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Nehemías 1

Nehemías ora por su pueblo

1 Estas son las palabras de Nehemías hijo de Jacalías:

En el mes dequisleudel año veinte, estando yo en la ciudadela de Susa,

2 llegó Jananí, uno de mis hermanos, junto con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por el resto de los judíos que se habían librado del destierro, y por Jerusalén.

3 Ellos me respondieron: «Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con suspuertasconsumidas por el fuego».

4 Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo.

5 Le dije:

«Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples elpactoy eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos,

6 te suplico que me prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti.

7 Te hemos ofendido y nos hemos corrompido mucho; hemos desobedecido los mandamientos, preceptos y decretos que tú mismo diste a tu siervo Moisés.

8 »Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si pecáis, yo os dispersaré entre las naciones:

9 pero, si os volvéis a mí y obedecéis y ponéis en práctica mis mandamientos, aunque hayáis sido llevados al lugar más apartado del mundo, os recogeré y os haré volver al lugar donde he decidido habitar”.

10 »Ellos son tus siervos y tu pueblo al cual redimiste con gran despliegue de fuerza y poder.

11 Señor, te suplico que escuches nuestra oración, pues somos tus siervos y nos complacemos en honrar tunombre. Y te pido que a este siervo tuyo le concedas tener éxito y ganarse el favor del rey».

En aquel tiempo yo era copero del rey.

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Nehemías 2

Nehemías vuelve a Jerusalén

1 Un día, en el mes denisándel año veinte del reinado de Artajerjes, al ofrecerle vino al rey, como él nunca antes me había visto triste,

2 me preguntó:

―¿Por qué estás triste? No me parece que estés enfermo, así que debe de haber algo que te está causando dolor.

Yo sentí mucho miedo

3 y le respondí:

―¡Que viva el rey para siempre! ¿Cómo no he de estar triste, si la ciudad donde están los sepulcros de mis padres se halla en ruinas, con suspuertasconsumidas por el fuego?

4 ―¿Qué quieres que haga? —replicó el rey.

Encomendándome al Dios del cielo,

5 le respondí:

―Si al rey le parece bien, y si este tu siervo es digno de tu favor, te ruego que me envíes a Judá para reedificar la ciudad donde están los sepulcros de mis padres.

6 ―¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo regresarás? —me preguntó el rey, que tenía a la reina sentada a su lado.

En cuanto le propuse un plazo, el rey aceptó enviarme.

7 Entonces añadí:

―Si al rey le parece bien, te ruego que envíes cartas a los gobernadores del oeste del río Éufrates para que me den vía libre y yo pueda llegar a Judá;

8 y por favor ordena a tu guardabosques Asaf que me dé madera para reparar las puertas de la ciudadela del templo, la muralla de la ciudad y la casa donde he de vivir.

El rey accedió a mi petición, porque Dios estaba actuando a mi favor.

9 Cuando me presenté ante los gobernadores del oeste del río Éufrates, les entregué las cartas del rey. Además, el rey había ordenado que me escoltaran su caballería y sus capitanes.

10 Pero, al oír que alguien había llegado a ayudar a los israelitas, Sambalat el horonita y Tobías el siervo amonita se disgustaron mucho.

Nehemías inspecciona la muralla

11 Tres días después de haber llegado a Jerusalén,

12 salí de noche acompañado de algunos hombres, pero a ninguno de ellos le conté lo que mi Dios me había motivado hacer por Jerusalén. La única bestia que llevábamos era la que yo montaba.

13 Esa noche salí por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y la puerta del Basurero. Inspeccioné las ruinas de la muralla de Jerusalén, y sus puertas consumidas por el fuego.

14 Después me dirigí hacia la puerta de la Fuente y el estanque del Rey, pero no hallé por dónde pasar con mi cabalgadura.

15 Así que, siendo aún de noche, subí por el arroyo mientras inspeccionaba la muralla. Finalmente regresé y entré por la puerta del Valle.

16 Los gobernadores no supieron a dónde fui ni qué hice, porque hasta entonces no había dicho nada a ningún judío: ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los gobernadores ni a los que estaban trabajando en la obra.

17 Por eso les dije:

―Vosotros sois testigos de nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y suspuertashan sido consumidas por el fuego. ¡Vamos, animaos! ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén para que ya nadie se burle de nosotros!

18 Entonces les conté cómo la bondadosa mano de Dios había estado conmigo y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír esto, exclamaron:

―¡Manos a la obra!

Y unieron la acción a la palabra.

19 Cuando lo supieron, Sambalat el horonita, Tobías el oficial amonita y Guesén el árabe se burlaron de nosotros y nos preguntaron de manera despectiva:

―Pero ¿qué estáis haciendo? ¿Acaso pretendéis rebelaros contra el rey?

20 Yo les contesté:

―El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Vosotros no tenéis arte ni parte en este asunto, ni raigambre en Jerusalén.

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Nehemías 3

Se inicia la reconstrucción

1 Entonces el sumo sacerdote Eliasib y sus compañeros los sacerdotes trabajaron en la reconstrucción de la puerta de las Ovejas. La repararon y la colocaron en su lugar, y reconstruyerontambién la muralla desde la torre de los Cien hasta la torre de Jananel.

2 El tramo contiguo lo reconstruyeron los hombres de Jericó, y el tramo siguiente, Zacur hijo de Imrí.

3 La puerta de los Pescados la reconstruyeron los descendientes de Sená.Colocaron las vigas y pusieron la puerta en su lugar, con sus cerrojos y barras.

4 El tramo contiguo lo reconstruyó Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos, y el tramo siguiente Mesulán, hijo de Berequías y nieto de Mesezabel. El siguiente tramo lo reconstruyó Sadoc hijo de Baná.

5 Los de Tecoa reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla, aunque sus notables no quisieron colaborar con los dirigentes.

6 La puerta de Jesanála reconstruyeron Joyadá hijo de Paseaj y Mesulán hijo de Besodías. Colocaron las vigas y pusieron en su lugar la puerta con sus cerrojos y barras.

7 El tramo contiguo lo reconstruyeron Melatías de Gabaón y Jadón de Meronot. A estos se les unieron los de Gabaón y los de Mizpa, que estaban bajo el dominio del gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates.

8 Uziel hijo de Jaraías, que era uno de los plateros, reconstruyó el siguiente tramo de la muralla, y uno de los perfumistas, llamado Jananías, el siguiente. Entre los dos reconstruyeron la muralla de Jerusalén hasta la muralla Ancha.

9 El siguiente tramo lo reconstruyó Refaías hijo de Jur, que era gobernador de una mitad del distrito de Jerusalén;

10 el siguiente, Jedaías hijo de Jarumaf, cuya casa quedaba al frente, y el siguiente, Jatús hijo de Jasabnías.

11 Malquías hijo de Jarín y Jasub hijo de Pajat Moab reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla y la torre de los Hornos.

12 Salún hijo de Halojés, que era gobernador de la otra mitad del distrito de Jerusalén, reconstruyó el siguiente tramo con la ayuda de sus hijas.

13 La puerta del Valle la reconstruyeron Janún y los habitantes de Zanoa, y la colocaron en su lugar con sus cerrojos y barras. Levantaron también quinientos metrosde muralla hasta la puerta del Basurero.

14 Malquías hijo de Recab, gobernador del distrito de Bet Haqueren, reconstruyó la puerta del Basurero y la colocó en su lugar con sus cerrojos y barras.

15 Salún hijo de Coljozé, gobernador del distrito de Mizpa, reconstruyó la puerta de la Fuente, la techó y la colocó en su lugar con sus cerrojos y barras. Reconstruyó también el muro del estanque de Siloé, que está junto al jardín del rey, hasta las gradas que llevan a la Ciudad de David.

16 Nehemías hijo de Azbuc, gobernador de una mitad del distrito de Betsur, reconstruyó el siguiente tramo hasta el lugar que está frente a los sepulcros de David, hasta el estanque artificial y hasta el cuartel de la guardia real.

17 El sector que sigue lo reconstruyeron los levitas y Rejún hijo de Baní. En el tramo siguiente Jasabías, gobernador de una mitad del distrito de Queilá, hizo las obras de reconstrucción por cuenta de su distrito,

18 y las continuaron sus compañeros: Bavay hijo de Henadad, gobernador de la otra mitad del distrito de Queilá,

19 y Ezer hijo de Jesúa, gobernador de Mizpa, que reconstruyó el tramo que sube frente al arsenal de la esquina.

20 El tramo siguiente, es decir, el sector que va desde la esquina hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Eliasib, lo reconstruyó con entusiasmo Baruc hijo de Zabay.

21 El sector que va desde la puerta de la casa de Eliasib hasta el extremo de la misma lo reconstruyó Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos.

22 El siguiente tramo lo reconstruyeron los sacerdotes que vivían en los alrededores.

23 Benjamín y Jasub reconstruyeron el sector que está frente a sus propias casas. Azarías, hijo de Maseías y nieto de Ananías, reconstruyó el tramo que está junto a su propia casa.

24 Binuy hijo de Henadad reconstruyó el sector que va desde la casa de Azarías hasta el ángulo, es decir, hasta la esquina.

25 Palal hijo de Uzay reconstruyó el sector de la esquina que está frente a la torre alta que sobresale del palacio real, junto al patio de la guardia. El tramo contiguo lo reconstruyó Pedaías hijo de Parós.

26 Los servidores del templo que vivían en Ofel reconstruyeron el sector oriental que está frente a la puerta del Agua y la torre que allí sobresale.

27 Los hombres de Tecoa reconstruyeron el tramo que va desde el frente de la gran torre que allí sobresale hasta la muralla de Ofel.

28 Los sacerdotes, cada uno frente a su casa, reconstruyeron el sector de la muralla sobre la puerta de los Caballos.

29 El siguiente tramo lo reconstruyó Sadoc hijo de Imer, pues quedaba frente a su propia casa. El sector que sigue lo reparó Semaías hijo de Secanías, guardián de la puerta oriental.

30 Jananías hijo de Selemías, y Janún, el sexto hijo de Salaf, reconstruyeron otro tramo. Mesulán hijo de Berequías reconstruyó el siguiente tramo, pues quedaba frente a su casa.

31 Malquías, que era uno de los plateros, reconstruyó el tramo que llega hasta las casas de los servidores del templo y de los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección y hasta el puesto de vigilancia.

32 Y el sector que va desde allí hasta la puerta de las Ovejas lo reconstruyeron los plateros y los comerciantes.

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Nehemías 4

Se obstaculiza la reconstrucción

1 Cuando Sambalat se enteró de que estábamos reconstruyendo la muralla, se disgustó muchísimo y se burló de los judíos.

2 Ante sus compañeros y el ejército de Samaria dijo:

―¿Qué están haciendo estos miserables judíos? ¿Creen que se les va a dejar que reconstruyan y que vuelvan a ofrecer sacrificios? ¿Piensan acaso terminar en un solo día? ¿Cómo creen que de esas piedras quemadas, de esos escombros, van a hacer algo nuevo?

3 Y Tobías el amonita, que estaba junto a él, añadió:

―¡Hasta una zorra, si se sube a ese montón de piedras, lo echa abajo!

4 Por eso oramos:

«¡Escucha, Dios nuestro,

cómo se burlan de nosotros!

Haz que sus ofensas recaigan sobre ellos mismos:

entrégalos a sus enemigos;

¡que los lleven en cautiverio!

5 No pases por alto su maldad

ni olvides sus pecados,

porque insultan a los que reconstruyen».

6 Continuamos con la reconstrucción y levantamos la muralla hasta media altura, pues el pueblo trabajó con entusiasmo.

7 Pero, cuando Sambalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los asdodeos se enteraron de que avanzaba la reconstrucción de la muralla y de que ya estábamos cerrando las brechas, se enojaron muchísimo

8 y acordaron atacar Jerusalén y provocar disturbios en ella.

9 Oramos entonces a nuestro Dios y decidimos montar guardia día y noche para defendernos de ellos.

10 Por su parte, la gente de Judá decía:

«Los cargadores desfallecen,

pues son muchos los escombros;

¡no vamos a poder

reconstruir esta muralla!»

11 Y nuestros enemigos maquinaban: «Les caeremos por sorpresa y los mataremos; así haremos que la obra se suspenda».

12 Algunos de los judíos que vivían cerca de ellos venían constantemente y nos advertían: «Os van a atacar por todos lados».

13 Así que puse a la gente por familias, con sus espadas, arcos y lanzas, detrás de las murallas, en los lugares más vulnerables y desguarnecidos.

14 Después de examinar la situación, me levanté y dije a los nobles y gobernantes, y al resto del pueblo: «¡No les tengáis miedo! Acordaos del Señor, que es grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos e hijas, y por vuestras esposas y vuestros hogares».

15 Una vez que nuestros enemigos se dieron cuenta de que conocíamos sus intenciones y de que Dios había frustrado sus planes, todos regresamos a la muralla, cada uno a su trabajo.

16 A partir de aquel día, la mitad de mi gente trabajaba en la obra, mientras la otra mitad permanecía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas. Los jefes estaban pendientes de toda la gente de Judá.

17 Tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los materiales no descuidaban ni la obra ni la defensa.

18 Todos los que trabajaban en la reconstrucción llevaban la espada a la cintura. A mi lado estaba el encargado de dar el toque de alarma.

19 Yo les había dicho a los nobles y gobernantes, y al resto del pueblo: «La tarea es grande y extensa, y nosotros estamos muy esparcidos en la muralla, distantes los unos de los otros.

20 Por eso, al oír el toque de alarma, cerremos filas. ¡Nuestro Dios peleará por nosotros!»

21 Así que, desde el amanecer hasta que aparecían las estrellas, mientras trabajábamos en la obra, la mitad de la gente montaba guardia lanza en mano.

22 En aquella ocasión también le dije a la gente: «Todos vosotros, incluso los ayudantes, quedaos en Jerusalén para que en la noche sirváis de centinelas y de día trabajéis en la obra».

23 Ni yo ni mis parientes y ayudantes, ni los de mi guardia personal, nos desvestíamos para nada: cada uno de nosotros se mantenía listo para la defensa.

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Nehemías 5

Nehemías defiende a los pobres

1 Los hombres y las mujeres del pueblo protestaron enérgicamente contra sus hermanos judíos,

2 pues había quienes decían: «Si contamos a nuestros hijos y a nuestras hijas, ya somos muchos. Necesitamos conseguir trigo para subsistir».

3 Otros se quejaban: «Por conseguir trigo para no morirnos de hambre, hemos hipotecado nuestros campos, viñedos y casas».

4 Había también quienes se quejaban: «Tuvimos que empeñar nuestros campos y viñedos para conseguir dinero prestado y así pagar el tributo al rey.

5 Y, aunque nosotros y nuestros hermanos somos de la misma sangre, y nuestros hijos y los suyos son iguales, a nosotros nos ha tocado vender a nuestros hijos e hijas como esclavos. De hecho, hay hijas nuestras sirviendo como esclavas, y no podemos rescatarlas, puesto que nuestros campos y viñedos están en poder de otros».

6 Cuando oí sus palabras de protesta, me enojé muchísimo.

7 Y, después de reflexionar, reprendí a los nobles y gobernantes:

―¡Es inconcebible que vuestros propios hermanos os exijan el pago de intereses!

Convoqué además una gran asamblea contra ellos,

8 y allí les recriminé:

―Hasta donde nos ha sido posible, hemos rescatado a nuestros hermanos judíos que fueron vendidos a lospaganos. ¡Y ahora sois vosotros quienes vendéis a vuestros hermanos, después de que nosotros los hemos rescatado!

Todos se quedaron callados, pues no sabían qué responder.

9 Yo añadí:

―Lo que estáis haciendo no está bien. ¿No deberíais mostrar la debida reverencia a nuestro Dios y evitar así el reproche de los paganos, nuestros enemigos?

10 Mis hermanos y mis criados, y hasta yo mismo, les hemos prestado dinero y trigo. Pero ahora, ¡quitémosles esa carga de encima!

11 Yo os ruego que les devolváis sus campos, viñedos, olivares y casas, y también el uno por ciento de la plata, del trigo, del vino y del aceite que vosotros les exigís.

12 ―Está bien —respondieron ellos—, haremos todo lo que nos has pedido. Se lo devolveremos todo, sin exigirles nada.

Entonces llamé a los sacerdotes, y ante estos les hice jurar que cumplirían su promesa.

13 Luego me sacudí el manto y afirmé:

―¡Así sacuda Dios y arroje de su casa y de sus propiedades a todo el que no cumpla esta promesa! ¡Así lo sacuda Dios y lo deje sin nada!

Toda la asamblea respondió:

―¡Amén!

Y alabaron alSeñor, y el pueblo cumplió lo prometido.

14 Desde el año veinte del reinado de Artajerjes, cuando fui designado gobernador de la tierra de Judá, hasta el año treinta y dos, es decir, durante doce años, ni mis hermanos ni yo utilizamos el impuesto que me correspondía como gobernador.

15 En cambio, los gobernadores que me precedieron habían impuesto cargas sobre el pueblo, y cada día les habían exigido comida y vino por un valor de cuarenta monedasde plata. También sus criados oprimían al pueblo. En cambio yo, por temor a Dios, no hice eso.

16 Al contrario, tanto yo como mis criados trabajamos en la reconstrucción de la muralla y no compramos ningún terreno.

17 A mi mesa se sentaban ciento cincuenta hombres, entre judíos y oficiales, sin contar a los que llegaban de países vecinos.

18 Era tarea de todos los días preparar un buey, seis ovejas escogidas y algunas aves; y cada diez días se traía vino en abundancia. Pero nunca utilicé el impuesto que me correspondía como gobernador, porque ya el pueblo tenía una carga muy pesada.

19 ¡Recuerda, Dios mío, todo lo que he hecho por este pueblo, y favoréceme!

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Nehemías 6

Nueva oposición de los enemigos

1 Sambalat, Tobías, Guesén el árabe y el resto de nuestros enemigos se enteraron de que yo había reconstruido la muralla, y de que se habían cerrado las brechas (aunque todavía no se habían puesto laspuertasen su sitio).

2 Entonces Sambalat y Guesén me enviaron este mensaje: «Tenemos que reunirnos contigo en alguna de las poblaciones del valle de Ono». En realidad, lo que planeaban era hacerme daño.

3 Así que envié unos mensajeros a decirles: «Estoy ocupado en una gran obra, y no puedo ir. Si bajara yo a reunirme con vosotros, la obra se vería interrumpida».

4 Cuatro veces me enviaron este mensaje, y otras tantas les respondí lo mismo.

5 La quinta vez Sambalat me envió, por medio de uno de sus siervos, el mismo mensaje en una carta abierta,

6 que a la letra decía:

«Corre el rumor entre la gente —y Guesénlo asegura— de que tú y los judíos estáis construyendo la muralla porque tenéis planes de rebelaros. Según tal rumor, tú pretendes ser su rey,

7 y has nombrado profetas para que te proclamen rey en Jerusalén y se declare: “¡Tenemos rey en Judá!” Por eso, ven y hablemos de este asunto, antes de que todo esto llegue a oídos del rey».

8 Yo envié a decirle: «Nada de lo que dices es cierto. Todo esto es pura invención tuya».

9 En realidad, lo que pretendían era asustarnos. Pensaban desanimarnos, para que no termináramos la obra.

«Y ahora, Señor, ¡fortalece mis manos!»

10 Fui entonces a la casa de Semaías, hijo de Delaías y nieto de Mehitabel, que se había encerrado en su casa. Él me dijo:

«Reunámonos a puerta cerrada

en la casa de Dios,

en el interior del templo,

porque vendrán a matarte.

¡Sí, esta noche te quitarán la vida!»

11 Pero yo le respondí:

―¡Yo no soy de los que huyen! ¡Los hombres como yo no corren a esconderse en el templo para salvar la vida! ¡No me esconderé!

12 Y es que me di cuenta de que Dios no lo había enviado, sino que se las daba de profeta porque Sambalat y Tobías lo habían sobornado.

13 En efecto, le habían pagado para intimidarme y hacerme pecar siguiendo su consejo. De este modo, podrían hablar mal de mí y desprestigiarme.

14 «¡Dios mío, recuerda las intrigas de Sambalat y Tobías! ¡Recuerda también a la profetisa Noadías y a los otros profetas que quisieron intimidarme!»

Termina la reconstrucción de la muralla

15 La muralla se terminó el día veinticinco del mes deelul. Su reconstrucción había durado cincuenta y dos días.

16 Cuando todos nuestros enemigos se enteraron de esto, las naciones vecinas se sintieron humilladas, pues reconocieron que ese trabajo se había hecho con la ayuda de nuestro Dios.

17 En aquellos días los nobles de Judá se mantuvieron en estrecho contacto con Tobías,

18 pues muchos judíos estaban aliados con él en vista de que era yerno de Secanías hijo de Araj, y de que su hijo Johanán era yerno de Mesulán hijo de Berequías.

19 En mi presencia hablaban bien de mí, pero luego le comunicaban todo lo que yo decía. Tobías, por su parte, trataba de intimidarme con sus cartas.

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Nehemías 7

Plan para defender Jerusalén

1 Una vez que se terminó la reconstrucción de la muralla y se colocaron suspuertas, se nombraron porteros, cantores y levitas.

2 A mi hermano Jananí, que era un hombre fiel y temeroso de Dios como pocos, lo puse a cargo de Jerusalén, junto con Jananías, comandante de la ciudadela.

3 A los dos les dije: «Las puertas de Jerusalén se abrirán cuando ya haya salido el sol, y volverán a cerrarse y se asegurarán con sus barras cuando los porteros estén en sus puestos. Además, los habitantes de Jerusalén montarán guardia, unos en sus puestos y otros frente a su propia casa».

4 La ciudad ocupaba una gran extensión, pero tenía pocos habitantes porque no todas las casas se habían reconstruido.

Lista de los repatriados

5 Mi Dios puso en micorazónel deseo de reunir a los nobles, a los oficiales y al pueblo, para registrarlos según su descendencia; y encontré el registro genealógico de los que habían regresado en la primera repatriación. Allí estaba escrito:

6 La siguiente es la lista de la gente de la provincia, es decir, de aquellos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se había llevado cautivos, y a quienes se les permitió regresar a Jerusalén y a Judá. Cada uno volvió a su propia ciudad,

7 bajo el mando de Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías, Najamani, Mardoqueo, Bilsán, Mispéret, Bigvay, Nehúm y Baná.

Esta es la lista de los israelitas que regresaron:

8 de Parós 2.172
9 de Sefatías 372
10 de Araj 652
11 de Pajat Moab, es decir, los de Jesúa y de Joab 2.818
12 de Elam 1.254
13 de Zatú 845
14 de Zacay 760
15 de Binuy 648
16 de Bebay 628
17 de Azgad 2.322
18 de Adonicán 667
19 de Bigvay 2.067
20 de Adín 655
21 de Ater, es decir, los de Ezequías 98
22 de Jasún 328
23 de Bezay 324
24 de Jarif 112
25 de Gabaón 95
26 de Belén y de Netofa 188
27 de Anatot 128
28 de Bet Azmávet 42
29 de Quiriat Yearín, Cafira y Berot 743
30 de Ramá y de Gueba 721
31 de Micmás 122
32 de Betel y de Hai 123
33 del otro Nebo 52
34 del otro Elam 1.254
35 de Jarín 320
36 de Jericó 345
37 de Lod, Jadid y Ono 721
38 de Sená 3.930
39 De los sacerdotes descendientes de Jedaías, de la familia de Jesúa 973
40 de Imer 1.052
41 de Pasur 1.247
42 de Jarín 1.017
43 De los levitas descendientes de Jesúa y de Cadmiel, que pertenecían a la familia de Hodavías 74
44 De los cantores descendientes de Asaf 148
45 De los porteros descendientes de Salún, Ater, Talmón, Acub, Jatitá y Sobay 138
46 Los servidores del templo eran descendientes de Zijá, Jasufá, Tabaot, 47 Querós, Sigajá, Padón, 48 Lebaná, Jagabá, Salmay, 49 Janán, Guidel, Gajar, 50 Reaías, Rezín, Necoda, 51 Gazán, Uza, Paseaj, 52 Besay, Meunín, Nefisesín, 53 Bacbuc, Jacufá, Jarjur, 54 Baslut, Mejidá, Jarsa, 55 Barcós, Sísara, Temá, 56 Neziaj y Jatifá.
57 Los descendientes de los siervos de Salomón eran de las familias de Sotay, Soféret, Peruda, 58 Jalá, Darcón, Guidel, 59 Sefatías, Jatil, Poquéret Hasebayin y Amón.
60 Los servidores del templo y de los descendientes de los siervos de Salomón 392

61 Los siguientes regresaron de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero no pudieron demostrar ascendencia israelita:

62 De los descendientes de Delaías, Tobías y Necoda 642

63 De entre los sacerdotes, tampoco pudieron demostrar su ascendencia israelita los siguientes: los descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay (este último se casó con una de las hijas de un galaadita llamado Barzilay, del cual tomó su nombre).

64 Estos buscaron sus registros genealógicos, pero, como no los encontraron, fueron excluidos del sacerdocio.

65 A ellos el gobernador les prohibió comer de los alimentos sagrados hasta que un sacerdote decidiera su suerte por medio delurimy eltumim.

66 El número total de los miembros de la asamblea ascendía a cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas,

67 sin contar a esclavos y esclavas, que sumaban siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras.

68 Tenían además setecientos treinta y seis caballos, doscientas cuarenta y cinco mulas,

69 cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos.

70 Algunos jefes de familia entregaron al tesoro donativos para la obra: el gobernador entregó al tesoro ocho kilos de oro, cincuenta tazones y quinientas treinta túnicas sacerdotales;

71 los jefes de familia entregaron ciento sesenta kilos de oro y mil doscientos diez kilos de plata,

72 y el resto del pueblo entregó ciento sesenta kilos de oro, mil cien kilosde plata y sesenta y siete túnicas sacerdotales.

73 Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, la gente del pueblo, los servidores del templo y los demás israelitas se establecieron en sus propias ciudades.

Esdras lee la ley

Al llegar el mes séptimo, los israelitas ya estaban establecidos en sus ciudades.

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Nehemías 8

1 Entonces todo el pueblo, como un solohombre, se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua y le pidió almaestroEsdras traer el libro de laleyque elSeñorle había dado a Israel por medio de Moisés.

2 Así que el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender la lectura,

3 y la leyó en presencia de ellos desde el alba hasta el mediodía en la plaza que está frente a la puerta del Agua. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley.

4 El maestro Esdras se puso de pie sobre una plataforma de madera construida para la ocasión. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías y Maseías; a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán.

5 Esdras, a quien la gente podía ver porque él estaba en un lugar más alto, abrió el libro y todo el pueblo se puso de pie.

6 Entonces Esdras bendijo alSeñor, el gran Dios. Y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: «¡Amén y amén!» Luego adoraron alSeñor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.

7 Los levitas Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías le explicaban la ley al pueblo, que no se movía de su sitio.

8 Ellos leían con claridad el libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se comprendiera su lectura.

9 Al oír las palabras de la ley, la gente comenzó a llorar. Por eso el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras y los levitas que enseñaban al pueblo les dijeron: «No lloréis ni os pongáis tristes, porque este día ha sido consagrado alSeñorvuestro Dios».

10 Luego Nehemías añadió: «Ya podéis iros. Comed bien, tomad bebidas dulces y compartid vuestra comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes, pues el gozo delSeñores nuestra fortaleza».

11 También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo. Les decían: «¡Tranquilos! ¡No estéis tristes, que este es un díasanto!»

12 Así que todo el pueblo se fue a comer y beber y compartir su comida, felices de haber comprendido lo que se les había enseñado.

La fiesta de las Enramadas

13 Al día siguiente, los jefes de familia, junto con los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el maestro Esdras para estudiar los términos de laley.

14 Y en esta encontraron escrito que elSeñorle había mandado a Moisés que durante la fiesta del mes séptimo los israelitas debían habitar enenramadas

15 y pregonar en todas sus ciudades y en Jerusalén esta orden: «Id a la montaña y traed ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer enramadas, conforme a lo que está escrito».

16 De modo que la gente fue y trajo ramas, y con ellas hizo enramadas en las azoteas, en los patios, en el atrio del templo de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraín.

17 Toda la asamblea de los que habían regresado del cautiverio hicieron enramadas y habitaron en ellas. Como los israelitas no habían hecho esto desde los días de Josué hijo de Nun, hicieron una gran fiesta.

18 Todos los días, desde el primero hasta el último, se leyó el libro de la ley de Dios. Celebraron la fiesta durante siete días, y en el día octavo hubo una asamblea solemne, según lo ordenado.

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Nehemías 9

Los israelitas confiesan sus pecados

1 El día veinticuatro de ese mes, los israelitas se reunieron para ayunar, se vistieron de luto y se echaron ceniza sobre la cabeza.

2 Habiéndose separado de los extranjeros, confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados,

3 y asumieron así su responsabilidad. Durante tres horas leyeron el libro de laley delSeñorsu Dios, y en las tres horas siguientesle confesaron sus pecados y lo adoraron.

4 Luego los levitas Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní subieron a la plataforma y en alta voz invocaron alSeñorsu Dios.

5 Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías clamaron:

«¡Vamos, bendecid alSeñorvuestro Dios

desde ahora y para siempre!

¡Bendito seas, Señor!

¡Sea exaltado tu gloriosonombre,

que está por encima de toda bendición y alabanza!

6 »¡Solo tú eres elSeñor!

Tú has hecho los cielos,

y los cielos de los cielos

con todas sus estrellas.

Tú le das vida a todo lo creado:

la tierra y el mar

con todo lo que hay en ellos.

¡Por eso te adoran los ejércitos del cielo!

7 »Tú,Señory Dios,

fuiste quien escogió a Abram.

Tú lo sacaste de Ur de loscaldeos

y le pusiste por nombre Abraham.

8 Descubriste en él uncorazónfiel;

por eso hiciste con él unpacto.

Le prometiste que a sus descendientes

les darías la tierra de los cananeos,

de los hititas, amorreos y ferezeos,

de los jebuseos y gergeseos.

Y cumpliste tu palabra

porque eres justo.

9 »En Egipto viste la aflicción de nuestros padres;

junto alMar Rojoescuchaste sus lamentos.

10 Lanzaste grandes señales y maravillas

contra el faraón, sus siervos y toda su gente,

porque viste la insolencia

con que habían tratado a tu pueblo.

Fue así como te ganaste

la buena fama que hoy tienes.

11 A la vista de ellos abriste el mar,

y lo cruzaron sobre terreno seco.

Pero arrojaste a sus perseguidores

en lo más profundo del mar,

como piedra en aguas caudalosas.

12 Con una columna de nube los guiaste de día,

con una columna de fuego los guiaste de noche:

les alumbraste el camino que debían seguir.

13 »Descendiste al monte Sinaí;

desde el cielo les hablaste.

Les diste juicios rectos y leyes verdaderas,

estatutos y mandamientos buenos.

14 Les diste a conocer tusábadosanto,

y por medio de tu servidor Moisés

les entregaste tus mandamientos,

estatutos y leyes.

15 »Saciaste su hambre con pan del cielo;

calmaste su sed con agua de la roca.

Les diste posesión de la tierra

que bajo juramento les habías prometido.

16 Pero ellos y nuestros padres fueron altivos;

no quisieron obedecer tus mandamientos.

17 Se negaron a escucharte;

no se acordaron de las maravillas

que hiciste por ellos.

Fue tanta su terquedad y rebeldía

que hasta se nombraron un jefe

para que los hiciera volver

a la esclavitud de Egipto.

Pero tú no los abandonaste

porque eres Dios perdonador,

clemente y compasivo,

lento para la ira y grande en amor.

18 »Y, a pesar de que se hicieron

un becerro de metal fundido

y dijeron: “Este es tu dios

que te hizo subir de Egipto”,

y aunque fueron terribles

las ofensas que cometieron,

19 tú no los abandonaste en el desierto

porque eres muy compasivo.

»Jamás se apartó de ellos la columna de nube

que los guiaba de día por el camino;

ni dejó de alumbrarlos la columna de fuego

que de noche les mostraba por dónde ir.

20 »Con tu buen Espíritu les diste entendimiento.

No les quitaste tu maná de la boca;

les diste agua para calmar su sed.

21 Cuarenta años los sustentaste en el desierto.

¡Nada les faltó!

No se desgastaron sus vestidos

ni se les hincharon los pies.

22 »Les entregaste reinos y pueblos,

y asignaste a cada cual su territorio.

Conquistaron las tierras de Og y de Sijón,

que eran reyes de Hesbón y de Basán.

23 Multiplicaste sus hijos

como las estrellas del cielo;

los hiciste entrar en la tierra

que bajo juramento les prometiste a sus padres.

24 Y sus hijos entraron en la tierra

y tomaron posesión de ella.

Ante ellos sometiste a los cananeos que la habitaban;

les entregaste reyes y pueblos de esa tierra,

para que hicieran con ellos lo que quisieran.

25 Conquistaron ciudades fortificadas

y una tierra fértil;

se adueñaron de casas repletas de bienes,

de cisternas, viñedos y olivares,

y de gran cantidad de árboles frutales.

Comieron y se hartaron y engordaron;

¡disfrutaron de tu gran bondad!

26 »Pero fueron desobedientes:

se rebelaron contra ti,

rechazaron tu ley,

mataron a tus profetas

que los convocaban a volverse a ti;

¡te ofendieron mucho!

27 Por eso los entregaste a sus enemigos,

y estos los oprimieron.

En tiempo de angustia clamaron a ti,

y desde el cielo los escuchaste;

por tu inmensa compasión les enviaste salvadores

para que los liberaran de sus enemigos.

28 Pero, en cuanto eran liberados,

volvían a hacer lo que te ofende;

tú los entregabas a sus enemigos,

y ellos los dominaban.

De nuevo clamaban a ti,

y desde el cielo los escuchabas.

¡Por tu inmensa compasión

muchas veces los libraste!

29 Les advertiste que volvieran a tu ley,

pero ellos actuaron con soberbia

y no obedecieron tus mandamientos.

Pecaron contra tus normas,

que dan vida a quien las obedece.

En su rebeldía, te rechazaron;

fueron tercos y no quisieron escuchar.

30 »Durante años tuviste paciencia con ellos;

con tu Espíritu los amonestaste

por medio de tus profetas,

pero ellos no quisieron escuchar.

Por eso los dejaste caer en manos

de los pueblos de esa tierra.

31 Sin embargo, es tal tu compasión

que no los destruiste ni abandonaste,

porque eres Dios clemente y compasivo.

32 »Y ahora, Dios nuestro,

Dios grande, temible y poderoso,

que cumples el pacto y eres fiel,

no tengas en poco los sufrimientos

que han padecido nuestros reyes,

gobernantes, sacerdotes y profetas,

nuestros padres y todo tu pueblo,

desde los reyes de Asiria hasta hoy.

33 Tú has sido justo en todo

lo que nos ha sucedido,

porque actúas con fidelidad.

Nosotros, en cambio, actuamos con maldad.

34 Nuestros reyes y gobernantes,

nuestros sacerdotes y antepasados

desobedecieron tu ley

y no acataron tus mandamientos

ni las advertencias con que los amonestabas.

35 Pero ellos, durante su reinado,

no quisieron servirte

ni abandonar sus malas obras,

a pesar de que les diste muchos bienes

y les regalaste una tierra extensa y fértil.

36 »Por eso ahora somos esclavos,

esclavos en la tierra

que les diste a nuestros padres

para que gozaran de sus frutos y sus bienes.

37 Sus abundantes cosechas son ahora de los reyes

que nos has impuesto por nuestro pecado.

Como tienen el poder, hacen lo que quieren

con nosotros y con nuestro ganado.

¡Grande es nuestra aflicción!

38 »Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros gobernantes, levitas y sacerdotes».

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Nehemías 10

El pueblo se compromete a obedecer la ley

1 La siguiente es la lista de los que firmaron:

Nehemías hijo de Jacalías, que era el gobernador;

Sedequías,

2 Seraías, Azarías, Jeremías,

3 Pasur, Amarías, Malquías,

4 Jatús, Sebanías, Maluc,

5 Jarín, Meremot, Abdías,

6 Daniel, Guinetón, Baruc,

7 Mesulán, Abías, Mijamín,

8 Maazías, Bilgay y Semaías.

Estos eran los sacerdotes.

9 Los levitas:

Jesúa hijo de Azanías, Binuy, de los descendientes de Henadad, Cadmiel,

10 y sus hermanos Sebanías, Hodías, Quelitá, Pelaías, Janán,

11 Micaías, Rejob, Jasabías,

12 Zacur, Serebías, Sebanías,

13 Hodías, Baní y Beninu.

14 Los jefes del pueblo:

Parós, Pajat Moab, Elam, Zatú, Baní,

15 Buní, Azgad, Bebay,

16 Adonías, Bigvay, Adín,

17 Ater, Ezequías, Azur,

18 Hodías, Jasún, Bezay,

19 Jarif, Anatot, Nebay,

20 Magpías, Mesulán, Hezir,

21 Mesezabel, Sadoc, Jadúa,

22 Pelatías, Janán, Anaías,

23 Oseas, Jananías, Jasub,

24 Halojés, Piljá, Sobec,

25 Rejún, Jasabná, Maseías,

26 Ahías, Janán, Anán,

27 Maluc, Jarín y Baná.

28 Todos los demás —sacerdotes, levitas, porteros, cantores, servidores del templo, todos los que se habían separado de los pueblos de aquella tierra para cumplir con laleyde Dios, más sus mujeres, hijos e hijas, y todos los que tenían uso de razón—

29 se unieron a sus parientes que ocupaban cargos importantes y se comprometieron, bajo juramento, a vivir de acuerdo con la ley que Dios les había dado por medio de su servidor Moisés, y a obedecer todos los mandamientos, normas y estatutos de nuestroSeñor.

30 Además, todos nos comprometimos a no casar a nuestras hijas con los habitantes del país ni aceptar a sus hijas como esposas para nuestros hijos.

31 También prometimos que, si la gente del país venía ensábado, o en cualquier otro día de fiesta, a vender sus mercancías o alguna otra clase de víveres, nosotros no les compraríamos nada. Prometimos así mismo que en el séptimo año no cultivaríamos la tierra, y que perdonaríamos toda deuda.

32 Además, nos impusimos la obligación de contribuir cada año con cuatro gramos de platapara los gastos del templo de nuestro Dios:

33 elpan de la Presencia; las ofrendas y elholocaustodiarios; los sacrificios de los sábados, de la luna nueva y de las fiestas solemnes; las ofrendas sagradas; los sacrificios deexpiaciónpor el pecado de Israel, y todo el servicio del templo de nuestro Dios.

34 En cuanto a la ofrenda de la leña, echamos suertes entre nosotros los sacerdotes, los levitas y el pueblo en general, según nuestras familias, para determinar a quiénes les tocaría llevar, en los tiempos fijados cada año, la leña para el templo delSeñornuestro Dios, para que ardiera en su altar, como está escrito en la ley.

35 Además nos comprometimos a llevar cada año al templo delSeñorlasprimiciasdel campo y de todo árbol frutal,

36 como también a presentar nuestros primogénitos y las primeras crías de nuestro ganado, tanto vacuno como ovino, ante los sacerdotes que sirven en el templo de nuestro Dios, como está escrito en la ley.

37 Convinimos en llevar a los almacenes del templo de nuestro Dios las primicias de nuestra molienda, de nuestras ofrendas, del fruto de nuestros árboles, de nuestro vino nuevo y de nuestro aceite, para los sacerdotes que ministran en el templo de nuestro Dios. Convinimos también en dar la décima parte de nuestras cosechas a los levitas, pues son ellos quienes recolectan todo esto en los pueblos donde trabajamos.

38 Un sacerdote de la familia de Aarón acompañará a los levitas cuando estos vayan a recolectar los diezmos. Los levitas, por su parte, depositarán el diezmo de los diezmos en la tesorería del templo de nuestro Dios.

39 Los israelitas y los levitas llevarán las ofrendas de trigo, de vino y de aceite a los almacenes donde se guardan los utensilios sagrados y donde permanecen los sacerdotes, los porteros y los cantores, cuando están de servicio.

De este modo nos comprometimos a no descuidar el templo de nuestro Dios.