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2 Reyes

2 Reyes 1

El juicio del Señor contra Ocozías

1 Después de la muerte de Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel.

2 Ocozías, que se había herido al caerse por la ventana del piso superior de su palacio en Samaria, despachó a unos mensajeros con este encargo: «Id y consultad aBaalZebub, dios de Ecrón, para saber si voy a recuperarme de estas heridas».

3 Pero el ángel delSeñorle dijo a Elías el tisbita: «Levántate y sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria. Diles: “Y vosotros, ¿por qué vais a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel?”

4 Pues bien, así dice elSeñor: “Ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás”».

Así lo hizo Elías,

5 y, cuando los mensajeros regresaron, el rey les preguntó:

―¡Cómo! ¿Ya estáis de regreso?

6 Ellos respondieron:

―Es que un hombre nos salió al encuentro y nos dijo que regresáramos al rey que nos había enviado y le dijéramos: “Así dice elSeñor: ‘¿Por qué mandas a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel? Pues bien, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás’ ”.

7 El rey les preguntó:

―¿Qué aspecto tenía el hombre que os salió al encuentro y os habló de ese modo?

8 ―Llevaba puesto un manto de piel y tenía un cinturón de cuero atado a la cintura —contestaron ellos.

―¡Ah! ¡Era Elías el tisbita! —exclamó el rey.

9 Y en seguida envió a un oficial con cincuenta soldados a buscarlo. El oficial fue y encontró a Elías sentado en la cima de un monte.

―Hombre de Dios —le dijo—, el rey te ordena que bajes.

10 ―Si soy hombre de Dios —replicó Elías—, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!

Al instante cayó fuego del cielo y consumió al oficial y a sus soldados.

11 Así que el rey envió a otro oficial con otros cincuenta soldados en busca de Elías.

―Hombre de Dios —le dijo—, el rey te ordena que bajes inmediatamente.

12 ―Si soy hombre de Dios —repuso Elías—, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!

Una vez más, el fuego de Dios cayó del cielo y consumió al oficial y a sus soldados.

13 Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando este llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró:

―Hombre de Dios, te ruego que respetes mividay la de estos cincuenta siervos tuyos.

14 Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso te pido ahora que respetes mi vida.

15 El ángel delSeñorle ordenó a Elías: «Baja con él; no le tengas miedo». Así que Elías se levantó y bajó con el oficial para ver al rey,

16 a quien le dijo:

―Así dice elSeñor: “Enviaste mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón. ¿Acaso no hay Dios en Israel a quien puedas consultar? Puesto que has actuado así, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás”.

17 Así fue como murió el rey, según la palabra que elSeñorhabía anunciado por medio de Elías.

Como Ocozías no llegó a tener hijos, Jorán le sucedió en el trono. Esto aconteció en el segundo año de Jorán hijo de Josafat, rey de Judá.

18 Los demás acontecimientos del reinado de Ocozías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

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2 Reyes 2

Elías es llevado al cielo

1 Cuando se acercaba la hora en que elSeñorse iba a llevar a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo salieron de Guilgal.

2 Entonces Elías le dijo a Eliseo:

―Quédate aquí, pues elSeñorme ha enviado a Betel.

Pero Eliseo le respondió:

―Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo.

Así que fueron juntos a Betel.

3 Allí los miembros de la comunidad de profetas de Betel salieron a recibirlos y le preguntaron a Eliseo:

―¿Sabes que hoy elSeñorva a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?

―Lo sé muy bien; ¡callad!

4 Elías, por su parte, volvió a decirle:

―Quédate aquí, Eliseo, pues elSeñorme ha enviado a Jericó.

Pero Eliseo le repitió:

―Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo.

Así que fueron juntos a Jericó.

5 También allí los miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron:

―¿Sabes que hoy elSeñorva a quitarte a tu maestro y a dejarte sin guía?

―Lo sé muy bien; ¡callad!

6 Una vez más Elías le dijo:

―Quédate aquí, pues elSeñorme ha enviado al Jordán.

Pero Eliseo insistió:

―Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo.

Así que los dos siguieron caminando

7 y se detuvieron junto al río Jordán. Cincuenta miembros de la comunidad de profetas fueron también hasta ese lugar, pero se mantuvieron a cierta distancia, frente a ellos.

8 Elías tomó su manto y, enrollándolo, golpeó el agua. El río se partió en dos, de modo que ambos lo cruzaron en seco.

9 Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo:

―¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado?

―Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble—respondió Eliseo.

10 ―Has pedido algo difícil —le dijo Elías—, pero, si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no.

11 Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino.

12 Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: «¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!» Pero no volvió a verlo.

Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos.

13 Luego recogió el manto que se le había caído a Elías y, regresando a la orilla del Jordán,

14 golpeó el agua con el manto y exclamó: «¿Dónde está elSeñor, el Dios de Elías?» En cuanto golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó.

15 Los profetas de Jericó, al verlo, exclamaron: «¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!» Entonces fueron a su encuentro y se postraron ante él, rostro en tierra.

16 ―Mira —le dijeron—, aquí se encuentran, entre nosotros tus siervos, cincuenta hombres muy capaces, que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu delSeñorlo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle.

―No —respondió Eliseo—, no los mandéis.

17 Pero ellos insistieron tanto que él se sintió incómodoy por fin les dijo:

―Está bien, mandadlos.

Así que enviaron a los cincuenta hombres, los cuales buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron.

18 Cuando regresaron a Jericó, donde se había quedado Eliseo, él les reprendió diciendo:

―¿No os advertí que no fuerais?

Eliseo purifica el agua

19 Luego, los habitantes de la ciudad le dijeron a Eliseo:

―Señor, como tú puedes ver, nuestra ciudad está bien ubicada, pero el agua es mala, y por eso la tierra ha quedado estéril.

20 ―Traedme una vasija nueva, y echadle sal —les ordenó Eliseo.

Cuando se la entregaron,

21 Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó:

―Así dice elSeñor: “¡Yopurificoesta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad!”

22 A partir de ese momento, y hasta el día de hoy, el agua quedó purificada, según la palabra de Eliseo.

Eliseo maldice a los burlones

23 De Jericó, Eliseo se dirigió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos muchachos salieron de la ciudad y empezaron a burlarse de él. «¡Anda, viejo calvo! —le gritaban—. ¡Anda, viejo calvo!»

24 Eliseo se volvió y, clavándoles la vista, los maldijo en elnombredelSeñor. Al instante, dos osas salieron del bosque y despedazaron a cuarenta y dos muchachos.

25 De allí, Eliseo se fue al monte Carmelo; y luego regresó a Samaria.

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2 Reyes 3

Los moabitas se rebelan

1 En el año dieciocho de Josafat, rey de Judá, Jorán hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria, y reinó doce años.

2 Jorán hizo lo que ofende alSeñor, aunque no tanto como su padre y su madre, pues mandó que se quitara unapiedra sagradaque su padre había erigido en honor deBaal.

3 Sin embargo, Jorán se aferró a los mismos pecados con que Jeroboán hijo de Nabat había hecho pecar a los israelitas, pues no se apartó de esos pecados.

4 Ahora bien, Mesá, rey de Moab, criaba ovejas, y como tributo anual le entregaba al rey de Israel cien mil ovejas y la lana de cien mil corderos.

5 Pero, al morir Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.

6 Entonces el rey Jorán salió de Samaria, movilizó a todo el ejército de Israel,

7 y le envió este mensaje a Josafat, rey de Judá:

―El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Irías conmigo a pelear contra Moab?

―Claro que sí —le respondió Josafat—. Estoy a tu disposición, lo mismo que mi ejército y mi caballería.

8 ¿Qué ruta tomaremos?

―La ruta del desierto de Edom —contestó Jorán.

9 Fue así como los reyes de Israel, Judá y Edom se pusieron en marcha. Durante siete días anduvieron por el desierto, hasta que el ejército y los animales se quedaron sin agua.

10 ―¡Ay! —exclamó el rey de Israel—. ¡ElSeñorha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas!

11 Pero Josafat preguntó:

―¿Acaso no hay aquí un profeta delSeñor, para que consultemos alSeñorpor medio de él?

Un oficial del rey de Israel contestó:

―Aquí cerca está Eliseo hijo de Safat, el que servía a Elías.

12 ―Pues él puede darnos palabra delSeñor—comentó Josafat.

Así que el rey de Israel fue a ver a Eliseo, acompañado de Josafat y del rey de Edom.

13 Pero Eliseo le dijo al rey de Israel:

―¿Qué tengo yo que ver contigo? Vete a consultar a los profetas de tu padre y de tu madre.

―No —respondió el rey de Israel—, pues elSeñornos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de los moabitas.

14 Eliseo replicó:

―Te juro que, si no fuera por el respeto que le tengo a Josafat, rey de Judá, ni siquiera te miraría a la cara. ¡Tan cierto como que vive elSeñorTodopoderoso, a quien sirvo!

15 En fin, ¡que me traigan un músico!

Mientras el músico tañía el arpa, la mano delSeñorvino sobre Eliseo,

16 y este dijo:

―Así dice elSeñor: “Abrid zanjas por todo este valle,

17 pues aunque no veáis viento ni lluvia —dice elSeñor—, este valle se llenará de agua, de modo que podréis beber vosotros y todos vuestros animales”.

18 Esto es poca cosa para elSeñor, que además entregará a Moab en vuestras manos.

19 De hecho, vosotros destruiréis todas las ciudades fortificadas y las otras ciudades principales. Cortaréis los mejores árboles, cegaréis los manantiales y sembraréis de piedras los campos fértiles.

20 A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, toda el área se inundó con el agua que venía de la región de Edom.

21 Ahora bien, cuando los moabitas se enteraron de que los reyes habían salido para atacarlos, movilizaron a todos los que podían servir en el ejército y tomaron posiciones en la frontera.

22 Al levantarse ellos por la mañana, el sol se reflejaba sobre el agua, y a los moabitas les pareció que estaba teñida en sangre.

23 «¡Es sangre de batalla! —exclamaron—. Esos reyes deben de haber peleado, y se han matado unos a otros. ¡Vamos, Moab, al saqueo!»

24 Cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, los israelitas les hicieron frente y los derrotaron. Aquellos se dieron a la fuga, pero los israelitas los persiguieron y los aniquilaron,

25 y destruyeron sus ciudades. Cada uno tiró una piedra en los campos fértiles de Moab hasta llenarlos; además, cegaron los manantiales y cortaron los mejores árboles. Solo Quir Jaréset quedó en pie, aunque los honderos la cercaron y también lograron conquistarla.

26 El rey de Moab, al ver que perdía la batalla, se llevó consigo a setecientos guerreros con el propósito de abrirse paso hasta donde estaba el rey de Edom, pero no logró pasar.

27 Tomó entonces a su hijoprimogénito, que había de sucederle en el trono, y lo ofreció enholocaustosobre la muralla. A raíz de esto, se desató contra Israel una furia incontenible, de modo que los israelitas tuvieron que retirarse y volver a su país.

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2 Reyes 4

El aceite de la viuda

1 La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:

―Mi esposo, tu siervo, ha muerto, y tú sabes que él era fielalSeñor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.

2 ―¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa?

―Tu sierva no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de aceite.

3 Eliseo le ordenó:

―Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas.

4 Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.

5 En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban.

6 Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: «Ya no hay». En ese momento se acabó el aceite.

7 La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podréis vivir tú y tus hijos».

El hijo de la sunamita

8 Un día, cuando Eliseo pasaba por Sunén, cierta mujer de buena posición le insistió que comiera en su casa. Desde entonces, siempre que pasaba por ese pueblo, comía allí.

9 La mujer le dijo a su esposo: «Mira, yo estoy segura de que este hombre que siempre nos visita es unsantohombre de Dios.

10 Hagámosle un cuarto en la azotea, y pongámosle allí una cama, una mesa con una silla, y una lámpara. De ese modo, cuando nos visite, tendrá un lugar donde quedarse».

11 En cierta ocasión Eliseo llegó, fue a su cuarto y se acostó.

12 Luego le dijo a su criado Guiezi:

―Llama a la señora.

El criado así lo hizo, y ella se presentó.

13 Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:

―Dile a la señora: “¡Te has tomado muchas molestias por nosotros! ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Quieres que le hable al rey o al jefe del ejército en tu favor?”

Pero ella le respondió:

―Yo vivo segura en medio de mi pueblo.

14 Eliseo le preguntó a Guiezi:

―¿Qué puedo hacer por ella?

―Bueno —contestó el siervo— ella no tiene hijos, y su esposo ya es anciano.

15 ―Llámala —ordenó Eliseo.

Guiezi la llamó, y ella se detuvo en la puerta.

16 Entonces Eliseo le prometió:

―El año que viene, por esta fecha, estarás abrazando un hijo.

―¡No, mi señor, hombre de Dios! —exclamó ella—. No engañes a tu sierva.

17 En efecto, la mujer quedó embarazada. Y al año siguiente, por esa misma fecha, dio a luz un hijo, tal como Eliseo se lo había dicho.

18 El niño creció, y un día salió a ver a su padre, que estaba con los segadores.

19 De pronto exclamó:

―¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!

El padre le ordenó a un criado:

―¡Llévaselo a su madre!

20 El criado lo cargó y se lo llevó a la madre, la cual lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía. A esa hora, el niño murió.

21 Entonces ella subió, lo puso en la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta, salió.

22 Después llamó a su esposo y le dijo:

―Préstame un criado y una burra; en seguida vuelvo. Voy de prisa a ver al hombre de Dios.

23 ―¿Para qué vas a verle hoy? —le preguntó su esposo—. No es día de luna nueva nisábado.

―No importa —respondió ella.

24 Entonces hizo aparejar la burra y le ordenó al criado:

―¡Anda, vamos! No te detengas hasta que te lo diga.

25 La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Este la vio a lo lejos y le dijo a su criado Guiezi:

―¡Mira! Ahí viene la sunamita.

26 Corre a recibirla y pregúntale cómo está ella, y cómo están su esposo y el niño.

El criado fue, y ella respondió que todos estaban bien.

27 Pero luego fue a la montaña y se abrazó a los pies del hombre de Dios. Guiezi se acercó con el propósito de apartarla, pero el hombre de Dios intervino:

―¡Déjala! Está muy angustiada, y elSeñorme ha ocultado lo que pasa; no me ha dicho nada.

28 ―Señor mío —le dijo la mujer—, ¿acaso yo te pedí un hijo? ¿No te rogué que no me engañaras?

29 Eliseo le ordenó a Guiezi:

―Arréglate la ropa, toma mi bastón y ponte en camino. Si te encuentras con alguien, no lo saludes; si alguien te saluda, no le respondas. Y, cuando llegues, coloca el bastón sobre la cara del niño.

30 Pero la madre del niño exclamó:

―¡Te juro que no te dejaré solo! ¡Tan cierto como que elSeñory tú estáis vivos!

Así que Eliseo se levantó y fue con ella.

31 Guiezi, que se había adelantado, llegó y colocó el bastón sobre la cara del niño, pero este no respondió ni dio ninguna señal de vida. Por tanto, Guiezi volvió para encontrarse con Eliseo y le dijo:

―El niño no despierta.

32 Cuando Eliseo llegó a la casa, encontró al niño muerto, tendido sobre su cama.

33 Entró al cuarto, cerró la puerta y oró alSeñor.

34 Luego subió a la cama y se tendió sobre el niño su boca sobre la boca del niño, sus ojos sobre los del niño y sus manos sobre las del niño, hasta que el cuerpo del niño empezó a entrar en calor.

35 Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado a otro del cuarto, y luego volvió a tenderse sobre el niño. Esto lo hizo siete veces, al cabo de las cuales el niño estornudó y abrió los ojos.

36 Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:

―Llama a la señora.

Guiezi así lo hizo y, cuando la mujer llegó, Eliseo le dijo:

―Puedes llevarte a tu hijo.

37 Ella entró, se arrojó a los pies de Eliseo y se postró rostro en tierra. Entonces tomó a su hijo y salió.

El milagro de la comida

38 Eliseo regresó a Guilgal y se encontró con que en esos días había mucha hambre en el país. Por tanto, se reunió con la comunidad de profetas y le ordenó a su criado: «Pon esa olla grande en el fogón y prepara un guisado para los profetas».

39 En eso, uno de ellos salió al campo para recoger hierbas; allí encontró una planta silvestre y arrancó varias frutas hasta llenar su manto. Al regresar, las cortó en pedazos y las echó en el guisado sin saber qué eran.

40 Sirvieron el guisado, pero, cuando los hombres empezaron a comerlo, gritaron:

―¡Hombre de Dios, esto es veneno!

Así que no pudieron comer.

41 Entonces Eliseo ordenó:

―Traedme harina.

Y, después de echar la harina en la olla, dijo:

―Servid a la gente para que coma.

Y ya no hubo nada en la olla que les hiciera daño.

Alimentación de cien hombres

42 De Baal Salisá llegó alguien que le llevaba al hombre de Dios pan de losprimerosfrutos: veinte panes de cebada y espigas de trigo fresco.Eliseo le dijo a su criado:

―Dale de comer a la gente.

43 ―¿Cómo voy a alimentar a cien personas con esto? —replicó el criado.

Pero Eliseo insistió:

―Dale de comer a la gente, pues así dice elSeñor: “Comerán y habrá de sobra”.

44 Entonces el criado les sirvió el pan y, conforme a la palabra delSeñor, la gente comió y hubo de sobra.

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2 Reyes 5

Eliseo sana a Naamán

1 Naamán, jefe del ejército del rey deSiria, era un hombre de mucho prestigio y gozaba del favor de su rey porque, por medio de él, elSeñorle había dado victorias a su país. Era un soldado valiente, pero estaba enfermo delepra.

2 En cierta ocasión los sirios, que habían salido a merodear, capturaron a una muchacha israelita y la hicieron criada de la esposa de Naamán.

3 Un día la muchacha le dijo a su ama: «Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaria, porque él lo sanaría de su lepra».

4 Naamán fue a contarle al rey lo que la muchacha israelita había dicho.

5 El rey de Siria le respondió:

―Bien, puedes ir; yo le mandaré una carta al rey de Israel.

Y así Naamán se fue, llevando treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oroy diez mudas de ropa.

6 La carta que le llevó al rey de Israel decía: «Cuando te llegue esta carta, verás que el portador es Naamán, uno de mis oficiales. Te lo envío para que lo sanes de su lepra».

7 Al leer la carta, el rey de Israel se rasgó las vestiduras y exclamó: «¿Y acaso soy Dios, capaz de dar vida o muerte, para que venga alguien y me pida sanar a un leproso? ¡Fijaos bien cómo me está buscando pleito!»

8 Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: «¿Por qué estás tan molesto?¡Mándame a ese hombre, para que sepa que hay profeta en Israel!»

9 Así que Naamán, con sus caballos y sus carros, fue a la casa de Eliseo y se detuvo ante la puerta.

10 Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: «Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tu piel sanará, y quedarás limpio».

11 Naamán se enfureció y se fue, quejándose: «¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar elnombredelSeñorsu Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra!

12 ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio?» Furioso, dio media vuelta y se marchó.

13 Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: «Señor,si el profeta te hubiera mandado hacer algo complicado, ¿no le habrías hecho caso? ¡Con más razón si lo único que te dice es que te zambullas, y así quedarás limpio!»

14 Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio!

15 Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo:

―Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino solo en Israel. Te ruego que aceptes un regalo de tu siervo.

16 Pero Eliseo respondió:

―¡Tan cierto como que vive elSeñor, a quien yo sirvo, que no voy a aceptar nada!

Y por más que insistió Naamán, Eliseo no accedió.

17 ―En ese caso —persistió Naamán—, permíteme llevarme dos cargas de esta tierra,ya que de aquí en adelante Tu siervo no va a ofrecerholocaustosni sacrificios a ningún otro dios, sino solo alSeñor.

18 Y, cuando mi señor el rey vaya a adorar en el templo de Rimón y se apoye en mi brazo, y yo me vea obligado a inclinarme allí, desde ahora ruego alSeñorme perdone por inclinarme en ese templo.

19 ―Puedes irte enpaz—respondió Eliseo.

Naamán se fue, y ya había recorrido cierta distancia

20 cuando Guiezi, el criado de Eliseo, hombre de Dios, pensó: «Mi amo ha sido demasiado bondadoso con este sirio Naamán, pues no le aceptó nada de lo que había traído. Pero yo voy a correr tras él, a ver si me da algo. ¡Tan cierto como que elSeñorvive!»

21 Así que Guiezi se fue para alcanzar a Naamán. Cuando este lo vio correr tras él, se bajó de su carro para recibirlo y lo saludó.

22 Respondiendo al saludo, Guiezi dijo:

―Mi amo me ha enviado con este mensaje: “Dos jóvenes de la comunidad de profetas acaban de llegar de la sierra de Efraín. Te pido que me des para ellos tres mil monedasde plata y dos mudas de ropa”.

23 ―Por favor, llévate seis mil —respondió Naamán, e insistió en que las aceptara.

Echó entonces las monedas en dos sacos, junto con las dos mudas de ropa, y todo esto se lo entregó a dos criados para que lo llevaran delante de Guiezi.

24 Al llegar a la colina, Guiezi tomó los sacos y los guardó en la casa; después despidió a los hombres, y estos se fueron.

25 Entonces Guiezi se presentó ante su amo.

―¿De dónde vienes, Guiezi? —le preguntó Eliseo.

―Tu siervo no ha ido a ninguna parte —respondió Guiezi.

26 Eliseo replicó:

―¿No estaba yo presente en espíritu cuando aquel hombre se bajó de su carro para recibirte? ¿Acaso es este el momento de recibir dinero y ropa, huertos y viñedos, ovejas y bueyes, criados y criadas?

27 Ahora la lepra de Naamán se te pegará a ti, y a tus descendientes, para siempre.

No bien había salido Guiezi de la presencia de Eliseo cuando ya estaba blanco como la nieve por causa de la lepra.

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2 Reyes 6

El milagro del hacha

1 Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo:

―Como puedes ver, el lugar donde ahora vivimos contigo nos resulta pequeño.

2 Es mejor que vayamos al Jordán. Allí podremos conseguir madera y construirun albergue.

―Bien, id —respondió Eliseo.

3 Pero uno de ellos le pidió:

―Acompaña, por favor, a tus siervos.

Eliseo consintió

4 en acompañarlos, y cuando llegaron al Jordán empezaron a cortar árboles.

5 De pronto, al cortar un tronco, a uno de los profetas se le zafó el hacha y se le cayó al río.

―¡Ay, maestro! —gritó—. ¡Esa hacha no era mía!

6 ―¿Dónde cayó? —preguntó el hombre de Dios.

Cuando se le indicó el lugar, Eliseo cortó un palo y, echándolo allí, hizo que el hacha saliera a flote.

7 ―Sácala —ordenó Eliseo.

Así que el hombre extendió el brazo y la sacó.

Eliseo captura una tropa siria

8 El rey deSiria, que estaba en guerra con Israel, deliberó con sus ministros y les dijo: «Vamos a acampar en tal lugar».

9 Pero el hombre de Dios le envió este mensaje al rey de Israel: «Procura no pasar por tal sitio, pues los sirios te han tendido allí una emboscada».

10 Así que el rey de Israel envió a reconocer el lugar que el hombre de Dios le había indicado. Y en varias otras ocasiones Eliseo le avisó al rey, de modo que este tomó precauciones.

11 El rey de Siria, enfurecido por lo que estaba pasando, llamó a sus ministros y les preguntó:

―¿Queréis decirme quién está informando al rey de Israel?

12 ―Nadie, mi señor y rey —respondió uno de ellos—. El responsable es Eliseo, el profeta que está en Israel. Es él quien le comunica todo al rey de Israel, incluso lo que tú dices en el interior de tu alcoba.

13 ―Pues entonces averiguad dónde está —ordenó el rey—, para que mande a capturarlo.

Cuando le informaron de que Eliseo estaba en Dotán,

14 el rey envió allí un destacamento grande, con caballos y carros de combate. Llegaron de noche y cercaron la ciudad.

15 Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad.

―¡Ay, mi señor! —exclamó el criado—. ¿Qué vamos a hacer?

16 ―No tengas miedo —respondió Eliseo—. Los que están con nosotros son más que los que están con ellos.

17 Entonces Eliseo oró: «Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que vea». ElSeñorasí lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

18 Como ya los sirios se acercaban a él, Eliseo volvió a orar: «Señor, castiga a esta gente con ceguera». Y él hizo lo que le pidió Eliseo.

19 Luego Eliseo les dijo: «Esta no es la ciudad adonde ibais; habéis tomado un camino equivocado. Seguidme, que yo os llevaré adonde está el hombre que buscáis». Pero los llevó a Samaria.

20 Después de entrar en la ciudad, Eliseo dijo: «Señor, ábreles los ojos, para que vean». ElSeñorasí lo hizo, y ellos se dieron cuenta de que estaban dentro de Samaria.

21 Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo:

―¿Los mato, mi señor? ¿Los mato?

22 ―No, no los mates —contestó Eliseo—. ¿Acaso los has capturado con tu espada y tu arco, para que los mates? Mejor sírveles comida y agua para que coman y beban, y que luego vuelvan a su rey.

23 Así que el rey de Israel les dio un tremendo banquete. Cuando terminaron de comer, los despidió, y ellos regresaron a su rey. Y las bandas de sirios no volvieron a invadir el territorio israelita.

Hambre en Samaria

24 Algún tiempo después, Ben Adad, rey deSiria, movilizó todo su ejército para ir a Samaria y sitiarla.

25 El sitio duró tanto tiempo que provocó un hambre terrible en la ciudad, hasta tal punto que una cabeza de asno llegó a costar ochenta monedas de plata,y un poco de algarroba,cinco.

26 Un día, mientras el rey recorría la muralla, una mujer le gritó:

―¡Sálvanos, oh mi señor el rey!

27 ―Si elSeñorno te salva —respondió el rey—, ¿de dónde voy a sacar yo comida para salvarte? ¿Del granero? ¿Del lagar?

28 ¿Qué te pasa?

Ella se quejó:

―Esta mujer me propuso que le entregara a mi hijo para que nos lo comiéramos hoy, y que mañana nos comeríamos el de ella.

29 Pues bien, cocinamos a mi hijo y nos lo comimos, pero, al día siguiente, cuando le pedí que entregara a su hijo para que nos lo comiéramos, resulta que ya lo había escondido.

30 Al oír la queja de la mujer, el rey se rasgó las vestiduras. Luego reanudó su recorrido por la muralla, y la gente pudo ver que bajo su túnica real iba vestido de luto.

31 «¡Que Dios me castigue sin piedad —exclamó el rey— si hoy mismo no le corto la cabeza a Eliseo hijo de Safat!»

32 Mientras Eliseo se encontraba en su casa, sentado con losancianos, el rey le envió un mensajero. Antes de que este llegara, Eliseo les dijo a los ancianos:

―Ahora vais a ver cómo ese asesino envía a alguien a cortarme la cabeza. Pues bien, cuando llegue el mensajero, atrancad la puerta para que no entre. ¡Ya oigo detrás de él los pasos de su señor!

33 No había terminado de hablar cuando el mensajero llegó y dijo:

―Esta desgracia viene delSeñor; ¿qué más se puede esperar de él?

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2 Reyes 7

1 Eliseo contestó:

―Oíd la palabra delSeñor, que dice así: “Mañana a estas horas, a laentradade Samaria, podrá comprarse una medidade flor de harina con una sola moneda de plata,y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio”.

2 El ayudante personal del rey replicó:

―¡No me digas! Aunque elSeñorabriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!

―Pues lo verás con tus propios ojos —le advirtió Eliseo—, pero no llegarás a comerlo.

Liberación de Samaria

3 Ese día, cuatro hombres que padecían deleprase hallaban a laentradade la ciudad.

―¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados, esperando la muerte? —se dijeron unos a otros—.

4 No ganamos nada con entrar en la ciudad. Allí nos moriremos de hambre con todos los demás, pero, si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo. Vayamos, pues, al campamento de lossirios, para rendirnos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y, si nos matan, de todos modos moriremos.

5 Al anochecer se pusieron en camino, pero, cuando llegaron a las afueras del campamento sirio, ¡ya no había nadie allí!

6 Y era que el Señor había confundido a los sirios haciéndoles oír el ruido de carros de combate y de caballería, como si fuera un gran ejército. Entonces se dijeron unos a otros: «¡Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y egipcios para atacarnos!»

7 Por lo tanto, emprendieron la fuga al anochecer abandonando tiendas de campaña, caballos y asnos. Dejaron el campamento tal como estaba para escapar y salvarse.

8 Cuando los leprosos llegaron a las afueras del campamento, entraron en una de las tiendas de campaña. Después de comer y beber, se llevaron de allí plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo todo. Luego regresaron, entraron en otra tienda, y también de allí tomaron varios objetos y los escondieron.

9 Entonces se dijeron unos a otros:

―Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, y no las estamos dando a conocer. Si esperamos hasta que amanezca, resultaremos culpables. Vayamos ahora mismo al palacio y demos aviso.

10 Así que fueron a la ciudad y llamaron a los centinelas. Les dijeron: «Fuimos al campamento de los sirios y ya no había nadie allí. Solo se oía a los caballos y asnos, que estaban atados. Y las tiendas las dejaron tal como estaban».

11 Los centinelas, a voz en grito, hicieron llegar la noticia hasta el interior del palacio.

12 Aunque era de noche, el rey se levantó y les dijo a sus ministros:

―Dejadme deciros lo que esos sirios están tramando contra nosotros. Como saben que estamos pasando hambre, han abandonado el campamento y se han escondido en el campo. Lo que quieren es que salgamos, para atraparnos vivos y entrar en la ciudad.

13 Uno de sus ministros propuso:

―Que salgan algunos hombres con cinco de los caballos que aún quedan aquí. Si mueren, no les irá peor que a la multitud de israelitas que va a perecer. ¡Enviémoslos a ver qué pasa!

14 De inmediato los hombres tomaron dos carros con caballos, y el rey los mandó al campamento del ejército sirio, con instrucciones de que investigaran.

15 Llegaron hasta el Jordán y vieron que todo el camino estaba lleno de ropa y de objetos que los sirios habían arrojado al huir precipitadamente. De modo que regresaron los mensajeros e informaron al rey,

16 y el pueblo salió a saquear el campamento sirio. Y tal como la palabra delSeñorlo había dado a conocer, se pudo comprar una medida de flor de harina con una sola moneda de plata, y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio.

17 El rey le había ordenado a su ayudante personal que vigilara la entrada de la ciudad, pero el pueblo lo atropelló allí mismo, y así se cumplió lo que había dicho el hombre de Dios cuando el rey fue a verlo.

18 De hecho, cuando el hombre de Dios le dijo al rey: «Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse una doble medida de cebada con una sola moneda de plata, y una medida de flor de harina por el mismo precio»,

19 ese oficial había replicado: «¡No me digas! Aunque elSeñorabriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!» De modo que el hombre de Dios respondió: «Pues lo verás con tus propios ojos, pero no llegarás a comerlo».

20 En efecto, así ocurrió: el pueblo lo atropelló a la entrada de la ciudad, y allí murió.

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2 Reyes 8

La sunamita recupera su terreno

1 Ahora bien, Eliseo le había dicho a la mujer a cuyo hijo él había revivido: «Anda, vete con tu familia a vivir donde puedas, porque elSeñorha ordenado que haya una gran hambre en el país, y que esta dure siete años».

2 La mujer se dispuso a seguir las instrucciones del hombre de Dios y se fue con su familia al país de los filisteos, donde se quedó siete años.

3 Al cabo de los siete años, cuando regresó del país de los filisteos, la mujer fue a rogarle al rey que le devolviera su casa y sus tierras.

4 En esos momentos el rey estaba hablando con Guiezi, el criado del hombre de Dios, y le había dicho: «Cuéntame todas las maravillas que ha hecho Eliseo».

5 Y precisamente cuando Guiezi le contaba al rey que Eliseo había revivido al niño muerto, la madre llegó para rogarle al rey que le devolviera su casa y sus tierras. Así que Guiezi dijo:

―Mi señor y rey, esta es la mujer, y este es el hijo que Eliseo revivió.

6 El rey le hizo preguntas a la mujer, y ella se lo contó todo. Entonces el rey le ordenó a un funcionarioque se encargara de ella y le dijo:

―Devuélvele todo lo que le pertenecía, incluso todas las ganancias que hayan producido sus tierras, desde el día en que salió del país hasta hoy.

Jazael, rey de Siria

7 Luego Eliseo se fue a Damasco. Ben Adad, rey deSiria, estaba enfermo y, cuando le avisaron que el hombre de Dios había llegado,

8 le ordenó a Jazael: «Llévale un regalo al hombre de Dios. Cuando lo veas, consulta alSeñorpor medio de él para saber si me voy a recuperar de esta enfermedad».

9 Jazael fue a ver a Eliseo, y como regalo le llevó un presente de las mejores mercancías de Damasco, cargadas en cuarenta camellos. Cuando llegó, se presentó ante él y le dijo:

―Ben Adad, rey de Siria, tu servidor,me ha enviado para preguntarte si él se va a recuperar de su enfermedad.

10 Eliseo respondió:

―Ve y dileque sobrevivirá a esa enfermedad, aunque elSeñorme ha revelado que de todos modos va a morir.

11 Luego Eliseo se quedó mirándolo fijamente, hasta que Jazael se sintió incómodo.Entonces el hombre de Dios se echó a llorar.

12 ―¿Por qué llora mi señor? —le preguntó Jazael.

―Porque yo sé bien que vas a causarles mucho daño a los israelitas —respondió—. Vas a incendiar sus fortalezas, y a matar a sus jóvenes a filo de espada; despedazarás a los niños y les abrirás el vientre a las mujeres embarazadas.

13 Jazael exclamó:

―¡Qué es tu siervo sino un pobre perro! ¿Cómo es posible que haga tal cosa?

Entonces Eliseo le declaró:

―ElSeñorme ha revelado que vas a ser rey de Siria.

14 Jazael se despidió de Eliseo y regresó para presentarse ante su rey. Cuando Ben Adad le preguntó qué le había dicho Eliseo, Jazael le respondió:

―Me dijo que sobrevivirás a tu enfermedad.

15 Pero al día siguiente tomó una colcha y, empapándola en agua, le tapó la cara al rey hasta asfixiarlo. Así fue como Jazael usurpó el trono.

Jorán, rey de Judá

16 En el quinto año del reinado de Jorán hijo de Acab, rey de Israel y contemporáneo de Josafat, rey de Judá, Jorán hijo de Josafat ascendió al trono de Judá.

17 Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años.

18 Jorán hizo lo que ofende alSeñor, pues siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, como había hecho la familia de Acab, y llegó incluso a casarse con la hija de Acab.

19 Pero elSeñorno quiso destruir a Judá, por consideración a su siervo David, pues le había prometido mantener encendida para siempre una lámpara para él y sus descendientes.

20 En tiempos de Jorán, los edomitas se sublevaron contra Judá y proclamaron su propio rey.

21 Por lo tanto, Jorán marchó sobre Zaír con todos sus carros de combate. Los edomitas cercaron a Jorán y a los capitanes de los carros, pero durante la noche Jorán logró abrirse paso; sin embargo, su ejército se dispersó.

22 Desde entonces Edom ha estado en rebelión contra Judá, al igual que la ciudad de Libná, que en ese mismo tiempo se sublevó.

23 Los demás acontecimientos del reinado de Jorán, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

24 Cuando murió, fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Ocozías le sucedió en el trono.

Ocozías, rey de Judá

25 En el año duodécimo de Jorán hijo de Acab, rey de Israel, Ocozías hijo de Jorán ascendió al trono de Judá.

26 Tenía veintidós años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén un año. Su madre era Atalía, nietade Omrí, rey de Israel.

27 Ocozías hizo lo que ofende alSeñor, pues siguió el mal ejemplo de la familia de Acab, con la que estaba emparentado.

28 Ocozías, junto con Jorán hijo de Acab, marchó hacia Ramot de Galaad para hacerle guerra a Jazael, rey deSiria, pero en la batalla los sirios hirieron a Jorán.

29 Por eso el rey Jorán tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en Ramot,cuando luchó contra Jazael, rey de Siria. Como Jorán hijo de Acab convalecía en Jezrel, Ocozías hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitarlo.

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2 Reyes

2 Reyes 9

Jehú ungido rey de Israel

1 Un día, el profeta Eliseo llamó a un miembro de la comunidad de los profetas. «Arréglate la ropa para viajar —le ordenó—. Toma este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad.

2 Cuando llegues, busca a Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi. Ve adonde esté, apártalo de sus compañeros y llévalo a un cuarto.

3 Toma entonces el frasco, derrama el aceite sobre su cabeza y declárale: “Así dice elSeñor: ‘Ahora te unjo como rey de Israel’ ”. Luego abre la puerta y huye; ¡no te detengas!»

4 Acto seguido, el joven profeta se fue a Ramot de Galaad.

5 Cuando llegó, encontró reunidos a los capitanes del ejército y les dijo:

―Tengo un mensaje para el capitán.

―¿Para cuál de todos nosotros? —preguntó Jehú.

―Para ti, mi capitán —respondió.

6 Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el profeta lo ungió con el aceite y declaró:

«Así dice elSeñor, Dios de Israel: “Ahora te unjo como rey sobre mi pueblo Israel.

7 Destruirás a la familia de Acab, tu señor, y así me vengaré de la sangre de mis siervos los profetas; castigando a Jezabel, vengaré la sangre de todos mis siervos.

8 Toda la familia de Acab perecerá, pues de sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón,esclavo o libre.

9 Haré con ellos lo mismo que hice con la familia de Jeroboán hijo de Nabat y con la familia de Basá hijo de Ahías.

10 Y en cuanto a Jezabel, los perros se la comerán en el campo de Jezrel, y nadie le dará sepultura”».

Acto seguido, el profeta abrió la puerta y huyó.

11 Cuando Jehú salió para volver a reunirse con los capitanes, uno de ellos le preguntó:

―¿Todo bien? ¿Qué quería ese loco?

―Vosotros ya lo conocéis —respondió— y sabéis cómo habla.

12 ―¡Pamplinas! —replicaron—. Dinos la verdad.

Jehú admitió:

―Esto es lo que me declaró, palabra por palabra: “Así dice elSeñor: ‘Ahora te unjo como rey de Israel’ ”.

13 Dicho esto, todos se apresuraron a tender sus mantos sobre los escalones, a los pies de Jehú. Luego tocaron la trompeta y gritaron: «¡Viva el rey Jehú!»

Jehú asesina a Jorán y a Ocozías

14 Entonces Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán. Sucedió que Jorán, con todo el ejército israelita, había estado defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey deSiria,

15 pero tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en la batalla. Así que Jehú les dijo a sus partidarios: «Si queréis que yo sea rey, no dejéis que nadie salga de la ciudad para ir a Jezrel con la noticia».

16 Luego se montó en su carro de combate y fue a Jezrel, pues allí se estaba recuperando Jorán, a quien también Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar.

17 Cuando el centinela que vigilaba desde la torre de Jezrel vio que las tropas de Jehú se acercaban, gritó:

―¡Se acercan unas tropas!

En seguida Jorán ordenó:

―Llama a un jinete y mándalo al encuentro de las tropas para preguntarles si vienen en son de paz.

18 El jinete se fue al encuentro de Jehú y le dijo:

―El rey quiere saber si venís en son de paz.

―¿Y a ti qué te importa? —replicó Jehú—. Ponte allí atrás.

Entonces el centinela anunció:

―El mensajero ya llegó hasta ellos, pero no lo veo regresar.

19 Por tanto, el rey mandó a otro jinete, el cual fue a ellos y repitió:

―El rey quiere saber si venís en son de paz.

―Eso a ti no te importa —replicó Jehú—. Ponte allí atrás.

20 El centinela informó de nuevo:

―Ya llegó el mensajero hasta ellos, pero a él tampoco lo veo regresar. Además, el que conduce el carro ha de ser Jehú hijo de Nimsi, pues lo hace como un loco.

21 ―¡Enganchad el carro! —exclamó Jorán.

Así lo hicieron. Y en seguida Jorán, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, salieron y se encontraron con Jehú en la propiedad que había pertenecido a Nabot el jezrelita.

22 Cuando Jorán vio a Jehú, le preguntó:

―Jehú, ¿vienes en son de paz?

―¿Cómo puede haber paz mientras haya tantas idolatríasy hechicerías de tu madre Jezabel? —replicó Jehú.

23 Jorán se dio la vuelta para huir, mientras gritaba:

―¡Traición, Ocozías!

24 Pero Jehú, que ya había tensado su arco, le disparó a Jorán por la espalda, y la flecha le atravesó el corazón. Jorán se desplomó en el carro,

25 y Jehú le ordenó a su ayudante Bidcar:

―Saca el cadáver y tíralo en el terreno que fue propiedad de Nabot el jezrelita. Recuerda el día en que tú y yo conducíamos juntos detrás de Acab, padre de Jorán, y elSeñorpronunció contra él esta sentencia:

26 “Ayer vi aquí la sangre de Nabot y de sus hijos. Por lo tanto, juro que en este mismo terreno te haré pagar por ese crimen. Yo, elSeñor, lo afirmo”.Saca, pues, el cadáver y tíralo en el terreno, según la palabra que dio a conocer elSeñor.

27 Cuando Ocozías, rey de Judá, vio lo que pasaba, huyó en dirección a Bet Hagán.Pero Jehú lo persiguió, y ordenó:

―¡Matadlo a él también!

Y lo hirieronen su carro cuando iba por la cuesta de Gur, cerca de Ibleam, pero logró escapar y llegar a Meguido. Allí murió.

28 Luego sus siervos trasladaron el cuerpo a Jerusalén, la Ciudad de David, donde lo sepultaron en su tumba, junto a sus antepasados.

29 Ocozías había ascendido al trono en el undécimo año del reinado de Jorán hijo de Acab.

Muerte de Jezabel

30 Cuando Jezabel se enteró de que Jehú estaba regresando a Jezrel, se sombreó los ojos, se arregló el cabello y se asomó a la ventana.

31 Al entrar Jehú por lapuertade la ciudad, ella le preguntó:

―¿Cómo estás, Zimri, asesino de tu señor?

32 Levantando la vista hacia la ventana, Jehú gritó:

―¿Quién está de mi parte? ¿Quién?

Entonces se asomaron dos o tres oficiales,

33 y Jehú les ordenó:

―¡Arrojadla de ahí!

Así lo hicieron, y su sangre salpicó la pared y a los caballos que la pisotearon.

34 Luego Jehú se sentó a comer y beber, y dio esta orden:

―Ocupaos de esa maldita mujer; dadle sepultura, pues era hija de un rey.

35 Pero, cuando fueron a enterrarla, no encontraron más que el cráneo, los pies y las manos.

36 Así que volvieron para informar a Jehú, y este comentó:

―Se ha cumplido la palabra que elSeñordio a conocer por medio de su siervo Elías el tisbita, que dijo: “En el campo de Jezrel los perros se comerán a Jezabel”.

37 De hecho, el cadáver de Jezabel será como estiércol en el campo de Jezrel, y nadie podrá identificarla ni decir: “Esta era Jezabel”.

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2 Reyes 10

Jehú extermina a la familia de Acab

1 Acab tenía setenta hijos, los cuales vivían en Samaria. Por tanto, Jehú escribió cartas y las envió a Samaria, es decir, a las autoridades de la ciudad,a losancianosy a los protectores de los hijos de Acab. En las cartas decía:

2 «Vosotros contáis con los hijos de Acab,con los carros de combate y sus caballos, con una ciudad fortificada y con un arsenal. Así que tan pronto como recibáis esta carta,

3 escoged al más capaz y más noble de los hijos de Acab, y ponedle en el trono de su padre. Pero preparaos para luchar por la familia de vuestro rey».

4 Ellos se aterrorizaron y dijeron: «Si dos reyes no pudieron hacerle frente, ¿cómo podremos hacerlo nosotros?»

5 Por lo tanto, el administrador del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los protectores le enviaron este mensaje a Jehú: «Nosotros somos tus siervos, y haremos lo que tú nos digas. No haremos rey a nadie. Haz tú lo que mejor te parezca».

6 Entonces Jehú les escribió otra carta, en la que decía: «Si estáis de mi parte y de veras estáis dispuestos a obedecerme, venid a Jezrel mañana a esta hora y traedme las cabezas de los hijos de Acab».

Los setenta príncipes vivían con las familias más notables de la ciudad, pues estas los criaban.

7 Cuando llegó la carta, prendieron a todos los príncipes y los decapitaron. Luego echaron las cabezas en unos cestos y se las enviaron a Jehú, que estaba en Jezrel.

8 Un mensajero llegó y le dijo a Jehú que habían traído las cabezas de los príncipes. Entonces Jehú ordenó que las pusieran en dos montones a laentradade la ciudad, y que las dejaran allí hasta el día siguiente.

9 Por la mañana, Jehú salió y, presentándose ante todo el pueblo, confesó: «¡Vosotros sois inocentes! ¡Yo fui el que conspiró contra mi señor! ¡Yo lo maté! Pero ¿quién ha matado a todos estos?

10 Sabed, pues, que nada de lo que elSeñorha dicho contra la familia de Acab dejará de cumplirse. En efecto, elSeñorha hecho lo que había prometido por medio de su siervo Elías».

11 Dicho esto, Jehú mató a todos los que quedaban de la familia de Acab en Jezrel y a todos sus dignatarios, sus amigos íntimos y sus sacerdotes. No dejó a ninguno de ellos con vida.

12 Después emprendió la marcha contra Samaria y, al llegar a Bet Équed de los Pastores,

13 se encontró con unos parientes de Ocozías, rey de Judá.

―¿Quiénes sois vosotros? —les preguntó.

―Somos parientes de Ocozías; hemos venido a visitar a la familia real.

14 ―¡Capturadlos vivos! —ordenó Jehú.

Así lo hicieron, y después los degollaron junto al pozo de Bet Équed. Eran cuarenta y dos hombres; Jehú no dejó vivo a ninguno de ellos.

15 Al dejar ese lugar, Jehú se encontró con Jonadab hijo de Recab, que había ido a verlo. Jehú lo saludó y le preguntó:

―¿Me eres leal, como yo lo soy contigo?

―Lo soy —respondió Jonadab.

Jehú replicó:

―Si es así, dame la mano.

Jonadab le dio la mano, y Jehú, haciéndolo subir con él a su carro,

16 le dijo:

―Ven conmigo, para que veas el celo que tengo por elSeñor.

Y lo llevó en su carro.

17 Tan pronto como Jehú llegó a Samaria, exterminó a la familia de Acab, matando a todos los que quedaban allí, según la palabra que elSeñorle había dado a conocer a Elías.

Jehú elimina a los adoradores de Baal

18 Entonces Jehú reunió a todo el pueblo y dijo: «Acab adoró aBaalcon pocas ganas; Jehú lo hará con devoción.

19 Llamad, pues, a todos los profetas de Baal, junto con todos sus ministros y sacerdotes. Que no falte ninguno de ellos, pues voy a ofrecerle a Baal un sacrificio grandioso. Todo el que falte, morirá». En realidad, Jehú no era sincero, pues tenía el propósito de eliminar a los adoradores de Baal.

20 Luego dio esta orden: «Convocad una asamblea en honor de Baal». Y así se hizo.

21 Como Jehú envió mensajeros por todo Israel, vinieron todos los que servían a Baal, sin faltar ninguno. Eran tantos los que llegaron que el templo de Baal se llenó de un extremo a otro.

22 Jehú le ordenó al encargado del guardarropa que sacara las vestiduras para los adoradores de Baal, y así lo hizo.

23 Cuando Jehú y Jonadab hijo de Recab entraron en el templo de Baal, Jehú les dijo a los congregados: «Aseguraos de que aquí entre vosotros no haya siervos delSeñor, sino solo de Baal».

24 Entonces pasaron para ofrecer sacrificios yholocaustos.

Ahora bien, Jehú había apostado una guardia de ochenta soldados a la entrada, con esta advertencia: «Vosotros me respondéis por estos hombres. El que deje escapar a uno solo de ellos, lo pagará con suvida».

25 Así que tan pronto como terminó de ofrecer el holocausto, Jehú ordenó a los guardias y oficiales: «¡Entrad y matadlos! ¡Que no escape nadie!» Y los mataron a filo de espada y los echaron fuera. Luego los guardias y los oficiales entraron en el santuariodel templo de Baal,

26 sacaron lapiedra sagradaque estaba allí, y la quemaron.

27 Además de tumbar la piedra sagrada, derribaron el templo de Baal y lo convirtieron en un muladar, y así ha quedado hasta el día de hoy.

28 De este modo Jehú erradicó de Israel el culto a Baal.

29 Sin embargo, no se apartó del pecado que Jeroboán hijo de Nabat hizo cometer a los israelitas, es decir, el de rendir culto a los becerros de oro en Betel y en Dan.

30 ElSeñorle dijo a Jehú: «Has actuado bien. Has hecho lo que me agrada, pues has llevado a cabo lo que yo me había propuesto hacer con la familia de Acab. Por lo tanto, durante cuatro generaciones tus descendientes ocuparán el trono de Israel».

31 Sin embargo, Jehú no cumplió con todo elcorazónlaley delSeñor, Dios de Israel, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hizo pecar a los israelitas.

32 Por aquel tiempo, elSeñorcomenzó a reducir el territorio israelita. Jazael atacó el país por todas las fronteras:

33 desde el Jordán hacia el este, toda la región de Galaad, ocupada por las tribus de Gad, Rubén y Manasés; y desde la ciudad de Aroer, junto al arroyo Arnón, hasta las regiones de Galaad y Basán.

34 Los demás acontecimientos del reinado de Jehú, y todo lo que hizo y todo su poderío, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

35 Jehú murió y fue sepultado con sus antepasados en Samaria. Y su hijo Joacaz le sucedió en el trono.

36 Jehú reinó en Samaria sobre Israel durante veintiocho años.