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Marcos 1

Juan el Bautista prepara el camino

1 Comienzo delevangeliodeJesucristo, Hijo de Dios.

2 Sucedió como está escrito en el profeta Isaías:

«Yo enviaré a mi mensajero delante de ti,

el cual preparará tu camino».

3 «Voz de uno que grita en el desierto:

“Preparad el camino del Señor,

haced derechas sus sendas”».

4 Así se presentó Juan, bautizando en el desierto y predicando el bautismo dearrepentimientopara el perdón de pecados.

5 Toda la gente de la región de Judea y de la ciudad de Jerusalén acudía a él. Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.

6 Y Juan llevaba un vestido de pelo de camello. Llevaba puesto un cinturón de cuero, y comía langostas y miel silvestre.

7 Predicaba de esta manera: «Detrás de mí viene uno más poderoso que yo; ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias.

8 Yo os he bautizado conagua, pero él os bautizará con el Espíritu Santo».

Bautismo y tentación de Jesús

9 En esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.

10 En seguida, al subir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el Espíritu bajaba sobre él como una paloma.

11 También se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo».

12 En seguida el Espíritu lo impulsó a ir al desierto,

13 y allí fuetentadopor Satanás durante cuarenta días. Estaba entre las fieras, y los ángeles le servían.

Llamamiento de los primeros discípulos

14 Después de que encarcelaran a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenasnuevasde Dios.

15 «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepentíosy creed las buenasnuevas!»

16 Pasando por la orilla del mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al lago, pues eran pescadores.

17 «Venid, seguidme —les dijo Jesús—, y os haré pescadores de hombres».

18 Al momento dejaron las redes y lo siguieron.

19 Un poco más adelante vio aJacoboy a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en su barca remendando las redes.

20 En seguida los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con Jesús.

Jesús expulsa a un espíritu maligno

21 Entraron en Capernaún y, tan pronto como llegó elsábado, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar.

22 La gente se asombraba de su enseñanza, porque la impartía como quien tiene autoridad y no como losmaestros de la ley.

23 De repente, en la sinagoga, un hombre que estaba poseído por unespíritu malignogritó:

24 ―¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

25 ―¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!

26 Entonces el espíritu maligno sacudió al hombre violentamente y salió de él dando un alarido.

27 Todos se quedaron tan asustados que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva, pues lo hace con autoridad! Ordena incluso a los espíritus malignos, y le obedecen».

28 Como resultado, su fama se extendió rápidamente por toda la región de Galilea.

Jesús sana a muchos enfermos

29 Tan pronto como salieron de la sinagoga, Jesús fue conJacoboy Juan a casa de Simón y Andrés.

30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y en seguida se lo dijeron a Jesús.

31 Él se le acercó, la tomó de la mano y la ayudó a levantarse. Entonces se le fue la fiebre y se puso a servirles.

32 Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados,

33 de manera que la población entera se estaba congregando a la puerta.

34 Jesús sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades. También expulsó a muchos demonios, pero no los dejaba hablar porque sabían quién era él.

Jesús ora en un lugar solitario

35 Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar.

36 Simón y sus compañeros salieron a buscarlo.

37 Por fin lo encontraron y le dijeron:

―Todo el mundo te busca.

38 Jesús respondió:

―Vámonos de aquí a otras aldeas cercanas donde también pueda predicar; para esto he venido.

39 Así que recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.

Jesús sana a un leproso

40 Un hombre que teníaleprase le acercó y, de rodillas, le suplicó:

―Si quieres, puedeslimpiarme.

41 Movido a compasión, Jesús extendió la mano y tocó al hombre, diciéndole:

―Sí, quiero. ¡Queda limpio!

42 Al instante se le quitó la lepra y quedó sano.

43 Jesús lo despidió en seguida con una fuerte advertencia:

44 ―Mira, no se lo digas a nadie; solo ve, preséntate al sacerdote y lleva por tupurificaciónlo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

45 Pero él salió y comenzó a hablar sin reserva, divulgando lo sucedido. Como resultado, Jesús ya no podía entrar en ningún pueblo abiertamente, sino que se quedaba afuera, en lugares solitarios. Aun así, gente de todas partes seguía acudiendo a él.

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Marcos 2

Jesús sana a un paralítico

1 Unos días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaún, corrió la voz de que estaba en casa.

2 Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la puerta mientras él les predicaba la palabra.

3 Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico.

4 Como no podían acercarlo a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, después de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico.

5 Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:

―Hijo, tus pecados quedan perdonados.

6 Estaban sentados allí algunosmaestros de la ley, que pensaban:

7 «¿Por qué habla este así? ¡Estáblasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?»

8 En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando.

―¿Por qué razonáis así? —les dijo—.

9 ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “Tus pecados son perdonados”, o decirle: “Levántate, toma tu camilla y anda”?

10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—:

11 A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

12 Él se levantó, tomó su camilla en seguida y salió caminando a la vista de todos. Ellos se quedaron asombrados y comenzaron a alabar a Dios.

―Jamás habíamos visto cosa igual —decían.

Llamamiento de Leví

13 De nuevo salió Jesús a la orilla del lago. Toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.

14 Al pasar vio a Leví hijo de Alfeo, donde este cobraba impuestos.

―Sígueme —le dijo Jesús.

Y Leví se levantó y lo siguió.

15 Sucedió que, estando Jesús a la mesa en casa de Leví, muchosrecaudadores de impuestosypecadoressesentaroncon él y sus discípulos, pues ya eran muchos los que lo seguían.

16 Cuando losmaestros de la leyque eranfariseosvieron con quién comía, les preguntaron a sus discípulos:

―¿Y este come con recaudadores de impuestos y con pecadores?

17 Al oírlos, Jesús les contestó:

―No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Y yo no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

Le preguntan a Jesús sobre el ayuno

18 Al ver que los discípulos de Juan y losfariseosayunaban, algunos se acercaron a Jesús y le preguntaron:

―¿Cómo es que los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan, pero los tuyos, no?

19 Jesús les contestó:

―¿Acaso pueden ayunar los invitados del novio mientras él está con ellos? No pueden hacerlo mientras lo tienen con ellos.

20 Pero llegará el día en que se les quitará el novio, y ese día sí ayunarán.

21 Nadie remienda un vestido viejo con un retazo de tela nueva. De hacerlo así, el remiendo fruncirá el vestido y la rotura se hará peor.

22 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino hará reventar los odres y se echarán a perder tanto el vino como los odres. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos.

Señor del sábado

23 Unsábado, al cruzar Jesús los sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar a su paso unas espigas de trigo.

24 ―Mira —le preguntaron losfariseos—, ¿por qué hacen ellos lo que está prohibido hacer en sábado?

25 Él les contestó:

―¿Nunca habéis leído lo que hizo David en aquella ocasión, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre y pasaron necesidad?

26 Entró en la casa de Dios cuando Abiatar era el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados a Dios, que solo a los sacerdotes les es permitido comer. Y dio también a sus compañeros.

27 »El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado —añadió—.

28 Así que el Hijo del hombre es Señor incluso del sábado».

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Marcos 3

1 En otra ocasión entró en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.

2 Algunos que buscaban un motivo para acusar a Jesús no le quitaban la vista de encima para ver si sanaba al enfermo ensábado.

3 Entonces Jesús le dijo al hombre de la mano paralizada:

―Ponte de pie frente a todos.

4 Luego dijo a los otros:

―¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal, salvar unavidao matar?

Pero ellos permanecieron callados.

5 Jesús se quedó mirándoles, enojado y entristecido por la dureza de su corazón, y dijo al hombre:

―Extiende la mano.

La extendió, y la mano quedó restablecida.

6 Tan pronto como salieron los fariseos, comenzaron a tramar con los herodianos cómo matar a Jesús.

La multitud sigue a Jesús

7 Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea lo siguió.

8 Cuando se enteraron de todo lo que hacía, acudieron también a él muchos de Judea y Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón.

9 Entonces, para evitar que la gente lo estrujara, encargó a sus discípulos que le tuvieran preparada una pequeña barca;

10 pues, como había sanado a muchos, todos los que sufrían dolencias se abalanzaban sobre él para tocarlo.

11 Además, losespíritus malignos, al verlo, se postraban ante él, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»

12 Pero él les ordenó terminantemente que no dijeran quién era él.

Nombramiento de los doce apóstoles

13 Subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él.

14 Designó a doce, a quienes nombró apóstoles,para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar

15 y ejercer autoridad para expulsar demonios.

16 Estos son los doce que él nombró: Simón (a quien llamó Pedro);

17 Jacoboy su hermano Juan, hijos de Zebedeo (a quienes llamó Boanerges, que significa: Hijos del trueno);

18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el Zelote

19 y Judas Iscariote, el que lo traicionó.

Jesús y Beelzebú

20 Luego entró en una casa, y de nuevo se aglomeró tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos.

21 Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: «Está fuera de sí».

22 Losmaestros de la leyque habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está poseído porBeelzebú! Expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios».

23 Entonces Jesús los llamó y les habló en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?

24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede mantenerse en pie.

25 Y, si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede mantenerse en pie.

26 Igualmente, si Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede mantenerse en pie, sino que ha llegado su fin.

27 Ahora bien, nadie puede entrar en la casa de alguien fuerte y arrebatarle sus bienes a menos que primero lo ate. Solo entonces podrá robar su casa.

28 Os aseguro que todos los pecados yblasfemiasse les perdonarán a todos por igual,

29 excepto a quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Este no tendrá perdón jamás; es culpable de un pecado eterno».

30 Es que ellos habían dicho: «Tiene unespíritu maligno».

La madre y los hermanos de Jesús

31 En eso llegaron la madre y los hermanos de Jesús. Se quedaron afuera y enviaron a alguien a llamarlo,

32 pues había mucha gente sentada alrededor de él.

―Mira, tu madre y tus hermanosestán afuera y te buscan —le dijeron.

33 ―¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? —replicó Jesús.

34 Luego echó una mirada a los que estaban sentados alrededor de él y añadió:

―Aquí tenéis a mi madre y a mis hermanos.

35 Cualquiera que hace la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre.

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Marcos 4

Parábola del sembrador

1 De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. La multitud que se reunió para verlo era tan grande que él subió y se sentó en una barca que estaba en el lago, mientras toda la gente se quedaba en la playa.

2 Entonces se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas y, como parte de su instrucción, les dijo:

3 «¡Prestad atención! Un sembrador salió a sembrar.

4 Sucedió que, al esparcir él la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron.

5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda;

6 pero, cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron.

7 Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron, de modo que no dio fruto.

8 Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.

9 »El que tenga oídos para oír, que oiga», añadió Jesús.

10 Cuando se quedó solo, los doce y los que estaban alrededor de él le hicieron preguntas sobre las parábolas.

11 «A vosotros se os ha revelado elsecretodel reino de Dios —les contestó—; pero a los de afuera todo les llega por medio de parábolas,

12 para que

»“por mucho que vean, no perciban;

y por mucho que oigan, no entiendan;

no sea que se conviertan y sean perdonados”.

13 »¿No entendéis esta parábola? —continuó Jesús—. ¿Cómo podréis, entonces, entender las demás?

14 El sembrador siembra la palabra.

15 Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos.

16 Otros son como lo sembrado en terreno pedregoso: cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con alegría,

17 pero, como no tienen raíz, duran poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se apartan de ella.

18 Otros son como lo sembrado entre espinos: oyen la palabra,

19 pero las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y muchos otros malos deseos entran hasta ahogar la palabra, de modo que esta no llega a dar fruto.

20 Pero otros son como lo sembrado en buen terreno: oyen la palabra, la aceptan y producen una cosecha que rinde el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno».

Una lámpara en una repisa

21 También les dijo: «¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es, por el contrario, para ponerla en una repisa?

22 No hay nada escondido que no esté destinado a descubrirse; tampoco hay nada oculto que no esté destinado a ser revelado.

23 El que tenga oídos para oír, que oiga.

24 »Prestad mucha atención —añadió—. Con la medida que medís a otros, se os medirá a vosotros, y aún más se os añadirá.

25 Al que tiene, se le dará más; al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará».

Parábola de la semilla que crece

26 Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra.

27 Sin que este sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla.

28 La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga.

29 Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha».

Parábola del grano de mostaza

30 También dijo: «¿Con qué vamos a comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola podemos usar para describirlo?

31 Es como un grano de mostaza: cuando se siembra en la tierra, es la semilla más pequeña que hay,

32 pero una vez sembrada crece hasta convertirse en la más grande de las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar bajo su sombra».

33 Y con muchas parábolas semejantes les enseñaba Jesús la palabra hasta donde podían entender.

34 No les decía nada sin emplear parábolas. Pero, cuando estaba a solas con sus discípulos, les explicaba todo.

Jesús calma la tormenta

35 Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos:

―Crucemos al otro lado.

36 Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas.

37 Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse.

38 Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron.

―¡Maestro! —dijeron—, ¿no te importa que nos ahoguemos?

39 Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar:

―¡Silencio! ¡Cálmate!

El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.

40 ―¿Por qué tenéis tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Aúnno tenéis fe?

41 Ellos estaban espantados y se decían unos a otros:

―¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?

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Marcos 5

Liberación de un endemoniado

1 Cruzaron el lago hasta llegar a la región de los gerasenos.

2 Tan pronto como desembarcó Jesús, un hombre poseído por unespíritu malignole salió al encuentro de entre los sepulcros.

3 Este hombre vivía en los sepulcros, y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.

4 Muchas veces lo habían atado con cadenas y grilletes, pero él los destrozaba, y nadie tenía fuerza para dominarlo.

5 Noche y día andaba por los sepulcros y por las colinas, gritando y golpeándose con piedras.

6 Cuando vio a Jesús desde lejos, corrió y se postró delante de él.

7 ―¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? —gritó con fuerza—. ¡Te ruego por Dios que no me atormentes!

8 Es que Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu maligno!»

9 ―¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús.

―Me llamo Legión —respondió—, porque somos muchos.

10 Y con insistencia le suplicaba a Jesús que no los expulsara de aquella región.

11 Como en una colina estaba paciendo una gran piara de cerdos, los demonios le rogaron a Jesús:

12 ―Mándanos a los cerdos; déjanos entrar en ellos.

13 Así que él les dio permiso. Cuando los espíritus malignos salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran unos dos mil, y la piara se precipitó al lago por el despeñadero y allí se ahogó.

14 Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y dieron la noticia en el pueblo y por los campos, y la gente fue a ver lo que había pasado.

15 Llegaron adonde estaba Jesús y, cuando vieron al que había estado poseído por la legión de demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.

16 Los que habían presenciado estos hechos le contaron a la gente lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.

17 Entonces la gente comenzó a suplicarle a Jesús que se fuera de la región.

18 Mientras subía Jesús a la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le permitiera acompañarlo.

19 Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:

―Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo ha tenido compasión de ti.

20 Así que el hombre se fue y se puso a proclamar enDecápolislo mucho que Jesús había hecho por él. Y toda la gente se quedó asombrada.

Una niña muerta y una mujer enferma

21 Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, y se reunió alrededor de él una gran multitud, por lo que él se quedó en la orilla.

22 Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se arrojó a sus pies,

23 suplicándole con insistencia:

―Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para quesaney viva.

24 Jesús se fue con él, y lo seguía una gran multitud, que lo apretujaba.

25 Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias.

26 Había sufrido mucho a manos de varios médicos, y se había gastado todo lo que tenía sin que le hubiera servido de nada, pues, en vez de mejorar, iba de mal en peor.

27 Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.

28 Pensaba: «Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana».

29 Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.

30 Al momento también Jesús se dio cuenta de que de él había salido poder, así que se volvió hacia la gente y preguntó:

―¿Quién me ha tocado la ropa?

31 ―Ves que te apretuja la gente —le contestaron sus discípulos—, y aun así preguntas: “¿Quién me ha tocado?”

32 Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.

33 La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo y, arrojándose a sus pies, le confesó toda la verdad.

34 ―¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.

35 Todavía estaba hablando Jesús cuando llegaron unos hombres de la casa de Jairo, jefe de la sinagoga, para decirle:

―Tu hija ha muerto. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?

36 Sin hacer caso de la noticia, Jesús le dijo al jefe de la sinagoga:

―No tengas miedo; cree nada más.

37 No dejó que nadie lo acompañara, excepto Pedro,Jacoboy Juan, el hermano de Jacobo.

38 Cuando llegaron a la casa del jefe de la sinagoga, Jesús notó el alboroto, y que la gente lloraba y daba grandes alaridos.

39 Entró y les dijo:

―¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta, sino dormida.

40 Entonces empezaron a burlarse de él, pero él los sacó a todos, tomó consigo al padre y a la madre de la niña y a los discípulos que estaban con él, y entró adonde estaba la niña.

41 La tomó de la mano y le dijo:

―Talita cum(que significa: Niña, a ti te digo, ¡levántate!).

42 La niña, que tenía doce años, se levantó en seguida y comenzó a andar. Ante este hecho, todos se llenaron de asombro.

43 Él dio órdenes estrictas de que nadie se enterara de lo ocurrido, y les mandó que dieran de comer a la niña.

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Marcos 6

Un profeta sin honra

1 Salió Jesús de allí y fue a su tierra, en compañía de sus discípulos.

2 Cuando llegó elsábado, comenzó a enseñar en la sinagoga.

―¿De dónde sacó este tales cosas? —decían maravillados muchos de los que le oían—. ¿Qué sabiduría es esta que se le ha dado? ¿Cómo se explican estos milagros que vienen de sus manos?

3 ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María y hermano deJacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?

Y seescandalizabana causa de él. Por tanto, Jesús les dijo:

4 ―En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa.

5 En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos.

6 Y se quedó asombrado de su incredulidad.

Jesús envía a los doce

Jesús recorría los alrededores, enseñando de pueblo en pueblo.

7 Reunió a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre losespíritus malignos.

8 Les ordenó que no llevaran nada para el camino, ni pan, ni bolsa, ni dinero en el cinturón, sino solo un bastón.

9 «Llevad sandalias —dijo—, pero no dos mudas de ropa».

10 Y añadió: «Cuando entréis en una casa, quedaos allí hasta que salgáis del pueblo.

11 Y, si en algún lugar no os reciben bien o no os escuchan, al salir de allí sacudíos el polvo de los pies, como un testimonio contra ellos».

12 Los doce salieron y exhortaban a la gente a que searrepintiera.

13 También expulsaban a muchos demonios y sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite.

Decapitación de Juan el Bautista

14 El rey Herodes se enteró de esto, pues el nombre de Jesús se había hecho famoso. Algunos decían:«Juan el Bautista haresucitado, y por eso tiene poder para realizar milagros».

15 Otros decían: «Es Elías». Otros, en fin, afirmaban: «Es un profeta, como los de antes».

16 Pero, cuando Herodes oyó esto, exclamó: «¡Juan, al que yo mandé que le cortaran la cabeza, ha resucitado!»

17 En efecto, Herodes mismo había mandado que arrestaran a Juan y que lo encadenaran en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de Felipe su hermano,

18 y Juan le había estado diciendo a Herodes: «La ley te prohíbe tener a la esposa de tu hermano».

19 Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y deseaba matarlo. Pero no había logrado hacerlo,

20 ya que Herodes temía a Juan y lo protegía, pues sabía que era un hombre justo ysanto. Cuando Herodes oía a Juan, se quedaba muy desconcertado, pero lo escuchaba con gusto.

21 Por fin se presentó la oportunidad. En su cumpleaños, Herodes dio un banquete a sus altos oficiales, a los comandantes militares y a los notables de Galilea.

22 La hija de Herodías entró en el banquete y bailó, y esto agradó a Herodes y a los invitados.

―Pídeme lo que quieras y te lo daré —le dijo el rey a la muchacha.

23 Y le prometió bajo juramento:

―Te daré cualquier cosa que me pidas, aun cuando sea la mitad de mi reino.

24 Ella salió a preguntarle a su madre:

―¿Qué debo pedir?

―La cabeza de Juan el Bautista —contestó.

25 En seguida se fue corriendo la muchacha a presentarle al rey su petición:

―Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.

26 El rey se quedó angustiado, pero, a causa de sus juramentos y en atención a los invitados, no quiso desairarla.

27 Así que en seguida envió a un verdugo con la orden de llevarle la cabeza de Juan. El hombre fue, decapitó a Juan en la cárcel

28 y volvió con la cabeza en una bandeja. Se la entregó a la muchacha, y ella se la dio a su madre.

29 Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cuerpo y le dieron sepultura.

Jesús alimenta a cinco mil

30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado.

31 Y, como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo:

―Venid conmigo aparte vosotros solos, a un lugar tranquilo y descansad un poco.

32 Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario.

33 Pero muchos los vieron salir, los reconocieron y, desde todos los poblados, corrieron por tierra hasta allá y llegaron antes que ellos.

34 Cuando Jesús desembarcó y vio tanta gente, tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Así que comenzó a enseñarles muchas cosas.

35 Cuando ya se hizo tarde, se le acercaron sus discípulos y le dijeron:

―Este es un lugar apartado y ya es muy tarde.

36 Despide a la gente, para que vayan a los campos y pueblos cercanos y se compren algo de comer.

37 ―Dadles vosotros mismos de comer —contestó Jesús.

―¡Eso costaría casi un año de trabajo!—objetaron—. ¿Quieres que vayamos y gastemos todo ese dinero en pan para darles de comer?

38 ―¿Cuántos panes tenéis? —preguntó—. Id a ver.

Después de averiguarlo, le dijeron:

―Cinco, y dos pescados.

39 Entonces mandó que hicieran que la gente se sentara por grupos sobre la hierba verde.

40 Así que se acomodaron en grupos de cien y de cincuenta.

41 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Después partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. También repartió los dos pescados entre todos.

42 Comieron todos hasta quedar satisfechos,

43 y los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos de pan y de pescado.

44 Los que comieron fueron cinco mil.

Jesús camina sobre el agua

45 En seguida Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se adelantaran al otro lado, a Betsaida, mientras él despedía a la multitud.

46 Cuando se despidió, fue a la montaña para orar.

47 Al anochecer, la barca se hallaba en medio del lago, y Jesús estaba en tierra solo.

48 En la madrugada,vio que los discípulos hacían grandes esfuerzos para remar, pues tenían el viento en contra. Se acercó a ellos caminando sobre el lago, e iba a pasarlos de largo.

49 Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar,

50 llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: «¡Calmaos! Soy yo. No tengáis miedo».

51 Subió entonces a la barca con ellos, y el viento se calmó. Estaban sumamente asombrados,

52 porque tenían la mente embotada y no habían comprendido lo de los panes.

53 Después de cruzar el lago, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron allí.

54 Al bajar de la barca, la gente en seguida reconoció a Jesús.

55 Lo siguieron por toda aquella región y, adonde oían que él estaba, le llevaban en camillas a los que tenían enfermedades.

56 Y dondequiera que iba, en pueblos, ciudades o caseríos, colocaban a los enfermos en las plazas. Le suplicaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedabansanos.

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Marcos 7

Lo puro y lo impuro

1 Losfariseosy algunos de losmaestros de la leyque habían llegado de Jerusalén se reunieron alrededor de Jesús,

2 y vieron a algunos de sus discípulos que comían con manosimpuras, es decir, sin habérselas lavado.

3 (En efecto, los fariseos y los demás judíos no comen nada sin primero cumplir con el rito de lavarse las manos, ya que están aferrados a la tradición de losancianos.

4 Al regresar del mercado, no comen nada antes de lavarse. Y siguen otras muchas tradiciones, tales como el rito de lavar copas, jarras y bandejas de cobre).

5 Así que los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron a Jesús:

―¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los ancianos, sino que comen con manos impuras?

6 Les contestó:

―Tenía razón Isaías cuando profetizó acerca de vosotros,hipócritas, según está escrito:

»“Este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

7 En vano me adoran;

sus enseñanzas no son más que reglashumanas”.

8 Habéis desechado los mandamientos divinos y os aferráis a las tradiciones humanas».

9 Y añadió:

―¡De qué manera dejáis a un lado los mandamientos de Dios para mantenervuestras propias tradiciones!

10 Por ejemplo, Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”,y: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte”.

11 Vosotros, en cambio, enseñáis que un hijo puede decirle a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera haberte dado es corbán” (es decir, ofrenda dedicada a Dios).

12 En ese caso, el tal hijo ya no está obligado a hacer nada por su padre ni por su madre.

13 Así, por la tradición que transmitís entre vosotros, anuláis la palabra de Dios. Y hacéis muchas cosas parecidas.

14 De nuevo Jesús llamó a la multitud.

―Escuchadme todos —dijo— y entended esto:

15 Nada de lo que viene de afuera puedecontaminara una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina.

17 Después que hubo dejado a la gente y entrado en la casa, sus discípulos le preguntaron sobre la comparación que había hecho.

18 ―¿Tampoco vosotros podéis entenderlo? —dijo—. ¿No os dais cuenta de que nada de lo que entra en una persona puede contaminarla?

19 Porque no entra en su corazón, sino en su estómago, y después va a dar a la letrina.

Con esto Jesús declarabalimpiostodos los alimentos.

20 Luego añadió:

―Lo que sale de la persona es lo que la contamina.

21 Porque de dentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios,

22 la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad.

23 Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.

La fe de una mujer sirofenicia

24 Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro.Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido.

25 De hecho, muy pronto se enteró de su llegada una mujer que tenía una niña poseída por unespíritu maligno, así que fue y se arrojó a sus pies.

26 Esta mujer era extranjera,sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara al demonio que tenía su hija.

27 ―Deja que primero se sacien los hijos —replicó Jesús—, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a losperros.

28 ―Sí, Señor —respondió la mujer—, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos.

29 Jesús le dijo:

―Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija.

30 Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.

Jesús sana a un sordomudo

31 Luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región deDecápolis.

32 Allí le llevaron un sordo tartamudo, y le suplicaban que pusiera la mano sobre él.

33 Jesús lo apartó de la multitud para estar a solas con él, le puso los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva.

34 Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente y le dijo: «¡Efatá!» (que significa: ¡Ábrete!).

35 Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente.

36 Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más se lo prohibía, tanto más lo seguían propagando.

37 La gente estaba sumamente asombrada, y decía: «Todo lo hace bien. Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

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Marcos 8

Jesús alimenta a cuatro mil

1 En aquellos días se reunió de nuevo mucha gente. Como no tenían nada que comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

2 ―Siento compasión de esta gente, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer.

3 Si los despido a sus casas sin haber comido, se van a desmayar por el camino, porque algunos de ellos han venido de lejos.

4 Los discípulos objetaron:

―¿Dónde se va a conseguir suficiente pan en este lugar despoblado para darles de comer?

5 ―¿Cuántos panes tenéis? —preguntó Jesús.

―Siete —respondieron.

6 Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomando los siete panes, dio gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que los repartieran a la gente, y así lo hicieron.

7 Tenían además unos cuantos pescaditos. Dio gracias por ellos también y les dijo a los discípulos que los repartieran.

8 La gente comió hasta quedar satisfecha. Después los discípulos recogieron siete cestas llenas de pedazos que sobraron.

9 Los que comieron eran unos cuatro mil. Tan pronto como los despidió,

10 Jesús se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

11 Llegaron losfariseosy comenzaron a discutir con Jesús. Para ponerlo aprueba, le pidieron una señal del cielo.

12 Él lanzó un profundo suspiro y dijo:«¿Por qué pide esta generación una señal milagrosa? Os aseguro que no se le dará ninguna señal».

13 Entonces los dejó, volvió a embarcarse y cruzó al otro lado.

La levadura de los fariseos y la de Herodes

14 A los discípulos se les había olvidado llevar comida, y solo tenían un pan en la barca.

15 ―Tened cuidado —les advirtió Jesús—; ¡ojo con la levadura de losfariseosy con la de Herodes!

16 Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no tenemos pan».

17 Al darse cuenta de esto, Jesús les dijo:

―¿Por qué estáis hablando acerca de que no tenéis pan? ¿Aún no veis ni entendéis? ¿Tenéis la mente embotada?

18 ¿Es que teniendo ojos, no veis, y oídos, no oís? ¿Es que acaso no os acordáis?

19 Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogisteis?

―Doce —respondieron.

20 ―Y, cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis?

―Siete.

21 Entonces concluyó:

―¿Y todavía no entendéis?

Jesús sana a un ciego en Betsaida

22 Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocase.

23 Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera del pueblo. Después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó:

―¿Puedes ver ahora?

24 El hombre alzó los ojos y dijo:

―Veo gente; parecen árboles que caminan.

25 Entonces le puso de nuevo las manos sobre los ojos, y el ciego fue curado: recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad.

26 Jesús lo mandó a su casa con esta advertencia:

―No vayas a entrar en el pueblo.

La confesión de Pedro

27 Jesús y sus discípulos salieron hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino les preguntó:

―¿Quién dice la gente que soy yo?

28 ―Unos dicen que Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas —contestaron.

29 ―Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

―Tú eres elCristo—afirmó Pedro.

30 Jesús les ordenó que no hablaran a nadie acerca de él.

Jesús predice su muerte

31 Luego comenzó a enseñarles:

―El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por losancianos, por los jefes de los sacerdotes y por losmaestros de la ley. Es necesario que lo maten y que a los tres días resucite.

32 Habló de esto con toda claridad. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.

33 Pero Jesús se dio la vuelta, miró a sus discípulos, y reprendió a Pedro.

―¡Aléjate de mí, Satanás! —le dijo—. Tú no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

34 Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos.

―Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.

35 Porque el que quiera salvar suvidala perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por elevangeliola salvará.

36 ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?

37 ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?

38 Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

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Marcos 9

1 Y añadió:

―Os aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios llegar con poder.

La transfiguración

2 Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, aJacoboy a Juan, y los llevó a una montaña alta, donde estaban solos. Allí se transfiguró en presencia de ellos.

3 Su ropa se volvió de un blanco resplandeciente como nadie en el mundo podría blanquearla.

4 Y se les aparecieron Elías y Moisés, los cuales conversaban con Jesús.

5 Tomando la palabra, Pedro le dijo a Jesús:

―Rabí, ¡qué bien que estemos aquí! Podemos levantar tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

6 No sabía qué decir, porque todos estaban asustados.

7 Entonces apareció una nube que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado. ¡Escuchadle!»

8 De repente, cuando miraron a su alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús.

9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre selevantara de entre los muertos.

10 Guardaron el secreto, pero discutían entre ellos qué significaría eso de «levantarse de entre los muertos».

11 ―¿Por qué dicen losmaestros de la leyque Elías tiene que venir primero? —le preguntaron.

12 ―Sin duda, Elías ha de venir primero para restaurar todas las cosas —respondió Jesús—. Pero, entonces, ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho y ser rechazado?

13 Pues bien, os digo que Elías ya ha venido, y le hicieron todo lo que quisieron, tal como está escrito de él.

Jesús sana a un muchacho endemoniado

14 Cuando llegaron adonde estaban los otros discípulos, vieronque a su alrededor había mucha gente y que losmaestros de la leydiscutían con ellos.

15 Tan pronto como la gente vio a Jesús, todos se sorprendieron y corrieron a saludarlo.

16 ―¿Qué estáis discutiendo con ellos? —les preguntó.

17 ―Maestro —respondió un hombre de entre la multitud—, te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla.

18 Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, cruje los dientes y se queda rígido. Pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no lo lograron.

19 ―¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traedme al muchacho.

20 Así que se lo llevaron. Tan pronto como vio a Jesús, el espíritu sacudió de tal modo al muchacho que este cayó al suelo y comenzó a revolcarse echando espumarajos.

21 ―¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? —le preguntó Jesús al padre.

―Desde que era niño —contestó—.

22 Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.

23 ―¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.

24 ―¡Sí creo! —exclamó de inmediato el padre del muchacho—. ¡Ayúdame en mi poca fe!

25 Al ver Jesús que se agolpaba mucha gente, reprendió alespíritu maligno.

―Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.

26 El espíritu, dando un alarido y sacudiendo violentamente al muchacho, salió de él. Este quedó como muerto, tanto que muchos decían: «Se ha muerto».

27 Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y el muchacho se puso de pie.

28 Cuando Jesús entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado:

―¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?

29 ―Esta clase de demonios solo puede ser expulsada a fuerza de oración—respondió Jesús.

30 Dejaron aquel lugar y pasaron por Galilea. Pero Jesús no quería que nadie lo supiera,

31 porque estaba instruyendo a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Lo matarán, y a los tres días de muerto resucitará».

32 Pero ellos no entendían lo que quería decir con esto, y no se atrevían a preguntárselo.

¿Quién es el más importante?

33 Llegaron a Capernaún. Cuando ya estaba en casa, Jesús les preguntó:

―¿Qué veníais discutiendo por el camino?

34 Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí quién era el más importante.

35 Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:

―Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

36 Luego tomó a un niño y lo puso en medio de ellos. Abrazándolo, les dijo:

37 ―El que recibe en mi nombre a uno de estos niños me recibe a mí; y el que me recibe a mí no me recibe a mí, sino al que me envió.

El que no está contra nosotros está a favor de nosotros

38 ―Maestro —dijo Juan—, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo impedimos porque no es de los nuestros.

39 ―No se lo impidáis —replicó Jesús—. Nadie que haga un milagro en mi nombre puede a la vez hablar mal de mí.

40 El que no está contra nosotros está a favor de nosotros.

41 Os aseguro que cualquiera que os dé un vaso de agua en mi nombre por ser vosotros deCristono perderá su recompensa.

El que hace pecar

42 »Pero, si alguien hacepecana uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar.

43 Si tu mano te hace pecar, córtatela. Más te vale entrar en la vida manco que ir con las dos manos al infierno,donde el fuego nunca se apaga.

45 Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo. Más te vale entrar en la vida cojo que ser arrojado con los dos pies al infierno.

47 Y, si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al infierno,

48 donde

»“su gusano no muere,

y el fuego no se apaga”.

49 La sal con que todos serán sazonados es el fuego.

50 »La sal es buena, pero, si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor? Que no falte la sal entre vosotros, para que podáis vivir en paz unos con otros».

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Marcos 10

El divorcio

1 Jesús partió de aquel lugar y se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Otra vez concurrieron a él las multitudes y, como era su costumbre, les enseñaba.

2 En eso, unosfariseosse le acercaron y, para ponerlo aprueba, le preguntaron:

―¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?

3 ―¿Qué os mandó Moisés? —replicó Jesús.

4 ―Moisés permitió que un hombre escribiera un certificado de divorcio y la despidiera —contestaron ellos.

5 ―Esa ley la escribió Moisés para vosotros por lo obstinados que sois—aclaró Jesús—.

6 Pero al principio de la creación Dios “los hizo hombre y mujer”.

7 “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa,

8 y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”.Así que ya no son dos, sino uno solo.

9 Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

10 Vueltos a casa, los discípulos le preguntaron a Jesús sobre este asunto.

11 ―El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra la primera —respondió—.

12 Y, si la mujer se divorcia de su esposo y se casa con otro, comete adulterio.

Jesús y los niños

13 Empezaron a llevarle niños a Jesús para que los tocara, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban.

14 Cuando Jesús se dio cuenta, se indignó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos.

15 Os aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño de ninguna manera entrará en él».

16 Y después de abrazarlos, los bendecía poniendo las manos sobre ellos.

El joven rico

17 Cuando Jesús estaba ya para irse, un hombre llegó corriendo y se postró delante de él.

―Maestro bueno —le preguntó—, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?

18 ―¿Por qué me llamas bueno? —respondió Jesús—. Nadie es bueno sino solo Dios.

19 Ya sabes los mandamientos: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no presentes falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre”.

20 ―Maestro —dijo el hombre—, todo eso lo he cumplido desde que era joven.

21 Jesús lo miró con amor y añadió:

―Una sola cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

22 Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste, porque tenía muchas riquezas.

23 Jesús miró alrededor y comentó a sus discípulos:

―¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!

24 Los discípulos se asombraron de sus palabras.

―Hijos, ¡qué difícil es entraren el reino de Dios! —repitió Jesús—.

25 Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.

26 Los discípulos se asombraron aún más, y decían entre sí: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?»

27 ―Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible.

28 ―¿Qué de nosotros, que lo hemos dejado todo y te hemos seguido? —comenzó a reclamarle Pedro.

29 ―Os aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la delevangeliohaya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos

30 recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna.

31 Pero muchos de los primeros serán últimos, y de los últimos, primeros.

Jesús predice de nuevo su muerte

32 Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantó. Los discípulos estaban asombrados, y los otros que venían detrás tenían miedo. De nuevo tomó aparte a los doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder.

33 «Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a losmaestros de la ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a losgentiles.

34 Se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero a los tres días resucitará».

La petición de Jacobo y Juan

35 Se le acercaronJacoboy Juan, hijos de Zebedeo.

―Maestro —le dijeron—, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.

36 ―¿Qué queréis que haga por vosotros?

37 ―Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tuderechay el otro a tu izquierda.

38 ―No sabéis lo que estáis pidiendo —les replicó Jesús—. ¿Podéis acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado?

39 ―Sí, podemos.

―Beberéis de la copa que yo bebo —les respondió Jesús— y pasaréis por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado,

40 pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí concederlo. Eso ya está decidido.

41 Los otros diez, al oír la conversación, se indignaron contra Jacobo y Juan.

42 Así que Jesús los llamó y les dijo:

―Como vosotros sabéis, los que se consideran jefes de lasnacionesoprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad.

43 Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre vosotros deberá ser vuestro servidor,

44 y el que quiera ser el primero deberá seresclavode todos.

45 Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar suvidaen rescate por muchos.

El ciego Bartimeo recibe la vista

46 Después llegaron a Jericó. Más tarde, salió Jesús de la ciudad acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Un mendigo ciego llamado Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino.

47 Al oír que el que venía era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:

―¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más:

―¡Hijo de David, ten compasión de mí!

49 Jesús se detuvo y dijo:

―Llamadlo.

Así que llamaron al ciego.

―¡Ánimo! —le dijeron—. ¡Levántate! Te llama.

50 Él, arrojando la capa, dio un salto y se acercó a Jesús.

51 ―¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó.

―Rabí, quiero ver —respondió el ciego.

52 ―Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te hasanado.

Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.