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Juan 11

Muerte de Lázaro

1 Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas.

2 María era la misma que ungió con perfume al Señor y le secó los pies con sus cabellos.

3 Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».

4 Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado».

5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.

6 A pesar de eso, cuando oyó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más donde se encontraba.

7 Después dijo a sus discípulos:

―Volvamos a Judea.

8 ―Rabí —objetaron ellos—, hace muy poco los judíos intentaron apedrearte, ¿y todavía quieres volver allá?

9 ―¿Acaso no tiene el día doce horas? —respondió Jesús—. El que anda de día no tropieza, porque tiene la luz de este mundo.

10 Pero el que anda de noche sí tropieza, porque no tiene luz.

11 Dicho esto, añadió:

―Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.

12 ―Señor —respondieron sus discípulos—, si duerme, es que va a recuperarse.

13 Jesús les hablaba de la muerte de Lázaro, pero sus discípulos pensaron que se refería al sueño natural.

14 Por eso les dijo claramente:

―Lázaro ha muerto,

15 y por causa vuestra me alegro de no haber estado allí, para que creáis. Pero vamos a verlo.

16 Entonces Tomás, apodado el Gemelo,dijo a los otros discípulos:

―Vayamos también nosotros, para morir con él.

Jesús consuela a las hermanas de Lázaro

17 A su llegada, Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetrosde distancia,

19 y muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María, a darles el pésame por la muerte de su hermano.

20 Cuando Marta supo que Jesús llegaba, fue a su encuentro; pero María se quedó en la casa.

21 ―Señor —dijo Marta a Jesús—, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

22 Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.

23 ―Tu hermano resucitará —le dijo Jesús.

24 ―Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final —respondió Marta.

25 Entonces Jesús le dijo:

―Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera;

26 y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?

27 ―Sí, Señor; yo creo que tú eres elCristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo.

28 Dicho esto, Marta regresó a la casa y, llamando a su hermana María, le dijo en privado:

―El Maestro está aquí y te llama.

29 Cuando María oyó esto, se levantó rápidamente y fue a su encuentro.

30 Jesús aún no había entrado en el pueblo, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él.

31 Los judíos que habían estado con María en la casa, dándole el pésame, al ver que se había levantado y había salido de prisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar.

32 Cuando María llegó adonde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo:

―Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

33 Al ver llorar a María y a los judíos que la habían acompañado, Jesús se turbó y se conmovió profundamente.

34 ―¿Dónde lo habéis puesto? —preguntó.

―Ven a verlo, Señor —le respondieron.

35 Jesús lloró.

36 ―¡Mirad cuánto lo quería! —dijeron los judíos.

37 Pero algunos de ellos comentaban:

―Este, que abrió los ojos al ciego, ¿no podría haber impedido que Lázaro muriera?

Jesús resucita a Lázaro

38 Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.

39 ―Quitad la piedra —ordenó Jesús.

Marta, la hermana del difunto, objetó:

―Señor, ya debe de oler mal, pues lleva cuatro días allí.

40 ―¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —contestó Jesús.

41 Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo:

―Padre, te doy gracias porque me has escuchado.

42 Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste.

43 Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas:

―¡Lázaro, sal fuera!

44 El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario.

―Quitadle las vendas y dejad que se vaya —les dijo Jesús.

La conspiración para matar a Jesús

45 Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y que habían presenciado lo hecho por Jesús creyeron en él.

46 Pero algunos de ellos fueron a ver a losfariseosy les contaron lo que Jesús había hecho.

47 Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión delConsejo.

―¿Qué vamos a hacer? —dijeron—. Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas.

48 Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, y vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar sagrado, e incluso con nuestra nación.

49 Uno de ellos, llamado Caifás, que ese año era el sumo sacerdote, les dijo:

―¡No sabéis nada en absoluto!

50 No entendéis que os conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación.

51 Pero esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús moriría por la nación judía,

52 y no solo por esa nación, sino también por los hijos de Dios que estaban dispersos, para congregarlos y unificarlos.

53 Así que desde ese día convinieron en quitarle la vida.

54 Por eso Jesús ya no andaba en público entre los judíos. Se retiró más bien a una región cercana al desierto, a un pueblo llamado Efraín, donde se quedó con sus discípulos.

55 Faltaba poco para la Pascua judía, así que muchos subieron del campo a Jerusalén para supurificaciónceremonial antes de la Pascua.

56 Andaban buscando a Jesús, y mientras estaban en eltemplocomentaban entre sí: «¿Qué os parece? ¿Acaso no vendrá a la fiesta?»

57 Por su parte, los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado la orden de que, si alguien llegaba a saber dónde estaba Jesús, debía denunciarlo para que lo arrestaran.

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Juan 12

María unge a Jesús en Betania

1 Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús habíaresucitado.

2 Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él.

3 María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

4 Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó:

5 ―¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero,para dárselo a los pobres?

6 Dijo esto no porque se interesara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba a robar lo que echaban en ella.

7 ―Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura.

8 A los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.

9 Mientras tanto, muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí, y fueron a ver no solo a Jesús, sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado.

10 Entonces los jefes de los sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,

11 pues por su causa muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús.

La entrada triunfal

12 Al día siguiente muchos de los que habían ido a la fiesta se enteraron de que Jesús se dirigía a Jerusalén;

13 tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, diciendo a voz en grito:

―¡Hosanna!

―¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

―¡Bendito el Rey de Israel!

14 Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura:

15 «No temas, oh hija de Sión;

mira, que aquí viene tu rey,

montado sobre un burrito».

16 Al principio, sus discípulos no entendieron lo que sucedía. Solo después de que Jesús fuera glorificado se dieron cuenta de que se había cumplido en él lo que de él ya estaba escrito.

17 La gente que había estado con Jesús cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre los muertos seguía difundiendo la noticia.

18 Muchos que se habían enterado de la señal realizada por Jesús salían a su encuentro.

19 Por eso losfariseoscomentaban entre sí: «Como podéis ver, así no vamos a lograr nada. ¡Mirad cómo lo sigue todo el mundo!»

Jesús predice su muerte

20 Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunosgriegos.

21 Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron:

―Señor, queremos ver a Jesús.

22 Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron a decírselo a Jesús.

23 ―Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado —les contestó Jesús—.

24 Ciertamente os aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto.

25 El que se apega a suvidala pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la vida eterna.

26 Quien quiera servirme debe seguirme; y donde yo esté, allí también estará mi siervo. A quien me sirva, mi Padre lo honrará.

27 »Ahora todo mi ser está angustiado, ¿y acaso voy a decir: “Padre, sálvame de esta hora difícil”? ¡Si precisamente para afrontarla he venido!

28 ¡Padre, glorifica tu nombre!»

Se oyó entonces, desde el cielo, una voz que decía: «Ya lo he glorificado, y volveré a glorificarlo».

29 La multitud que estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían que un ángel le había hablado.

30 ―Esa voz no vino por mí, sino por vosotros —dijo Jesús—.

31 El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado.

32 Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.

33 Con esto daba Jesús a entender de qué manera iba a morir.

34 ―De la ley hemos sabido —le respondió la gente— que elCristopermanecerá para siempre; ¿cómo, pues, dices que el Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?

35 ―Solo tendréis la luz un poco más de tiempo —les dijo Jesús—. Caminad mientras tengáis la luz, antes de que os envuelvan las tinieblas. El que camina en las tinieblas no sabe a dónde va.

36 Mientras tengáis la luz, creed en ella, para que seáis hijos de la luz.

Cuando terminó de hablar, Jesús se fue y se escondió de ellos.

Los judíos siguen en su incredulidad

37 A pesar de haber hecho Jesús todas estas señales en presencia de ellos, todavía no creían en él.

38 Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías:

«Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje,

y a quién se le ha revelado el poder del Señor?»

39 Por eso no podían creer, pues también había dicho Isaías:

40 «Les ha cegado los ojos

y endurecido el corazón,

para que no vean con los ojos,

ni entiendan con el corazón

ni se conviertan; y yo los sane».

41 Esto lo dijo Isaías porque vio la gloria de Jesús y habló de él.

42 Sin embargo, muchos de ellos, incluso muchos de los jefes, creyeron en él, pero no lo confesaban porque temían que losfariseoslos expulsaran de la sinagoga.

43 Preferían recibir honores de los hombres antes que de parte de Dios.

44 «El que cree en mí —clamó Jesús con voz fuerte—, cree no solo en mí, sino en el que me envió.

45 Y el que me ve a mí ve al que me envió.

46 Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas.

47 »Si alguno escucha mis palabras, pero no las obedece, no seré yo quien lo juzgue; pues no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.

48 El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue. La palabra que yo he proclamado lo condenará en el día final.

49 Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió me encargó qué decir y cómo decirlo.

50 Y sé muy bien que su mandato es vida eterna. Así que todo lo que digo es lo que el Padre me ha ordenado decir».

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Juan 13

Jesús lava los pies a sus discípulos

1 Estaba cerca la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Y, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

2 Llegó la hora de la cena. El diablo ya había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús.

3 Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía;

4 así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura.

5 Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura.

6 Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo:

―¿Y tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?

7 ―Ahora no entiendes lo que estoy haciendo —respondió Jesús—, pero lo entenderás más tarde.

8 ―¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!

―Si no te los lavo,no tendrás parte conmigo.

9 ―Entonces, Señor, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza!

10 ―El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies —le contestó Jesús—; pues ya todo su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos.

11 Jesús sabía quién lo iba a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios.

12 Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo:

―¿Entendéis lo que he hecho con vosotros?

13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy.

14 Pues, si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.

15 Os he dado ejemplo, para que hagáis lo mismo que yo he hecho con vosotros.

16 Ciertamente os aseguro que ningúnsiervoes más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió.

17 ¿Entendéis esto?Dichososseréis si lo ponéis en práctica.

Jesús predice la traición de Judas

18 »No me refiero a todos vosotros; yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla”.

19 »Os digo esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy.

20 Ciertamente os aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me envió».

21 Dicho esto, Jesús se angustió profundamente y declaró:

―Ciertamente os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.

22 Los discípulos se miraban unos a otros sin saber a cuál de ellos se refería.

23 Uno de ellos, el discípulo a quien Jesús amaba, estaba a su lado.

24 Simón Pedro le hizo señas a ese discípulo y le dijo:

―Pregúntale a quién se refiere.

25 ―Señor, ¿quién es? —preguntó él, reclinándose sobre Jesús.

26 ―Aquel a quien yo le dé este pedazo de pan que voy a mojar en el plato —le contestó Jesús.

Acto seguido, mojó el pedazo de pan y se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón.

27 Tan pronto como Judas tomó el pan, Satanás entró en él.

―Lo que vas a hacer, hazlo pronto —le dijo Jesús.

28 Ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo eso Jesús.

29 Como Judas era el encargado del dinero, algunos pensaron que Jesús le estaba diciendo que comprara lo necesario para la fiesta, o que diera algo a los pobres.

30 En cuanto Judas tomó el pan, salió de allí. Ya era de noche.

Jesús predice la negación de Pedro

31 Cuando Judas hubo salido, Jesús dijo:

―Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él.

32 Si Dios es glorificado en él,Dios glorificará al Hijo en sí mismo, y lo hará muy pronto.

33 »Mis queridos hijos, poco tiempo me queda para estar con vosotros. Me buscaréis, y lo que antes dije a los judíos, ahora os lo digo a vosotros: Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.

34 »Este mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Así como yo os he amado, también vosotros debéis amaros unos a otros.

35 De este modo todos sabrán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros».

36 ―¿Y a dónde vas, Señor? —preguntó Simón Pedro.

―Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde.

37 ―Señor —insistió Pedro—, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Por ti daré hasta lavida.

38 ―¿Darás tú la vida por mí? ¡De veras te aseguro que, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces!

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Juan 14

Jesús consuela a sus discípulos

1 »No os angustiéis. Confiad en Dios, confiad también en mí.

2 En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya os lo habría dicho. Voy a prepararos un lugar.

3 Y, si me voy y os lo preparo, vendré para llevaros conmigo. Así estaréis donde yo esté.

4 Vosotros ya conocéis el camino para ir a donde yo voy».

Jesús, el camino al Padre

5 Dijo entonces Tomás:

―Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino?

6 ―Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.

7 Si realmente me conocierais, conoceríaistambién a mi Padre. Y ya desde este momento lo conocéis y lo habéis visto.

8 ―Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta.

9 ―¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre vosotros, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”?

10 ¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre, y que el Padre está en mí? Las palabras que yo os comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras.

11 Creedme cuando os digo que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí; o al menos creedme por las mismas obras.

12 Ciertamente os aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.

13 Cualquier cosa que pidáis en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo.

14 Lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré.

Jesús promete el Espíritu Santo

15 »Si me amáis, obedeceríais mis mandamientos.

16 Y yo pediré al Padre, y os dará otroConsoladorpara que os acompañe siempre:

17 el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero vosotros sí lo conocéis, porque vive con vosotros y estaráen vosotros.

18 No os voy a dejar huérfanos; volveré a vosotros.

19 Dentro de poco el mundo ya no me verá más, pero vosotros sí me veréis. Y porque yo vivo, también vosotros viviréis.

20 En aquel día os daréis cuenta de que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

21 ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

22 Judas (no el Iscariote) le dijo:

―¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo?

23 Le contestó Jesús:

―El que me ama obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él.

24 El que no me ama no obedece mis palabras. Pero estas palabras que oís no son mías, sino del Padre, que me envió.

25 »Todo esto lo digo ahora que estoy con vosotros.

26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que os he dicho.

27 La paz os dejo; mi paz os doy. Yo no os la doy como la da el mundo. No os angustiéis ni os acobardéis.

28 »Ya me habéis oído deciros: “Me voy, pero vuelvo a vosotros”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo.

29 Y os he dicho esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis.

30 Ya no hablaré más con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí,

31 pero el mundo tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo que él me ha ordenado que haga.

»¡Levantaos, vámonos de aquí!

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Juan 15

Jesús, la vid verdadera

1 »Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

2 Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la podapara que dé más fruto todavía.

3 Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he comunicado.

4 Permaneced en mí, y yo permaneceré en vosotros. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco vosotros podéis dar fruto si no permanecéis en mí.

5 »Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada.

6 El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman.

7 Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis, y se os concederá.

8 Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto, mostrando así que sois mis discípulos.

9 »Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a vosotros. Permaneced en mi amor.

10 Si obedecéis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

11 Os he dicho esto para que tengáis mi alegría y vuestra alegría sea completa.

12 Y este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado.

13 Nadie tiene amor más grande que el dar lavidapor sus amigos.

14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.

15 Ya no os llamosiervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; os he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir os lo he dado a conocer.

16 No me escogisteis vosotros a mí, sino que yo os escogí a vosotros y os comisioné para que vayáis y deis fruto, un fruto que perdure. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.

17 Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros.

Jesús y sus discípulos aborrecidos por el mundo

18 »Si el mundo os aborrece, tened presente que, antes que a vosotros, me aborreció a mí.

19 Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como a los suyos. Pero vosotros no sois del mundo, sino que yo os he escogido de entre el mundo. Por eso el mundo os aborrece.

20 Recordad lo que os dije: “Ningúnsiervoes más que su amo”.Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Si han obedecido mis enseñanzas, también obedecerán las vuestras.

21 Os tratarán así por causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

22 Si yo no hubiera venido ni les hubiera hablado, no serían culpables de pecado. Pero ahora no tienen excusa por su pecado.

23 El que me aborrece a mí también aborrece a mi Padre.

24 Si yo no hubiera hecho entre ellos las obras que ningún otro antes ha realizado, no serían culpables de pecado. Pero ahora las han visto, y sin embargo a mí y a mi Padre nos han aborrecido.

25 Pero esto sucede para que se cumpla lo que está escrito en la ley de ellos: “Me odiaron sin motivo”.

26 »Cuando venga elConsolador, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí.

27 Y también vosotros daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio.

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Juan 16

1 »Todo esto os he dicho para que no flaquee vuestra fe.

2 Os expulsarán de las sinagogas; y hasta viene el día en que cualquiera que os mate pensará que está prestando un servicio a Dios.

3 Actuarán de este modo porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí.

4 Y os digo esto para que cuando llegue ese día os acordéis de que ya os lo había advertido. Sin embargo, no os dije esto al principio porque yo estaba con vosotros.

La obra del Espíritu Santo

5 »Ahora vuelvo al que me envió, pero ninguno de vosotros me pregunta: “¿A dónde vas?”

6 Al contrario, como os he dicho estas cosas, os habéis entristecido mucho.

7 Pero os digo la verdad: os conviene que me vaya porque, si no lo hago, elConsoladorno vendrá a vosotros; en cambio, si me voy, os lo enviaré.

8 Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su erroren cuanto al pecado, a la justicia y al juicio;

9 en cuanto al pecado, porque no creen en mí;

10 en cuanto a la justicia, porque voy al Padre y vosotros ya no podréis verme;

11 y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado.

12 »Muchas cosas me quedan aún por deciros, que por ahora no podríais sobrellevar.

13 Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y os anunciará las cosas por venir.

14 Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo dará a conocer a vosotros.

15 Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso os dije que el Espíritu tomará de lo mío y os lo dará a conocer a vosotros.

16 »Dentro de poco ya no me veréis; pero un poco después volveréis a verme».

La despedida de Jesús

17 Algunos de sus discípulos comentaban entre sí:

«¿Qué quiere decir con eso de que “dentro de poco ya no me veréis”, y “un poco después volveréis a verme”, y “porque voy al Padre”?»

18 E insistían: «¿Qué quiere decir con eso de “dentro de poco”? No sabemos de qué habla».

19 Jesús se dio cuenta de que querían hacerle preguntas acerca de esto, así que les dijo:

―¿Os estáis preguntando qué quise decir cuando dije: “Dentro de poco ya no me veréis”, y “un poco después volveréis a verme”?

20 Ciertamente os aseguro que lloraréis de dolor, mientras que el mundo se alegrará. Os pondréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.

21 La mujer que está a punto de dar a luz siente dolores porque ha llegado su momento, pero en cuanto nace la criatura se olvida de su angustia por la alegría de haber traído al mundo un nuevo ser.

22 Lo mismo os pasa a vosotros: ahora estáis tristes, pero cuando vuelva a veros os alegraréis, y nadie os va a quitar esa alegría.

23 En aquel día ya no me preguntaréis nada. Ciertamente os aseguro que mi Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.

24 Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.

25 »Os he dicho todo esto por medio de comparaciones, pero viene la hora en que ya no os hablaré así, sino que os hablaré claramente acerca de mi Padre.

26 En aquel día pediréis en mi nombre. Y no digo que voy a rogar por vosotros al Padre,

27 ya que el Padre mismo os ama porque me habéis amado y habéis creído que yo he venido de parte de Dios.

28 Salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre».

29 ―Ahora sí estás hablando directamente, sin vueltas ni rodeos —le dijeron sus discípulos—.

30 Ya podemos ver que sabes todas las cosas, y que ni siquiera necesitas que nadie te haga preguntas. Por esto creemos que saliste de Dios.

31 ―¿Ahora me creéis?—contestó Jesús—.

32 Mirad que la hora viene, y ya está aquí, en que seréis dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejaréis solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo.

33 Yo os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En este mundo tendréis aflicciones, pero ¡tened ánimo! Yo he vencido al mundo.

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Juan 17

Jesús ora por sí mismo

1 Después de que Jesús dijera esto, dirigió la mirada al cielo y oró así:

«Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti,

2 ya que le has conferido autoridad sobre todomortalpara que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado.

3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y aJesucristo, a quien tú has enviado.

4 Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste.

5 Y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera.

Jesús ora por sus discípulos

6 »A los que me diste del mundo les he revelado quién eres.Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra.

7 Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti,

8 porque les he entregado las palabras que me diste, y ellos las aceptaron; saben con certeza que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

9 Ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque son tuyos.

10 Todo lo que yo tengo es tuyo, y todo lo que tú tienes es mío; y por medio de ellos he sido glorificado.

11 Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti.

»Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros.

12 Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura.

13 »Ahora vuelvo a ti, pero digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que tengan mi alegría en plenitud.

14 Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

15 No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno.

16 Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo.

17 Santifícalosen la verdad; tu palabra es la verdad.

18 Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo.

19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Jesús ora por todos los creyentes

20 »No ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos,

21 para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno:

23 yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen laperfecciónen la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.

24 »Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.

25 »Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y estos reconocen que tú me enviaste.

26 Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos».

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Juan 18

Arresto de Jesús

1 Cuando Jesús terminó de orar, salió con sus discípulos y cruzó el arroyo de Cedrón. Al otro lado había un huerto en el que entró con sus discípulos.

2 También Judas, el que lo traicionaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.

3 Así que Judas llegó al huerto, a la cabeza de un destacamentode soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de losfariseos. Llevaban antorchas, lámparas y armas.

4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, les salió al encuentro.

―¿A quién buscáis? —les preguntó.

5 ―A Jesús de Nazaret —contestaron.

―Yo soy.

Judas, el traidor, estaba con ellos.

6 Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», dieron un paso atrás y se desplomaron.

7 ―¿A quién buscáis? —volvió a preguntarles Jesús.

―A Jesús de Nazaret —repitieron.

8 ―Ya os dije que yo soy. Si es a mí a quien buscáis, dejad que estos se vayan.

9 Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho: «De los que me diste ninguno se perdió».

10 Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco).

11 ―¡Devuelve esa espada a su funda! —ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?

Jesús ante Anás

12 Entonces los soldados, su comandante y los guardias de los judíos arrestaron a Jesús. Lo ataron

13 y lo llevaron primeramente a Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año.

14 Caifás era el que había aconsejado a los judíos que era preferible que muriera un solo hombre por el pueblo.

Pedro niega a Jesús

15 Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Y, como el otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, entró en el patio del sumo sacerdote con Jesús;

16 Pedro, en cambio, tuvo que quedarse fuera, junto a la puerta. El discípulo conocido del sumo sacerdote volvió entonces a salir, habló con la portera de turno y consiguió que Pedro entrara.

17 ―¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre? —le preguntó la portera.

―No lo soy —respondió Pedro.

18 Los criados y los guardias estaban de pie alrededor de una fogata que habían hecho para calentarse, pues hacía frío. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose.

Jesús ante el sumo sacerdote

19 Mientras tanto, el sumo sacerdote interrogaba a Jesús acerca de sus discípulos y de sus enseñanzas.

20 ―Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en eltemplo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada.

21 ¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.

22 Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí cerca le dio una bofetada y le dijo:

―¿Así contestas al sumo sacerdote?

23 ―Si he dicho algo malo —replicó Jesús—, demuéstramelo. Pero, si lo que dije es correcto, ¿por qué me pegas?

24 Entonces Anás lo envió,todavía atado, a Caifás, el sumo sacerdote.

Pedro niega de nuevo a Jesús

25 Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose.

―¿No eres tú también uno de sus discípulos? —le preguntaron.

―No lo soy —dijo Pedro, negándolo.

26 ―¿Acaso no te vi en el huerto con él? —insistió uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja.

27 Pedro volvió a negarlo, y en ese instante cantó el gallo.

Jesús ante Pilato

28 Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano.Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo secontaminaríanritualmente y no podrían comer la Pascua.

29 Así que Pilato salió a interrogarlos:

―¿De qué delito acusáis a este hombre?

30 ―Si no fuera un malhechor —respondieron—, no te lo habríamos entregado.

31 ―Pues lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley —les dijo Pilato.

―Nosotros no tenemos ninguna autoridad para ejecutar a nadie —objetaron los judíos.

32 Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús había dicho, al indicar la clase de muerte que iba a sufrir.

33 Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús.

―¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.

34 ―¿Eso lo dices tú —respondió Jesús—, o es que otros te han hablado de mí?

35 ―¿Acaso soy judío? —replicó Pilato—. Han sido tu propio pueblo y los jefes de los sacerdotes los que te entregaron a mí. ¿Qué has hecho?

36 ―Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios siervos pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.

37 ―¡Así que eres rey! —le dijo Pilato.

―Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.

38 ―¿Qué es la verdad? —preguntó Pilato.

Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos.

―Yo no encuentro que este sea culpable de nada —declaró—.

39 Pero, como tenéis la costumbre de que os suelte a un preso durante la Pascua, ¿queréis que os suelte al “rey de los judíos”?

40 ―¡No, no sueltes a ese; suelta a Barrabás! —volvieron a gritar desaforadamente.

Y Barrabás era un bandido.

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Juan 19

La sentencia

1 Pilato tomó entonces a Jesús y mandó que lo azotaran.

2 Los soldados, que habían tejido una corona de espinas, se la pusieron a Jesús en la cabeza y lo vistieron con un manto de color púrpura.

3 ―¡Viva el rey de los judíos! —le gritaban, mientras se le acercaban para abofetearlo.

4 Pilato volvió a salir.

―Aquí lo tenéis —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepáis que no lo encuentro culpable de nada.

5 Cuando salió Jesús, llevaba puestos la corona de espinas y el manto de color púrpura.

―¡Aquí tenéis al hombre! —les dijo Pilato.

6 Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en grito:

―¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

―Pues lleváoslo y crucificadlo vosotros —replicó Pilato—. Por mi parte, no lo encuentro culpable de nada.

7 ―Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios —insistieron los judíos.

8 Al oír esto, Pilato se atemorizó aún más,

9 así que entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:

―¿De dónde eres tú?

Pero Jesús no le contestó nada.

10 ―¿Te niegas a hablarme? —le dijo Pilato—. ¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para mandar que te crucifiquen?

11 ―No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba —le contestó Jesús—. Por eso el que me puso en tus manos es culpable de un pecado más grande.

12 Desde entonces Pilato procuraba poner en libertad a Jesús, pero los judíos gritaban desaforadamente:

―Si dejas en libertad a este hombre, no eres amigo delemperador. Cualquiera que pretende ser rey se hace su enemigo.

13 Al oír esto, Pilato llevó a Jesús hacia fuera y se sentó en el tribunal, en un lugar al que llamaban el Empedrado (que en arameo se dice Gabatá).

14 Era el día de la preparación para la Pascua, cerca del mediodía.

―Aquí tenéis a vuestro rey —dijo Pilato a los judíos.

15 ―¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo! —vociferaron.

―¿Acaso voy a crucificar a vuestro rey? —replicó Pilato.

―No tenemos más rey que el emperador romano —contestaron los jefes de los sacerdotes.

16 Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y los soldados se lo llevaron.

La crucifixión

17 Jesús salió cargando su propia cruz hacia el lugar de la Calavera (que en arameo se llama Gólgota).

18 Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio.

19 Pilato mandó que se pusiera sobre la cruz un letrero en el que estuviera escrito: «Jesús de Nazaret, Rey de los judíos».

20 Muchos de los judíos lo leyeron, porque el sitio en que crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad. El letrero estaba escrito en arameo, latín y griego.

21 ―No escribas “Rey de los judíos” —protestaron ante Pilato los jefes de los sacerdotes judíos—. Sino que él era quien decía ser rey de los judíos.

22 ―Lo que he escrito, escrito queda —contestó Pilato.

23 Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron su manto y lo partieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. Tomaron también la túnica, la cual no tenía costura, sino que era de una sola pieza, tejida de arriba abajo.

24 ―No la dividamos —se dijeron unos a otros—. Echemos suertes para ver a quién le toca.

Y así lo hicieron los soldados. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice:

«Se repartieron entre ellos mi manto,

y sobre mi ropa echaron suertes».

25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofás, y María Magdalena.

26 Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien él amaba, dijo a su madre:

―Mujer, ahí tienes a tu hijo.

27 Luego dijo al discípulo:

―Ahí tienes a tu madre.

Y desde aquel momento ese discípulo la recibió en su casa.

Muerte de Jesús

28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:

―Tengo sed.

29 Había allí una vasija llena de vinagre; así que empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en una cañay se la acercaron a la boca.

30 Al probar Jesús el vinagre, dijo:

―Todo se ha cumplido.

Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

31 Era el día de la preparación para la Pascua. Los judíos no querían que los cuerpos permanecieran en la cruz ensábado, por ser este un día muy solemne. Así que pidieron a Pilato ordenar que se quebraran las piernas a los crucificados y bajaran sus cuerpos.

32 Fueron entonces los soldados y quebraron las piernas al primer hombre que había sido crucificado con Jesús, y luego al otro.

33 Pero, cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no quebraron sus piernas,

34 sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua.

35 El que lo vio ha dado testimonio de ello, y su testimonio es verídico. Él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis.

36 Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán ningún hueso»

37 y, como dice otra Escritura: «Mirarán al que han traspasado».

Sepultura de Jesús

38 Después de esto, José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo.

39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilosde una mezcla de mirra y áloe.

40 Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y, conforme a la costumbre judía de dar sepultura, lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas.

41 En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto, un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie.

42 Como era el día judío de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

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Juan 20

El sepulcro vacío

1 El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.

2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

―¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!

3 Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro.

4 Ambos fueron corriendo, pero, como el otro discípulo corría más deprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro.

5 Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró.

6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas

7 y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.

8 En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó.

9 Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar.

Jesús se aparece a María Magdalena

10 Los discípulos regresaron a su casa,

11 pero María se quedó afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro,

12 y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.

13 ―¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles.

―Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les respondió.

14 Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no sabía que era él.

15 Jesús le dijo:

―¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo:

―Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo iré por él.

16 ―María —le dijo Jesús.

Ella se volvió y exclamó:

―¡Raboni! (que en arameo significa: maestro).

17 ―Suéltame,porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es vuestro Padre; a mi Dios, que es vuestro Dios”.

18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.

Jesús se aparece a sus discípulos

19 Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.

―¡La paz sea con vosotros!

20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron.

21 ―¡La paz sea con vosotros! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo os envío a vosotros.

22 Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:

―Recibid el Espíritu Santo.

23 A quienes perdonéis sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonéis, no les serán perdonados.

Jesús se aparece a Tomás

24 Tomás, al que apodaban el Gemelo,y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús.

25 Así que los otros discípulos le dijeron:

―¡Hemos visto al Señor!

―Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

26 Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.

―¡La paz sea con vosotros!

27 Luego dijo a Tomás:

―Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.

28 ―¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás.

29 ―Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—;dichososlos que no han visto y sin embargo creen.

30 Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro.

31 Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es elCristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengáis vida.