán las vuestras.

21 Os tratarán así por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

22 Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no serían culpables de pecado. Pero ahora no tienen excusa por su pecado.

23 El que me aborrece a mí también aborrece a mi Padre.

24 Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro antes ha realizado, no serían culpables de pecado. Pero ahora las han visto, y sin embargo a mí y a mi Padre nos han aborrecido.

25 Pero esto sucede para que se cumpla lo que está escrito en la ley de ellos: “Me odiaron sin motivo”.

26 »Cuando venga elConsolador, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí.

27 Y también vosotros daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio.

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Juan 16

1 »Todo esto os he dicho para que no flaquee vuestra fe.

2 Os expulsarán de las sinagogas; y hasta viene el día en que cualquiera que os mate pensará que está prestando un servicio a Dios.

3 Actuarán de este modo porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí.

4 Y os digo esto para que cuando llegue ese día os acordéis de que ya os lo había advertido. Sin embargo, no os dije esto al principio porque yo estaba con vosotros.

La obra del Espíritu Santo

5 »Ahora vuelvo al que me envió, pero ninguno de vosotros me pregunta: “¿A dónde vas?”

6 Al contrario, como os he dicho estas cosas, os habéis entristecido mucho.

7 Pero os digo la verdad: os conviene que me vaya porque, si no lo hago, elConsoladorno vendrá a vosotros; en cambio, si me voy, os lo enviaré.

8 Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su erroren cuanto al pecado, a la justicia y al juicio;

9 en cuanto al pecado, porque no creen en mí;

10 en cuanto a la justicia, porque voy al Padre y vosotros ya no podréis verme;

11 y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado.

12 »Muchas cosas me quedan aún por deciros, que por ahora no podríais sobrellevar.

13 Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y os anunciará las cosas por venir.

14 Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo dará a conocer a vosotros.

15 Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso os dije que el Espíritu tomará de lo mío y os lo dará a conocer a vosotros.

16 »Dentro de poco ya no me veréis; pero un poco después volveréis a verme».

La despedida de Jesús

17 Algunos de sus discípulos comentaban entre sí:

«¿Qué quiere decir con eso de que “dentro de poco ya no me veréis”, y “un poco después volveréis a verme”, y “porque voy al Padre”?»

18 E insistían: «¿Qué quiere decir con eso de “dentro de poco”? No sabemos de qué habla».

19 Jesús se dio cuenta de que querían hacerle preguntas acerca de esto, así que les dijo:

―¿Os estáis preguntando qué quise decir cuando dije: “Dentro de poco ya no me veréis”, y “un poco después volveréis a verme”?

20 Ciertamente os aseguro que lloraréis de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Os pondréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

21 La mujer que está a punto de dar a luz siente dolores porque ha llegado su momento, pero en cuanto nace la criatura se olvida de su angustia por la alegría de haber traído al mundo un nuevo ser.

22 Lo mismo os pasa a vosotros: ahora estáis tristes, pero cuando vuelva a veros os alegraréis, y nadie os va a quitar esa alegría.

23 En aquel día ya no me preguntaréis nada. Ciertamente os aseguro que mi Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.

24 Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.

25 »Os he dicho todo esto por medio de comparaciones, pero viene la hora en que ya no os hablaré así, sino que os hablaré claramente acerca de mi Padre.

26 En aquel día pediréis en mi nombre. Y no digo que voy a rogar por vosotros al Padre,

27 ya que el Padre mismo os ama porque me habéis amado y habéis creído que yo he venido de parte de Dios.

28 Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre».

29 ―Ahora sí estás hablando directamente, sin vueltas ni rodeos —le dijeron sus discípulos—.

30 Ya podemos ver que sabes todas las cosas, y que ni siquiera necesitas que nadie te haga preguntas. Por esto creemos que saliste de Dios.

31 ―¿Ahora me creéis?—contestó Jesús—.

32 Mirad que la hora viene, y ya está aquí, en que seréis dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejaréis solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo.

33 Yo os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En este mundo tendréis aflicciones, pero ¡tened ánimo! Yo he vencido al mundo.

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Juan 17

Jesús ora por sí mismo

1 Después de que Jesús dijera esto, dirigió la mirada al cielo y oró así:

«Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti,

2 ya que le has conferido autoridad sobre todomortalpara que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado.

3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y aJesucristo, a quien tú has enviado.

4 Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste.

5 Y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera.

Jesús ora por sus discípulos

6 »A los que me diste del mundo les he revelado quién eres.Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra.

7 Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,

8 porque les he entregado las palabras que me diste, y ellos las aceptaron; saben con certeza que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

9 Ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque son tuyos.

10 Todo lo que yo tengo es tuyo, y todo lo que tú tienes es mío; y por medio de ellos he sido glorificado.

11 Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti.

»Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros.

12 Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura.

13 »Ahora vuelvo a ti, pero digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que tengan mi alegría en plenitud.

14 Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

15 No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno.

16 Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo.

17 Santifícalosen la verdad; tu palabra es la verdad.

18 Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo.

19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Jesús ora por todos los creyentes

20 »No ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos,

21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno:

23 yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen laperfecciónen la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.

24 »Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.

25 »Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y estos reconocen que tú me enviaste.

26 Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos».

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Juan 18

Arresto de Jesús

1 Cuando Jesús terminó de orar, salió con sus discípulos y cruzó el arroyo de Cedrón. Al otro lado había un huerto en el que entró con sus discípulos.

2 También Judas, el que lo traicionaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.

3 Así que Judas llegó al huerto, a la cabeza de un destacamentode soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de losfariseos. Llevaban antorchas, lámparas y armas.

4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, les salió al encuentro.

―¿A quién buscáis? —les preguntó.

5 ―A Jesús de Nazaret —contestaron.

―Yo soy.

Judas, el traidor, estaba con ellos.

6 Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», dieron un paso atrás y se desplomaron.

7 ―¿A quién buscáis? —volvió a preguntarles Jesús.

―A Jesús de Nazaret —repitieron.

8 ―Ya os dije que yo soy. Si es a mí a quien buscáis, dejad que estos se vayan.

9 Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho: «De los que me diste ninguno se perdió».

10 Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco).

11 ―¡Devuelve esa espada a su funda! —ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?

Jesús ante Anás

12 Entonces los soldados, su comandante y los guardias de los judíos arrestaron a Jesús. Lo ataron

13 y lo llevaron primeramente a Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año.

14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era preferible que muriera un solo hombre por el pueblo.

Pedro niega a Jesús

15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Y, como el otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, entró en el patio del sumo sacerdote con Jesús;

16 Pedro, en cambio, tuvo que quedarse fuera, junto a la puerta. El discípulo conocido del sumo sacerdote volvió entonces a salir, habló con la portera de turno y consiguió que Pedro entrara.

17 ―¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? —le preguntó la portera.

―No lo soy —respondió Pedro.

18 Los criados y los guardias estaban de pie alrededor de una fogata que habían hecho para calentarse, pues hacía frío. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose.

Jesús ante el sumo sacerdote

19 Mientras tanto, el sumo sacerdote interrogaba a Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas.

20 ―Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en eltemplo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada.

21 ¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.

22 Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo:

―¿Así contestas al sumo sacerdote?

23 ―Si he dicho algo malo —replicó Jesús—, demuéstramelo. Pero, si lo que dije es correcto, ¿por qué me pegas?

24 Entonces Anás lo envió,todavía atado, a Caifás, el sumo sacerdote.

Pedro niega de nuevo a Jesús

25 Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose.

―¿No eres tú también uno de sus discípulos? —le preguntaron.

―No lo soy —dijo Pedro, negándolo.

26 ―¿Acaso no te vi en el huerto con él? —insistió uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja.

27 Pedro volvió a negarlo, y en ese instante cantó el gallo.

Jesús ante Pilato

28 Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano.Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo secontaminaríanritualmente y no podrían comer la Pascua.

29 Así que Pilato salió a interrogarlos:

―¿De qué delito acusáis a este hombre?

30 ―Si no fuera un malhechor —respondieron—, no te lo habríamos entregado.

31 ―Pues lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley —les dijo Pilato.

―Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie —objetaron los judíos.

32 Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús había dicho, al indicar la clase de muerte que iba a sufrir.

33 Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús.

―¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.

34 ―¿Eso lo dices tú —respondió Jesús—, o es que otros te han hablado de mí?

35 ―¿Acaso soy judío? —replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?

36 ―Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios siervos pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.

37 ―¡Así que eres rey! —le dijo Pilato.

―Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.

38 ―¿Qué es la verdad? —preguntó Pilato.

Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos.

―Yo no encuentro que este sea culpable de nada —declaró—.

39 Pero, como tenéis la costumbre de que os suelte a un preso durante la Pascua, ¿queréis que os suelte al “rey de los judíos”?

40 ―¡No, no sueltes a ese; suelta a Barrabás! —volvieron a gritar desaforadamente.

Y Barrabás era un bandido.

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Juan 19

La sentencia

1 Pilato tomó entonces a Jesús y mandó que lo azotaran.

2 Los soldados, que habían tejido una corona de espinas, se la pusieron a Jesús en la cabeza y lo vistieron con un manto de color púrpura.

3 ―¡Viva el rey de los judíos! —le gritaban, mientras se le acercaban para abofetearlo.

4 Pilato volvió a salir.

―Aquí lo tenéis —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepáis que no lo encuentro culpable de nada.

5 Cuando salió Jesús, llevaba puestos la corona de espinas y el manto de color púrpura.

―¡Aquí tenéis al hombre! —les dijo Pilato.

6 Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en grito:

―¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

―Pues lleváoslo y crucificadlo vosotros —replicó Pilato—. Por mi parte, no lo encuentro culpable de nada.

7 ―Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios —insistieron los judíos.

8 Al oír esto, Pilato se atemorizó aún más,

9 así que entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:

―¿De dónde eres tú?

Pero Jesús no le contestó nada.

10 ―¿Te niegas a hablarme? —le dijo Pilato—. ¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para mandar que te crucifiquen?

11 ―No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba —le contestó Jesús—. Por eso el que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande.

12 Desde entonces Pilato procuraba poner en libertad a Jesús, pero los judíos gritaban desaforadamente:

―Si dejas en libertad a este hombre, no eres amigo delemperador. Cualquiera que pretende ser rey se hace su enemigo.

13 Al oír esto, Pilato llevó a Jesús hacia fuera y se sentó en el tribunal, en un lugar al que llamaban el Empedrado (que en arameo se dice Gabatá).

14 Era el día de la preparación para la Pascua, cerca del mediodía.

―Aquí tenéis a vuestro rey —dijo Pilato a los judíos.

15 ―¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo! —vociferaron.

―¿Acaso voy a crucificar a vuestro rey? —replicó Pilato.

―No tenemos más rey que el emperador romano —contestaron los jefes de los sacerdotes.

16 Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y los soldados se lo llevaron.

La crucifixión

17 Jesús salió cargando su propia cruz hacia el lugar de la Calavera (que en arameo se llama Gólgota).

18 Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio.

19 Pilato mandó que se pusiera sobre la cruz un letrero en el que estuviera escrito: «Jesús de Nazaret, Rey de los judíos».

20 Muchos de los judíos lo leyeron, porque el sitio en que crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad. El letrero estaba escrito en arameo, latín y griego.

21 ―No escribas “Rey de los judíos” —protestaron ante Pilato los jefes de los sacerdotes judíos—. Sino que él era quien decía ser rey de los judíos.

22 ―Lo que he escrito, escrito queda —contestó Pilato.

23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron su manto y lo partieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. Tomaron también la túnica, la cual no tenía costura, sino que era de una sola pieza, tejida de arriba abajo.

24 ―No la dividamos —se dijeron unos a otros—. Echemos suertes para ver a quién le toca.

Y así lo hicieron los soldados. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice:

«Se repartieron entre ellos mi manto,

y sobre mi ropa echaron suertes».

25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofás, y María Magdalena.

26 Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien él amaba, dijo a su madre:

―Mujer, ahí tienes a tu hijo.

27 Luego dijo al discípulo:

―Ahí tienes a tu madre.

Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa.

Muerte de Jesús

28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:

―Tengo sed.

29 Había allí una vasija llena de vinagre; así que empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en una cañay se la acercaron a la boca.

30 Al probar Jesús el vinagre, dijo:

―Todo se ha cumplido.

Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

31 Era el día de la preparación para la Pascua. Los judíos no querían que los cuerpos permanecieran en la cruz ensábado, por ser este un día muy solemne. Así que pidieron a Pilato ordenar que se quebraran las piernas a los crucificados y bajaran sus cuerpos.

32 Fueron entonces los soldados y quebraron las piernas al primer hombre que había sido crucificado con Jesús, y luego al otro.

33 Pero, cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no quebraron sus piernas,

34 sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua.

35 El que lo vio ha dado testimonio de ello, y su testimonio es verídico. Él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.

36 Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán ningún hueso»

37 y, como dice otra Escritura: «Mirarán al que han traspasado».

Sepultura de Jesús

38 Después de esto, José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo.

39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilosde una mezcla de mirra y áloe.

40 Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y, conforme a la costumbre judía de dar sepultura, lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas.

41 En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto, un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie.

42 Como era el día judío de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

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Juan 20

El sepulcro vacío

1 El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.

2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

―¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!

3 Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro.

4 Ambos fueron corriendo, pero, como el otro discípulo corría más deprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro.

5 Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró.

6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas

7 y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.

8 En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó.

9 Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar.

Jesús se aparece a María Magdalena

10 Los discípulos regresaron a su casa,

11 pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro,

12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.

13 ―¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles.

―Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió.

14 Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él.

15 Jesús le dijo:

―¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo:

―Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo iré por él.

16 ―María —le dijo Jesús.

Ella se volvió y exclamó:

―¡Raboni! (que en arameo significa: maestro).

17 ―Suéltame,porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios”.

18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.

Jesús se aparece a sus discípulos

19 Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.

―¡La paz sea con vosotros!

20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.

21 ―¡La paz sea con vosotros! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo os envío a vosotros.

22 Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:

―Recibid el Espíritu Santo.

23 A quienes perdonéis sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonéis, no les serán perdonados.

Jesús se aparece a Tomás

24 Tomás, al que apodaban el Gemelo,y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús.

25 Así que los otros discípulos le dijeron:

―¡Hemos visto al Señor!

―Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

26 Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.

―¡La paz sea con vosotros!

27 Luego dijo a Tomás:

―Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.

28 ―¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás.

29 ―Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—;dichososlos que no han visto y sin embargo creen.

30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro.

31 Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es elCristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengáis vida.

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Juan

Juan 21

Jesús y la pesca milagrosa

1 Después de esto, Jesús se apareció de nuevo a sus discípulos, junto al lago de Tiberíades.Sucedió de esta manera:

2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (al que apodaban el Gemelo), Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos.

3 ―Me voy a pescar —dijo Simón Pedro.

―Nos vamos contigo —contestaron ellos.

Salieron, pues, de allí y se embarcaron, pero esa noche no pescaron nada.

4 Al despuntar el alba, Jesús se hizo presente en la orilla, pero los discípulos no se dieron cuenta de que era él.

5 ―Muchachos, ¿no tenéis algo de comer? —les preguntó Jesús.

―No —respondieron ellos.

6 ―Echad la red a la derecha de la barca, y pescaréis algo.

Así lo hicieron, y era tal la cantidad de peces que ya no podían sacar la red.

7 ―¡Es el Señor! —dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba.

Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua.

8 Los otros discípulos lo siguieron en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a escasos cien metrosde la orilla.

9 Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan.

10 ―Traed algunos de los pescados que acabáis de sacar —les dijo Jesús.

11 Simón Pedro subió a bordo y arrastró la red hasta la orilla, la cual estaba llena de pescados de buen tamaño. Eran ciento cincuenta y tres, pero a pesar de ser tantos la red no se rompió.

12 ―Venid a desayunar —les dijo Jesús.

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», porque sabían que era el Señor.

13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió, e hizo lo mismo con el pescado.

14 Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haberresucitado.

Jesús restituye a Pedro

15 Cuando terminaron de desayunar, Jesús preguntó a Simón Pedro:

―Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?

―Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro.

―Apacienta mis corderos —le dijo Jesús.

16 Y volvió a preguntarle:

―Simón, hijo de Juan, ¿me amas?

―Sí, Señor, tú sabes que te quiero.

―Cuida de mis ovejas.

17 Por tercera vez Jesús le preguntó:

―Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?

A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?» Así que le dijo:

―Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.

―Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—.

18 De veras te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir.

19 Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Después de eso añadió:

―¡Sígueme!

20 Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre Jesús y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?»

21 Al verlo, Pedro preguntó:

―Señor, ¿y este, qué?

22 ―Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué? Tú sígueme.

23 Por este motivo corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino solamente: «Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?»

24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y las escribió. Y estamos convencidos de que su testimonio es verídico.

25 Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero.

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Hechos 1

Jesús llevado al cielo

1 Estimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar

2 hasta el día en que fue llevado al cielo, tras darles instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido.

3 Después de padecer la muerte, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios.

4 Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó:

―No os alejéis de Jerusalén, sino esperad la promesa del Padre, de la cual os he hablado:

5 Juan bautizó conagua, pero dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.

6 Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron:

―Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel?

7 ―No os toca a vosotros conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre —les contestó Jesús—.

8 Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre vosotros, recibiréis poder y seréis mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.

9 Habiendo dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista.

10 Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se alejaba. De repente, se les acercaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

11 ―Galileos, ¿qué hacéis aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre vosotros al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo habéis visto irse.

Elección de Matías para reemplazar a Judas

12 Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, situado aproximadamente a un kilómetro de la ciudad.

13 Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí Pedro, Juan,Jacobo, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hijo de Jacobo.

14 Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María.

15 Por aquellos días, Pedro se puso de pie en medio de los creyentes,que eran un grupo como de ciento veinte personas,

16 y les dijo: «Hermanos, tenía que cumplirse la Escritura que, por boca de David, había predicho el Espíritu Santo en cuanto a Judas, el que sirvió de guía a los que arrestaron a Jesús.

17 Judas se contaba entre los nuestros y participaba en nuestro ministerio.

18 (Con el dinero que obtuvo por su crimen, Judas compró un terreno; allí cayó de cabeza, se reventó y se le salieron las vísceras.

19 Todos en Jerusalén se enteraron de ello, así que aquel terreno fue llamado Acéldama, que en su propio idioma quiere decir “Campo de Sangre”).

20 »Porque en el libro de los Salmos —continuó Pedro— está escrito:

»“Que su lugar quede desierto,

y que nadie lo habite”.

También está escrito:

»“Que otro se haga cargo de su oficio”.

21-22 Por tanto, es preciso que se una a nosotros un testigo de la resurrección, uno de los que nos acompañaban todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, desde que Juan bautizaba hasta el día en que Jesús fue llevado de entre nosotros».

23 Así que propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, apodado el Justo, y a Matías.

24 Y oraron así: «Señor, tú que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido

25 para que se haga cargo del servicio apostólico que Judas dejó para irse al lugar que le correspondía».

26 Luego echaron suertes y la elección recayó en Matías; así que él fue reconocido junto con los once apóstoles.

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Hechos 2

El Espíritu Santo desciende en Pentecostés

1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar.

2 De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos.

3 Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos.

4 Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferenteslenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.

5 Estaban de visita en Jerusalén judíos piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra.

6 Al oír aquel bullicio, se agolparon y quedaron todos pasmados porque cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma.

7 Desconcertados y maravillados, decían: «¿No son galileos todos estos que están hablando?

8 ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en su lengua materna?

9 Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y deAsia,

10 de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene; visitantes llegados de Roma;

11 judíos y prosélitos; cretenses y árabes: ¡todos por igual los oímos proclamar en nuestra propia lengua las maravillas de Dios!»

12 Desconcertados y perplejos, se preguntaban: «¿Qué quiere decir esto?»

13 Otros se burlaban y decían: «Lo que pasa es que están borrachos».

Pedro se dirige a la multitud

14 Entonces Pedro, con los once, se puso de pie y dijo con voz fuerte: «Compatriotas judíos y todos vosotros que estáis en Jerusalén, dejadme explicaros lo que sucede; prestad atención a lo que os voy a decir.

15 Estos no están borrachos, como suponéis. ¡Apenas son las nueve de la mañana!

16 En realidad, lo que ocurre es lo que anunció el profeta Joel:

17 »“Sucederá que en los últimos días —dice Dios—

derramaré mi Espíritu sobre todo el génerohumano.

Vuestros hijos e hijas profetizarán,

tendrán visiones los jóvenes

y sueños los ancianos.

18 En esos días derramaré mi Espíritu

aun sobre missiervosy mis siervas,

y profetizarán.

19 Arriba en el cielo y abajo en la tierra mostraré prodigios:

sangre, fuego y nubes de humo.

20 El sol se convertirá en tinieblas

y la luna en sangre

antes que llegue el día del Señor,

día grande y esplendoroso.

21 Y todo el que invoque el nombre del Señor

será salvo”.

22 »Pueblo de Israel, escuchad esto: Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, señales y prodigios, los cuales realizó Dios entre vosotros por medio de él, como bien sabéis.

23 Este fue entregado según el determinado propósito y el previo conocimiento de Dios; y, por medio de gente malvada,vosotros lo matasteis, clavándolo en la cruz.

24 Sin embargo, Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio.

25 En efecto, David dijo de él:

»“Veía yo al Señor siempre delante de mí,

porque él está a miderecha

para que no caiga.

26 Por eso mi corazón se alegra, y canta con gozo mi lengua;

mi cuerpo también vivirá en esperanza.

27 No dejarás que mividatermine en el sepulcro;

no permitirás que tu santo sufra corrupción.

28 Me has dado a conocer los caminos de la vida;

me llenarás de alegría en tu presencia”.

29 »Hermanos, permitidme hablaros con franqueza acerca del patriarca David, que murió y fue sepultado, y cuyo sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy.

30 Era profeta y sabía que Dios le había prometido bajo juramento poner en el trono a uno de sus descendientes.

31 Fue así como previó lo que iba a suceder. Refiriéndose a la resurrección delMesías, afirmó que Dios no dejaría que su vida terminara en el sepulcro, ni que su fin fuera la corrupción.

32 A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos.

33 Exaltado por el poderde Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que vosotros ahora veis y oís.

34 David no subió al cielo, y sin embargo declaró:

»“Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi derecha,

35 hasta que ponga a tus enemigos

por estrado de tus pies”.

36 »Por tanto, sepa bien todo Israel que a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor y Mesías».

37 Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles:

―Hermanos, ¿qué debemos hacer?

38 ―Arrepentíosy bautizaos cada uno de vosotros en el nombre deJesucristopara perdón de vuestros pecados —les contestó Pedro—, y recibiréis el don del Espíritu Santo.

39 En efecto, la promesa es para vosotros, para vuestros hijos y para todos los extranjeros,es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar.

40 Y con muchas otras razones les exhortaba insistentemente:

―¡Salvaos de esta generación perversa!

La comunidad de los creyentes

41 Así pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas.

42 Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.

43 Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles.

44 Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común:

45 vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.

46 No dejaban de reunirse en eltemploni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad,

47 alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.