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Lucas 1

Prólogo

1 Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que han sucedidoentre nosotros,

2 tal y como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra.

3 Por lo tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente,

4 para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron.

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

5 En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era descendiente de Aarón.

6 Ambos eran rectos e intachables delante de Dios; obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor.

7 Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril; y los dos eran de edad avanzada.

8 Un día en que Zacarías, por haber llegado el turno de su grupo, oficiaba como sacerdote delante de Dios,

9 le tocó en suerte, según la costumbre del sacerdocio, entrar en elsantuariodel Señor para quemar incienso.

10 Cuando llegó la hora de ofrecer el incienso, la multitud reunida afuera estaba orando.

11 En esto, un ángel del Señor se apareció a Zacarías a la derecha del altar del incienso.

12 Al verlo, Zacarías se asustó, y el temor se apoderó de él.

13 El ángel le dijo:

―No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan.

14 Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento,

15 porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde su nacimiento.

16 Hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios.

17 Él irá primero, delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar alos padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos. De este modo preparará un pueblo bien dispuesto para recibir al Señor.

18 ―¿Cómo podré estar seguro de esto? —preguntó Zacarías al ángel—. Ya soy anciano y mi esposa también es de edad avanzada.

19 ―Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —le contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenasnoticias.

20 Pero, como no creíste en mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, te vas a quedar mudo. No podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda.

21 Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías y les extrañaba que se demorara tanto en el santuario.

22 Cuando por fin salió, no podía hablarles, así que se dieron cuenta de que allí había tenido una visión. Se podía comunicar solo por señas, pues seguía mudo.

23 Cuando terminaron los días de su servicio, regresó a su casa.

24 Poco después, su esposa Elisabet concibió y se mantuvo recluida por cinco meses.

25 «Esto —decía ella— es obra del Señor, que ahora ha mostrado su bondad al quitarme la vergüenza que yo tenía ante los demás».

Anuncio del nacimiento de Jesús

26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea,

27 a visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María.

28 El ángel se acercó a ella y le dijo:

―¡Te saludo,tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.

29 Ante estas palabras, María se perturbó, y se preguntaba qué podría significar este saludo.

30 ―No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—.

31 Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

32 Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David,

33 y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin.

34 ―¿Cómo podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen?

35 ―El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios.

36 También tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo.

37 Porque para Dios no hay nada imposible.

38 ―Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él haga conmigo como me has dicho.

Después de esto, el ángel la dejó.

María visita a Elisabet

39 A los pocos, días María emprendió viaje y se fue de prisa a un pueblo en la región montañosa de Judea.

40 Al llegar, entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet.

41 Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Entonces Elisabet, llena del Espíritu Santo,

42 exclamó:

―¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el hijo que darás a luz!

43 Pero ¿cómo es esto, que la madre de mi Señor venga a verme?

44 Te digo que, tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura que llevo en el vientre.

45 ¡Dichosatú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá!

El cántico de María

46 Entonces dijo María:

«Mi alma glorifica al Señor,

47 y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,

48 porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva.

Desde ahora me llamarándichosatodas las generaciones,

49 porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí.

¡Santo es su nombre!

50 De generación en generación

se extiende su misericordia a los que le temen.

51 Hizo proezas con su brazo;

desbarató las intrigas de los soberbios.

52 De sus tronos derrocó a los poderosos,

mientras que ha exaltado a los humildes.

53 A los hambrientos los colmó de bienes,

y a los ricos los despidió con las manos vacías.

54-55 Acudió en ayuda de su siervo Israel

y, cumpliendo su promesa a nuestros padres,

mostrósu misericordia a Abraham

y a su descendencia para siempre».

56 María se quedó con Elisabet unos tres meses y luego regresó a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista

57 Cuando se le cumplió el tiempo, Elisabet dio a luz un hijo.

58 Sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había mostrado gran misericordia, y compartieron su alegría.

59 A los ocho días llevaron a circuncidar al niño. Como querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías,

60 su madre se opuso.

―¡No! —dijo ella—. Tiene que llamarse Juan.

61 ―Pero si nadie en tu familia tiene ese nombre —le dijeron.

62 Entonces le hicieron señas a su padre, para saber qué nombre quería ponerle al niño.

63 Él pidió una tablilla, en la que escribió: «Su nombre es Juan». Y todos quedaron asombrados.

64 Al instante se le desató la lengua, recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.

65 Todos los vecinos se llenaron de temor, y por toda la región montañosa de Judea se comentaba lo sucedido.

66 Quienes lo oían se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor lo protegía.

El cántico de Zacarías

67 Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó:

68 «Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha venido a redimira su pueblo.

69 Nos envió un poderoso Salvador

en la casa de David su siervo

70 (como lo prometió en el pasado por medio de sussantosprofetas),

71 para librarnos de nuestros enemigos

y del poder de todos los que nos aborrecen;

72 para mostrar misericordia a nuestros padres

al acordarse de su santo pacto.

73 Así lo juró a Abraham nuestro padre:

74 nos concedió que fuéramos libres del temor,

al rescatarnos del poder de nuestros enemigos,

para que le sirviéramos

75 consantidady justicia,

viviendo en su presencia todos nuestros días.

76 »Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor para prepararle el camino.

77 Darás a conocer a su pueblo la salvación

mediante el perdón de sus pecados,

78 gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios.

Así nos visitará desde el cielo el sol naciente,

79 para dar luz a los que viven en tinieblas,

en la más terrible oscuridad,

para guiar nuestros pasos por la senda de la paz».

80 El niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó públicamente al pueblo de Israel.

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Lucas 2

Nacimiento de Jesús

1 Por aquellos días AugustoCésardecretó que se levantara un censo en todo el Imperio romano.

2 (Este primer censo se efectuó cuando Cirenio gobernaba en Siria).

3 Así que iban todos a inscribirse, cada cual a su propio pueblo.

4 También José, que era descendiente del rey David, subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a Judea. Fue a Belén, la Ciudad de David,

5 para inscribirse junto con María su esposa.Ella se encontraba encinta

6 y, mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto.

7 Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.

Los pastores y los ángeles

8 En esa misma región había unos pastores que pasaban la noche en el campo, turnándose para cuidar sus rebaños.

9 Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor.

10 Pero el ángel les dijo: «No tengáis miedo. Mirad que os traigo buenasnoticiasque serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo.

11 Hoy os ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que esCristoel Señor.

12 Esto os servirá de señal: Encontraréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

13 De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:

14 «Gloria a Dios en las alturas,

y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».

15 Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vamos a Belén, a ver esto que ha pasado y que el Señor nos ha dado a conocer».

16 Así que fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño que estaba acostado en el pesebre.

17 Cuando vieron al niño, contaron lo que les habían dicho acerca de él,

18 y cuantos lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían.

19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas.

20 Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.

Presentación de Jesús en el templo

21 Cuando se cumplieron los ocho días y fueron a circuncidarlo, lo llamaron Jesús, nombre que el ángel le había puesto antes de que fuera concebido.

22 Así mismo, cuando se cumplió el tiempo en que, según la ley de Moisés, ellos debíanpurificarse, José y María llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor.

23 Así cumplieron con lo que en la ley del Señor está escrito: «Todo varón primogénito será consagradoal Señor».

24 También ofrecieron un sacrificio conforme a lo que la ley del Señor dice: «un par de tórtolas o dos pichones de paloma».

25 Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón, que era justo y devoto, y aguardaba con esperanza la redenciónde Israel. El Espíritu Santo estaba con él

26 y le había revelado que no moriría sin antes ver alCristodel Señor.

27 Movido por el Espíritu, fue altemplo. Cuando al niño Jesús lo llevaron sus padres para cumplir con la costumbre establecida por la ley,

28 Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios:

29 «Según tu palabra, Soberano Señor,

ya puedes despedir a tusiervoen paz.

30 Porque han visto mis ojos tu salvación,

31 que has preparado a la vista de todos los pueblos:

32 luz que ilumina a lasnaciones

y gloria de tu pueblo Israel».

33 El padre y la madre del niño se quedaron maravillados por lo que se decía de él.

34 Simeón les dio su bendición y le dijo a María, la madre de Jesús: «Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y a crear mucha oposición,

35 a fin de que se manifiesten las intenciones de muchos corazones. En cuanto a ti, una espada te atravesará el alma».

36 Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años,

37 y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro.Nunca salía deltemplo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones.

38 Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

39 Después de haber cumplido con todo lo que exigía la ley del Señor, José y María regresaron a Galilea, a su propio pueblo de Nazaret.

40 El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba.

El niño Jesús en el templo

41 Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.

42 Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre.

43 Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta.

44 Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos.

45 Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en su busca.

46 Al cabo de tres días lo encontraron en eltemplo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

47 Todos los que le oían se asombraban de su inteligencia y de sus respuestas.

48 Cuando lo vieron sus padres, se quedaron admirados.

―Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? —le dijo su madre—. ¡Mira que tu padre y yo te hemos estado buscando angustiados!

49 ―¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que tengo que estar en la casade mi Padre?

50 Pero ellos no entendieron lo que les decía.

51 Así que Jesús bajó con sus padres a Nazaret y vivió sujeto a ellos. Pero su madre conservaba todas estas cosas en el corazón.

52 Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.

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Lucas 3

Juan el Bautista prepara el camino

1 En el año quince del reinado de TiberioCésar, Poncio Pilato gobernaba la provincia de Judea; Herodesera tetrarca en Galilea; su hermano Felipe, en Iturea y Traconite; y Lisanias, en Abilene;

2 el sumo sacerdocio lo ejercían Anás y Caifás. En aquel entonces, la palabra de Dios llegó a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.

3 Juan recorría toda la región del Jordán predicando el bautismo dearrepentimientopara el perdón de pecados.

4 Así está escrito en el libro del profeta Isaías:

«Voz de uno que grita en el desierto:

“Preparad el camino del Señor,

haced derechas sus sendas.

5 Todo valle será rellenado,

toda montaña y colina serán allanadas.

Los caminos torcidos se enderezarán,

las sendas escabrosas quedarán llanas.

6 Y todomortalverá la salvación de Dios”».

7 Muchos acudían a Juan para que los bautizara.

―¡Camada de víboras! —les advirtió—. ¿Quién os dijo que podríais escapar del castigo que se acerca?

8 Producid frutos que demuestren arrepentimiento. Y no os pongáis a pensar: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque os digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham.

9 Es más, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego.

10 ―¿Entonces qué debemos hacer? —le preguntaba la gente.

11 ―El que tiene doscamisasdebe compartir con el que no tiene ninguna —les contestó Juan—, y el que tiene comida debe hacer lo mismo.

12 Llegaron también unosrecaudadores de impuestospara que los bautizara.

―Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros? —le preguntaron.

13 ―No cobréis más de lo debido —les respondió.

14 ―Y nosotros, ¿qué debemos hacer? —le preguntaron unos soldados.

―No extorsionéis a nadie ni hagáis denuncias falsas; más bien, conformaos con lo que os pagan.

15 La gente estaba a la expectativa, y todos se preguntaban si acaso Juan sería elCristo.

16 ―Yo os bautizo conagua —les respondió Juan a todos—. Pero está por llegar uno más poderoso que yo, a quien ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

17 Tiene el aventador en la mano para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará.

18 Y con muchas otras palabras exhortaba Juan a la gente y les anunciaba las buenasnuevas.

19 Pero, cuando reprendió al tetrarca Herodes por el asunto de su cuñada Herodías,y por todas las otras maldades que había cometido,

20 Herodes llegó hasta el colmo de encerrar a Juan en la cárcel.

Bautismo y genealogía de Jesús

21 Sucedió que, cuando todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y, mientras oraba, se abrió el cielo,

22 y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».

23 Jesús tenía unos treinta años cuando comenzó su ministerio. Era hijo, según se creía, de José,

hijo de Elí,

24 hijo de Matat,

hijo de Leví, hijo de Melquí,

hijo de Janay, hijo de José,

25 hijo de Matatías, hijo de Amós,

hijo de Nahúm, hijo de Eslí,

hijo de Nagay,

26 hijo de Máat,

hijo de Matatías, hijo de Semeí,

hijo de Josec, hijo de Judá,

27 hijo de Yojanán, hijo de Resa,

hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel,

hijo de Neri,

28 hijo de Melquí,

hijo de Adí, hijo de Cosán,

hijo de Elmadán, hijo de Er,

29 hijo de Josué, hijo de Eliezer,

hijo de Jorín, hijo de Matat,

hijo de Leví,

30 hijo de Simeón,

hijo de Judá, hijo de José,

hijo de Jonán, hijo de Eliaquín,

31 hijo de Melea, hijo de Mainán,

hijo de Matata, hijo de Natán,

hijo de David,

32 hijo de Isaí,

hijo de Obed, hijo de Booz,

hijo de Salmón,hijo de Naasón,

33 hijo de Aminadab, hijo de Aram,

hijo de Jezrón, hijo de Fares,

hijo de Judá,

34 hijo de Jacob,

hijo de Isaac, hijo de Abraham,

hijo de Téraj, hijo de Najor,

35 hijo de Serug, hijo de Ragau,

hijo de Péleg, hijo de Éber,

hijo de Selaj,

36 hijo de Cainán,

hijo de Arfaxad, hijo de Sem,

hijo de Noé, hijo de Lamec,

37 hijo de Matusalén, hijo de Enoc,

hijo de Jared, hijo de Malalel,

hijo de Cainán,

38 hijo de Enós,

hijo de Set, hijo de Adán,

hijo de Dios.

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Lucas 4

Tentación de Jesús

1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto.

2 Allí estuvo cuarenta días y fuetentadopor el diablo. No comió nada durante esos días, pasados los cuales tuvo hambre.

3 ―Si eres el Hijo de Dios —le propuso el diablo—, dile a esta piedra que se convierta en pan.

4 Jesús le respondió:

―Escrito está: “No solo de pan vive el hombre”.

5 Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo.

6 ―Sobre estos reinos y todo su esplendor —le dijo—, te daré la autoridad, porque a mí me ha sido entregada, y puedo dársela a quien yo quiera.

7 Así que, si me adoras, todo será tuyo.

Jesús le contestó:

8 ―Escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.

9 El diablo lo llevó luego a Jerusalén e hizo que se pusiera de pie en la parte más alta deltemplo, y le dijo:

―Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate de aquí!

10 Pues escrito está:

»“Ordenará que sus ángeles te cuiden.

Te sostendrán en sus manos

11 para que no tropieces con piedra alguna”».

12 ―También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”—le replicó Jesús.

13 Así que el diablo, habiendo agotado todo recurso de tentación, lo dejó hasta otra oportunidad.

Rechazan a Jesús en Nazaret

14 Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda aquella región.

15 Enseñaba en las sinagogas, y todos lo admiraban.

16 Fue a Nazaret, donde se había criado, y unsábadoentró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura,

17 y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito:

18 «El Espíritu del Señor está sobre mí,

por cuanto me ha ungido

para anunciar buenasnuevasa los pobres.

Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos

y dar vista a los ciegos,

a poner en libertad a los oprimidos,

19 a pregonar el año del favor del Señor».

20 Luego enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente,

21 y él comenzó a hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en vuestra presencia».

22 Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabrasque salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban.

23 Jesús continuó: «Seguramente me vais a citar el proverbio: “¡Médico, cúrate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que hemos oído que hiciste en Capernaún”.

24 Pues bien, os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra.

25 No cabe duda de que en tiempos de Elías, cuando el cielo se cerró por tres años y medio, de manera que hubo una gran hambre en toda la tierra, muchas viudas vivían en Israel.

26 Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores de Sidón.

27 Así mismo, había en Israel muchos enfermos delepraen tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio».

28 Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron.

29 Se levantaron, lo expulsaron del pueblo y lo llevaron hasta la cumbre de la colina sobre la que estaba construido el pueblo, para tirarlo por el precipicio.

30 Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.

Jesús expulsa a un espíritu maligno

31 Jesús pasó a Capernaún, un pueblo de Galilea, y elsábadoenseñaba a la gente.

32 Estaban asombrados de su enseñanza, porque les hablaba con autoridad.

33 Había en la sinagoga un hombre que estaba poseído por unespíritu maligno, quien gritó con todas sus fuerzas:

34 ―¡Ah! ¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

35 ―¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!

Entonces el demonio derribó al hombre en medio de la gente y salió de él sin hacerle ningún daño.

36 Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es esta? ¡Con autoridad y poder da órdenes a los espíritus malignos, y salen!»

37 Y se extendió su fama por todo aquel lugar.

Jesús sana a muchos enfermos

38 Cuando Jesús salió de la sinagoga, se fue a casa de Simón, cuya suegra estaba enferma con una fiebre muy alta. Le pidieron a Jesús que la ayudara,

39 así que se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, la cual se le fue. Ella se levantó en seguida y se puso a servirles.

40 Al ponerse el sol, la gente llevó a Jesús todos los que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó.

41 Además, de muchas personas salían demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era elCristo.

42 Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar solitario. La gente andaba buscándolo y, cuando llegaron adonde él estaba, procuraban detenerlo para que no se fuera.

43 Pero él les dijo: «Es preciso que anuncie también a los demás pueblos las buenasnuevasdel reino de Dios, porque para esto fui enviado».

44 Y siguió predicando en las sinagogas de los judíos.

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Lucas 5

Llamamiento de los primeros discípulos

1 Estaba Jesús a orillas del lago de Genesaret,y la gente lo apretujaba para escuchar el mensaje de Dios.

2 Entonces vio dos barcas que los pescadores habían dejado en la playa mientras lavaban las redes.

3 Subió a una de las barcas, que pertenecía a Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó, y enseñaba a la gente desde la barca.

4 Cuando acabó de hablar, le dijo a Simón:

―Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echad allí las redes para pescar.

5 ―Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó Simón—. Pero, como tú me lo mandas, echaré las redes.

6 Así lo hicieron, y recogieron una cantidad tan grande de peces que las redes se les rompían.

7 Entonces llamaron por señas a los compañeros de la otra barca para que los ayudaran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas que comenzaron a hundirse.

8 Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:

―¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador!

9 Es que él y todos sus compañeros estaban asombrados ante la pesca que habían hecho,

10 como también lo estabanJacoboy Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón.

―No temas; desde ahora serás pescador de hombres —le dijo Jesús a Simón.

11 Así que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, siguieron a Jesús.

Jesús sana a un leproso

12 En otra ocasión, cuando Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre cubierto delepra. Al ver a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicó:

―Señor, si quieres, puedeslimpiarme.

13 Jesús extendió la mano y tocó al hombre.

―Sí, quiero —le dijo—. ¡Queda limpio!

Y al instante se le quitó la lepra.

14 ―No se lo digas a nadie —le ordenó Jesús—; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tupurificaciónlo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

15 Sin embargo, la fama de Jesús se extendía cada vez más, de modo que acudían a él multitudes para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.

16 Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar.

Jesús sana a un paralítico

17 Un día, mientras enseñaba, estaban sentados allí algunosfariseosymaestros de la leyque habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para sanar a los enfermos.

18 Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a un paralítico. Procuraron entrar para ponerlo delante de Jesús,

19 pero no pudieron a causa de la multitud. Así que subieron a la azotea y, separando las tejas, lo bajaron en la camilla hasta ponerlo en medio de la gente, frente a Jesús.

20 Al ver la fe de ellos, Jesús dijo:

―Amigo, tus pecados quedan perdonados.

21 Los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a pensar: «¿Quién es este que diceblasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?»

22 Pero Jesús supo lo que estaban pensando y les dijo:

―¿Por qué razonáis así?

23 ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o “Levántate y anda”?

24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

25 Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado acostado y se fue a su casa alabando a Dios.

26 Todos quedaron asombrados y ellos también alababan a Dios. Estaban llenos de temor y decían: «Hoy hemos visto maravillas».

Llamamiento de Leví

27 Después de esto salió Jesús y se fijó en unrecaudador de impuestosllamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba.

―Sígueme —le dijo Jesús.

28 Y Leví se levantó, lo dejó todo y lo siguió.

29 Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y había allí un grupo numeroso de recaudadores de impuestos y otras personas que estaban comiendo con ellos.

30 Pero losfariseosy losmaestros de la leyque eran de la misma secta les reclamaban a los discípulos de Jesús:

―¿Por qué coméis y bebéis con recaudadores de impuestos ypecadores?

31 ―No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos —les contestó Jesús—.

32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores para que searrepientan.

Le preguntan a Jesús sobre el ayuno

33 Algunos le dijeron a Jesús:

―Los discípulos de Juan ayunan y oran con frecuencia, lo mismo que los discípulos de losfariseos, pero los tuyos se pasan el día comiendo y bebiendo.

34 Jesús les replicó:

―¿Acaso podéis obligar a los invitados del novio a que ayunen mientras él está con ellos?

35 Llegará el día en que se les quitará el novio; en aquellos días sí ayunarán.

36 Les contó esta parábola:

―Nadie quita un retazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De hacerlo así, habrá rasgado el vestido nuevo, y el retazo nuevo no hará juego con el vestido viejo.

37 Ni echa nadie vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino nuevo hará reventar los odres, se derramará el vino y los odres se echarán a perder.

38 Más bien, el vino nuevo debe echarse en odres nuevos.

39 Y nadie que haya bebido vino añejo quiere el nuevo, porque dice: “El añejo es mejor”.

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Lucas 6

Señor del sábado

1 Unsábado, al pasar Jesús por los sembrados, sus discípulos se pusieron a arrancar unas espigas de trigo, y las desgranaban para comérselas.

2 Por eso algunos de losfariseosles dijeron:

―¿Por qué hacéis lo que está prohibido hacer en sábado?

3 Jesús les contestó:

―¿Nunca habéis leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre?

4 Entró en la casa de Dios y, tomando los panes consagrados a Dios, comió lo que solo a los sacerdotes les está permitido comer. Y dio también a sus compañeros.

5 Entonces añadió:

―El Hijo del hombre es Señor del sábado.

6 Otro sábado entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada;

7 así que losmaestros de la leyy los fariseos, buscando un motivo para acusar a Jesús, no le quitaban la vista de encima para ver si sanaba en sábado.

8 Pero Jesús, que sabía lo que estaban pensando, dijo al hombre de la mano paralizada:

―Levántate y ponte frente a todos.

Así que el hombre se puso de pie. Entonces Jesús dijo a los otros:

9 ―Voy a haceros una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado: hacer el bien o el mal, salvar unavidao destruirla?

10 Jesús se quedó mirando a todos los que lo rodeaban, y dijo al hombre:

―Extiende la mano.

Así lo hizo, y la mano quedó restablecida.

11 Pero ellos se enfurecieron y comenzaron a discutir qué podrían hacer contra Jesús.

Los doce apóstoles

12 Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios.

13 Al llegar la mañana, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los que nombró apóstoles:

14 Simón (a quien llamó Pedro), su hermano Andrés,Jacobo, Juan, Felipe, Bartolomé,

15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón, al que llamaban el Zelote,

16 Judas hijo de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.

Bendiciones y ayes

17 Bajó con ellos y se detuvo en un llano. Había allí una gran multitud de sus discípulos y mucha gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón,

18 que habían llegado para escucharlo y para que los sanara de sus enfermedades. Los que eran atormentados porespíritus malignosquedaban liberados;

19 así que toda la gente procuraba tocarlo, porque de él salía poder que sanaba a todos.

20 Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo:

«Dichososvosotros los pobres,

porque el reino de Dios os pertenece.

21 Dichosos vosotros que ahora pasáis hambre,

porque seréis saciados.

Dichosos vosotros que ahora lloráis,

porque habréis de reír.

22 Dichosos vosotros cuando os odien,

cuando os discriminen, os insulten y os desprestigien

por causa del Hijo del hombre.

23 »Alegraos en aquel día y saltad de gozo, pues os espera una gran recompensa en el cielo. Daos cuenta de que así trataron a los profetas los antepasados de esta gente.

24 »Pero ¡ay de vosotros los ricos,

porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

25 ¡Ay de vosotros los que ahora estáis saciados,

porque sabréis lo que es pasar hambre!

¡Ay de vosotros los que ahora reís,

porque sabréis lo que es derramar lágrimas!

26 ¡Ay de vosotros cuando todos os elogien!

Daos cuenta de que así trataron a los falsos profetas los antepasados de esta gente.

El amor a los enemigos

27 »Pero a vosotros que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a quienes os odian,

28 bendecid a quienes os maldicen, orad por quienes os maltratan.

29 Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita lacamisa, no le impidas que se lleve también la capa.

30 Dale a todo el que te pida y, si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames.

31 Tratad a los demás tal y como queréis que ellos os traten a vosotros.

32 »¿Qué mérito tenéis al amar a quienes os aman? Aun lospecadoreshacen así.

33 ¿Y qué mérito tenéis al hacer bien a quienes os hacen bien? Aun los pecadores actúan así.

34 ¿Y qué mérito tenéis al dar prestado a quienes pueden corresponderos? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato.

35 Vosotros, por el contrario, amad a vuestros enemigos, hacedles bien y dadles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.

36 Sed compasivos, así como vuestro Padre es compasivo.

El juzgar a los demás

37 »No juzguéis, y no se os juzgará. No condenéis, y no se os condenará. Perdonad, y se os perdonará.

38 Dad, y se os dará: se os pondrá en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midáis a otros se os medirá a vosotros».

39 También les contó esta parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?

40 El discípulo no está por encima de su maestro, pero todo el que haya completado su aprendizaje, a lo sumo llega al nivel de su maestro.

41 »¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo?

42 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.

El árbol y su fruto

43 »Ningún árbol bueno da fruto malo; tampoco da buen fruto el árbol malo.

44 A cada árbol se le reconoce por su propio fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.

45 El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.

El prudente y el insensato

46 »¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que os digo?

47 Voy a deciros a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica:

48 Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que, cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida.

49 Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos. Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó, y el desastre fue terrible».

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Lucas 7

La fe del centurión

1 Cuando terminó de hablar al pueblo, Jesús entró en Capernaún.

2 Había allí un centurión, cuyosiervo, a quien este estimaba mucho, estaba enfermo, a punto de morir.

3 Como oyó hablar de Jesús, el centurión mandó a unos dirigentesde los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo.

4 Cuando llegaron ante Jesús, le rogaron con insistencia:

―Este hombre merece que le concedas lo que te pide:

5 aprecia tanto a nuestra nación que nos ha construido una sinagoga.

6 Así que Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa cuando el centurión mandó unos amigos a decirle:

―Señor, no te tomes tanta molestia, pues no merezco que entres bajo mi techo.

7 Por eso ni siquiera me atreví a presentarme ante ti. Pero, con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo.

8 Yo mismo obedezco órdenes superiores y, además, tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

9 Al oírlo, Jesús se asombró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, comentó:

―Os digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.

10 Al regresar a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

Jesús resucita al hijo de una viuda

11 Poco después, Jesús, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud, se dirigió a un pueblo llamado Naín.

12 Cuando ya se acercaba a las puertas del pueblo, vio que sacaban de allí a un muerto, hijo único de madre viuda. La acompañaba un grupo grande de la población.

13 Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo:

―No llores.

14 Entonces se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron, y Jesús dijo:

―Joven, ¡te ordeno que te levantes!

15 El muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

16 Todos se llenaron de temor y alababan a Dios.

―Ha surgido entre nosotros un gran profeta —decían—. Dios ha venido en ayuda desu pueblo.

17 Así que esta noticia acerca de Jesús se divulgó por toda Judeay por todas las regiones vecinas.

Jesús y Juan el Bautista

18 Los discípulos de Juan le contaron todo esto. Él llamó a dos de ellos

19 y los envió al Señor a preguntarle:

―¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?

20 Cuando se acercaron a Jesús, ellos le dijeron:

―Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?”

21 En ese mismo momento Jesús sanó a muchos que tenían enfermedades, dolencias yespíritus malignos, y dio la vista a muchos ciegos.

22 Entonces respondió a los enviados:

―Id y contadle a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienenleprason sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenasnuevas.

23 Dichosoel que notropiezapor causa mía.

24 Cuando se fueron los enviados, Jesús comenzó a hablarle a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

25 Si no, ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que se visten ostentosamente y llevan una vida de lujo están en los palacios reales.

26 Entonces, ¿qué fuisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

27 Este es de quien está escrito:

»“Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti,

el cual preparará el camino”.

28 Os digo que entre los mortales no ha habido nadie más grande que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él».

29 Al oír esto, todo el pueblo, y hasta losrecaudadores de impuestos, reconocieron que el camino de Dios era justo, y fueron bautizados por Juan.

30 Pero losfariseosy losexpertos en la leyno se hicieron bautizar por Juan, rechazando así el propósito de Dios respecto a ellos.

31 «Entonces, ¿con qué puedo comparar a la gente de esta generación? ¿A quién se parecen ellos?

32 Se parecen a niños sentados en la plaza que se gritan unos a otros:

»“Tocamos la flauta,

y no bailasteis;

entonamos un canto fúnebre,

y no llorasteis”.

33 Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: “Tiene un demonio”.

34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Este es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y depecadores”.

35 Pero la sabiduría queda demostrada por los que la siguen».

Una mujer pecadora unge a Jesús

36 Uno de losfariseosinvitó a Jesús a comer, así que fue a la casa del fariseo y sesentóa la mesa.

37 Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama depecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume.

38 Llorando, se arrojó a los pies de Jesús,de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y se los ungía con el perfume.

39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y qué clase de mujer es: una pecadora».

40 Entonces Jesús le dijo a manera de respuesta:

―Simón, tengo algo que decirte.

―Dime, Maestro —respondió.

41 ―Dos hombres le debían dinero a cierto prestamista. Uno le debía quinientas monedas de plata,y el otro cincuenta.

42 Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Ahora bien, ¿cuál de los dos lo amará más?

43 ―Supongo que aquel a quien más le perdonó —contestó Simón.

―Has juzgado bien —le dijo Jesús.

44 Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón:

―¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.

45 Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies.

46 Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume.

47 Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados.Pero a quien poco se le perdona, poco ama.

48 Entonces le dijo Jesús a ella:

―Tus pecados quedan perdonados.

49 Los otros invitados comenzaron a decir entre sí: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?»

50 ―Tu fe te ha salvado —le dijo Jesús a la mujer—; vete en paz.

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Lucas 8

Parábola del sembrador

1 Después de esto, Jesús estuvo recorriendo los pueblos y las aldeas, proclamando las buenasnuevasdel reino de Dios. Lo acompañaban los doce,

2 y también algunas mujeres que habían sido sanadas deespíritus malignosy de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios;

3 Juana, esposa de Cuza, administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos.

4 De cada pueblo salía gente para ver a Jesús y, cuando se reunió una gran multitud, les contó esta parábola:

5 «Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron.

6 Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad.

7 Otra parte cayó entre espinos que, al crecer junto con la semilla, la ahogaron.

8 Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno».

Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».

9 Sus discípulos le preguntaron cuál era el significado de esta parábola.

10 «A vosotros se os ha concedido que conozcáis lossecretosdel reino de Dios —les contestó—; pero a los demás se les habla por medio de parábolas para que

»“aunque miren, no vean;

aunque oigan, no entiendan”.

11 »Este es el significado de la parábola: La semilla es la palabra de Dios.

12 Los que están junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del corazón, no sea que crean y se salven.

13 Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Estos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega laprueba.

14 La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran.

15 Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y, como perseveran, producen una buena cosecha.

Una lámpara en una repisa

16 »Nadie enciende una lámpara para después cubrirla con una vasija o ponerla debajo de la cama, sino para ponerla en una repisa, a fin de que los que entren tengan luz.

17 No hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada oculto que no llegue a conocerse públicamente.

18 Por lo tanto, prestad mucha atención. Al que tiene, se le dará más; al que no tiene, hasta lo que cree tener se le quitará».

La madre y los hermanos de Jesús

19 La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero, como había mucha gente, no lograban acercársele.

20 ―Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte —le avisaron.

21 Pero él les contestó:

―Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica.

Jesús calma la tormenta

22 Un día subió Jesús con sus discípulos a una barca.

―Crucemos al otro lado del lago —les dijo.

Así que partieron

23 y, mientras navegaban, él se durmió. Entonces se desató una tormenta sobre el lago, de modo que la barca comenzó a inundarse y corrían gran peligro.

24 Los discípulos fueron a despertarlo.

―¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar! —gritaron.

Él se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedó tranquilo.

25 ―¿Dónde está vuestra fe? —les dijo a sus discípulos.

Con temor y asombro, ellos se decían unos a otros: «¿Quién es este, que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?»

Liberación de un endemoniado

26 Navegaron hasta la región de los gerasenos,que está al otro lado del lago, frente a Galilea.

27 Al desembarcar Jesús, un endemoniado que venía del pueblo le salió al encuentro. Hacía mucho tiempo que este hombre no se vestía; tampoco vivía en una casa, sino en los sepulcros.

28 Cuando vio a Jesús, dio un grito y se arrojó a sus pies. Entonces exclamó con fuerza:

―¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me atormentes!

29 Es que Jesús le había ordenado alespíritu malignoque saliera del hombre. Se había apoderado de él muchas veces y, aunque le sujetaban los pies y las manos con cadenas y lo mantenían bajo custodia, rompía las cadenas y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios.

30 ―¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús.

―Legión —respondió, ya que habían entrado en él muchos demonios.

31 Y estos le suplicaban a Jesús que no los mandara alabismo.

32 Como había una piara grande de cerdos paciendo en la colina, le rogaron a Jesús que los dejara entrar en ellos. Así que él les dio permiso.

33 Y, cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos, y la piara se precipitó al lago por el despeñadero y se ahogó.

34 Al ver lo sucedido, los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron la noticia en el pueblo y por los campos,

35 y la gente salió a ver lo que había pasado. Llegaron adonde estaba Jesús y encontraron, sentado a sus pies, al hombre de quien habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.

36 Los que habían presenciado estas cosas le contaron a la gente cómo el endemoniado había sidosanado.

37 Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se fuera de allí, porque les había entrado mucho miedo. Así que él subió a la barca para irse.

38 Ahora bien, el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarlo, pero Jesús lo despidió y le dijo:

39 ―Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.

Así que el hombre se fue y proclamó por todo el pueblo lo mucho que Jesús había hecho por él.

Una niña muerta y una mujer enferma

40 Cuando Jesús regresó, la multitud se alegró de verlo, pues todos estaban esperándolo.

41 En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa,

42 porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo.

Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban.

43 Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias,sin que nadie pudiera sanarla.

44 Ella se le acercó por detrás y tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia.

45 ―¿Quién me ha tocado? —preguntó Jesús.

Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo:

―Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.

46 ―No, alguien me ha tocado —replicó Jesús—; yo sé que de mí ha salido poder.

47 La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.

48 ―Hija, tu fe te hasanado—le dijo Jesús—. Vete en paz.

49 Todavía estaba hablando Jesús cuando alguien llegó de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle:

―Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.

50 Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo:

―No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada.

51 Cuando llegó a la casa de Jairo, no dejó que nadie entrara con él, excepto Pedro, Juan yJacobo, y el padre y la madre de la niña.

52 Todos estaban llorando, muy afligidos por ella.

―Dejad de llorar —les dijo Jesús—. No está muerta, sino dormida.

53 Entonces ellos empezaron a burlarse de él porque sabían que estaba muerta.

54 Pero él la tomó de la mano y le dijo:

―¡Niña, levántate!

55 Recobró la viday al instante se levantó. Jesús mandó darle de comer.

56 Los padres se quedaron atónitos, pero él les advirtió que no contaran a nadie lo que había sucedido.

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Lucas 9

Jesús envía a los doce

1 Habiendo reunido a los doce, Jesús les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y para sanar enfermedades.

2 Entonces los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.

3 «No llevéis nada para el camino: ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni dos mudas de ropa —les dijo—.

4 En cualquier casa que entréis, quedaos allí hasta que salgáis del pueblo.

5 Si no os reciben bien, al salir de ese pueblo, sacudíos el polvo de los pies como un testimonio contra sus habitantes».

6 Así que partieron y fueron por todas partes de pueblo en pueblo, predicando el evangelio y sanando a la gente.

7 Herodes el tetrarca se enteró de todo lo que estaba sucediendo. Estaba perplejo porque algunos decían que Juan habíaresucitado;

8 otros, que se había aparecido Elías; y otros, en fin, que había resucitado alguno de los antiguos profetas.

9 Pero Herodes dijo: «A Juan mandé que le cortaran la cabeza; ¿quién es, entonces, este de quien oigo tales cosas?» Y procuraba verlo.

Jesús alimenta a cinco mil

10 Cuando regresaron los apóstoles, relataron a Jesús lo que habían hecho. Él se los llevó consigo y se retiraron solos a un pueblo llamado Betsaida,

11 pero la gente se enteró y lo siguió. Él los recibió y les habló del reino de Dios. También sanó a los que lo necesitaban.

12 Al atardecer se le acercaron los doce y le dijeron:

―Despide a la gente, para que vayan a buscar alojamiento y comida en los campos y pueblos cercanos, pues donde estamos no hay nada.

13 ―Dadles vosotros mismos de comer —les dijo Jesús.

―No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente —objetaron ellos,

14 porque había allí unos cinco mil hombres.

Pero Jesús dijo a sus discípulos:

―Haced que se sienten en grupos como de cincuenta cada uno.

15 Así lo hicieron los discípulos, y se sentaron todos.

16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente.

17 Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.

La confesión de Pedro

18 Un día cuando Jesús estaba orando a solas, estando allí sus discípulos, les preguntó:

―¿Quién dice la gente que soy yo?

19 ―Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los antiguos profetas ha resucitado —respondieron.

20 ―Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

―ElCristode Dios —afirmó Pedro.

21 Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran esto a nadie. Y les dijo:

22 ―El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por losancianos, los jefes de los sacerdotes y losmaestros de la ley. Es necesario que lo maten y que resucite al tercer día.

23 Dirigiéndose a todos, declaró:

―Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga.

24 Porque el que quiera salvar suvidala perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.

25 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?

26 Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.

27 Además, os aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios.

La transfiguración

28 Unos ocho días después de decir esto, Jesús, acompañado de Pedro, Juan yJacobo, subió a una montaña a orar.

29 Mientras oraba, su rostro se transformó, y su ropa se tornó blanca y radiante.

30 Y aparecieron dos personajes —Moisés y Elías— que conversaban con Jesús.

31 Tenían un aspecto glorioso, y hablaban de la partidade Jesús, que iba a suceder en Jerusalén.

32 Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño, pero, cuando se despertaron, vieron su gloria y a los dos personajes que estaban con él.

33 Mientras estos se apartaban de Jesús, Pedro, sin saber lo que estaba diciendo, propuso:

―Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

34 Estaba hablando todavía cuando apareció una nube que los envolvió, de modo que se asustaron.

35 Entonces salió de la nube una voz que dijo: «Este es mi Hijo, mi escogido; escuchadle».

36 Después de oírse la voz, Jesús quedó solo. Los discípulos guardaron esto en secreto, y por algún tiempo a nadie contaron nada de lo que habían visto.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

37 Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, le salió al encuentro mucha gente.

38 Y un hombre de entre la multitud exclamó:

―Maestro, te ruego que atiendas a mi hijo, pues es el único que tengo.

39 Resulta que un espíritu se posesiona de él, y de repente el muchacho se pone a gritar; también lo sacude con violencia y hace que eche espumarajos. Cuando lo atormenta, a duras penas lo suelta.

40 He rogado a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.

41 ―¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros y soportaros? Trae acá a tu hijo.

42 Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió alespíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre.

43 Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios.

En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

44 ―Prestad mucha atención a lo que os voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.

45 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto. Les estaba encubierto para que no lo comprendieran, y no se atrevían a preguntárselo.

¿Quién va a ser el más importante?

46 Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién de ellos sería el más importante.

47 Como Jesús sabía bien lo que pensaban, tomó a un niño y lo puso a su lado.

48 ―El que recibe en mi nombre a este niño —les dijo—, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El más insignificante entre todos vosotros, ese es el más importante.

49 ―Maestro —intervino Juan—, vimos a un hombre que expulsaba demonios en tu nombre; pero, como no anda con nosotros, tratamos de impedírselo.

50 ―No se lo impidáis —les replicó Jesús—, porque el que no está contra vosotros está a favor vuestro.

La oposición de los samaritanos

51 Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén.

52 Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento;

53 pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén.

54 Cuando los discípulosJacoboy Juan vieron esto, le preguntaron:

―Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo paraque los destruya?

55 Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió.

56 Luegosiguieron la jornada a otra aldea.

Lo que cuesta seguir a Jesús

57 Iban por el camino cuando alguien le dijo:

―Te seguiré a dondequiera que vayas.

58 ―Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

59 A otro le dijo:

―Sígueme.

―Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.

60 ―Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.

61 Otro afirmó:

―Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia.

62 Jesús le respondió:

―Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.

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Lucas 10

Jesús envía a los setenta y dos

1 Después de esto, el Señor escogió a otros setenta y dospara enviarlos de dos en dos delante de él a todo pueblo y lugar adonde pensaba ir.

2 «Es abundante la cosecha —les dijo—, pero son pocos los obreros. Pedidle, por tanto, al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo.

3 ¡Id vosotros! Sabed que os envío como corderos en medio de lobos.

4 No llevéis monedero ni bolsa ni sandalias; ni os detengáis a saludar a nadie por el camino.

5 »Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”.

6 Si hay allí alguien digno de paz, gozará de ella; y, si no, la bendición no se cumplirá.

7 Quedaos en esa casa, y comed y bebed de lo que ellos tengan, porque el trabajador tiene derecho a su sueldo. No andéis de casa en casa.

8 »Cuando entréis en un pueblo y os reciban, comed lo que os sirvan.

9 Sanad a los enfermos que encontréis allí y decidles: “El reino de Dios ya está cerca de vosotros”.

10 Pero, cuando entréis en un pueblo donde no os reciban, salid a las plazas y decid:

11 “Aun el polvo de este pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos en protesta contra vosotros. Pero tened por cierto que ya está cerca el reino de Dios”.

12 Os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma que para ese pueblo.

13 »¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de vosotras, ya hace tiempo que se habríanarrepentidocon grandes lamentos.

14 Pero en el juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras.

15 Y tú, Capernaún, ¿acaso serás levantada hasta el cielo? No, sino que descenderás hasta elabismo.

16 »El que os escucha a vosotros me escucha a mí; el que os rechaza a vosotros me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí rechaza al que me envió».

17 Cuando los setenta y dos regresaron, dijeron contentos:

―Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

18 ―Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo —respondió él—.

19 Sí, os he dado autoridad para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada os podrá hacer daño.

20 Sin embargo, no os alegréis de que podáis someter a los espíritus, sino alegraos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.

21 En aquel momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad.

22 »Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelárselo».

23 Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «Dichososlos ojos que ven lo que vosotros veis.

24 Os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

Parábola del buen samaritano

25 En esto se presentó unexperto en la leyy, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:

―Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

26 Jesús replicó:

―¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

27 Como respuesta, el hombre citó:

―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”,y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

28 ―Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.

29 Pero él quería justificarse, así que preguntó a Jesús:

―¿Y quién es mi prójimo?

30 Jesús respondió:

―Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto.

31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote, quien, al verlo, se desvió y siguió de largo.

32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo.

33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él.

34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.

35 Al día siguiente, sacó dos monedas de platay se las dio al dueño del alojamiento. “Cuida de él —le dijo—, y lo que gastes de más, te lo pagaré cuando vuelva”.

36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

37 ―El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

―Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.

En casa de Marta y María

38 Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

39 Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía.

40 Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo:

―Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!

41 ―Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas,

42 pero solo una es necesaria.María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.