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1 Reyes

1 Reyes 20

Ben Adad ataca a Samaria

1 Entonces Ben Adad, rey deSiria, reunió a todo su ejército y, acompañado por treinta y dos reyes con sus caballos y carros de combate, salió a hacerle guerra a Samaria y la sitió.

2 Envió a la ciudad mensajeros para que le dijeran a Acab, rey de Israel: «Así dice Ben Adad:

3 “Tu oro y tu plata son míos, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos”».

4 El rey de Israel envió esta respuesta: «Tal como dices, mi señor y rey, yo soy tuyo, con todo lo que tengo».

5 Los mensajeros volvieron a Acab y le dijeron: «Así dice Ben Adad: “Mandé a decirte que me entregaras tu oro y tu plata, tus esposas y tus hijos.

6 Por tanto, mañana como a esta hora voy a enviar a mis funcionarios a requisar tu palacio y las casas de tus funcionarios, y se apoderarán de todo lo que más valoras y se lo llevarán”».

7 El rey de Israel mandó llamar a todos losancianosdel país y les dijo:

―¡Mirad cómo ese tipo nos quiere causar problemas! Cuando mandó que le entregara mis esposas y mis hijos, mi oro y mi plata, no se los negué.

8 Los ancianos y todos los del pueblo respondieron:

―No le haga caso ni ceda a sus exigencias.

9 Así que Acab les respondió a los mensajeros de Ben Adad:

―Decidle a mi señor y rey: “Yo, tu siervo, haré todo lo que me pediste la primera vez, pero no puedo satisfacer esta nueva exigencia”.

Ellos regresaron a Ben Adad con esa respuesta.

10 Entonces Ben Adad le envió otro mensaje a Acab: «Que los dioses me castiguen sin piedad si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis hombres se lleven un puñado».

11 Pero el rey de Israel respondió: «Decidle que no cante victoria antes de tiempo».

12 Cuando Ben Adad recibió este mensaje, estaba bebiendo con los reyes en su campamento.De inmediato les ordenó a sus tropas: «¡A las armas!» Así que se prepararon para atacar la ciudad.

Acab derrota a Ben Adad

13 Mientras tanto, un profeta se presentó ante Acab, rey de Israel, y le anunció:

―Así dice elSeñor: “¿Ves ese enorme ejército? Hoy lo entregaré en tus manos, y entonces sabrás que yo soy elSeñor”.

14 ―¿Por medio de quién lo hará? —preguntó Acab.

―Así dice elSeñor—respondió el profeta—: “Lo haré por medio de los cadetes”.

―¿Y quién iniciará el combate? —insistió Acab.

―Tú mismo —respondió el profeta.

15 Así que Acab pasó revista a los cadetes, que sumaban doscientos treinta y dos hombres. También pasó revista a las demás tropas israelitas: siete mil en total.

16 Se pusieron en marcha al mediodía, mientras Ben Adad y los treinta y dos reyes aliados que estaban con él seguían emborrachándose en su campamento.

17 Los cadetes formaban la vanguardia. Cuando los exploradores que Ben Adad había enviado le informaron de que unos soldados estaban avanzando desde Samaria,

18 ordenó: «¡Capturadlos vivos, sea que vengan en son de paz o en son de guerra!»

19 Los cadetes salieron de la ciudad al frente del ejército.

20 Cada soldado abatió a su adversario, y lossiriostuvieron que huir. Los israelitas los persiguieron, pero Ben Adad, rey de Siria, escapó a caballo con algunos de sus jinetes.

21 El rey de Israel avanzó y abatió a la caballería, de modo que los sirios sufrieron una gran derrota.

22 Más tarde, el profeta se presentó ante el rey de Israel y le dijo: «No te duermas en los laureles;traza un buen plan, porque el año entrante el rey de Siria volverá a atacar».

23 Por otra parte, los funcionarios del rey de Siria le aconsejaron: «Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas. Por eso son demasiado fuertes para nosotros. Pero, si peleamos contra ellos en las llanuras, sin duda los venceremos.

24 Haz lo siguiente: Destituye a todos los reyes y reemplázalos por otros oficiales.

25 Prepara también un ejército como el que perdisteis, caballo por caballo y carro por carro, para atacar a Israel en las llanuras. ¡Sin duda los venceremos!»

Ben Adad estuvo de acuerdo, y así lo hizo.

26 Al año siguiente, pasó revista a las tropas sirias y marchó a Afec para atacar a Israel.

27 Acab, por su parte, pasó revista a las tropas israelitas y las aprovisionó. Estas se pusieron en marcha para salir al encuentro de los sirios, y acamparon frente a ellos. Parecían pequeños rebaños de cabras, mientras que los sirios cubrían todo el campo.

28 El hombre de Dios se presentó ante el rey de Israel y le dijo: «Así dice elSeñor: “Por cuanto los sirios piensan que elSeñores un dios de las montañas y no un dios de los valles, yo te voy a entregar este enorme ejército en tus manos, y así sabrás que yo soy elSeñor”».

29 Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros, y el séptimo día se inició el combate. En un solo día, los israelitas le causaron cien mil bajas a la infantería siria.

30 Los demás soldados huyeron a Afec, pero la muralla de la ciudad se desplomó sobre veintisiete mil de ellos.

Ben Adad, que también se había escapado a la ciudad, andaba de escondite en escondite.

31 Entonces sus funcionarios le dijeron: «Hemos oído decir que los reyes del linaje de Israel son compasivos. Rindámonos ante el rey de Israel y pidámosle perdón.Tal vez te perdone lavida».

32 Se presentaron entonces ante el rey de Israel, se rindieron ante él y le rogaron:

―Tu siervo Ben Adad dice: “Por favor, perdóname la vida”.

―¿Todavía está vivo? —preguntó el rey—. ¡Pero si es mi hermano!

33 Los hombres tomaron esa respuesta como un buen augurio y, aprovechando la ocasión, exclamaron:

―¡Claro que sí, Ben Adad es tu hermano!

―Id por él —dijo el rey.

Cuando Ben Adad se presentó ante Acab, este lo hizo subir a su carro de combate. Entonces Ben Adad le propuso:

34 ―Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, y podrás establecer zonas de mercado en Damasco, como hizo mi padre en Samaria.

Acab le respondió:

―Sobre esa base, te dejaré en libertad.

Y así firmó un tratado con él, y lo dejó ir.

Un profeta condena a Acab

35 En obediencia a la palabra delSeñor, un miembro de la comunidad de profetas le dijo a otro:

―¡Golpéame!

Pero aquel se negó a hacerlo.

36 Entonces el profeta le dijo:

―Por cuanto no has obedecido alSeñor, tan pronto como nos separemos te matará un león.

Y, después de que el profeta se fue, un león le salió al paso y lo mató.

37 Más adelante, el mismo profeta encontró a otro hombre y le dijo: «¡Golpéame!» Así que el hombre lo golpeó y lo hirió.

38 Luego el profeta salió a esperar al rey a la vera del camino, cubierto el rostro con un antifaz.

39 Cuando pasaba el rey, el profeta le gritó:

―Este tu siervo entró en lo más reñido de la batalla. Allí alguien se me presentó con un prisionero y me dijo: “Hazte cargo de este hombre. Si se te escapa, pagarás suvidacon la tuya, o con tres mil monedasde plata”.

40 Mientras este tu siervo estaba ocupado en otras cosas, el hombre se escapó.

―¡Esa es tu sentencia! —respondió el rey de Israel—. Tú mismo has tomado la decisión.

41 En el acto, el profeta se quitó el antifaz, y el rey de Israel se dio cuenta de que era uno de los profetas.

42 Y le dijo al rey:

―Así dice elSeñor: “Has dejado en libertad a un hombre que yo había condenado a muerte.Por lo tanto, pagarás su vida con la tuya, y su pueblo con el tuyo”.

43 Entonces el rey de Israel, deprimido y malhumorado, volvió a su palacio en Samaria.

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1 Reyes 21

El viñedo de Nabot

1 Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria.

2 Este le dijo a Nabot:

―Dame tu viñedo para hacerme una huerta de hortalizas, ya que está tan cerca de mi palacio. A cambio de él te daré un viñedo mejor o, si lo prefieres, te pagaré lo que valga.

3 Pero Nabot le respondió:

―¡ElSeñorme libre de venderte lo que heredé de mis antepasados!

4 Acab se fue a su casa deprimido y malhumorado porque Nabot el jezrelita le había dicho: «No puedo cederte lo que heredé de mis antepasados». De modo que se acostó de cara a la pared, y no quiso comer.

5 Su esposa Jezabel entró y le preguntó:

―¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres?

6 ―Porque le dije a Nabot el jezrelita que me vendiera su viñedo o que, si lo prefería, se lo cambiaría por otro; pero él se negó.

7 Ante esto, Jezabel su esposa le dijo:

―¿Y no eres tú quien manda en Israel? ¡Anda, levántate y come, que te hará bien! Yo te conseguiré el viñedo del tal Nabot.

8 De inmediato escribió cartas en nombre de Acab, puso en ellas el sello del rey, y las envió a losancianosy nobles que vivían en la ciudad de Nabot.

9 En las cartas decía:

«Decretad un día de ayuno, y dad a Nabot un lugar prominente en la asamblea del pueblo.

10 Poned frente a él a dos sinvergüenzas y hacedles testificar que él ha maldecido tanto a Dios como al rey. Luego sacadlo y matadlo a pedradas».

11 Los ancianos y nobles que vivían en esa ciudad acataron lo que Jezabel había ordenado en sus cartas.

12 Decretaron un día de ayuno y le dieron a Nabot un lugar prominente en la asamblea.

13 Llegaron los dos sinvergüenzas, se sentaron frente a él y lo acusaron ante el pueblo, diciendo: «¡Nabot ha maldecido a Dios y al rey!» Como resultado, la gente lo llevó fuera de la ciudad y lo mató a pedradas.

14 Entonces le informaron a Jezabel: «Nabot ha sido apedreado y está muerto».

15 Tan pronto como Jezabel se enteró de que Nabot había muerto a pedradas, le dijo a Acab: «¡Vamos! Toma posesión del viñedo que Nabot el jezrelita se negó a venderte. Ya no vive; está muerto».

16 Cuando Acab se enteró de que Nabot había muerto, fue a tomar posesión del viñedo.

17 Entonces la palabra delSeñorvino a Elías el tisbita y le dio este mensaje:

18 «Ve a encontrarte con Acab, rey de Israel, que gobierna en Samaria. En este momento se encuentra en el viñedo de Nabot, tomando posesión del mismo.

19 Dile que así dice elSeñor: “¿No has asesinado a un hombre, y encima te has adueñado de su propiedad?” Luego dile que así también dice elSeñor: “¡En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre!”»

20 Acab le respondió a Elías:

―¡Mi enemigo! ¿Así que me has encontrado?

―Sí —contestó Elías—, te he encontrado porque te has vendido para hacer lo que ofende alSeñor,

21 quien ahora te dice: “Voy a enviarte una desgracia. Acabaré contigo, y de tus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre.

22 Haré con tu familia lo mismo que hice con la de Jeroboán hijo de Nabat y con la de Basá hijo de Ahías, porque has provocado mi ira y has hecho que Israel peque”.

23 Y en cuanto a Jezabel, elSeñordice: “Los perros se la comerán junto al murode Jezrel”.

24 También a los familiares de Acab que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo.

25 Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende alSeñor.

26 Su conducta fue repugnante, pues siguió a los ídolos, como habían hecho los amorreos, a quienes elSeñorexpulsó de la presencia de Israel.

27 Cuando Acab escuchó estas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y ayunó. Dormía vestido así y andaba deprimido.

28 Entonces la palabra delSeñorvino a Elías el tisbita y le dio este mensaje:

29 «¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí? Por cuanto se ha humillado, no enviaré esta desgracia mientras él viva, sino que la enviaré a su familia durante el reinado de su hijo».

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1 Reyes 22

Micaías profetiza contra Acab

1 Durante tres años no hubo guerra entreSiriae Israel.

2 Pero en el tercer año Josafat, rey de Judá, fue a ver al rey de Israel,

3 el cual dijo a sus funcionarios: «¿No sabéis que Ramot de Galaad nos pertenece? ¡Y no hemos hecho nada para obligar al rey de Siria a que nos la devuelva!»

4 Así que le preguntó a Josafat:

―¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad?

Josafat le respondió al rey de Israel:

―Estoy a tu disposición, lo mismo que mi pueblo y mis caballos.

5 Pero, antes que nada, consultemos alSeñor—añadió.

6 Así que el rey de Israel reunió a los profetas, que eran casi cuatrocientos, y les preguntó:

―¿Debo ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?

―Ve —contestaron ellos—, porque el Señor la entregará en tus manos.

7 Pero Josafat inquirió:

―¿No hay aquí un profeta delSeñora quien podamos consultar?

8 El rey de Israel le respondió:

―Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar alSeñor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; solo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá.

―No digas eso —replicó Josafat.

9 Entonces el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le ordenó:

―¡Traed de inmediato a Micaías hijo de Imlá!

10 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con su ropaje real y sentados en sus respectivos tronos, estaban en la plaza a laentradade Samaria, con todos los que profetizaban en presencia de ellos.

11 Sedequías hijo de Quenaná, que se había hecho unos cuernos de hierro, anunció: «Así dice elSeñor: “Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta aniquilarlos”».

12 Y los demás profetas vaticinaban lo mismo: «Ataca a Ramot de Galaad, y vencerás, porque elSeñorla entregará en tus manos».

13 Ahora bien, el mensajero que había ido a llamar a Micaías le advirtió:

―Mira, los demás profetas a una voz predicen el éxito del rey. Habla favorablemente, para que tu mensaje concuerde con el de ellos.

14 Pero Micaías repuso:

―Tan cierto como que vive elSeñor, ten la seguridad de que yo le anunciaré al rey lo que elSeñorme diga.

15 Cuando compareció ante el rey, este le preguntó:

―Micaías, ¿debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?

―Ataca, que vencerás —contestó él—, porque elSeñorla entregará en tus manos.

16 El rey le reconvino:

―¿Cuántas veces debo hacerte jurar que no me digas nada más que la verdad en elnombredelSeñor?

17 Ante esto, Micaías respondió:

―Vi a todo Israel esparcido por las colinas, como ovejas sinpastor. Y elSeñordijo: “Esta gente no tiene amo. ¡Que cada cual se vaya a su casa enpaz!”

18 El rey de Israel le dijo a Josafat:

―¿No te dije que jamás me profetiza nada bueno, y que solo me anuncia desastres?

19 Micaías prosiguió:

―Por lo tanto, oye la palabra delSeñor: Vi alSeñorsentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda.

20 Y elSeñordijo: “¿Quién inducirá a Acab para que ataque a Ramot de Galaad y vaya a morir allí?” Uno sugería una cosa, y otro sugería otra.

21 Por último, un espíritu se adelantó, se puso delante delSeñory dijo: “Yo le induciré”.

22 “¿Por qué medios?”, preguntó elSeñor. Y aquel espíritu respondió: “Saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas”. Entonces elSeñorordenó: “Ve y hazlo así, que tendrás éxito en inducirlo”.

23 Así que ahora elSeñorha puesto un espíritu mentiroso en la boca de todos tus profetas. ElSeñorha decretado el mal para ti.

24 Al oír esto, Sedequías hijo de Quenaná se levantó y le dio una bofetada a Micaías.

―¿Por dónde se fue el espíritudelSeñorcuando salió de mí para hablarte? —le preguntó.

25 Micaías contestó:

―Lo sabrás el día en que andes de escondite en escondite.

26 Entonces el rey de Israel ordenó:

―Tomad a Micaías y llevádselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, mi hijo.

27 Decidles que les ordeno echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua, hasta que yo regrese sin contratiempos.

28 Micaías manifestó:

―Si regresas sin contratiempos, elSeñorno ha hablado por medio de mí. ¡Tomad nota todos vosotros de lo que estoy diciendo!

Muerte de Acab

29 El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, marcharon juntos contra Ramot de Galaad.

30 Allí el rey de Israel le dijo a Josafat: «Yo entraré en la batalla disfrazado, pero tú te pondrás tu ropaje real». Así que el rey de Israel se disfrazó y entró en el combate.

31 Pero el rey deSiriales había ordenado a sus treinta y dos capitanes de los carros de combate: «No luchéis contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel».

32 Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron: «Sin duda, este es el rey de Israel». Así que se volvieron para atacarlo; pero Josafat gritó.

33 Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo.

34 Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenó al que conducía su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido».

35 Todo el día arreció la batalla, y al rey se le mantuvo de pie en su carro, frente a los sirios. Pero la sangre de su herida no dejaba de correr por la plataforma del carro, y esa misma tarde Acab murió.

36 Ya se ponía el sol cuando por todo el ejército se difundió un clamor: «Cada hombre a su ciudad; ¡todo el mundo a su tierra!»

37 Así que el rey murió, y fue llevado a Samaria, donde lo sepultaron.

38 Lavaron el carro en un estanque de Samaria, donde se bañaban las prostitutas, y los perros lamieron la sangre, tal como lo había declarado la palabra delSeñor.

39 Los demás acontecimientos del reinado de Acab, incluso todo lo que hizo, el palacio que construyó e incrustó de marfil, y las ciudades que fortificó, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

40 Acab murió, y su hijo Ocozías le sucedió en el trono.

Josafat, rey de Judá

41 Josafat hijo de Asá ascendió al trono de Judá en el cuarto año de Acab, rey de Israel.

42 Josafat tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. El nombre de su madre era Azuba hija de Siljí.

43 Siempre siguió el buen ejemplo de su padre Asá, y nunca se desvió de él, sino que hizo lo que agrada alSeñor. Sin embargo, no se quitaron lossantuarios paganos, de modo que el pueblo siguió ofreciendo allí sacrificios e incienso quemado.

44 Josafat también vivió en paz con el rey de Israel.

45 Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, lo que llevó a cabo y sus proezas militares, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

46 Libró la tierra del resto de los hombres que practicaban la prostitución en los santuarios, los cuales se habían quedado allí incluso después del reinado de su padre Asá.

47 En aquel tiempo no había rey en Edom, sino que gobernaba un regente.

48 Por esos días Josafat construyó una flota mercantepara ir a Ofir por oro, pero nunca llegaron a zarpar, pues naufragaron en Ezión Guéber.

49 Entonces Ocozías hijo de Acab le dijo a Josafat: «Deja que mis hombres naveguen con tus hombres». Pero Josafat no se lo permitió.

50 Josafat murió y fue sepultado con sus antepasados en la ciudad de su padre David. Y su hijo Jorán le sucedió en el trono.

Ocozías, rey de Israel

51 Ocozías hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria en el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años en Israel.

52 Pero hizo lo que ofende alSeñor, porque anduvo en loscaminosde su padre y de su madre, y en los caminos de Jeroboán hijo de Nabat, que hizo que Israel pecara.

53 Sirvió y adoró aBaal, y provocó a ira alSeñor, Dios de Israel, tal como había hecho su padre.

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2 Reyes 1

El juicio del Señor contra Ocozías

1 Después de la muerte de Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel.

2 Ocozías, que se había herido al caerse por la ventana del piso superior de su palacio en Samaria, despachó a unos mensajeros con este encargo: «Id y consultad aBaalZebub, dios de Ecrón, para saber si voy a recuperarme de estas heridas».

3 Pero el ángel delSeñorle dijo a Elías el tisbita: «Levántate y sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria. Diles: “Y vosotros, ¿por qué vais a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel?”

4 Pues bien, así dice elSeñor: “Ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás”».

Así lo hizo Elías,

5 y, cuando los mensajeros regresaron, el rey les preguntó:

―¡Cómo! ¿Ya estáis de regreso?

6 Ellos respondieron:

―Es que un hombre nos salió al encuentro y nos dijo que regresáramos al rey que nos había enviado y le dijéramos: “Así dice elSeñor: ‘¿Por qué mandas a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel? Pues bien, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás’ ”.

7 El rey les preguntó:

―¿Qué aspecto tenía el hombre que os salió al encuentro y os habló de ese modo?

8 ―Llevaba puesto un manto de piel y tenía un cinturón de cuero atado a la cintura —contestaron ellos.

―¡Ah! ¡Era Elías el tisbita! —exclamó el rey.

9 Y en seguida envió a un oficial con cincuenta soldados a buscarlo. El oficial fue y encontró a Elías sentado en la cima de un monte.

―Hombre de Dios —le dijo—, el rey te ordena que bajes.

10 ―Si soy hombre de Dios —replicó Elías—, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!

Al instante cayó fuego del cielo y consumió al oficial y a sus soldados.

11 Así que el rey envió a otro oficial con otros cincuenta soldados en busca de Elías.

―Hombre de Dios —le dijo—, el rey te ordena que bajes inmediatamente.

12 ―Si soy hombre de Dios —repuso Elías—, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!

Una vez más, el fuego de Dios cayó del cielo y consumió al oficial y a sus soldados.

13 Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando este llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró:

―Hombre de Dios, te ruego que respetes mividay la de estos cincuenta siervos tuyos.

14 Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso te pido ahora que respetes mi vida.

15 El ángel delSeñorle ordenó a Elías: «Baja con él; no le tengas miedo». Así que Elías se levantó y bajó con el oficial para ver al rey,

16 a quien le dijo:

―Así dice elSeñor: “Enviaste mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón. ¿Acaso no hay Dios en Israel a quien puedas consultar? Puesto que has actuado así, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás”.

17 Así fue como murió el rey, según la palabra que elSeñorhabía anunciado por medio de Elías.

Como Ocozías no llegó a tener hijos, Jorán le sucedió en el trono. Esto aconteció en el segundo año de Jorán hijo de Josafat, rey de Judá.

18 Los demás acontecimientos del reinado de Ocozías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

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2 Reyes 2

Elías es llevado al cielo

1 Cuando se acercaba la hora en que elSeñorse iba a llevar a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo salieron de Guilgal.

2 Entonces Elías le dijo a Eliseo:

―Quédate aquí, pues elSeñorme ha enviado a Betel.

Pero Eliseo le respondió:

―Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo.

Así que fueron juntos a Betel.

3 Allí los miembros de la comunidad de profetas de Betel salieron a recibirlos y le preguntaron a Eliseo:

―¿Sabes que hoy elSeñorva a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?

―Lo sé muy bien; ¡callad!

4 Elías, por su parte, volvió a decirle:

―Quédate aquí, Eliseo, pues elSeñorme ha enviado a Jericó.

Pero Eliseo le repitió:

―Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo.

Así que fueron juntos a Jericó.

5 También allí los miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron:

―¿Sabes que hoy elSeñorva a quitarte a tu maestro y a dejarte sin guía?

―Lo sé muy bien; ¡callad!

6 Una vez más Elías le dijo:

―Quédate aquí, pues elSeñorme ha enviado al Jordán.

Pero Eliseo insistió:

―Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo.

Así que los dos siguieron caminando

7 y se detuvieron junto al río Jordán. Cincuenta miembros de la comunidad de profetas fueron también hasta ese lugar, pero se mantuvieron a cierta distancia, frente a ellos.

8 Elías tomó su manto y, enrollándolo, golpeó el agua. El río se partió en dos, de modo que ambos lo cruzaron en seco.

9 Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo:

―¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado?

―Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble—respondió Eliseo.

10 ―Has pedido algo difícil —le dijo Elías—, pero, si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no.

11 Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino.

12 Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: «¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!» Pero no volvió a verlo.

Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos.

13 Luego recogió el manto que se le había caído a Elías y, regresando a la orilla del Jordán,

14 golpeó el agua con el manto y exclamó: «¿Dónde está elSeñor, el Dios de Elías?» En cuanto golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó.

15 Los profetas de Jericó, al verlo, exclamaron: «¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!» Entonces fueron a su encuentro y se postraron ante él, rostro en tierra.

16 ―Mira —le dijeron—, aquí se encuentran, entre nosotros tus siervos, cincuenta hombres muy capaces, que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu delSeñorlo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle.

―No —respondió Eliseo—, no los mandéis.

17 Pero ellos insistieron tanto que él se sintió incómodoy por fin les dijo:

―Está bien, mandadlos.

Así que enviaron a los cincuenta hombres, los cuales buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron.

18 Cuando regresaron a Jericó, donde se había quedado Eliseo, él les reprendió diciendo:

―¿No os advertí que no fuerais?

Eliseo purifica el agua

19 Luego, los habitantes de la ciudad le dijeron a Eliseo:

―Señor, como tú puedes ver, nuestra ciudad está bien ubicada, pero el agua es mala, y por eso la tierra ha quedado estéril.

20 ―Traedme una vasija nueva, y echadle sal —les ordenó Eliseo.

Cuando se la entregaron,

21 Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó:

―Así dice elSeñor: “¡Yopurificoesta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad!”

22 A partir de ese momento, y hasta el día de hoy, el agua quedó purificada, según la palabra de Eliseo.

Eliseo maldice a los burlones

23 De Jericó, Eliseo se dirigió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos muchachos salieron de la ciudad y empezaron a burlarse de él. «¡Anda, viejo calvo! —le gritaban—. ¡Anda, viejo calvo!»

24 Eliseo se volvió y, clavándoles la vista, los maldijo en elnombredelSeñor. Al instante, dos osas salieron del bosque y despedazaron a cuarenta y dos muchachos.

25 De allí, Eliseo se fue al monte Carmelo; y luego regresó a Samaria.

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2 Reyes 3

Los moabitas se rebelan

1 En el año dieciocho de Josafat, rey de Judá, Jorán hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria, y reinó doce años.

2 Jorán hizo lo que ofende alSeñor, aunque no tanto como su padre y su madre, pues mandó que se quitara unapiedra sagradaque su padre había erigido en honor deBaal.

3 Sin embargo, Jorán se aferró a los mismos pecados con que Jeroboán hijo de Nabat había hecho pecar a los israelitas, pues no se apartó de esos pecados.

4 Ahora bien, Mesá, rey de Moab, criaba ovejas, y como tributo anual le entregaba al rey de Israel cien mil ovejas y la lana de cien mil corderos.

5 Pero, al morir Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.

6 Entonces el rey Jorán salió de Samaria, movilizó a todo el ejército de Israel,

7 y le envió este mensaje a Josafat, rey de Judá:

―El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Irías conmigo a pelear contra Moab?

―Claro que sí —le respondió Josafat—. Estoy a tu disposición, lo mismo que mi ejército y mi caballería.

8 ¿Qué ruta tomaremos?

―La ruta del desierto de Edom —contestó Jorán.

9 Fue así como los reyes de Israel, Judá y Edom se pusieron en marcha. Durante siete días anduvieron por el desierto, hasta que el ejército y los animales se quedaron sin agua.

10 ―¡Ay! —exclamó el rey de Israel—. ¡ElSeñorha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas!

11 Pero Josafat preguntó:

―¿Acaso no hay aquí un profeta delSeñor, para que consultemos alSeñorpor medio de él?

Un oficial del rey de Israel contestó:

―Aquí cerca está Eliseo hijo de Safat, el que servía a Elías.

12 ―Pues él puede darnos palabra delSeñor—comentó Josafat.

Así que el rey de Israel fue a ver a Eliseo, acompañado de Josafat y del rey de Edom.

13 Pero Eliseo le dijo al rey de Israel:

―¿Qué tengo yo que ver contigo? Vete a consultar a los profetas de tu padre y de tu madre.

―No —respondió el rey de Israel—, pues elSeñornos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de los moabitas.

14 Eliseo replicó:

―Te juro que, si no fuera por el respeto que le tengo a Josafat, rey de Judá, ni siquiera te miraría a la cara. ¡Tan cierto como que vive elSeñorTodopoderoso, a quien sirvo!

15 En fin, ¡que me traigan un músico!

Mientras el músico tañía el arpa, la mano delSeñorvino sobre Eliseo,

16 y este dijo:

―Así dice elSeñor: “Abrid zanjas por todo este valle,

17 pues aunque no veáis viento ni lluvia —dice elSeñor—, este valle se llenará de agua, de modo que podréis beber vosotros y todos vuestros animales”.

18 Esto es poca cosa para elSeñor, que además entregará a Moab en vuestras manos.

19 De hecho, vosotros destruiréis todas las ciudades fortificadas y las otras ciudades principales. Cortaréis los mejores árboles, cegaréis los manantiales y sembraréis de piedras los campos fértiles.

20 A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, toda el área se inundó con el agua que venía de la región de Edom.

21 Ahora bien, cuando los moabitas se enteraron de que los reyes habían salido para atacarlos, movilizaron a todos los que podían servir en el ejército y tomaron posiciones en la frontera.

22 Al levantarse ellos por la mañana, el sol se reflejaba sobre el agua, y a los moabitas les pareció que estaba teñida en sangre.

23 «¡Es sangre de batalla! —exclamaron—. Esos reyes deben de haber peleado, y se han matado unos a otros. ¡Vamos, Moab, al saqueo!»

24 Cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, los israelitas les hicieron frente y los derrotaron. Aquellos se dieron a la fuga, pero los israelitas los persiguieron y los aniquilaron,

25 y destruyeron sus ciudades. Cada uno tiró una piedra en los campos fértiles de Moab hasta llenarlos; además, cegaron los manantiales y cortaron los mejores árboles. Solo Quir Jaréset quedó en pie, aunque los honderos la cercaron y también lograron conquistarla.

26 El rey de Moab, al ver que perdía la batalla, se llevó consigo a setecientos guerreros con el propósito de abrirse paso hasta donde estaba el rey de Edom, pero no logró pasar.

27 Tomó entonces a su hijoprimogénito, que había de sucederle en el trono, y lo ofreció enholocaustosobre la muralla. A raíz de esto, se desató contra Israel una furia incontenible, de modo que los israelitas tuvieron que retirarse y volver a su país.

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2 Reyes 4

El aceite de la viuda

1 La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:

―Mi esposo, tu siervo, ha muerto, y tú sabes que él era fielalSeñor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.

2 ―¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa?

―Tu sierva no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de aceite.

3 Eliseo le ordenó:

―Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas.

4 Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.

5 En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban.

6 Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: «Ya no hay». En ese momento se acabó el aceite.

7 La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podréis vivir tú y tus hijos».

El hijo de la sunamita

8 Un día, cuando Eliseo pasaba por Sunén, cierta mujer de buena posición le insistió que comiera en su casa. Desde entonces, siempre que pasaba por ese pueblo, comía allí.

9 La mujer le dijo a su esposo: «Mira, yo estoy segura de que este hombre que siempre nos visita es unsantohombre de Dios.

10 Hagámosle un cuarto en la azotea, y pongámosle allí una cama, una mesa con una silla, y una lámpara. De ese modo, cuando nos visite, tendrá un lugar donde quedarse».

11 En cierta ocasión Eliseo llegó, fue a su cuarto y se acostó.

12 Luego le dijo a su criado Guiezi:

―Llama a la señora.

El criado así lo hizo, y ella se presentó.

13 Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:

―Dile a la señora: “¡Te has tomado muchas molestias por nosotros! ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Quieres que le hable al rey o al jefe del ejército en tu favor?”

Pero ella le respondió:

―Yo vivo segura en medio de mi pueblo.

14 Eliseo le preguntó a Guiezi:

―¿Qué puedo hacer por ella?

―Bueno —contestó el siervo— ella no tiene hijos, y su esposo ya es anciano.

15 ―Llámala —ordenó Eliseo.

Guiezi la llamó, y ella se detuvo en la puerta.

16 Entonces Eliseo le prometió:

―El año que viene, por esta fecha, estarás abrazando un hijo.

―¡No, mi señor, hombre de Dios! —exclamó ella—. No engañes a tu sierva.

17 En efecto, la mujer quedó embarazada. Y al año siguiente, por esa misma fecha, dio a luz un hijo, tal como Eliseo se lo había dicho.

18 El niño creció, y un día salió a ver a su padre, que estaba con los segadores.

19 De pronto exclamó:

―¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!

El padre le ordenó a un criado:

―¡Llévaselo a su madre!

20 El criado lo cargó y se lo llevó a la madre, la cual lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía. A esa hora, el niño murió.

21 Entonces ella subió, lo puso en la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta, salió.

22 Después llamó a su esposo y le dijo:

―Préstame un criado y una burra; en seguida vuelvo. Voy de prisa a ver al hombre de Dios.

23 ―¿Para qué vas a verle hoy? —le preguntó su esposo—. No es día de luna nueva nisábado.

―No importa —respondió ella.

24 Entonces hizo aparejar la burra y le ordenó al criado:

―¡Anda, vamos! No te detengas hasta que te lo diga.

25 La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Este la vio a lo lejos y le dijo a su criado Guiezi:

―¡Mira! Ahí viene la sunamita.

26 Corre a recibirla y pregúntale cómo está ella, y cómo están su esposo y el niño.

El criado fue, y ella respondió que todos estaban bien.

27 Pero luego fue a la montaña y se abrazó a los pies del hombre de Dios. Guiezi se acercó con el propósito de apartarla, pero el hombre de Dios intervino:

―¡Déjala! Está muy angustiada, y elSeñorme ha ocultado lo que pasa; no me ha dicho nada.

28 ―Señor mío —le dijo la mujer—, ¿acaso yo te pedí un hijo? ¿No te rogué que no me engañaras?

29 Eliseo le ordenó a Guiezi:

―Arréglate la ropa, toma mi bastón y ponte en camino. Si te encuentras con alguien, no lo saludes; si alguien te saluda, no le respondas. Y, cuando llegues, coloca el bastón sobre la cara del niño.

30 Pero la madre del niño exclamó:

―¡Te juro que no te dejaré solo! ¡Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos!

Así que Eliseo se levantó y fue con ella.

31 Guiezi, que se había adelantado, llegó y colocó el bastón sobre la cara del niño, pero este no respondió ni dio ninguna señal de vida. Por tanto, Guiezi volvió para encontrarse con Eliseo y le dijo:

―El niño no despierta.

32 Cuando Eliseo llegó a la casa, encontró al niño muerto, tendido sobre su cama.

33 Entró al cuarto, cerró la puerta y oró alSeñor.

34 Luego subió a la cama y se tendió sobre el niño su boca sobre la boca del niño, sus ojos sobre los del niño y sus manos sobre las del niño, hasta que el cuerpo del niño empezó a entrar en calor.

35 Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado a otro del cuarto, y luego volvió a tenderse sobre el niño. Esto lo hizo siete veces, al cabo de las cuales el niño estornudó y abrió los ojos.

36 Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:

―Llama a la señora.

Guiezi así lo hizo y, cuando la mujer llegó, Eliseo le dijo:

―Puedes llevarte a tu hijo.

37 Ella entró, se arrojó a los pies de Eliseo y se postró rostro en tierra. Entonces tomó a su hijo y salió.

El milagro de la comida

38 Eliseo regresó a Guilgal y se encontró con que en esos días había mucha hambre en el país. Por tanto, se reunió con la comunidad de profetas y le ordenó a su criado: «Pon esa olla grande en el fogón y prepara un guisado para los profetas».

39 En eso, uno de ellos salió al campo para recoger hierbas; allí encontró una planta silvestre y arrancó varias frutas hasta llenar su manto. Al regresar, las cortó en pedazos y las echó en el guisado sin saber qué eran.

40 Sirvieron el guisado, pero, cuando los hombres empezaron a comerlo, gritaron:

―¡Hombre de Dios, esto es veneno!

Así que no pudieron comer.

41 Entonces Eliseo ordenó:

―Traedme harina.

Y, después de echar la harina en la olla, dijo:

―Servid a la gente para que coma.

Y ya no hubo nada en la olla que les hiciera daño.

Alimentación de cien hombres

42 De Baal Salisá llegó alguien que le llevaba al hombre de Dios pan de losprimerosfrutos: veinte panes de cebada y espigas de trigo fresco.Eliseo le dijo a su criado:

―Dale de comer a la gente.

43 ―¿Cómo voy a alimentar a cien personas con esto? —replicó el criado.

Pero Eliseo insistió:

―Dale de comer a la gente, pues así dice elSeñor: “Comerán y habrá de sobra”.

44 Entonces el criado les sirvió el pan y, conforme a la palabra delSeñor, la gente comió y hubo de sobra.

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2 Reyes 5

Eliseo sana a Naamán

1 Naamán, jefe del ejército del rey deSiria, era un hombre de mucho prestigio y gozaba del favor de su rey porque, por medio de él, elSeñorle había dado victorias a su país. Era un soldado valiente, pero estaba enfermo delepra.

2 En cierta ocasión los sirios, que habían salido a merodear, capturaron a una muchacha israelita y la hicieron criada de la esposa de Naamán.

3 Un día la muchacha le dijo a su ama: «Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaria, porque él lo sanaría de su lepra».

4 Naamán fue a contarle al rey lo que la muchacha israelita había dicho.

5 El rey de Siria le respondió:

―Bien, puedes ir; yo le mandaré una carta al rey de Israel.

Y así Naamán se fue, llevando treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oroy diez mudas de ropa.

6 La carta que le llevó al rey de Israel decía: «Cuando te llegue esta carta, verás que el portador es Naamán, uno de mis oficiales. Te lo envío para que lo sanes de su lepra».

7 Al leer la carta, el rey de Israel se rasgó las vestiduras y exclamó: «¿Y acaso soy Dios, capaz de dar vida o muerte, para que venga alguien y me pida sanar a un leproso? ¡Fijaos bien cómo me está buscando pleito!»

8 Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: «¿Por qué estás tan molesto?¡Mándame a ese hombre, para que sepa que hay profeta en Israel!»

9 Así que Naamán, con sus caballos y sus carros, fue a la casa de Eliseo y se detuvo ante la puerta.

10 Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tu piel sanará, y quedarás limpio».

11 Naamán se enfureció y se fue, quejándose: «¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar elnombredelSeñorsu Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra!

12 ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio?» Furioso, dio media vuelta y se marchó.

13 Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: «Señor,si el profeta te hubiera mandado hacer algo complicado, ¿no le habrías hecho caso? ¡Con más razón si lo único que te dice es que te zambullas, y así quedarás limpio!»

14 Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio!

15 Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo:

―Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino solo en Israel. Te ruego que aceptes un regalo de tu siervo.

16 Pero Eliseo respondió:

―¡Tan cierto como que vive elSeñor, a quien yo sirvo, que no voy a aceptar nada!

Y por más que insistió Naamán, Eliseo no accedió.

17 ―En ese caso —persistió Naamán—, permíteme llevarme dos cargas de esta tierra,ya que de aquí en adelante Tu siervo no va a ofrecerholocaustosni sacrificios a ningún otro dios, sino solo alSeñor.

18 Y, cuando mi señor el rey vaya a adorar en el templo de Rimón y se apoye en mi brazo, y yo me vea obligado a inclinarme allí, desde ahora ruego alSeñorme perdone por inclinarme en ese templo.

19 ―Puedes irte enpaz—respondió Eliseo.

Naamán se fue, y ya había recorrido cierta distancia

20 cuando Guiezi, el criado de Eliseo, hombre de Dios, pensó: «Mi amo ha sido demasiado bondadoso con este sirio Naamán, pues no le aceptó nada de lo que había traído. Pero yo voy a correr tras él, a ver si me da algo. ¡Tan cierto como que elSeñorvive!»

21 Así que Guiezi se fue para alcanzar a Naamán. Cuando este lo vio correr tras él, se bajó de su carro para recibirlo y lo saludó.

22 Respondiendo al saludo, Guiezi dijo:

―Mi amo me ha enviado con este mensaje: “Dos jóvenes de la comunidad de profetas acaban de llegar de la sierra de Efraín. Te pido que me des para ellos tres mil monedasde plata y dos mudas de ropa”.

23 ―Por favor, llévate seis mil —respondió Naamán, e insistió en que las aceptara.

Echó entonces las monedas en dos sacos, junto con las dos mudas de ropa, y todo esto se lo entregó a dos criados para que lo llevaran delante de Guiezi.

24 Al llegar a la colina, Guiezi tomó los sacos y los guardó en la casa; después despidió a los hombres, y estos se fueron.

25 Entonces Guiezi se presentó ante su amo.

―¿De dónde vienes, Guiezi? —le preguntó Eliseo.

―Tu siervo no ha ido a ninguna parte —respondió Guiezi.

26 Eliseo replicó:

―¿No estaba yo presente en espíritu cuando aquel hombre se bajó de su carro para recibirte? ¿Acaso es este el momento de recibir dinero y ropa, huertos y viñedos, ovejas y bueyes, criados y criadas?

27 Ahora la lepra de Naamán se te pegará a ti, y a tus descendientes, para siempre.

No bien había salido Guiezi de la presencia de Eliseo cuando ya estaba blanco como la nieve por causa de la lepra.

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2 Reyes 6

El milagro del hacha

1 Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo:

―Como puedes ver, el lugar donde ahora vivimos contigo nos resulta pequeño.

2 Es mejor que vayamos al Jordán. Allí podremos conseguir madera y construirun albergue.

―Bien, id —respondió Eliseo.

3 Pero uno de ellos le pidió:

―Acompaña, por favor, a tus siervos.

Eliseo consintió

4 en acompañarlos, y cuando llegaron al Jordán empezaron a cortar árboles.

5 De pronto, al cortar un tronco, a uno de los profetas se le zafó el hacha y se le cayó al río.

―¡Ay, maestro! —gritó—. ¡Esa hacha no era mía!

6 ―¿Dónde cayó? —preguntó el hombre de Dios.

Cuando se le indicó el lugar, Eliseo cortó un palo y, echándolo allí, hizo que el hacha saliera a flote.

7 ―Sácala —ordenó Eliseo.

Así que el hombre extendió el brazo y la sacó.

Eliseo captura una tropa siria

8 El rey deSiria, que estaba en guerra con Israel, deliberó con sus ministros y les dijo: «Vamos a acampar en tal lugar».

9 Pero el hombre de Dios le envió este mensaje al rey de Israel: «Procura no pasar por tal sitio, pues los sirios te han tendido allí una emboscada».

10 Así que el rey de Israel envió a reconocer el lugar que el hombre de Dios le había indicado. Y en varias otras ocasiones Eliseo le avisó al rey, de modo que este tomó precauciones.

11 El rey de Siria, enfurecido por lo que estaba pasando, llamó a sus ministros y les preguntó:

―¿Queréis decirme quién está informando al rey de Israel?

12 ―Nadie, mi señor y rey —respondió uno de ellos—. El responsable es Eliseo, el profeta que está en Israel. Es él quien le comunica todo al rey de Israel, incluso lo que tú dices en el interior de tu alcoba.

13 ―Pues entonces averiguad dónde está —ordenó el rey—, para que mande a capturarlo.

Cuando le informaron de que Eliseo estaba en Dotán,

14 el rey envió allí un destacamento grande, con caballos y carros de combate. Llegaron de noche y cercaron la ciudad.

15 Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad.

―¡Ay, mi señor! —exclamó el criado—. ¿Qué vamos a hacer?

16 ―No tengas miedo —respondió Eliseo—. Los que están con nosotros son más que los que están con ellos.

17 Entonces Eliseo oró: «Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que vea». ElSeñorasí lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

18 Como ya los sirios se acercaban a él, Eliseo volvió a orar: «Señor, castiga a esta gente con ceguera». Y él hizo lo que le pidió Eliseo.

19 Luego Eliseo les dijo: «Esta no es la ciudad adonde ibais; habéis tomado un camino equivocado. Seguidme, que yo os llevaré adonde está el hombre que buscáis». Pero los llevó a Samaria.

20 Después de entrar en la ciudad, Eliseo dijo: «Señor, ábreles los ojos, para que vean». ElSeñorasí lo hizo, y ellos se dieron cuenta de que estaban dentro de Samaria.

21 Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo:

―¿Los mato, mi señor? ¿Los mato?

22 ―No, no los mates —contestó Eliseo—. ¿Acaso los has capturado con tu espada y tu arco, para que los mates? Mejor sírveles comida y agua para que coman y beban, y que luego vuelvan a su rey.

23 Así que el rey de Israel les dio un tremendo banquete. Cuando terminaron de comer, los despidió, y ellos regresaron a su rey. Y las bandas de sirios no volvieron a invadir el territorio israelita.

Hambre en Samaria

24 Algún tiempo después, Ben Adad, rey deSiria, movilizó todo su ejército para ir a Samaria y sitiarla.

25 El sitio duró tanto tiempo que provocó un hambre terrible en la ciudad, hasta tal punto que una cabeza de asno llegó a costar ochenta monedas de plata,y un poco de algarroba,cinco.

26 Un día, mientras el rey recorría la muralla, una mujer le gritó:

―¡Sálvanos, oh mi señor el rey!

27 ―Si elSeñorno te salva —respondió el rey—, ¿de dónde voy a sacar yo comida para salvarte? ¿Del granero? ¿Del lagar?

28 ¿Qué te pasa?

Ella se quejó:

―Esta mujer me propuso que le entregara a mi hijo para que nos lo comiéramos hoy, y que mañana nos comeríamos el de ella.

29 Pues bien, cocinamos a mi hijo y nos lo comimos, pero, al día siguiente, cuando le pedí que entregara a su hijo para que nos lo comiéramos, resulta que ya lo había escondido.

30 Al oír la queja de la mujer, el rey se rasgó las vestiduras. Luego reanudó su recorrido por la muralla, y la gente pudo ver que bajo su túnica real iba vestido de luto.

31 «¡Que Dios me castigue sin piedad —exclamó el rey— si hoy mismo no le corto la cabeza a Eliseo hijo de Safat!»

32 Mientras Eliseo se encontraba en su casa, sentado con losancianos, el rey le envió un mensajero. Antes de que este llegara, Eliseo les dijo a los ancianos:

―Ahora vais a ver cómo ese asesino envía a alguien a cortarme la cabeza. Pues bien, cuando llegue el mensajero, atrancad la puerta para que no entre. ¡Ya oigo detrás de él los pasos de su señor!

33 No había terminado de hablar cuando el mensajero llegó y dijo:

―Esta desgracia viene delSeñor; ¿qué más se puede esperar de él?

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2 Reyes 7

1 Eliseo contestó:

―Oíd la palabra delSeñor, que dice así: “Mañana a estas horas, a laentradade Samaria, podrá comprarse una medidade flor de harina con una sola moneda de plata,y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio”.

2 El ayudante personal del rey replicó:

―¡No me digas! Aunque elSeñorabriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!

―Pues lo verás con tus propios ojos —le advirtió Eliseo—, pero no llegarás a comerlo.

Liberación de Samaria

3 Ese día, cuatro hombres que padecían deleprase hallaban a laentradade la ciudad.

―¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados, esperando la muerte? —se dijeron unos a otros—.

4 No ganamos nada con entrar en la ciudad. Allí nos moriremos de hambre con todos los demás, pero, si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo. Vayamos, pues, al campamento de lossirios, para rendirnos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y, si nos matan, de todos modos moriremos.

5 Al anochecer se pusieron en camino, pero, cuando llegaron a las afueras del campamento sirio, ¡ya no había nadie allí!

6 Y era que el Señor había confundido a los sirios haciéndoles oír el ruido de carros de combate y de caballería, como si fuera un gran ejército. Entonces se dijeron unos a otros: «¡Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y egipcios para atacarnos!»

7 Por lo tanto, emprendieron la fuga al anochecer abandonando tiendas de campaña, caballos y asnos. Dejaron el campamento tal como estaba para escapar y salvarse.

8 Cuando los leprosos llegaron a las afueras del campamento, entraron en una de las tiendas de campaña. Después de comer y beber, se llevaron de allí plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo todo. Luego regresaron, entraron en otra tienda, y también de allí tomaron varios objetos y los escondieron.

9 Entonces se dijeron unos a otros:

―Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, y no las estamos dando a conocer. Si esperamos hasta que amanezca, resultaremos culpables. Vayamos ahora mismo al palacio y demos aviso.

10 Así que fueron a la ciudad y llamaron a los centinelas. Les dijeron: «Fuimos al campamento de los sirios y ya no había nadie allí. Solo se oía a los caballos y asnos, que estaban atados. Y las tiendas las dejaron tal como estaban».

11 Los centinelas, a voz en grito, hicieron llegar la noticia hasta el interior del palacio.

12 Aunque era de noche, el rey se levantó y les dijo a sus ministros:

―Dejadme deciros lo que esos sirios están tramando contra nosotros. Como saben que estamos pasando hambre, han abandonado el campamento y se han escondido en el campo. Lo que quieren es que salgamos, para atraparnos vivos y entrar en la ciudad.

13 Uno de sus ministros propuso:

―Que salgan algunos hombres con cinco de los caballos que aún quedan aquí. Si mueren, no les irá peor que a la multitud de israelitas que va a perecer. ¡Enviémoslos a ver qué pasa!

14 De inmediato los hombres tomaron dos carros con caballos, y el rey los mandó al campamento del ejército sirio, con instrucciones de que investigaran.

15 Llegaron hasta el Jordán y vieron que todo el camino estaba lleno de ropa y de objetos que los sirios habían arrojado al huir precipitadamente. De modo que regresaron los mensajeros e informaron al rey,

16 y el pueblo salió a saquear el campamento sirio. Y tal como la palabra delSeñorlo había dado a conocer, se pudo comprar una medida de flor de harina con una sola moneda de plata, y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio.

17 El rey le había ordenado a su ayudante personal que vigilara la entrada de la ciudad, pero el pueblo lo atropelló allí mismo, y así se cumplió lo que había dicho el hombre de Dios cuando el rey fue a verlo.

18 De hecho, cuando el hombre de Dios le dijo al rey: «Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse una doble medida de cebada con una sola moneda de plata, y una medida de flor de harina por el mismo precio»,

19 ese oficial había replicado: «¡No me digas! Aunque elSeñorabriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!» De modo que el hombre de Dios respondió: «Pues lo verás con tus propios ojos, pero no llegarás a comerlo».

20 En efecto, así ocurrió: el pueblo lo atropelló a la entrada de la ciudad, y allí murió.