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Ester 5

Petición de Ester al rey Asuero

1 Al tercer día, Ester se puso sus vestiduras reales y entró en el patio interior del palacio, frente a la sala del rey. El rey estaba sentado allí en su trono real, frente a la puerta de entrada.

2 Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio, se mostró complacido con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro.

3 El rey le preguntó:

―¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te la concedería!

4 ―Si le parece bien al rey —respondió Ester—, venga hoy al banquete que ofrezco en su honor, y traiga también a Amán.

5 ―Id de inmediato por Amán, para que podamos cumplir con el deseo de Ester —ordenó el rey.

Así que el rey y Amán fueron al banquete que ofrecía Ester.

6 Cuando estaban brindando, el rey volvió a preguntarle a Ester:

―Dime qué deseas, y te lo concederé. ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te la concedería!

7 Ester respondió:

―Mi deseo y petición es que,

8 si me he ganado el favor del rey, y si le agrada cumplir mi deseo y conceder mi petición, venga mañana con Amán al banquete que les voy a ofrecer, y entonces le daré la respuesta.

Odio de Amán contra Mardoqueo

9 Amán salió aquel día muy contento y de buen humor; pero, cuando vio a Mardoqueo en la puerta del rey y notó que no se levantaba ni temblaba ante su presencia, se llenó de ira contra él.

10 No obstante, se contuvo y se fue a su casa.

Luego llamó Amán a sus amigos y a Zeres, su esposa,

11 e hizo alarde de su enorme riqueza y de sus muchos hijos, y de cómo el rey lo había honrado en todo sentido ascendiéndolo sobre los funcionarios y demás servidores del rey.

12 ―Es más —añadió Amán—, yo soy el único a quien la reina Ester invitó al banquete que le ofreció al rey. Y también me ha invitado a acompañarlo mañana.

13 Pero todo esto no significa nada para mí, mientras vea a ese judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey.

14 Su esposa Zeres y todos sus amigos le dijeron:

―Haz que se coloque una estaca de veinticinco metrosde altura, y por la mañana pídele al rey que cuelgue en ella a Mardoqueo. Así podrás ir contento al banquete con el rey.

La sugerencia le agradó a Amán, y mandó que se colocara la estaca.

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Ester 6

Exaltación de Mardoqueo

1 Aquella noche el rey no podía dormir, así que mandó que le trajeran las crónicas reales —la historia de su reino— y que se las leyeran.

2 Allí constaba que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, dos de loseunucosdel rey, miembros de la guardia, que habían tramado asesinar al rey Asuero.

3 ―¿Qué honor o reconocimiento ha recibido Mardoqueo por esto? —preguntó el rey.

―No se ha hecho nada por él —respondieron sus ayudantes personales.

4 Amán acababa de entrar en el patio exterior del palacio para pedirle al rey que colgara a Mardoqueo en la estaca que había mandado levantar para él. Así que el rey preguntó:

―¿Quién anda en el patio?

5 Sus ayudantes respondieron:

―El que anda en el patio es Amán.

―¡Que pase! —ordenó el rey.

6 Cuando entró Amán, el rey le preguntó:

―¿Cómo se debe tratar al hombre a quien el rey desea honrar?

Entonces Amán dijo para sí: «¿A quién va a querer honrar el rey sino a mí?»

7 Así que contestó:

―Para el hombre a quien el rey desea honrar,

8 que se mande traer una vestidura real que el rey haya usado, y un caballo en el que haya montado y que lleve en la cabeza un adorno real.

9 La vestidura y el caballo deberán entregarse a uno de los funcionarios más ilustres del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea honrar, y que lo pasee a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: “¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!”

10 ―Ve de inmediato —le dijo el rey a Amán—, toma la vestidura y el caballo, tal como lo has sugerido, y haz eso mismo con Mardoqueo, el judío que está sentado a la puerta del rey. No descuides ningún detalle de todo lo que has recomendado.

11 Así que Amán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: «¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!»

12 Después Mardoqueo volvió a la puerta del rey. Pero Amán regresó apurado a su casa, triste y tapándose la cara.

13 Y les contó a Zeres, su esposa, y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido.

Entonces sus consejeros y su esposa Zeres le dijeron:

―Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es de origen judío, no podrás contra él. ¡Sin duda acabarás siendo derrotado!

14 Mientras todavía estaban hablando con Amán, llegaron los eunucos del rey y lo llevaron de prisa al banquete ofrecido por Ester.

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Ester 7

Humillación y muerte de Amán

1 El rey y Amán fueron al banquete de la reina Ester,

2 y al segundo día, mientras brindaban, el rey le preguntó otra vez:

―Dime qué deseas, reina Ester, y te lo concederé. ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te la concedería!

3 Ester respondió:

―Si me he ganado el favor del rey, y si le parece bien, mi deseo es que me conceda lavida. Mi petición es que se compadezca de mi pueblo.

4 Porque a mí y a mi pueblo se nos ha vendido para exterminio, muerte y aniquilación. Si solo se nos hubiera vendido como esclavos, yo me habría quedado callada, pues tal angustia no sería motivo suficiente para inquietar al rey.

5 El rey le preguntó:

―¿Y quién es ese que se ha atrevido a concebir semejante barbaridad? ¿Dónde está?

6 ―¡El adversario y enemigo es este miserable Amán! —respondió Ester.

Amán quedó aterrorizado ante el rey y la reina.

7 El rey se levantó enfurecido, dejó de beber y salió al jardín del palacio. Pero Amán, dándose cuenta de que el rey ya había decidido su fin, se quedó para implorarle a la reina Ester que le perdonara la vida.

8 Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la sala del banquete, Amán estaba inclinado sobre el diván donde Ester estaba recostada. Al ver esto, el rey exclamó:

―¡Y todavía se atreve este a violar a la reina en mi presencia y en mi casa!

Tan pronto como el rey pronunció estas palabras, cubrieron el rostro de Amán.

9 Y Jarboná, uno de loseunucosque atendían al rey, dijo:

―Hay una estaca de veinticinco metrosde altura, junto a la casa de Amán. Él mandó colocarla para Mardoqueo, el que intervino en favor del rey.

―¡Colgadlo en ella! —ordenó el rey.

10 De modo que colgaron a Amán en la estaca que él había mandado levantar para Mardoqueo. Con eso se aplacó la furia del rey.

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Ester 8

Edicto real en favor de los judíos

1 Ese mismo día, el rey Asuero le dio a la reina Ester las propiedades de Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo se presentó ante el rey, porque Ester le había dicho cuál era su parentesco con ella.

2 El rey se quitó el anillo con su sello, el cual había recuperado de Amán, y se lo obsequió a Mardoqueo. Ester, por su parte, lo designó administrador de las propiedades de Amán.

3 Luego Ester volvió a interceder ante el rey. Se echó a sus pies y, con lágrimas en los ojos, le suplicó que pusiera fin al malvado plan que Amán el agagueo había maquinado contra los judíos.

4 El rey le extendió a Ester el cetro de oro. Entonces ella se levantó y, permaneciendo de pie ante él,

5 dijo:

―Si me he ganado el favor del rey, y si piensa que es correcto hacerlo y está contento conmigo, dígnese dar una contraorden que invalide los decretos para aniquilar a los judíos que están en todas las provincias del reino, los cuales fraguó y escribió Amán hijo de Hamedata, el agagueo.

6 Porque ¿cómo podría yo ver el mal que se cierne sobre mi pueblo? ¿Cómo podría ver impasible el exterminio de mi gente?

7 El rey Asuero respondió entonces a la reina Ester y a Mardoqueo el judío:

―Debido a que Amán atentó contra los judíos, le he dado sus propiedades a Ester, y a él lo han colgado en la estaca.

8 Redactad ahora, en minombre, otro decreto en favor de los judíos, como mejor os parezca, y selladlo con mi anillo real. Un documento escrito en mi nombre, y sellado con mi anillo, es imposible revocarlo.

9 De inmediato fueron convocados los secretarios del rey. Era el día veintitrés del mes tercero, el mes desiván. Se escribió todo lo que Mardoqueo ordenó a los judíos y a lossátrapas, intendentes y funcionarios de las ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hastaCus. Esas órdenes se promulgaron en la escritura de cada provincia y en el idioma de cada pueblo, y también en la escritura e idioma propios de los judíos.

10 Mardoqueo escribió los decretos en nombre del rey Asuero, los selló con el anillo real y los envió por medio de mensajeros del rey, que montaban veloces corceles de las caballerizas reales.

11 El edicto del rey facultaba a los judíos de cada ciudad a reunirse y defenderse, a exterminar, matar y aniquilar a cualquier fuerza armada de cualquier pueblo o provincia que los atacara a ellos o a sus mujeres y niños, y a apoderarse de los bienes de sus enemigos.

12 Para llevar esto a cabo en todas las provincias del rey Asuero, los judíos fijaron el día trece del mes doce, que es el mes deadar.

13 En cada provincia se emitiría como ley una copia del edicto, y se daría a conocer a todos los pueblos. Así los judíos estarían preparados ese día para vengarse de sus enemigos.

14 Los mensajeros, siguiendo las órdenes del rey, salieron de inmediato montando veloces corceles. El edicto se publicó también en la ciudadela de Susa.

15 Mardoqueo salió de la presencia del rey vistiendo ropas reales de azul y blanco, una gran corona de oro y un manto de lino fino color púrpura. La ciudad de Susa estalló en gritos de alegría.

16 Para los judíos, aquel fue un tiempo de luz y de alegría, júbilo y honor.

17 En cada provincia y ciudad adonde llegaban el edicto y la orden del rey había alegría y regocijo entre los judíos, con banquetes y festejos. Y muchas personas de otros pueblos se hicieron judíos por miedo a ellos.

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Ester 9

Triunfo de los judíos

1 El edicto y la orden del rey debían ejecutarse el día trece del mes doce, que es el mes deadar. Los enemigos de los judíos esperaban dominarlos ese día; pero ahora se habían invertido los papeles, y los judíos dominaban a quienes los odiaban.

2 En todas las provincias del rey Asuero, los judíos se reunieron en sus respectivas ciudades para atacar a los que procuraban su ruina. Nadie podía combatirlos, porque el miedo a ellos se había apoderado de todos.

3 Los funcionarios de las provincias, lossátrapas, los intendentes y los administradores del rey apoyaban a los judíos, porque el miedo a Mardoqueo se había apoderado de todos ellos.

4 Mardoqueo se había convertido en un personaje distinguido dentro del palacio real. Su fama se extendía por todas las provincias, y cada vez se hacía más poderoso.

5 Los judíos mataron a filo de espada a todos sus enemigos. Los mataron y los aniquilaron, e hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban.

6 En la ciudadela de Susa mataron y aniquilaron a quinientos hombres.

7 También mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata,

8 Porata, Adalías, Aridata,

9 Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata,

10 que eran los diez hijos de Amán hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos. Pero no se apoderaron de sus bienes.

11 Ese mismo día, al enterarse el rey del número de muertos en la ciudadela de Susa,

12 le dijo a la reina Ester:

―Si los judíos han matado y aniquilado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán en la ciudadela de Susa, ¡qué no habrán hecho en el resto de las provincias del reino! Dime cuál es tu deseo, y se te concederá. ¿Qué otra petición tienes? ¡Se cumplirá tu deseo!

13 ―Si al rey le parece bien —respondió Ester—, concédales permiso a los judíos de Susa para prorrogar hasta mañana el edicto de este día, y permita que sean colgados en la estaca los diez hijos de Amán.

14 El rey ordenó que se hiciera así. Se emitió un edicto en Susa, y los diez hijos de Amán fueron colgados.

15 Los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes deadar, y mataron allí a trescientos hombres, pero no se apoderaron de sus bienes.

16 Mientras tanto, los judíos restantes que estaban en las provincias del rey también se reunieron para defenderse y librarse de sus enemigos. Mataron a setenta y cinco mil de quienes los odiaban, pero tampoco se apoderaron de sus bienes.

17 Esto sucedió el día trece del mes deadar. El día catorce descansaron, y lo celebraron con un alegre banquete.

Celebración del Purim

18 En cambio, los judíos de Susa que se habían reunido el trece y el catorce descansaron el día quince, y lo celebraron con un alegre banquete.

19 Por eso los judíos de las zonas rurales —los que viven en las aldeas— celebran el catorce del mes deadarcomo día de alegría y de banquete, y se hacen regalos unos a otros.

20 Mardoqueo registró estos acontecimientos y envió cartas a todos los judíos de todas las provincias lejanas y cercanas del rey Asuero,

21 exigiéndoles que celebraran cada año los días catorce y quince del mes deadar

22 como el tiempo en que los judíos se libraron de sus enemigos, y como el mes en que su aflicción se convirtió en alegría, y su dolor en día de fiesta. Por eso debían celebrarlos como días de banquete y de alegría, compartiendo los alimentos los unos con los otros y dándoles regalos a los pobres.

23 Así los judíos acordaron convertir en costumbre lo que habían comenzado a festejar, cumpliendo lo que Mardoqueo les había ordenado por escrito.

24 Porque Amán hijo de Hamedata, el agagueo, el enemigo de todos los judíos, había maquinado aniquilar a los judíos y había echado elpur—es decir, la suerte— para confundirlos y aniquilarlos.

25 Pero, cuando Ester se presentó ante el rey, este ordenó por escrito que el malvado plan que Amán había maquinado contra los judíos debía recaer sobre su propia cabeza, y que él y sus hijos fueran colgados en la estaca.

26 Por tal razón, a estos días se los llamóPurim, de la palabrapur. Conforme a todo lo escrito en esta carta, y debido a lo que habían visto y a lo que les había sucedido,

27 los judíos establecieron para ellos y sus descendientes, y para todos los que se les unieran, la costumbre de celebrar sin falta estos dos días cada año, según la manera prescrita y en la fecha fijada.

28 Toda familia, y cada provincia y ciudad, debía recordar y celebrar estos días en cada generación. Y estos días dePurimno debían dejar de festejarse entre los judíos, ni debía morir su recuerdo entre sus descendientes.

29 La reina Ester, hija de Abijaíl, junto con Mardoqueo el judío, escribieron con plena autoridad para confirmar esta segunda carta con respecto a los días dePurim.

30 Él envió decretos a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero —con palabras de buena voluntad y seguridad—

31 para establecer los días dePurimen las fechas fijadas, como lo habían decretado para ellos Mardoqueo el judío y la reina Ester, y como lo habían establecido para sí mismos y para sus descendientes, con algunas cláusulas sobre ayunos y lamentos.

32 El decreto de Ester confirmó estas normas con respecto aPurimy quedó registrado por escrito.

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Ester 10

Grandeza de Mardoqueo

1 El rey Asuero impuso tributo por todo el imperio, incluyendo las islas del mar.

2 Todos los hechos de poder y autoridad de Mardoqueo, junto con un relato completo de la grandeza a la cual lo elevó el rey, se hallan registrados en las crónicas de los reyes de Media y Persia.

3 El judío Mardoqueo fue preeminente entre su pueblo y segundo en jerarquía después del rey Asuero. Alcanzó gran estima entre sus muchos compatriotas, porque procuraba el bien de su pueblo y promovía subienestar.

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Job 1

Prólogo

1 En la región de Uz había un hombre recto e intachable, que temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job.

2 Tenía siete hijos y tres hijas;

3 era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, y su servidumbre era muy numerosa. Entre todos los habitantes del oriente era el personaje de mayor renombre.

4 Sus hijos acostumbraban a turnarse para celebrar banquetes en sus respectivas casas, e invitaban a sus tres hermanas a comer y beber con ellos.

5 Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos sepurificaran. Muy de mañana ofrecía unholocaustopor cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecidoen sucorazóna Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana.

Primera prueba de Job

6 Llegó el día en que los ángelesdebían hacer acto de presencia ante elSeñor, y con ellos se presentó tambiénSatanás.

7 Y elSeñorle preguntó:

―¿De dónde vienes?

―Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro —le respondió Satanás.

8 ―¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle elSeñor—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal.

9 Satanás replicó:

―¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio?

10 ¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra.

11 Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!

12 ―Muy bien —le contestó elSeñor—. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima.

Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia delSeñor.

13 Llegó el día en que los hijos y las hijas de Job celebraban un banquete en casa de su hermano mayor.

14 Entonces un mensajero llegó y le dijo a Job: «Mientras los bueyes araban y los asnos pastaban por allí cerca,

15 nos atacaron los de Sabá y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Solo yo pude escapar, y ahora vengo a contártelo!»

16 No había terminado de hablar este mensajero cuando llegó otro y dijo: «Del cielo cayó un rayo que calcinó a las ovejas y a los criados. ¡Solo yo pude escapar para venir a contártelo!»

17 No había terminado de hablar este mensajero cuando otro más llegó y dijo: «Unos salteadores caldeos vinieron y, dividiéndose en tres grupos, se apoderaron de los camellos y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Solo yo pude escapar, y ahora vengo a contártelo!»

18 Aún no había terminado de hablar este mensajero cuando otro llegó y dijo: «Tus hijos e hijas estaban celebrando un banqueteen casa del mayor de todos ellos

19 y, de pronto, un fuerte viento del desierto dio contra la casa y derribó sus cuatro esquinas. ¡La casa cayó sobre los jóvenes, y todos murieron! ¡Solo yo pude escapar, y ahora vengo a contártelo!»

20 En ese momento, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego, abatido, cayó al suelo en actitud de adoración.

21 Entonces dijo:

«Desnudo salí del vientre de mi madre,

y desnudo he de partir.

ElSeñorha dado; elSeñorha quitado.

¡Bendito sea elnombredelSeñor!»

22 A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.

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Job

Job 2

Segunda prueba de Job

1 Llegó el día en que los ángelesdebían hacer acto de presencia ante elSeñor, y con ellos llegó tambiénSatanáspara presentarse ante elSeñor.

2 Y elSeñorle preguntó:

―¿De dónde vienes?

―Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro —le respondió Satanás.

3 ―¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle elSeñor—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal. Y, aunque tú me incitaste contra él para arruinarlo sin motivo, ¡todavía mantiene firme su integridad!

4 ―¡Una cosa por la otra! —replicó Satanás—. Con tal de salvar la vida, elhombreda todo lo que tiene.

5 Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!

6 ―Muy bien —dijo elSeñora Satanás—, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida.

7 Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia delSeñorpara afligir a Job con dolorosas llagas desde la planta del pie hasta la coronilla.

8 Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente.

9 Su esposa le reprochó:

―¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!

10 Job le respondió:

―Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir también lo malo?

A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.

Los tres amigos de Job

11 Tres amigos de Job se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido, y de común acuerdo salieron de sus respectivos lugares para ir juntos a expresarle a Job sus condolencias y consuelo. Ellos eran Elifaz de Temán, Bildad de Súah, y Zofar de Namat.

12 Desde cierta distancia alcanzaron a verlo, y casi no lo pudieron reconocer. Se echaron a llorar a gritos, rasgándose las vestiduras y arrojándose polvo y ceniza sobre la cabeza,

13 y durante siete días y siete noches se sentaron en el suelo para hacerle compañía. Ninguno de ellos se atrevía a decirle nada, pues veían que su sufrimiento era muy grande.

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Job 3

Primer discurso de Job

1 Después de esto, Job rompió el silencio para maldecir el día en que había nacido.

2 Dijo así:

3 «Que perezca el día en que fui concebido

y la noche en que se anunció: “¡Ha nacido un niño!”

4 Que ese día se vuelva oscuridad;

que Dios en lo alto no lo tenga en cuenta;

que no brille en él ninguna luz.

5 Que las tinieblas y las más pesadas sombras

vuelvan a reclamarlo;

Que una nube lo cubra con su sombra;

que la oscuridad domine su esplendor.

6 Que densas tinieblas caigan sobre esa noche;

que no sea contada entre los días del año,

ni registrada en ninguno de los meses.

7 Que permanezca estéril esa noche;

que no haya en ella gritos de alegría.

8 Que maldigan ese día los que profieren maldiciones,

los expertos en provocar aLeviatán.

9 Que se oscurezcan sus estrellas matutinas;

que en vano espere la luz del día,

y que no vea los primeros rayos de la aurora.

10 Pues no cerró el vientre de mi madre

ni evitó que mis ojos vieran tanta miseria.

11 »¿Por qué no perecí al momento de nacer?

¿Por qué no morí cuando salí del vientre?

12 ¿Por qué hubo rodillas que me recibieran,

y pechos que me amamantaran?

13 Ahora estaría yo descansando en paz;

estaría durmiendo tranquilo

14 entre reyes y consejeros de este mundo,

que se construyeron monumentos hoy en ruinas;

15 entre gobernantes que poseyeron mucho oro

y que llenaron de plata sus mansiones.

16 ¿Por qué no me enterraron como a un aborto,

como a esos niños que jamás vieron la luz?

17 ¡Allí cesa el afán de los malvados!

¡Allí descansan las víctimas de la opresión!

18 También los cautivos disfrutan del reposo,

pues ya no escuchan los gritos del capataz.

19 Allí el pequeño se codea con el grande,

y el esclavo se libera de su amo.

20 »¿Por qué permite Dios que los abatidos vean la luz?

¿Por qué se les da vida a los amargados?

21 Anhelan estos una muerte que no llega,

aunque la buscan más que a tesoro escondido;

22 ¡se llenarían de gran regocijo,

se alegrarían si llegaran al sepulcro!

23 ¿Por qué arrincona Dios

alhombreque desconoce su destino?

24 Antes que el pan, me llegan los suspiros;

mis gemidos se derraman como el agua.

25 Lo que más temía, me sobrevino;

lo que más me asustaba, me sucedió.

26 No encuentro paz ni sosiego;

no hallo reposo, sino solo agitación».

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Job 4

Primer discurso de Elifaz

1 A esto respondió así Elifaz de Temán:

2 «Tal vez no puedas aguantar

que alguien se atreva a decirte algo,

pero ¿quién podrá quedarse callado?

3 Tú, que impartías instrucción a las multitudes

y fortalecías las manos decaídas;

4 tú, que con tus palabras sostenías a los que tropezaban

y fortalecías las rodillas que flaqueaban;

5 ¡ahora que afrontas las calamidades, no las resistes!;

¡te ves golpeado y te desanimas!

6 ¿No debieras confiar en que temes a Dios

y en que tu conducta es intachable?

7 »Ponte a pensar: ¿Quién, siendo inocente, ha perecido?

¿Cuándo se ha destruido a la gente íntegra?

8 La experiencia me ha enseñado

que los que siembran maldad cosechan desventura.

9 El soplo de Dios los destruye,

el aliento de su enojo los consume.

10 Aunque ruja el león y gruña el cachorro,

acabarán con los colmillos destrozados;

11 el león perece por falta de presa,

y los cachorros de la leona se dispersan.

12 »En lo secreto me llegó un mensaje;

mis oídos captaron solo su murmullo.

13 Entre inquietantes visiones nocturnas,

cuando cae sobre loshombresun sueño profundo,

14 me hallé presa del miedo y del temblor;

mi esqueleto entero se sacudía.

15 Sentí sobre mi rostro el roce de un espíritu,

y se me erizaron los cabellos.

16 Una silueta se plantó frente a mis ojos,

pero no pude ver quién era.

Detuvo su marcha,

y escuché una voz que susurraba:

17 »“¿Puede un simplemortalser más justo que Dios?

¿Puede ser más puro el hombre que su creador?

18 Pues, si Dios no confía en sus propios siervos,

y aun a sus ángeles acusa de cometer errores,

19 ¡cuánto más a los que habitan en casas de barro

cimentadas sobre el polvo y expuestos a ser aplastados como polilla!

20 Entre la aurora y el ocaso pueden ser destruidos

y perecer para siempre, sin que a nadie le importe.

21 ¿No se arrancan acaso las estacas de su tienda?

¡Mueren sin haber adquirido sabiduría!”