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1 Samuel

1 Samuel 21

David en Nob

1 Cuando David llegó a Nob, fue a ver al sacerdote Ajimélec, quien, al encontrarse con David, se puso nervioso.

―¿Por qué vienes solo? —le preguntó—. ¿Cómo es que nadie te acompaña?

2 David le respondió:

―Vengo por orden del rey, pero nadie debe saber a qué me ha enviado ni cuál es esa orden. En cuanto a mis hombres, ya les he indicado dónde encontrarnos.

3 ¿Qué provisiones tienes a mano? Dame unos cinco panes, o algo más que tengas.

4 ―No tengo a mano pan común y corriente —le contestó el sacerdote—. Podría darte el pan consagrado, si es que tus hombres se han abstenido por lo menos de estar con mujeres.

5 David respondió:

―Te aseguro que, como es la costumbre cuando salimos en una expedición, no hemos tenido contacto con mujeres. Además, mis hombresse consagran incluso en expediciones ordinarias, así que con más razón están consagrados ahora.

6 Por tanto, el sacerdote le entregó a David el pan consagrado, ya que no había otro. Era elpan de la Presenciaque había sido quitado de delante delSeñory reemplazado por el pan caliente del día.

7 Aquel día estaba allí uno de los oficiales de Saúl, que había tenido que quedarse en el santuario delSeñor. Se trataba de un edomita llamado Doeg, que era jefe de los pastores de Saúl.

8 Más tarde, David le preguntó a Ajimélec:

―¿No tienes a mano una lanza o una espada? Tan urgente era el encargo del rey que no alcancé a tomar mi espada ni mis otras armas.

9 El sacerdote respondió:

―Aquí tengo la espada del filisteo Goliat, a quien mataste en el valle de Elá. Está detrás delefod, envuelta en un paño. Puedes llevártela, si quieres. Otras armas no tengo.

―Dámela —dijo David—. ¡Es la mejor que podrías ofrecerme!

David en Gat

10 Ese mismo día David, todavía huyendo de Saúl, se dirigió a Aquis, rey de Gat.

11 Los oficiales le dijeron a Aquis:

―¿No es este David, el rey del país? ¿No es él por quien danzaban, y en los cantos decían:

«Saúl mató a sus miles,

pero David, a sus diez miles»?

12 Al oír esto, David se preocupó y tuvo mucho miedo de Aquis, rey de Gat.

13 Por lo tanto, fingió perder la razón y, en público, comenzó a portarse como un loco, haciendo garabatos en las puertas y dejando que la saliva le corriera por la barba.

14 Aquis dijo entonces a sus oficiales:

―¿Pero qué, no os fijáis? ¡Ese hombre está loco! ¿Para qué me lo traéis?

15 ¿Acaso me hacen falta más locos, que encima me traéis a este para hacer sus locuras en mi presencia? ¡Sacadlo de mi palacio!

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1 Samuel

1 Samuel 22

David huye a Adulán y a Mizpa

1 David se fue de Gat y huyó a la cueva de Adulán. Cuando sus hermanos y el resto de la familia se enteraron, fueron a verlo allí.

2 Además, se le unieron muchos otros que estaban en apuros, cargados de deudas o amargados. Así, David llegó a tener bajo su mando a unos cuatrocientos hombres.

3 De allí se dirigió a Mizpa, en Moab, y le pidió al rey de ese lugar: «Deja que mis padres vengan a vivir entre vosotros hasta que yo sepa lo que Dios quiere de mí».

4 Fue así como dejó a sus padres con el rey de Moab, y ellos se quedaron allí todo el tiempo que David permaneció en su refugio.

5 Pero el profeta Gad le dijo a David: «No te quedes en el refugio. Es mejor que regreses a la tierra de Judá». Entonces David se fue de allí, y se metió en el bosque de Jaret.

Saúl elimina a los sacerdotes de Nob

6 Mientras Saúl estaba sentado a la sombra de un tamarisco que había en la colina de Guibeá, se enteró de que David y sus hombres habían sido localizados. Tenía Saúl su lanza en la mano, y lo rodeaban todos sus oficiales,

7 a quienes les dijo:

―¡Poned atención, hombres de Benjamín! ¿También vosotros creéis que el hijo de Isaí os va a dar tierras y viñedos, y que a todos os va a nombrar jefes de mil y de cien soldados?

8 ¡Ahora veo por qué todos vosotros conspiráis contra mí, y por qué nadie me informa del pacto que mi hijo ha hecho con el hijo de Isaí! Nadie se ha tomado la molestia de avisarme que mi propio hijo instiga a uno de mis súbditos a que se subleve y me aceche, como en realidad está pasando.

9 Doeg el edomita, que se encontraba entre los oficiales de Saúl, le dijo:

―Yo vi al hijo de Isaí reunirse en Nob con Ajimélec hijo de Ajitob.

10 Ajimélec consultó alSeñorpor David y le dio provisiones, y hasta le entregó la espada de Goliat.

11 Entonces el rey mandó llamar al sacerdote Ajimélec hijo de Ajitob, y a todos sus parientes, que eran sacerdotes en Nob. Cuando llegaron,

12 Saúl le dijo:

―Escucha, hijo de Ajitob.

―Dime, mi señor —respondió Ajimélec.

13 ―¿Por qué tú y el hijo de Isaí conspiráis contra mí? —le preguntó Saúl—. Le diste comida y una espada. También consultaste a Dios por él para que se subleve y me aceche, como en realidad está pasando.

14 Ajimélec le respondió al rey:

―¿Quién entre todos los oficiales del rey es tan fiel como tu yerno David, jefe de la guardia real y respetado en el palacio?

15 ¿Es acaso esta la primera vez que consulto a Dios por él? ¡Claro que no! No debiera el rey acusarnos ni a mí ni a mi familia, pues de este asunto tu siervo no sabe absolutamente nada.

16 ―¡Te llegó la hora, Ajimélec! —replicó el rey—. ¡Y no solo a ti, sino a toda tu familia!

17 De inmediato el rey ordenó a los guardias que lo acompañaban:

―¡Matad a los sacerdotes delSeñor, que ellos también se han puesto de parte de David! Sabían que estaba huyendo, y sin embargo no me lo dijeron.

Pero los oficiales del rey no se atrevieron a levantar la mano en contra de los sacerdotes delSeñor.

18 Así que el rey le ordenó a Doeg:

―¡Pues mátalos tú!

Entonces Doeg el edomita se lanzó contra ellos y los mató. Aquel día mató a ochenta y cinco hombres que tenían puesto elefodde lino.

19 Luego fue a Nob, el pueblo de los sacerdotes, y mató a filo de espada a hombres y mujeres, a niños y recién nacidos, y hasta los bueyes, asnos y ovejas.

20 Sin embargo, un hijo de Ajimélec, llamado Abiatar, logró escapar y huyó hasta encontrarse con David.

21 Cuando le informó de que Saúl había matado a los sacerdotes delSeñor,

22 David le respondió:

―Ya desde aquel día, cuando vi a Doeg en Nob, sabía yo que él le avisaría a Saúl. Yo tengo la culpa de que hayan muerto todos tus parientes.

23 Pero no tengas miedo. Quédate conmigo, que aquí estarás a salvo. Quien quiera matarte tendrá que matarme a mí.

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1 Samuel

1 Samuel 23

David libera la ciudad de Queilá

1 Los filisteos atacaron la ciudad de Queilá y saquearon los graneros. Cuando David se enteró de lo sucedido,

2 consultó alSeñor:

―¿Debo ir a luchar contra los filisteos?

―Ve —respondió elSeñor—, lucha contra los filisteos y libera a Queilá.

3 Pero los soldados le dijeron a David:

―Si aun aquí en Judá vivimos con miedo, ¡cuánto más si vamos a Queilá para atacar al ejército filisteo!

4 David volvió a consultar alSeñor, y él le respondió:

―Ponte en camino y ve a Queilá, que voy a entregar en tus manos a los filisteos.

5 Así que David y sus hombres fueron allí y lucharon contra los filisteos, derrotándolos por completo. David se apoderó de los ganados de los filisteos y rescató a los habitantes de la ciudad.

6 Ahora bien, cuando Abiatar hijo de Ajimélec huyó a Queilá para refugiarse con David, se llevó consigo elefod.

Saúl persigue a David

7 Cuando le contaron a Saúl que David había ido a Queilá, exclamó: «¡Dios me lo ha entregado! David se ha metido en una ciudad con puertas y cerrojos, y no tiene escapatoria».

8 Entonces convocó a todo su ejército para ir a combatir a David y a sus hombres, y sitiar la ciudad de Queilá.

9 David se enteró de que Saúl tramaba su destrucción. Por tanto, le ordenó a Abiatar que le llevara elefod.

10 Luego David oró:

―OhSeñor, Dios de Israel, yo, tu siervo, sé muy bien que por mi culpa Saúl se propone venir a Queilá para destruirla.

11 ¿Me entregarán los habitantes de esta ciudad en manos de Saúl? ¿Es verdad que Saúl vendrá, según me han dicho? Yo te ruego,Señor, Dios de Israel, que me lo hagas saber.

―Sí, vendrá —le respondió elSeñor.

12 David volvió a preguntarle:

―¿Nos entregarán los habitantes de Queilá a mí y a mis hombres en manos de Saúl?

Y elSeñorle contestó:

―Sí, os entregarán.

13 Entonces David y sus hombres, que eran como seiscientos, se fueron de Queilá y anduvieron de un lugar a otro. Cuando le contaron a Saúl que David se había ido de Queilá, decidió suspender la campaña.

14 David se estableció en los refugios del desierto, en los áridos cerros de Zif. Día tras día, Saúl lo buscaba, pero Dios no lo entregó en sus manos.

15 Estando David en Hores, en el desierto de Zif, se enteró de que Saúl había salido en su busca con la intención de matarlo.

16 Jonatán hijo de Saúl fue a ver a David en Hores, y lo animó a seguir confiando en Dios.

17 «No tengas miedo —le dijo—, que mi padre no podrá atraparte. Tú vas a ser el rey de Israel, y yo seré tu segundo. Esto, hasta mi padre lo sabe».

18 Entonces los dos hicieron un pacto en presencia delSeñor, después de lo cual Jonatán regresó a su casa y David se quedó en Hores.

19 Los habitantes de Zif fueron a Guibeá y le dijeron a Saúl:

―¿No sabe mi rey que David se ha escondido en nuestro territorio? Está en el monte de Jaquilá, en los refugios de Hores, al sur del desierto.

20 Cuando mi rey tenga a bien venir, entregaremos a David en sus manos.

21 ―¡Que elSeñoros bendiga por tenerme tanta consideración! —respondió Saúl—.

22 Id y averiguad bien por dónde anda y quién lo ha visto, pues me han dicho que es muy astuto.

23 Informaos bien de todos los lugares donde se esconde, y traedme datos precisos. Entonces yo iré con vosotros y, si es verdad que está en esa región, lo buscaré entre todos los clanes de Judá.

24 Los de Zif se despidieron de Saúl y volvieron a su tierra. Mientras tanto, David y sus hombres se encontraban en el desierto de Maón, en el Arabá, al sur del desierto.

25 Cuando avisaron a David que Saúl y sus hombres venían en su búsqueda, bajó al peñasco del desierto de Maón. Al enterarse de esto, Saúl dirigió la persecución hacia ese lugar.

26 Saúl avanzaba por un costado del monte, mientras que David y sus hombres iban por el otro, apresurándose para escapar. Pero Saúl y sus hombres lo tenían rodeado. Ya estaban a punto de atraparlo,

27 cuando un mensajero llegó y le dijo a Saúl: «¡Apresúrate, que los filisteos están saqueando el país!»

28 Saúl dejó entonces de perseguir a David y volvió para enfrentarse con los filisteos. Por eso aquel sitio se llama Sela Hamajlecot.

29 Luego David se fue de allí para establecerse en los refugios de Engadi.

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1 Samuel

1 Samuel 24

David le perdona la vida a Saúl

1 Cuando Saúl regresó de perseguir a los filisteos, le informaron de que David estaba en el desierto de Engadi.

2 Entonces Saúl tomó consigo tres batallones de hombres escogidos de todo Israel, y se fue por los Peñascos de las Cabras, en busca de David y de sus hombres.

3 Por el camino, llegó a un redil de ovejas; y, como había una cueva en el lugar, entró allí para hacer sus necesidades.David estaba escondido en el fondo de la cueva, con sus hombres,

4 y estos le dijeron:

―En verdad, hoy se cumple la promesa que te hizo elSeñorcuando te dijo: “Yo pondré a tu enemigo en tus manos, para que hagas con él lo que mejor te parezca”.

David se levantó y, sin hacer ruido, cortó el borde del manto de Saúl.

5 Pero le remordió la conciencia por lo que había hecho,

6 y les dijo a sus hombres:

―¡Que elSeñorme libre de hacerle al rey lo que vosotros sugerís! No puedo alzar la mano contra él, porque es elungidodelSeñor.

7 De este modo David contuvo a sus hombres, y no les permitió que atacaran a Saúl. Pero una vez que este salió de la cueva para proseguir su camino,

8 David lo siguió, gritando:

―¡Mi señor el rey!

Saúl miró hacia atrás, y David, postrándose rostro en tierra, se inclinó

9 y le dijo:

―¿Por qué haces caso a los que dicen que yo quiero hacerte daño?

10 Tú podrás ver con tus propios ojos que hoy mismo, en esta cueva, elSeñorte había entregado en mis manos. Mis hombres me incitaban a que te matara, pero yo respeté tu vida y dije: “No puedo alzar la mano contra el rey, porque es el ungido delSeñor”.

11 Padre mío, mira el borde de tu manto que tengo en la mano. Yo corté este pedazo, pero a ti no te maté. Reconoce que yo no intento hacerte mal ni traicionarte. Tú, sin embargo, me persigues para quitarme lavida, aunque yo no te he hecho ningún agravio.

12 ¡Que elSeñorjuzgue entre nosotros dos! ¡Y que elSeñorme vengue de ti! Pero mi mano no se alzará contra ti.

13 Como dice el antiguo refrán: “De los malos, la maldad”; por eso mi mano jamás se alzará contra ti.

14 »¿Contra quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigue? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga!

15 ¡Que sea elSeñorquien juzgue y dicte la sentencia entre nosotros dos! ¡Que examine mi causa, y me defienda y me libre de ti!»

16 Cuando David terminó de hablar, Saúl le preguntó:

―David, hijo mío, ¡pero si eres tú quien me habla!

Y alzando la voz, se echó a llorar.

17 ―Has actuado mejor que yo —continuó Saúl—. Me has devuelto bien por mal.

18 Hoy me has hecho reconocer lo bien que me has tratado, pues elSeñorme entregó en tus manos, y no me mataste.

19 ¿Quién encuentra a su enemigo y le perdona la vida?¡Que elSeñorte recompense por lo bien que me has tratado hoy!

20 Ahora caigo en cuenta que tú serás el rey, y que consolidarás el reino de Israel.

21 Júrame entonces, por elSeñor, que no exterminarás mi descendencia ni borrarás elnombrede mi familia.

22 David se lo juró. Luego Saúl volvió a su palacio, y David y sus hombres subieron al refugio.

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1 Samuel

1 Samuel 25

David, Nabal y Abigaíl

1 Samuel murió, y fue enterrado en Ramá, donde había vivido. Todo Israel se reunió para hacer duelo por él. Después de eso David bajó al desierto de Maón.

2 Había en Maón un hombre muy rico, dueño de mil cabras y tres mil ovejas, las cuales esquilaba en Carmel, donde tenía su hacienda.

3 Se llamaba Nabal y pertenecía a la familia de Caleb. Su esposa, Abigaíl, era una mujer bella e inteligente; Nabal, por el contrario, era insolente y de mala conducta.

4 Estando David en el desierto, se enteró de que Nabal estaba esquilando sus ovejas.

5 Envió entonces diez de sus hombres con este encargo: «Id a Carmel para llevarle a Nabal un saludo de mi parte.

6 Decidle: “¡Que tengáis saludypaztú y tu familia, y todo lo que te pertenece!

7 Acabo de escuchar que estás esquilando tus ovejas. Como has de saber, cuando tus pastores estuvieron con nosotros, jamás los molestamos. En todo el tiempo que se quedaron en Carmel, nunca se les quitó nada.

8 Pregúntales a tus criados, y ellos mismos te lo confirmarán. Por tanto, te agradeceré que recibas bien a mis hombres, pues este día hay que celebrarlo. Dales, por favor, a tus siervos y a tu hijo David lo que tengas a mano”».

9 Cuando los hombres de David llegaron, le dieron a Nabal este mensaje de parte de David y se quedaron esperando.

10 Pero Nabal les contestó:

―¿Y quién es ese tal David? ¿Quién es el hijo de Isaí? Hoy día son muchos los esclavos que se escapan de sus amos.

11 ¿Por qué he de compartir mi pan y mi agua, y la carne que he reservado para mis esquiladores, con gente que ni siquiera sé de dónde viene?

12 Los hombres de David se dieron la vuelta y se pusieron en camino. Cuando llegaron ante él, le comunicaron todo lo que Nabal había dicho.

13 Entonces David les ordenó: «¡Ceñíos todos la espada!» Y todos, incluso él, se la ciñeron. Acompañaron a David unos cuatrocientos hombres, mientras que otros doscientos se quedaron cuidando el bagaje.

14 Uno de los criados avisó a Abigaíl, la esposa de Nabal: «David envió desde el desierto unos mensajeros para saludar a nuestro amo, pero él los trató mal.

15 Esos hombres se portaron muy bien con nosotros. En todo el tiempo que anduvimos con ellos por el campo, jamás nos molestaron ni nos quitaron nada.

16 Día y noche nos protegieron mientras cuidábamos los rebaños cerca de ellos.

17 Piensa tú bien lo que debes hacer, pues la ruina está a punto de caer sobre nuestro amo y sobre toda su familia. Tiene tan mal genio que ni hablar se puede con él».

18 Sin perder tiempo, Abigaíl reunió doscientos panes, dos odres de vino, cinco ovejas asadas, treinta y cinco litrosde trigo tostado, cien tortas de uvas pasas y doscientas tortas de higos. Después de cargarlo todo sobre unos asnos,

19 les dijo a los criados: «Id delante, que yo os sigo». Pero a Nabal, su esposo, no le dijo nada de esto.

20 Montada en un asno, Abigaíl bajaba por la ladera del monte cuando vio que David y sus hombres venían en dirección opuesta, de manera que se encontraron.

21 David acababa de comentar: «De balde estuve protegiendo en el desierto las propiedades de ese tipo, para que no perdiera nada. Ahora resulta que me paga mal por el bien que le hice.

22 ¡Que Dios me castiguesin piedad si antes del amanecer no acabo con todos sus hombres!»

23 Cuando Abigaíl vio a David, se bajó rápidamente del asno y se inclinó ante él, postrándose rostro en tierra.

24 Se arrojó a sus pies y dijo:

―Señor mío, yo tengo la culpa. Deja que esta sierva tuya te hable; te ruego que me escuches.

25 No hagas tú caso de ese grosero de Nabal, pues le hace honor a sunombre, que significa “necio”. La necedad lo acompaña por todas partes. Yo, por mi parte, no vi a los mensajeros que tú, mi señor, enviaste.

26 »Pero ahora elSeñorte ha impedido a ti derramar sangre y tomarte la justicia por tus propias manos. ¡Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos! Por eso, pido que a tus enemigos, y a todos los que quieran hacerte daño, les pase lo mismo que a Nabal.

27 Acepta tú este regalo que tu sierva te ha traído, y repártelo entre los criados que te acompañan.

28 Yo te ruego que perdones el atrevimiento de esta tu sierva. Ciertamente, elSeñorte dará a ti una dinastía que se mantendrá firme, y nunca nadie podrá hacerte a ti ningún daño,pues tú peleas las batallas delSeñor.

29 Aun si alguien te persigue con la intención de matarte, tuvidaestará protegidapor elSeñortu Dios, mientras que tus enemigos serán lanzados a la destrucción.

30 Así que, cuando elSeñorte haya hecho todo el bien que te ha prometido, y te haya establecido como jefe de Israel,

31 no tendrás tú que sufrir la pena y el remordimiento de haberte vengado por ti mismo, ni de haber derramado sangre inocente. Acuérdate tú de esta tu sierva cuando elSeñorte haya dado prosperidad».

32 David le dijo entonces a Abigaíl:

―¡Bendito sea elSeñor, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro!

33 ¡Y bendita seas tú por tu buen juicio, pues me has impedido derramar sangre y vengarme con mis propias manos!

34 ElSeñor, Dios de Israel, me ha impedido hacerte mal; pero te digo que, si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, para mañana no le habría quedado vivo a Nabal ni uno solo de sus hombres. ¡Tan cierto como que elSeñorvive!

35 Dicho esto, David aceptó lo que ella le había traído.

―Vuelve tranquila a tu casa —añadió—. Como puedes ver, te he hecho caso: te concedo lo que me has pedido.

36 Cuando Abigaíl llegó a la casa, Nabal estaba dando un regio banquete. Se encontraba alegre y muy borracho, así que ella no le dijo nada hasta el día siguiente.

37 Por la mañana, cuando a Nabal ya se le había pasado la borrachera, su esposa le contó lo sucedido. Al oírlo, Nabal sufrió un ataque al corazón y quedó paralizado.

38 Unos diez días después, elSeñorhirió a Nabal, y así murió.

39 Cuando David se enteró de que Nabal había muerto, exclamó: «¡Bendito sea elSeñor, que me ha hechojusticiapor la afrenta que recibí de Nabal! ElSeñorlibró a este siervo suyo de hacer mal, pero hizo recaer sobre Nabal su propia maldad».

Entonces David envió un mensaje a Abigaíl, proponiéndole matrimonio.

40 Cuando los criados llegaron a Carmel, hablaron con Abigaíl y le dijeron:

―David nos ha enviado para pedirte que te cases con él.

41 Ella se inclinó y, postrándose rostro en tierra, dijo:

―Soy la sierva de David, y estoy para servirle. Incluso estoy dispuesta a lavarles los pies a sus criados.

42 Sin perder tiempo, Abigaíl se dispuso a partir. Se montó en un asno y, acompañada de cinco criadas, se fue con los mensajeros de David. Después se casó con él.

43 David también se había casado con Ajinoán de Jezrel, así que ambas fueron sus esposas.

44 Saúl, por su parte, había entregado a su hija Mical, esposa de David, a Paltielhijo de Lais, oriundo de Galín.

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1 Samuel

1 Samuel 26

David le perdona la vida a Saúl

1 Los habitantes de Zif fueron a Guibeá y le dijeron a Saúl:

―¿No sabes, oh rey, que David está escondido en el monte de Jaquilá, frente al desierto?

2 Entonces Saúl se puso en marcha con los tres batallones de hombres escogidos de Israel, y bajó al desierto de Zif en busca de David.

3 Acampó en el monte de Jaquilá, que está frente al desierto, junto al camino. Cuando David, que vivía en el desierto, se dio cuenta de que Saúl venía tras él,

4 envió espías para averiguar dónde se encontraba.

5 Luego se dirigió al campamento de Saúl, y observó el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, jefe del ejército. Saúl estaba dentro del campamento, y el ejército lo rodeaba.

6 David entonces les preguntó a Ajimélec el hitita y a Abisay hijo de Sarvia, hermano de Joab:

―¿Quién quiere venir conmigo al campamento de Saúl?

―Yo voy contigo —respondió Abisay.

7 David y Abisay llegaron esa noche y vieron a Saúl dormido en medio del campamento, con su lanza hincada en tierra a su cabecera. Abner y el ejército estaban acostados a su alrededor.

8 ―Hoy ha puesto Dios en tus manos a tu enemigo —le dijo Abisay a David—. Déjame matarlo. De un solo golpe de lanza lo dejaré clavado en el suelo. ¡Y no tendré que rematarlo!

9 ―¡No lo mates! —exclamó David— ¿Quién puede impunemente alzar la mano contra elungidodelSeñor?

10 Y añadió:

―Tan cierto como que elSeñorvive, que él mismo lo herirá. O le llegará la hora de morir, o caerá en batalla.

11 En cuanto a mí, ¡que elSeñorme libre de alzar la mano contra su ungido! Solo toma la lanza y el jarro de agua que están a su cabecera, y vámonos de aquí.

12 David mismo tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de Saúl, y los dos se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, pues todos estaban dormidos. No se despertaron, pues elSeñorlos había hecho caer en un sueño profundo.

13 David cruzó al otro lado y se detuvo en la cumbre del monte, de modo que había una buena distancia entre ellos.

14 Entonces llamó al ejército y a Abner hijo de Ner:

―¡Abner! ¿Me oyes?

Abner replicó:

―¿Quién le está gritando al rey?

15 David le contestó:

―¿No eres tú el valiente sin par en Israel? ¿Cómo es que no has protegido a tu señor el rey? Te cuento que uno del pueblo entró con la intención de matarlo.

16 ¡Lo que has hecho no tiene nombre! Tan cierto como que elSeñorvive, que vosotros merecéis la muerte por no haber protegido a vuestro rey, el ungido delSeñor. A ver, ¿dónde están la lanza del rey y el jarro de agua que estaban a su cabecera?

17 Saúl, que reconoció la voz de David, dijo:

―David, hijo mío, ¡pero si eres tú quien habla!

―Soy yo, mi señor y rey —respondió David—.

18 ¿Por qué persigue mi señor a este siervo suyo? ¿Qué le he hecho? ¿Qué delito he cometido?

19 Te ruego que escuches mis palabras. Si quien te mueve en contra mía es elSeñor, una ofrenda bastará para aplacarlo. Pero, si son los hombres, ¡que elSeñorlos maldiga! Hoy me expulsan de esta tierra, que es la herencia delSeñor, y me dicen: “¡Vete a servir a otros dioses!”

20 Ahora bien, no dejes que mi sangre sea derramada lejos de la presencia delSeñor. ¿Por qué ha salido el rey de Israel en busca de una simple pulga? ¡Es como si estuviera cazando una perdiz en los montes!

21 ―¡He pecado! —exclamó Saúl—. Regresa, David, hijo mío. Ya no voy a hacerte daño. Tú has valorado hoy mi vida; yo, en cambio, he sido un necio y me he portado muy mal.

22 David respondió:

―Aquí está la lanza del rey. Manda a uno de tus criados a recogerla.

23 Que elSeñorle pague a cada uno según su rectitud y lealtad, pues hoy él te había puesto a ti en mis manos, pero yo ni siquiera me atreví a tocar al ungido delSeñor.

24 Sin embargo, así como hoy valoré tuvida, quiera elSeñorvalorar mi propia vida y librarme de toda angustia.

25 ―¡Bendito seas, David, hijo mío! —respondió Saúl—. Tú harás grandes cosas, y en todo triunfarás.

Luego David siguió su camino, y Saúl regresó a su palacio.

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1 Samuel

1 Samuel 27

David entre los filisteos

1 Con todo, David pensaba: «Un día de estos voy a morir a manos de Saúl. Lo mejor que puedo hacer es huir a la tierra de los filisteos. Así Saúl se cansará de buscarme por el territorio de Israel, y podré escapar de sus manos».

2 Acompañado de sus seiscientos hombres, David se puso en marcha y se trasladó a la tierra de Gat, donde reinaba Aquis hijo de Maoc.

3 Tanto David como sus hombres se establecieron allí, y quedaron bajo la protección de Aquis. Cada hombre había llevado a su familia, y David tenía consigo a sus dos esposas, Ajinoán la jezrelita y Abigaíl de Carmel, la viuda de Nabal.

4 En efecto, cuando Saúl se enteró de que David había huido a Gat, dejó de perseguirlo.

5 David le dijo a Aquis: «Si en verdad cuento con tu favor, te ruego que me concedas algún pueblo en el campo, y allí viviré. No tiene ningún sentido que este tu siervo viva en la capital del reino».

6 Aquel mismo día Aquis le dio la ciudad de Siclag, la cual hasta hoy pertenece a los reyes de Judá.

7 David vivió en territorio filisteo un año y cuatro meses.

8 Acostumbraba a salir en campaña con sus hombres para saquear a los guesureos, guirzitas y amalecitas, pueblos que durante mucho tiempo habían habitado la zona que se extiende hacia Sur y hasta el país de Egipto.

9 Cada vez que David atacaba la región, no dejaba a nadie con vida, ni hombre ni mujer. Antes de regresar adonde estaba Aquis se apoderaba de las ovejas, vacas, asnos y camellos, y hasta de la ropa que vestían.

10 Si Aquis le preguntaba: «¿Qué región saqueaste hoy?», David le respondía: «La del sur de Judá»; o bien: «La del sur de Jeramel»; o «La del sur, donde viven los quenitas».

11 David no dejaba con vida ni a hombre ni a mujer, pues pensaba que si llevaba prisioneros a Gat lo denunciarían por lo que estaba haciendo. Este fue su patrón de conducta todo el tiempo que estuvo en territorio filisteo.

12 Aquis, por su parte, confiaba en David y se decía: «David se está haciendo odioso a los israelitas, su propia gente. Sin duda me servirá para siempre».

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1 Samuel

1 Samuel 28

Saúl y la adivina de Endor

1 Por aquel tiempo, los filisteos reunieron sus tropas para ir a la guerra contra Israel. Por lo tanto, Aquis le dijo a David:

―Quiero que sepas que tú y tus hombres saldréis conmigo a la guerra.

2 ―Está bien —respondió David—. Ya verás de lo que es capaz tu siervo.

―Si es así —añadió Aquis—, de ahora en adelante te nombro mi guardaespaldas.

3 Ya Samuel había muerto. Todo Israel había hecho duelo por él, y lo habían enterrado en Ramá, que era su propio pueblo. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros.

4 Los filisteos concentraron sus fuerzas y fueron a Sunén, donde acamparon. Saúl reunió entonces a los israelitas, y armaron su campamento en Guilboa.

5 Pero, cuando vio Saúl al ejército filisteo, le entró tal miedo que se descorazonó por completo.

6 Por eso consultó alSeñor, pero él no le respondió ni en sueños, ni por elurimni por los profetas.

7 Por eso Saúl les ordenó a sus oficiales:

―Buscadme una adivina, para que yo vaya a consultarla.

―Pues hay una en Endor —le respondieron.

8 Saúl se disfrazó con otra ropa y, acompañado de dos hombres, se fue de noche a ver a la mujer.

―Quiero que evoques a un espíritu —le pidió Saúl—. Haz que se me aparezca el que yo te diga.

9 ―¿Acaso no sabes tú lo que ha hecho Saúl? —respondió la mujer—. ¡Ha expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros! ¿Por qué vienes tú a tenderme una trampa y exponerme a la muerte?

10 ―¡Tan cierto como que elSeñorvive, te juro que nadie te va a castigar por esto! —contestó Saúl.

11 ―¿A quién deseas tú que yo haga aparecer? —preguntó la mujer.

―Evócame a Samuel —respondió Saúl.

12 Al ver a Samuel, la mujer pegó un grito.

―¡Pero si tú eres Saúl! ¿Por qué me has engañado? —le recriminó.

13 ―No tienes nada que temer —dijo el rey—. Dime lo que has visto.

―Veo un espíritu que subede la tierra —respondió ella.

14 ―¿Y qué aspecto tiene?

―El de un anciano, que sube envuelto en un manto.

Al darse cuenta Saúl de que era Samuel, se postró rostro en tierra.

15 Samuel le dijo a Saúl:

―¿Por qué me molestas, haciéndome subir?

―Estoy muy angustiado —respondió Saúl—. Los filisteos me están atacando, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde, ni en sueños ni por medio de profetas. Por eso decidí llamarte, para que me digas lo que debo hacer.

16 Samuel le replicó:

―Pero, si elSeñorse ha alejado de ti y se ha vuelto tu enemigo, ¿por qué me consultas a mí?

17 ElSeñorha cumplido lo que había anunciado por medio de mí: él te ha arrebatado de las manos el reino, y se lo ha dado a tu compañero David.

18 Tú no obedeciste alSeñor, pues no llevaste a cabo la furia de su castigo contra los amalecitas; por eso él te condena hoy.

19 ElSeñoros entregará a ti y a Israel en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos os uniréis a mí, y el campamento israelita caerá en poder de los filisteos.

20 Al instante, Saúl se desplomó. Y es que estaba lleno de miedo por lo que Samuel le había dicho, además de que se moría de hambre, pues en toda la noche y en todo el día no había comido nada.

21 Al verlo tan asustado, la mujer se le acercó y le dijo:

―Yo, tu sierva, te hice caso y, por obedecer tus órdenes, me jugué lavida.

22 Ahora yo te pido que me hagas caso a mí. Déjame traerte algún alimento para que comas; así podrás recuperarte y seguir tu camino.

23 Pero Saúl se negó a comer. Sin embargo, sus oficiales insistieron al igual que la mujer, y por fin consintió. Se levantó del suelo y tomó asiento.

24 La mujer tenía en su casa un ternero gordo, al que mató en seguida. También amasó harina y horneó unos panes sin levadura.

25 Luego les sirvió a Saúl y a sus oficiales. Esa misma noche, después de comer, todos ellos emprendieron el camino.

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1 Samuel 29

Los filisteos desconfían de David

1 Los filisteos reunieron a todas sus tropas en Afec. Los israelitas, por su parte, acamparon junto al manantial que está en Jezrel.

2 Los jefes filisteos avanzaban en compañías de cien y de mil soldados, seguidos de Aquis y de David y sus hombres.

3 ―Y estos hebreos, ¿qué hacen aquí? —preguntaron los generales filisteos.

Aquis les respondió:

―¿No os dais cuenta de que este es David, quien antes estuvo al servicio de Saúl, rey de Israel? Hace ya más de un año que está conmigo, y desde el primer día que se unió a nosotros no he visto nada que me haga desconfiar de él.

4 Pero los generales filisteos, enojados con Aquis, le exigieron:

―Despídelo; que regrese al lugar que le diste. No dejes que nos acompañe en la batalla, no sea que en medio del combate se vuelva contra nosotros. ¿Qué mejor manera tendría de reconciliarse con su señor que llevándole las cabezas de estos soldados?

5 ¿Acaso no es este el David por quien danzaban, y en sus cantos decían:

«Saúl mató a sus miles;

pero David, a sus diez miles»?

6 Ante esto, Aquis llamó a David y le dijo:

―Tan cierto como que elSeñorvive, que tú eres un hombre honrado y me gustaría que me acompañaras en esta campaña. Desde el día en que llegaste, no he visto nada que me haga desconfiar de ti. Pero los jefes filisteos te miran con recelo.

7 Así que, con mis mejores deseos, vuélvete a tu casa y no hagas nada que les desagrade.

8 ―Pero ¿qué es lo que he hecho? —reclamó David—. ¿Qué has visto en tu siervo desde el día en que entré a tu servicio hasta hoy? ¿Por qué no me permites luchar contra los enemigos de mi señor y rey?

9 ―Ya lo sé —respondió Aquis—. Para mí tú eres como un ángel de Dios. Sin embargo, los generales filisteos han decidido que no vayas con nosotros a la batalla.

10 Por lo tanto, levantaos mañana temprano, tú y los siervos de tu señor que vinieron contigo, y partid con la primera luz del día.

11 Así que al día siguiente David y sus hombres se levantaron temprano para regresar al país filisteo. Por su parte, los filisteos avanzaron hacia Jezrel.

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1 Samuel 30

David derrota a los amalecitas

1 Al tercer día, David y sus hombres llegaron a Siclag, pero se encontraron con que los amalecitas habían invadido la región del Néguev y que, después de atacar e incendiar Siclag,

2 habían tomado cautivos a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el más grande hasta el más pequeño. Sin embargo, no habían matado a nadie.

3 Cuando David y sus hombres llegaron, encontraron que la ciudad había sido quemada, y que sus esposas, hijos e hijas habían sido llevados cautivos.

4 David y los que estaban con él se pusieron a llorar y a gritar hasta quedarse sin fuerzas.

5 También habían caído prisioneras dos esposas de David, la jezrelita Ajinoán y Abigaíl, la viuda de Nabal de Carmel.

6 David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y puso su confianza en elSeñorsu Dios.

7 Entonces le dijo al sacerdote Abiatar hijo de Ajimélec:

―Tráeme elefod.

Tan pronto como Abiatar se lo trajo,

8 David consultó alSeñor:

―¿Debo perseguir a esa banda? ¿Los voy a alcanzar?

―Persíguelos —le respondió elSeñor—. Vas a alcanzarlos, y rescatarás a los cautivos.

9 David partió con sus seiscientos hombres hasta llegar al arroyo de Besor. Allí se quedaron rezagados

10 doscientos hombres que estaban demasiado cansados para cruzar el arroyo. Así que David continuó la persecución con los cuatrocientos hombres restantes.

11 Los hombres de David se encontraron en el campo con un egipcio, y se lo llevaron a David. Le dieron de comer y de beber,

12 y le ofrecieron una torta de higo y dos tortas de uvas pasas, pues hacía tres días y tres noches que no había comido nada. En cuanto el egipcio comió, recobró las fuerzas.

13 ―¿A quién perteneces? —le preguntó David—. ¿De dónde vienes?

―Soy egipcio —le respondió—, esclavo de un amalecita. Hace tres días caí enfermo, y mi amo me abandonó.

14 Habíamos invadido la región sur de los quereteos, de Judá y de Caleb; también incendiamos Siclag.

15 ―Guíanos adonde están esos bandidos —le dijo David.

―Júrame tú por Dios —suplicó el egipcio— que no me matarás ni me entregarás a mi amo. Con esa condición, te llevo adonde está la banda.

16 El egipcio los guio hasta los amalecitas, los cuales estaban dispersos por todo el campo, comiendo, bebiendo y festejando el gran botín que habían conseguido en el territorio filisteo y en el de Judá.

17 David los atacó al amanecer y los combatió hasta la tarde del día siguiente. Los únicos que lograron escapar fueron cuatrocientos muchachos que huyeron en sus camellos.

18 David pudo recobrar todo lo que los amalecitas habían robado, y también rescató a sus dos esposas.

19 Nada les faltó del botín, ni grande ni pequeño, ni hijos ni hijas, ni ninguna otra cosa de lo que les habían quitado.

20 David también se apoderó de todas las ovejas y del ganado. La gente lo llevaba todo al frente y pregonaba: «¡Este es el botín de David!»

21 Luego David regresó al arroyo de Besor, donde se habían quedado los doscientos hombres que estaban demasiado cansados para seguirlo. Ellos salieron al encuentro de David y su gente, y David, por su parte, se acercó para saludarlos.

22 Pero entre los que acompañaban a David había gente mala y perversa que dijo:

―Estos no vinieron con nosotros, así que no vamos a darles nada del botín que recobramos. Que tome cada uno a su esposa y a sus hijos, y que se vaya.

23 ―No hagáis eso, mis hermanos —les respondió David—. Fue elSeñorquien nos lo dio todo, y quien nos protegió y puso en nuestras manos a esa banda de maleantes que nos había atacado.

24 ¿Quién va a estar de acuerdo con vosotros? Del botín participan tanto los que se quedan cuidando el bagaje como los que van a la batalla.

25 Aquel día David estableció esa norma como ley en Israel, la cual sigue vigente hasta el día de hoy.

26 Después de llegar a Siclag, David envió parte del botín a sus amigos que eranancianosde Judá, con este mensaje: «Aquí tenéis un regalo del botín que rescatamos de los enemigos delSeñor».

27 Recibieron ese regalo los ancianos de Betel, Ramot del Néguev, Jatir,

28 Aroer, Sifmot, Estemoa,

29 Racal, las ciudades de Jeramel, las ciudades quenitas

30 de Jormá, Corasán, Atac

31 y Hebrón, y los ancianos de todos los lugares donde David y sus hombres habían vivido.