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Nehemías

Nehemías 8

1 Entonces todo el pueblo, como un solohombre, se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua y le pidió almaestroEsdras traer el libro de laleyque elSeñorle había dado a Israel por medio de Moisés.

2 Así que el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender la lectura,

3 y la leyó en presencia de ellos desde el alba hasta el mediodía en la plaza que está frente a la puerta del Agua. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley.

4 El maestro Esdras se puso de pie sobre una plataforma de madera construida para la ocasión. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías y Maseías; a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán.

5 Esdras, a quien la gente podía ver porque él estaba en un lugar más alto, abrió el libro y todo el pueblo se puso de pie.

6 Entonces Esdras bendijo alSeñor, el gran Dios. Y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén y amén!» Luego adoraron alSeñor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.

7 Los levitas Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías le explicaban la ley al pueblo, que no se movía de su sitio.

8 Ellos leían con claridad el libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se comprendiera su lectura.

9 Al oír las palabras de la ley, la gente comenzó a llorar. Por eso el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras y los levitas que enseñaban al pueblo les dijeron: «No lloréis ni os pongáis tristes, porque este día ha sido consagrado alSeñorvuestro Dios».

10 Luego Nehemías añadió: «Ya podéis iros. Comed bien, tomad bebidas dulces y compartid vuestra comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes, pues el gozo delSeñores nuestra fortaleza».

11 También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo. Les decían: «¡Tranquilos! ¡No estéis tristes, que este es un díasanto!»

12 Así que todo el pueblo se fue a comer y beber y compartir su comida, felices de haber comprendido lo que se les había enseñado.

La fiesta de las Enramadas

13 Al día siguiente, los jefes de familia, junto con los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el maestro Esdras para estudiar los términos de laley.

14 Y en esta encontraron escrito que elSeñorle había mandado a Moisés que durante la fiesta del mes séptimo los israelitas debían habitar enenramadas

15 y pregonar en todas sus ciudades y en Jerusalén esta orden: «Id a la montaña y traed ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer enramadas, conforme a lo que está escrito».

16 De modo que la gente fue y trajo ramas, y con ellas hizo enramadas en las azoteas, en los patios, en el atrio del templo de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraín.

17 Toda la asamblea de los que habían regresado del cautiverio hicieron enramadas y habitaron en ellas. Como los israelitas no habían hecho esto desde los días de Josué hijo de Nun, hicieron una gran fiesta.

18 Todos los días, desde el primero hasta el último, se leyó el libro de la ley de Dios. Celebraron la fiesta durante siete días, y en el día octavo hubo una asamblea solemne, según lo ordenado.

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Nehemías 9

Los israelitas confiesan sus pecados

1 El día veinticuatro de ese mes, los israelitas se reunieron para ayunar, se vistieron de luto y se echaron ceniza sobre la cabeza.

2 Habiéndose separado de los extranjeros, confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados,

3 y asumieron así su responsabilidad. Durante tres horas leyeron el libro de laley delSeñorsu Dios, y en las tres horas siguientesle confesaron sus pecados y lo adoraron.

4 Luego los levitas Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní subieron a la plataforma y en alta voz invocaron alSeñorsu Dios.

5 Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías clamaron:

«¡Vamos, bendecid alSeñorvuestro Dios

desde ahora y para siempre!

¡Bendito seas, Señor!

¡Sea exaltado tu gloriosonombre,

que está por encima de toda bendición y alabanza!

6 »¡Solo tú eres elSeñor!

Tú has hecho los cielos,

y los cielos de los cielos

con todas sus estrellas.

Tú le das vida a todo lo creado:

la tierra y el mar

con todo lo que hay en ellos.

¡Por eso te adoran los ejércitos del cielo!

7 »Tú,Señory Dios,

fuiste quien escogió a Abram.

Tú lo sacaste de Ur de loscaldeos

y le pusiste por nombre Abraham.

8 Descubriste en él uncorazónfiel;

por eso hiciste con él unpacto.

Le prometiste que a sus descendientes

les darías la tierra de los cananeos,

de los hititas, amorreos y ferezeos,

de los jebuseos y gergeseos.

Y cumpliste tu palabra

porque eres justo.

9 »En Egipto viste la aflicción de nuestros padres;

junto alMar Rojoescuchaste sus lamentos.

10 Lanzaste grandes señales y maravillas

contra el faraón, sus siervos y toda su gente,

porque viste la insolencia

con que habían tratado a tu pueblo.

Fue así como te ganaste

la buena fama que hoy tienes.

11 A la vista de ellos abriste el mar,

y lo cruzaron sobre terreno seco.

Pero arrojaste a sus perseguidores

en lo más profundo del mar,

como piedra en aguas caudalosas.

12 Con una columna de nube los guiaste de día,

con una columna de fuego los guiaste de noche:

les alumbraste el camino que debían seguir.

13 »Descendiste al monte Sinaí;

desde el cielo les hablaste.

Les diste juicios rectos y leyes verdaderas,

estatutos y mandamientos buenos.

14 Les diste a conocer tusábadosanto,

y por medio de tu servidor Moisés

les entregaste tus mandamientos,

estatutos y leyes.

15 »Saciaste su hambre con pan del cielo;

calmaste su sed con agua de la roca.

Les diste posesión de la tierra

que bajo juramento les habías prometido.

16 Pero ellos y nuestros padres fueron altivos;

no quisieron obedecer tus mandamientos.

17 Se negaron a escucharte;

no se acordaron de las maravillas

que hiciste por ellos.

Fue tanta su terquedad y rebeldía

que hasta se nombraron un jefe

para que los hiciera volver

a la esclavitud de Egipto.

Pero tú no los abandonaste

porque eres Dios perdonador,

clemente y compasivo,

lento para la ira y grande en amor.

18 »Y, a pesar de que se hicieron

un becerro de metal fundido

y dijeron: “Este es tu dios

que te hizo subir de Egipto”,

y aunque fueron terribles

las ofensas que cometieron,

19 tú no los abandonaste en el desierto

porque eres muy compasivo.

»Jamás se apartó de ellos la columna de nube

que los guiaba de día por el camino;

ni dejó de alumbrarlos la columna de fuego

que de noche les mostraba por dónde ir.

20 »Con tu buen Espíritu les diste entendimiento.

No les quitaste tu maná de la boca;

les diste agua para calmar su sed.

21 Cuarenta años los sustentaste en el desierto.

¡Nada les faltó!

No se desgastaron sus vestidos

ni se les hincharon los pies.

22 »Les entregaste reinos y pueblos,

y asignaste a cada cual su territorio.

Conquistaron las tierras de Og y de Sijón,

que eran reyes de Hesbón y de Basán.

23 Multiplicaste sus hijos

como las estrellas del cielo;

los hiciste entrar en la tierra

que bajo juramento les prometiste a sus padres.

24 Y sus hijos entraron en la tierra

y tomaron posesión de ella.

Ante ellos sometiste a los cananeos que la habitaban;

les entregaste reyes y pueblos de esa tierra,

para que hicieran con ellos lo que quisieran.

25 Conquistaron ciudades fortificadas

y una tierra fértil;

se adueñaron de casas repletas de bienes,

de cisternas, viñedos y olivares,

y de gran cantidad de árboles frutales.

Comieron y se hartaron y engordaron;

¡disfrutaron de tu gran bondad!

26 »Pero fueron desobedientes:

se rebelaron contra ti,

rechazaron tu ley,

mataron a tus profetas

que los convocaban a volverse a ti;

¡te ofendieron mucho!

27 Por eso los entregaste a sus enemigos,

y estos los oprimieron.

En tiempo de angustia clamaron a ti,

y desde el cielo los escuchaste;

por tu inmensa compasión les enviaste salvadores

para que los liberaran de sus enemigos.

28 Pero, en cuanto eran liberados,

volvían a hacer lo que te ofende;

tú los entregabas a sus enemigos,

y ellos los dominaban.

De nuevo clamaban a ti,

y desde el cielo los escuchabas.

¡Por tu inmensa compasión

muchas veces los libraste!

29 Les advertiste que volvieran a tu ley,

pero ellos actuaron con soberbia

y no obedecieron tus mandamientos.

Pecaron contra tus normas,

que dan vida a quien las obedece.

En su rebeldía, te rechazaron;

fueron tercos y no quisieron escuchar.

30 »Durante años tuviste paciencia con ellos;

con tu Espíritu los amonestaste

por medio de tus profetas,

pero ellos no quisieron escuchar.

Por eso los dejaste caer en manos

de los pueblos de esa tierra.

31 Sin embargo, es tal tu compasión

que no los destruiste ni abandonaste,

porque eres Dios clemente y compasivo.

32 »Y ahora, Dios nuestro,

Dios grande, temible y poderoso,

que cumples el pacto y eres fiel,

no tengas en poco los sufrimientos

que han padecido nuestros reyes,

gobernantes, sacerdotes y profetas,

nuestros padres y todo tu pueblo,

desde los reyes de Asiria hasta hoy.

33 Tú has sido justo en todo

lo que nos ha sucedido,

porque actúas con fidelidad.

Nosotros, en cambio, actuamos con maldad.

34 Nuestros reyes y gobernantes,

nuestros sacerdotes y antepasados

desobedecieron tu ley

y no acataron tus mandamientos

ni las advertencias con que los amonestabas.

35 Pero ellos, durante su reinado,

no quisieron servirte

ni abandonar sus malas obras,

a pesar de que les diste muchos bienes

y les regalaste una tierra extensa y fértil.

36 »Por eso ahora somos esclavos,

esclavos en la tierra

que les diste a nuestros padres

para que gozaran de sus frutos y sus bienes.

37 Sus abundantes cosechas son ahora de los reyes

que nos has impuesto por nuestro pecado.

Como tienen el poder, hacen lo que quieren

con nosotros y con nuestro ganado.

¡Grande es nuestra aflicción!

38 »Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros gobernantes, levitas y sacerdotes».

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Nehemías 10

El pueblo se compromete a obedecer la ley

1 La siguiente es la lista de los que firmaron:

Nehemías hijo de Jacalías, que era el gobernador;

Sedequías,

2 Seraías, Azarías, Jeremías,

3 Pasur, Amarías, Malquías,

4 Jatús, Sebanías, Maluc,

5 Jarín, Meremot, Abdías,

6 Daniel, Guinetón, Baruc,

7 Mesulán, Abías, Mijamín,

8 Maazías, Bilgay y Semaías.

Estos eran los sacerdotes.

9 Los levitas:

Jesúa hijo de Azanías, Binuy, de los descendientes de Henadad, Cadmiel,

10 y sus hermanos Sebanías, Hodías, Quelitá, Pelaías, Janán,

11 Micaías, Rejob, Jasabías,

12 Zacur, Serebías, Sebanías,

13 Hodías, Baní y Beninu.

14 Los jefes del pueblo:

Parós, Pajat Moab, Elam, Zatú, Baní,

15 Buní, Azgad, Bebay,

16 Adonías, Bigvay, Adín,

17 Ater, Ezequías, Azur,

18 Hodías, Jasún, Bezay,

19 Jarif, Anatot, Nebay,

20 Magpías, Mesulán, Hezir,

21 Mesezabel, Sadoc, Jadúa,

22 Pelatías, Janán, Anaías,

23 Oseas, Jananías, Jasub,

24 Halojés, Piljá, Sobec,

25 Rejún, Jasabná, Maseías,

26 Ahías, Janán, Anán,

27 Maluc, Jarín y Baná.

28 Todos los demás —sacerdotes, levitas, porteros, cantores, servidores del templo, todos los que se habían separado de los pueblos de aquella tierra para cumplir con laleyde Dios, más sus mujeres, hijos e hijas, y todos los que tenían uso de razón—

29 se unieron a sus parientes que ocupaban cargos importantes y se comprometieron, bajo juramento, a vivir de acuerdo con la ley que Dios les había dado por medio de su servidor Moisés, y a obedecer todos los mandamientos, normas y estatutos de nuestroSeñor.

30 Además, todos nos comprometimos a no casar a nuestras hijas con los habitantes del país ni aceptar a sus hijas como esposas para nuestros hijos.

31 También prometimos que, si la gente del país venía ensábado, o en cualquier otro día de fiesta, a vender sus mercancías o alguna otra clase de víveres, nosotros no les compraríamos nada. Prometimos así mismo que en el séptimo año no cultivaríamos la tierra, y que perdonaríamos toda deuda.

32 Además, nos impusimos la obligación de contribuir cada año con cuatro gramos de platapara los gastos del templo de nuestro Dios:

33 elpan de la Presencia; las ofrendas y elholocaustodiarios; los sacrificios de los sábados, de la luna nueva y de las fiestas solemnes; las ofrendas sagradas; los sacrificios deexpiaciónpor el pecado de Israel, y todo el servicio del templo de nuestro Dios.

34 En cuanto a la ofrenda de la leña, echamos suertes entre nosotros los sacerdotes, los levitas y el pueblo en general, según nuestras familias, para determinar a quiénes les tocaría llevar, en los tiempos fijados cada año, la leña para el templo delSeñornuestro Dios, para que ardiera en su altar, como está escrito en la ley.

35 Además nos comprometimos a llevar cada año al templo delSeñorlasprimiciasdel campo y de todo árbol frutal,

36 como también a presentar nuestros primogénitos y las primeras crías de nuestro ganado, tanto vacuno como ovino, ante los sacerdotes que sirven en el templo de nuestro Dios, como está escrito en la ley.

37 Convinimos en llevar a los almacenes del templo de nuestro Dios las primicias de nuestra molienda, de nuestras ofrendas, del fruto de nuestros árboles, de nuestro vino nuevo y de nuestro aceite, para los sacerdotes que ministran en el templo de nuestro Dios. Convinimos también en dar la décima parte de nuestras cosechas a los levitas, pues son ellos quienes recolectan todo esto en los pueblos donde trabajamos.

38 Un sacerdote de la familia de Aarón acompañará a los levitas cuando estos vayan a recolectar los diezmos. Los levitas, por su parte, depositarán el diezmo de los diezmos en la tesorería del templo de nuestro Dios.

39 Los israelitas y los levitas llevarán las ofrendas de trigo, de vino y de aceite a los almacenes donde se guardan los utensilios sagrados y donde permanecen los sacerdotes, los porteros y los cantores, cuando están de servicio.

De este modo nos comprometimos a no descuidar el templo de nuestro Dios.

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Nehemías 11

Los que se establecieron en Jerusalén

1 Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. Entre el resto del pueblo se hizo un sorteo para que uno de cada diez se quedara a vivir en Jerusalén, la ciudadsanta, y los otros nueve se establecieran en las otras poblaciones.

2 El pueblo bendijo a todos los que se ofrecieron voluntariamente a vivir en Jerusalén.

3 Estos son los jefes de la provincia que se establecieron en Jerusalén y en las otras poblaciones de Judá. Los israelitas, los sacerdotes, los levitas, los servidores del templo y los descendientes de los servidores de Salomón se establecieron cada uno en su propia población y en su respectiva propiedad.

4 Estos fueron los judíos y benjaminitas que se establecieron en Jerusalén:

De los descendientes de Judá:

Ataías hijo de Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Malalel, de los descendientes de Fares;

5 y Maseías hijo de Baruc, hijo de Coljozé, hijo de Jazaías, hijo de Adaías, hijo de Joyarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloní.

6 El total de los descendientes de Fares que se establecieron en Jerusalén fue de cuatrocientos sesenta y ocho guerreros valientes.

7 De los descendientes de Benjamín:

Salú hijo de Mesulán, hijo de Joed, hijo de Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maseías, hijo de Itiel, hijo de Isaías,

8 y sus hermanosGabay y Salay. En total eran novecientos veintiocho.

9 Su jefe era Joel hijo de Zicrí, y el segundo jefe de la ciudad era Judá hijo de Senuá.

10 De los sacerdotes:

Jedaías hijo de Joyarib, Jaquín,

11 Seraías hijo de Jilquías, hijo de Mesulán, hijo de Sadoc, hijo de Merayot, hijo de Ajitob, que era el jefe del templo de Dios,

12 y sus parientes, que eran ochocientos veintidós y trabajaban en el templo; así mismo, Adaías hijo de Jeroán, hijo de Pelalías, hijo de Amsí, hijo de Zacarías, hijo de Pasur, hijo de Malquías,

13 y sus parientes, los cuales eran jefes de familia y sumaban doscientos cuarenta y dos; también Amasay hijo de Azarel, hijo de Ajsay, hijo de Mesilemot, hijo de Imer,

14 y sus parientes, los cuales eran ciento veintiocho valientes. Su jefe era Zabdiel hijo de Guedolín.

15 De los levitas:

Semaías hijo de Jasub, hijo de Azricán, hijo de Jasabías, hijo de Buní;

16 Sabetay y Jozabad, que eran jefes de los levitas y estaban encargados de la obra exterior del templo de Dios;

17 Matanías hijo de Micaías, hijo de Zabdí, hijo de Asaf, que dirigía el coro de los que entonaban las acciones de gracias en el momento de la oración; Bacbuquías, segundo entre sus hermanos, y Abdá hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Jedutún.

18 Los levitas que se establecieron en la ciudad santa fueron doscientos ochenta y cuatro.

19 De los porteros:

Acub, Talmón y sus parientes, que vigilaban las puertas. En total eran ciento setenta y dos.

20 Los demás israelitas, de los sacerdotes y de los levitas vivían en todas las poblaciones de Judá, cada uno en su propiedad.

21 Los servidores del templo, que estaban bajo la dirección de Zijá y Guispa, se establecieron en Ofel.

22 El jefe de los levitas que estaban en Jerusalén era Uzi hijo de Baní, hijo de Jasabías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, uno de los descendientes de Asaf. Estos tenían a su cargo el canto en el servicio del templo de Dios.

23 Una orden real y un reglamento establecían los deberes diarios de los cantores.

24 Para atender todos los asuntos del pueblo, el rey había nombrado como su representante a Petaías hijo de Mesezabel, que era uno de los descendientes de Zera hijo de Judá.

Otras ciudades habitadas

25 Algunos judíos se establecieron en las siguientes ciudades con sus poblaciones: Quiriat Arbá, Dibón, Yecabsel,

26 Jesúa, Moladá, Bet Pelet,

27 Jazar Súal, Berseba,

28 Siclag, Mecona,

29 Enrimón, Zora, Jarmut,

30 Zanoa, Adulán, Laquis y Azeca, es decir, desde Berseba hasta el valle de Hinón.

31 Los benjaminitas se establecieron en Gueba, Micmás, Aías, Betel y sus poblaciones,

32 Anatot, Nob, Ananías,

33 Jazor, Ramá, Guitayin,

34 Jadid, Seboyín, Nebalat,

35 Lod y Ono, y en el valle de los Artesanos.

36 Algunos levitas de Judá se unieron a los benjaminitas.

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Nehemías 12

Sacerdotes y levitas repatriados

1 Estos son los sacerdotes y los levitas que regresaron con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Jesúa:

Seraías, Jeremías, Esdras,

2 Amarías, Maluc, Jatús,

3 Secanías, Rejún, Meremot,

4 Idó, Guinetón, Abías,

5 Mijamín, Madías, Bilgá,

6 Semaías, Joyarib, Jedaías,

7 Salú, Amoc, Jilquías y Jedaías.

Estos eran los jefes de los sacerdotes y de sus parientes en los días de Jesúa.

8 Los levitas eran Jesúa, Binuy, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, quien dirigía las acciones de gracias junto con sus hermanos;

9 Bacbuquías y Uni, sus hermanos, se colocaban frente a ellos en los servicios.

10 Los descendientes de Jesúa eran Joaquim, Eliasib, Joyadá,

11 Johanán y Jadúa.

12 Los jefes de las familias sacerdotales, en la época de Joaquim, eran:

de Seraías: Meraías;

de Jeremías: Jananías;

13 de Esdras: Mesulán;

de Amarías: Johanán;

14 de Melicú: Jonatán;

de Sebanías: José;

15 de Jarín: Adná;

de Merayot: Jelcay;

16 de Idó: Zacarías;

de Guinetón: Mesulán;

17 de Abías: Zicrí;

de Minjamín;

de Moadías: Piltay;

18 de Bilgá: Samúa;

de Semaías: Jonatán;

19 de Joyarib: Matenay;

de Jedaías: Uzi;

20 de Salay: Calay;

de Amoc: Éber;

21 de Jilquías: Jasabías;

de Jedaías: Natanael.

22 Los jefes de familia de los levitas y de los sacerdotes en tiempos de Eliasib, Joyadá, Johanán y Jadúa fueron inscritos durante el reinado de Darío el persa.

23 Los jefes de familia de los levitas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib fueron inscritos en el libro de las crónicas.

24 Los jefes de los levitas eran Jasabías, Serebías y Jesúa hijo de Cadmiel. Cuando les llegaba el turno de servicio, sus parientes se colocaban frente a ellos para la alabanza y la acción de gracias, según lo establecido por David, hombre de Dios.

25 Matanías, Bacbuquías, Abdías, Mesulán, Talmón y Acub eran los porteros que montaban la guardia en los almacenes cercanos a las puertas.

26 Todos estos vivieron en tiempos de Joaquim, hijo de Jesúa y nieto de Josadac, y en tiempos del gobernador Nehemías y del sacerdote y maestro Esdras.

Dedicación de la muralla

27 Cuando llegó el momento de dedicar la muralla, buscaron a los levitas en todos los lugares donde vivían, y los llevaron a Jerusalén para celebrar la dedicación con cánticos de acción de gracias, al son de címbalos, arpas y liras.

28 Entonces se reunieron los cantores de los alrededores de Jerusalén y de las aldeas de Netofa

29 y Bet Guilgal, así como de los campos de Gueba y de Azmávet, ya que los cantores se habían construido aldeas alrededor de Jerusalén.

30 Después depurificarsea sí mismos, los sacerdotes y los levitas purificaron también a la gente, laspuertasy la muralla.

31 Luego hice que los jefes de Judá subieran a la muralla, y organicé dos grandes coros. Uno de ellos marchaba sobre la muralla hacia la derecha, rumbo a la puerta del Basurero,

32 seguido de Osaías, la mitad de los jefes de Judá,

33 Azarías, Esdras, Mesulán,

34 Judá, Benjamín, Semaías y Jeremías.

35 A estos los acompañaban los siguientes sacerdotes, que llevaban trompetas: Zacarías hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf,

36 y sus parientes Semaías, Azarel, Milalay, Guilalay, May, Natanael, Judá y Jananí, que llevaban los instrumentos musicales de David, hombre de Dios. Al frente de ellos iba Esdras.

37 Al llegar a la puerta de la Fuente, subieron derecho por las gradas de la Ciudad de David, por la cuesta de la muralla, pasando junto al palacio de David, hasta la puerta del Agua, al este de la ciudad.

38 El segundo coro marchaba en dirección opuesta, a lo largo de la torre de los Hornos hasta el muro Ancho. Yo iba detrás, sobre la muralla, junto con la otra mitad de la gente.

39 Pasamos por encima de la puerta de Efraín, la de Jesanáy la de los Pescados; por la torre de Jananel y la de los Cien, y por la puerta de las Ovejas, hasta llegar a la puerta de la Guardia. Allí nos detuvimos.

40 Los dos coros ocuparon sus sitios en el templo de Dios. Lo mismo hicimos yo, la mitad de los oficiales del pueblo,

41 y los sacerdotes Eliaquín, Maseías, Minjamín, Micaías, Elihoenay, Zacarías, Jananías,

42 Maseías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. En seguida los cantores empezaron a cantar en voz alta, dirigidos por Izraías.

43 Ese día se ofrecieron muchos sacrificios y hubo fiesta, porque Dios los llenó de alegría. Hasta las mujeres y los niños participaron. Era tal el regocijo de Jerusalén que se oía desde lejos.

Contribución para los sacerdotes y levitas

44 Aquel día se nombró a los encargados de los depósitos donde se almacenaban los tesoros, las ofrendas, lasprimiciasy los diezmos, para que depositaran en ellos las contribuciones que provenían de los campos de cada población y que, según laley, les correspondían a los sacerdotes y a los levitas. La gente de Judá estaba contenta con el servicio que prestaban los sacerdotes y levitas,

45 quienes según lo establecido por David y su hijo Salomón se ocupaban del servicio de su Dios y del servicio depurificación, junto con los cantores y los porteros.

46 Por mucho tiempo, desde los días de David y de Asaf, había directores de coro y cánticos de alabanza y de acción de gracias a Dios.

47 En la época de Zorobabel y de Nehemías, todos los días los israelitas entregaban las porciones correspondientes a los cantores y a los porteros. Así mismo daban las ofrendas sagradas para los demás levitas, y los levitas a su vez les entregaban a los hijos de Aarón lo que a estos les correspondía.

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Nehemías 13

Reforma final de Nehemías

1 Aquel día se leyó ante el pueblo el libro de Moisés, y allí se encontró escrito que los amonitas y moabitas no debían jamás formar parte del pueblo de Dios,

2 porque no solo no les habían dado de comer ni de beber a los israelitas, sino que habían contratado a Balán para que los maldijera, aunque en realidad nuestro Dios cambió la maldición por bendición.

3 Al escuchar lo que laleydecía, apartaron de Israel a todos los que se habían mezclado con extranjeros.

4 Antes de esto, el sacerdote Eliasib, encargado de los almacenes del templo de nuestro Dios, había emparentado con Tobías

5 y le había acondicionado una habitación grande. Allí se almacenaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, los diezmos del trigo, vino y aceite correspondientes a los levitas, cantores y porteros, y las contribuciones para los sacerdotes.

6 Durante ese tiempo yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia, había ido a ver al rey. Después de algún tiempo, con permiso del rey,

7 regresé a Jerusalén y me enteré de la infracción cometida por Eliasib al proporcionarle a Tobías una habitación en los atrios del templo de Dios.

8 Esto me disgustó tanto que hice sacar de la habitación todas las pertenencias de Tobías.

9 Luego ordené quepurificaranlas habitaciones y volvieran a colocar allí los utensilios sagrados del templo de Dios, las ofrendas y el incienso.

10 También me enteré de que a los levitas no les habían entregado sus porciones, y de que los levitas y cantores encargados del servicio habían regresado a sus campos.

11 Así que reprendí a los jefes y les dije: «¿Por qué está tan descuidado el templo de Dios?» Luego reuní a los levitas y cantores y los restablecí en sus puestos.

12 Todo Judá trajo a los almacenes la décima parte del trigo, del vino y del aceite.

13 Puse a cargo de los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y al levita Pedaías; como ayudante de ellos nombré a Janán, hijo de Zacur y nieto de Matanías. Todos ellos eran dignos de confianza, y se encargarían de distribuir las porciones entre sus compañeros.

14 «¡Recuerda esto, Dios mío, y favoréceme; no olvides todo el bien que hice por el templo de mi Dios y de su culto!»

15 Durante aquellos días vi en Judá que ensábadoalgunos exprimían uvas y otros acarreaban, a lomo de mula, manojos de trigo, vino, uvas, higos y toda clase de cargas que llevaban a Jerusalén. Los reprendí entonces por vender sus víveres en ese día.

16 También los tirios que vivían en Jerusalén traían a la ciudad pescado y otras mercancías, y las vendían a los judíos en sábado.

17 Así que censuré la actitud de los nobles de Judá, y les dije: «¡Vosotros estáis pecando al profanar el sábado!

18 Lo mismo hicieron vuestros antepasados, y por eso nuestro Dios envió toda esta desgracia sobre nosotros y sobre esta ciudad. ¿Acaso queréis que aumente la ira de Dios sobre Israel por profanar el sábado?»

19 Entonces ordené que cerraran laspuertasde Jerusalén al caer la tarde, antes de que comenzara el sábado, y que no las abrieran hasta después de ese día. Así mismo, puse a algunos de mis servidores en las puertas para que no dejaran entrar ninguna carga en sábado.

20 Una o dos veces, los comerciantes y los vendedores de toda clase de mercancías pasaron la noche fuera de Jerusalén.

21 Así que les advertí: «¡No os quedéis junto a la muralla! Si volvéis a hacerlo, ¡os apresaré!» Desde entonces no volvieron a aparecer más en sábado.

22 Luego ordené a los levitas que se purificaran y que fueran a hacer guardia en las puertas, para que el sábado fuera respetado.

«¡Recuerda esto, Dios mío, y conforme a tu gran amor, ten compasión de mí!»

23 En aquellos días también me di cuenta de que algunos judíos se habían casado con mujeres de Asdod, de Amón y de Moab.

24 La mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod o de otros pueblos, y no sabían hablar la lengua de los judíos.

25 Entonces los reprendí y los maldije; a algunos de ellos los golpeé, y hasta les arranqué los pelos, y los obligué a jurar por Dios. Les dije: «No permitáis que vuestras hijas se casen con sus hijos, ni os caséis vosotros ni vuestros hijos con sus hijas.

26 ¿Acaso no fue ese el pecado de Salomón, rey de Israel? Entre todas las naciones no hubo un solo rey como él: Dios lo amó y lo hizo rey sobre todo Israel. Pero aun a él lo hicieron pecar las mujeres extranjeras.

27 ¿También de vosotros se dirá que cometisteis el gran pecado de ofender a nuestro Dios casándoos con mujeres extranjeras?»

28 A uno de los hijos de Joyadá, hijo del sumo sacerdote Eliasib, lo eché de mi lado porque era yerno de Sambalat el horonita.

29 «¡Recuerda esto, Dios mío, en perjuicio de los que profanaron el sacerdocio y el pacto de los sacerdotes y de los levitas!»

30 Yo los purifiqué de todo lo extranjero y asigné a los sacerdotes y levitas sus respectivas tareas.

31 También organicé la ofrenda de la leña en las fechas establecidas, y la entrega de lasprimicias.

«¡Acuérdate de mí, Dios mío, y favoréceme!»

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Ester

Ester 1

Destitución de la reina Vasti

1 El rey Asuero,que reinó sobre ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hastaCus,

2 estableció su trono real en la ciudadela de Susa.

3 En el tercer año de su reinado ofreció un banquete para todos sus funcionarios y servidores, al que asistieron los jefes militares de Persia y Media, y los magistrados y los gobernadores de las provincias,

4 y durante ciento ochenta días les mostró la enorme riqueza de su reino y la esplendorosa gloria de su majestad.

5 Pasado este tiempo, el rey ofreció otro banquete, que duró siete días, para todos los que se encontraban en la ciudadela de Susa, tanto los más importantes como los de menor importancia. Este banquete tuvo lugar en el jardín interior de su palacio,

6 el cual lucía cortinas blancas y azules, sostenidas por cordones de lino blanco y tela púrpura, los cuales pasaban por anillos de plata sujetos a columnas de mármol. También había sofás de oro y plata sobre un piso de mosaicos de pórfido, mármol, madreperla y otras piedras preciosas.

7 En copas de oro de las más variadas formas se servía el vino real, el cual corría a raudales, como era de esperarse del rey.

8 Todos los invitados podían beber cuanto quisieran, pues los camareros habían recibido instrucciones del rey de servir a cada uno lo que deseara.

9 La reina Vasti, por su parte, ofreció también un banquete para las mujeres en el palacio del rey Asuero.

10 Al séptimo día, como a causa del vino el rey Asuero estaba muy alegre, les ordenó a los sieteeunucosque le servían —Meumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás—

11 que llevaran a su presencia a la reina, ceñida con la corona real, a fin de exhibir su belleza ante los pueblos y sus dignatarios, pues realmente era muy hermosa.

12 Pero, cuando los eunucos le comunicaron la orden del rey, la reina se negó a ir. Esto contrarió mucho al rey, y se enfureció.

13 De inmediato el rey consultó a los sabios conocedores de leyes,porque era costumbre que en cuestiones de ley y justicia el rey consultara a los expertos.

14 Los más allegados a él eran: Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, los siete funcionarios de Persia y Media que tenían acceso especial a la presencia del rey y ocupaban los puestos más altos en el reino.

15 ―Según la ley, ¿qué se debe hacer con la reina Vasti por haber desobedecido la orden del rey transmitida por los eunucos? —preguntó el rey.

16 En presencia del rey y de los funcionarios, Memucán respondió:

―La reina Vasti no solo ha ofendido al rey, sino también a todos los funcionarios y a todos los pueblos de todas las provincias del reino.

17 Porque todas las mujeres se enterarán de la conducta de la reina, y esto hará que desprecien a sus esposos, pues dirán: “El rey Asuero mandó que la reina Vasti se presentara ante él, pero ella no fue”.

18 El día en que las mujeres de la nobleza de Persia y de Media se enteren de la conducta de la reina, les responderán de la misma manera a todos los dignatarios del rey. ¡Entonces no habrá fin al desprecio y a la discordia!

19 »Por lo tanto, si le parece bien al rey, emita un decreto real, el cual se inscribirá con carácter irrevocable en las leyes de Persia y Media: que Vasti nunca vuelva a presentarse ante el rey, y que el título de reina se lo otorgue a otra mejor que ella.

20 Así, cuando el edicto real se dé a conocer por todo su inmenso reino, todas las mujeres respetarán a sus esposos, desde los más importantes hasta los menos importantes».

21 Al rey y a sus funcionarios les pareció bien ese consejo, de modo que el rey hizo lo que había propuesto Memucán:

22 envió cartas por todo el reino, a cada provincia en su propia escritura y a cada pueblo en su propio idioma, proclamando en la lengua de cada pueblo que todo hombre debe ejercer autoridad sobre su familia.

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Ester

Ester 2

Elección de Ester como reina

1 Algún tiempo después, ya aplacada su furia, el rey Asuero se acordó de Vasti y de lo que había hecho, y de lo que se había decretado contra ella.

2 Entonces los ayudantes personales del rey hicieron esta propuesta: «Que se busquen jóvenes vírgenes y hermosas para el rey.

3 Que nombre el rey para cada provincia de su reino delegados que reúnan a todas esas jóvenes hermosas en el harén de la ciudadela de Susa. Que sean puestas bajo el cuidado de Jegay, eleunucoencargado de las mujeres del rey, y que se les dé un tratamiento de belleza.

4 Y que reine en lugar de Vasti la joven que más le guste al rey». Esta propuesta le agradó al rey, y ordenó que así se hiciera.

5 En la ciudadela de Susa vivía un judío de la tribu de Benjamín, llamado Mardoqueo hijo de Yaír, hijo de Simí, hijo de Quis,

6 uno de los capturados en Jerusalén y llevados al exilio cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó cautivo a Jeconías,rey de Judá.

7 Mardoqueo tenía una prima llamada Jadasá. Esta joven, conocida también como Ester, a quien había criado porque era huérfana de padre y madre, tenía una figura atractiva y era muy hermosa. Al morir sus padres, Mardoqueo la adoptó como su hija.

8 Cuando se proclamaron el edicto y la orden del rey, muchas jóvenes fueron reunidas en la ciudadela de Susa y puestas al cuidado de Jegay. Ester también fue llevada al palacio del rey y confiada a Jegay, quien estaba a cargo del harén.

9 La joven agradó a Jegay y se ganó su simpatía. Por eso él se apresuró a darle el tratamiento de belleza y los alimentos especiales. Le asignó las siete doncellas más distinguidas del palacio y la trasladó con sus doncellas al mejor lugar del harén.

10 Ester no reveló su nacionalidad ni sus antecedentes familiares, porque Mardoqueo se lo había prohibido.

11 Este se paseaba diariamente frente al patio del harén para saber cómo le iba a Ester y cómo la trataban.

12 Ahora bien, para poder presentarse ante el rey, una joven tenía que completar los doce meses de tratamiento de belleza prescritos: seis meses con aceite de mirra, y seis con perfumes y cosméticos.

13 Terminado el tratamiento, la joven se presentaba ante el rey y podía llevarse del harén al palacio todo lo que quisiera.

14 Iba al palacio por la noche, y a la mañana siguiente volvía a un segundo harén bajo el cuidado de Sasgaz, el eunuco encargado de las concubinas del rey. Y no volvía a presentarse ante el rey, a no ser que él la deseara y la mandara llamar.

15 Cuando a Ester, la joven que Mardoqueo había adoptado y que era hija de su tío Abijaíl, le llegó el turno de presentarse ante el rey, ella no pidió nada fuera de lo sugerido por Jegay, el eunuco encargado del harén del rey. Para entonces, ella se había ganado la simpatía de todo el que la veía.

16 Ester fue llevada al palacio real ante el rey Asuero en el décimo mes, el mes detébet, durante el séptimo año de su reinado.

17 Al rey le gustó Ester más que todas las demás mujeres, y ella se ganó su aprobación y simpatía más que todas las otras vírgenes. Así que él le ciñó la corona real y la proclamó reina en lugar de Vasti.

18 Luego el rey ofreció un gran banquete en honor de Ester para todos sus funcionarios y servidores. Declaró un día de fiesta en todas las provincias y distribuyó regalos con generosidad digna de un rey.

Conspiración contra Asuero

19 Mientras las vírgenes se volvían a reunir, Mardoqueo permanecía sentado a la puerta del rey.

20 Ester, por su parte, continuó guardando en secreto sus antecedentes familiares y su nacionalidad, tal como Mardoqueo le había ordenado, ya que seguía cumpliendo las instrucciones de Mardoqueo como cuando estaba bajo su cuidado.

21 En aquellos días, mientras Mardoqueo seguía sentado a la puerta del rey, Bigtán y Teres, los doseunucosdel rey, miembros de la guardia, se enojaron y tramaron el asesinato del rey Asuero.

22 Al enterarse Mardoqueo de la conspiración, se lo contó a la reina Ester, quien a su vez se lo hizo saber al rey de parte de Mardoqueo.

23 Cuando se investigó el informe y se descubrió que era cierto, los dos eunucos fueron colgados en una estaca. Todo esto fue debidamente anotado en los registros reales, en presencia del rey.

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Ester

Ester 3

Conspiración de Amán contra los judíos

1 Después de estos acontecimientos, el rey Asuero honró a Amán hijo de Hamedata, el descendiente de Agag, ascendiéndolo a un puesto más alto que el de todos los demás funcionarios que estaban con él.

2 Todos los servidores de palacio asignados a la puerta del rey se arrodillaban ante Amán, y le rendían homenaje, porque así lo había ordenado el rey. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ante él ni le rendía homenaje.

3 Entonces los servidores de palacio asignados a la puerta del rey le preguntaron a Mardoqueo: «¿Por qué desobedeces la orden del rey?»

4 Día tras día se lo repetían; pero él no les hacía caso. Por eso lo denunciaron a Amán para ver si seguía tolerándose la conducta de Mardoqueo, ya que este les había confiado que era judío.

5 Cuando Amán se dio cuenta de que Mardoqueo no se arrodillaba ante él ni le rendía homenaje, se enfureció.

6 Y, cuando le informaron a qué pueblo pertenecía Mardoqueo, desechó la idea de matarlo solo a él y buscó la manera de exterminar a todo el pueblo de Mardoqueo, es decir, a los judíos que vivían por todo el reino de Asuero.

7 Para determinar el día y el mes, se echó elpur, es decir, la suerte, en presencia de Amán, en el mes primero, que es el mes denisán, del año duodécimo del reinado de Asuero. Y la suerte cayó sobreel mes doce, el mes deadar.

8 Entonces Amán le dijo al rey Asuero:

―Hay cierto pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias del reino, cuyas leyes y costumbres son diferentes de las de todos los demás. ¡No obedecen las leyes del reino, y al rey no le conviene tolerarlos!

9 Si le parece bien, emita el rey un decreto para aniquilarlos, y yo depositaré en manos de los administradores trescientos treinta mil kilosde plata para el tesoro real.

10 Entonces el rey se quitó el anillo que llevaba su sello y se lo dio a Amán hijo de Hamedata, descendiente de Agag y enemigo de los judíos.

11 ―Quédate con el dinero —le dijo el rey a Amán—, y haz con ese pueblo lo que mejor te parezca.

12 El día trece del mes primero se convocó a los secretarios del rey. Redactaron en la escritura de cada provincia y en el idioma de cada pueblo todo lo que Amán ordenaba a lossátrapasdel rey, a los intendentes de las diversas provincias y a los funcionarios de los diversos pueblos. Todo se escribió ennombredel rey Asuero y se selló con el anillo real.

13 Luego se enviaron los documentos por medio de los mensajeros a todas las provincias del rey con la orden de exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos —jóvenes y ancianos, mujeres y niños— y saquear sus bienes en un solo día: el día trece del mes doce, es decir, el mes deadar.

14 En cada provincia se debía emitir como ley una copia del edicto, el cual se comunicaría a todos los pueblos a fin de que estuvieran preparados para ese día.

15 Los mensajeros partieron de inmediato por orden del rey, y a la vez se publicó el edicto en la ciudadela de Susa. Luego el rey y Amán se sentaron a beber, mientras que en la ciudad de Susa reinaba la confusión.

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Ester 4

Acuerdo entre Mardoqueo y Ester

1 Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que se había hecho, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto, se cubrió de ceniza y salió por la ciudad dando gritos de amargura.

2 Pero, como a nadie se le permitía entrar a palacio vestido de luto, solo pudo llegar hasta la puerta del rey.

3 En cada provincia adonde llegaban el edicto y la orden del rey, había gran duelo entre los judíos, con ayuno, llanto y lamentos. Muchos de ellos, vestidos de luto, se tendían sobre la ceniza.

4 Cuando las criadas y loseunucosde la reina Ester llegaron y le contaron lo que pasaba, ella se angustió mucho y le envió ropa a Mardoqueo para que se la pusiera en lugar de la ropa de luto; pero él no la aceptó.

5 Entonces Ester mandó llamar a Hatac, uno de los eunucos del rey puesto al servicio de ella, y le ordenó que averiguara qué preocupaba a Mardoqueo y por qué actuaba de esa manera.

6 Así que Hatac salió a ver a Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad, frente a la puerta del rey.

7 Mardoqueo le contó todo lo que le había sucedido, mencionándole incluso la cantidad exacta de dinero que Amán había prometido pagar al tesoro real por la aniquilación de los judíos.

8 También le dio una copia del texto del edicto promulgado en Susa, el cual ordenaba el exterminio, para que se lo mostrara a Ester, se lo explicara y le ordenara que se presentara ante el rey para implorar clemencia e interceder en favor de su pueblo.

9 Hatac regresó y le informó a Ester lo que Mardoqueo había dicho.

10 Entonces ella ordenó a Hatac que le dijera a Mardoqueo:

11 «Todos los servidores del rey y el pueblo de las provincias del reino saben que, para cualquier hombre o mujer que, sin ser invitado por el rey, se acerque a él en el patio interior, hay una sola ley: la pena de muerte. La única excepción es que el rey, extendiendo su cetro de oro, le perdone la vida. En cuanto a mí, hace ya treinta días que el rey no me ha pedido presentarme ante él».

12 Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había dicho Ester,

13 mandó a decirle: «No te imagines que por estar en la casa del rey serás la única que escape con vida de entre todos los judíos.

14 Si ahora te quedas absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la liberación para los judíos, pero tú y la familia de tu padre pereceréis. ¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como este!»

15 Ester le envió a Mardoqueo esta respuesta:

16 «Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no comáis ni bebáis, ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que vosotros. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y, si perezco, que perezca!»

17 Entonces Mardoqueo fue y cumplió con todas las instrucciones de Ester.